- Se levanta como el Ave Fénix tras desastres naturales y neoliberalismo
Managua siempre se ha levantado como el Ave Fénix luego de resistir aluviones, terremotos, una guerra de agresión de parte de los Estados Unidos, y un grave estancamiento en su desarrollo durante los gobiernos neoliberales. Por eso y por tantas cosas más merece que se celebre su bicentenario a lo grande, tal como lo está haciendo la Alcaldía de la capital.
Mucha razón tiene el director de Patrimonio Histórico de la municipalidad, el historiador Clemente Guido, cuando asegura que “los managua no nos agüevamos frente a las adversidades de cualquier tipo; siempre salimos adelante”. Esta vez, por fortuna, en los últimos doce años ha habido armonía total entre el gobierno nacional y el municipal que ha permitido un desarrollo real e integral de la ciudad.
Y realmente, en la última década el Frente Sandinista ha logrado que Managua se desarrolle integralmente con la ejecución de una diversidad de proyectos en sus cuatro puntos cardinales para que cambie no solo el rostro o físicamente, sino también espiritualmente.
De acuerdo a Guido, no es solo ampliar y construir nuevas micro presas, nuevos cauces, hacer nuevas desviaciones de agua frente a la grave amenaza de inundaciones que cada año hay sobre la capital y, sobre todo, construir una infraestructura nueva en el centro histórico.
“No es sólo lo que vemos en el centro histórico como ese gran gimnasio Alexis Argüello, esas bellas piscinas olímpicas, el Parque Luis Alfonso Velásquez, no hay en Centroamérica un parque igual a ese; el Paseo Xolotlán, la réplica de las casas importantes de nuestros grandes héroes como Sandino, Rubén Darío, Blanca Arauz; el Puerto Salvador Allende, que es un homenaje digno a un hombre digno”, señala.
Unidad entre el gobierno nacional y local
Lo importante y que vale la pena, para él, es que en los barrios se han construido proyectos similares. Por ejemplo, hay estadios y parques en lugares donde antes eran predios baldíos, basureros y espacios de delincuencia. “Podemos enumerar todas las obras que hay en cada barrio”, sostiene el historiador.
Significa, a su juicio, que hay un desarrollo integral cuyo componente más importante es la participación ciudadana, “el protagonismo de los ciudadanos, porque sin el mismo de nada sirve que se construya un buen parque, una piscina en un barrio porque lo van a destruir, pero como está la participación ciudadana y la vigilancia del ciudadano, vale la pena”.
Ahora se está conmemorando el bicentenario de la ciudad “construyendo en el presente hacia el futuro”. En ese sentido, Guido insiste en que la unidad entre el gobierno nacional y el local se debe conservar, pues la comuna ha elaborado un plan de desarrollo hasta el 2040. Más aún, el funcionario considera que esa unidad es “el patrimonio verdadero que hay que proteger, porque en base a eso se desarrolla todo lo demás”.
Según el historiador Guido, Managua es una ciudad que ha tenido una historia bastante difícil a través de su vida como ciudad, desde el momento en que el pequeño pueblo indígena presentó resistencia a los invasores españoles. “Fue victorioso el interventor frente a nuestro indígena chorotega por la fuerza militar superior que tenían, que les permitió matar a 9 mil de 10 mil indios flecheros en cuatro años de guerra, de 1524 a 1528”.
En consecuencia, Managua quedó bajo el yugo español desde 1528 y se constituyeron las encomiendas, a partir de las cuales nacieron las parcialidades indígenas que 300 años después formaron los primeros barrios. En 1819, cuando el rey de España declara Leal Villa de Managua, había un pueblo pequeño que apenas tiene dos o tres edificios importantes y una población con no más de 6 mil personas.
Crecimiento rápido y acelerado
Según el Director de Patrimonio Histórico de la municipalidad, los barrios históricos más importantes que en ese entonces existían, y que incluso algunos de ellos todavía conservan sus nombres, son cuatro: el barrio Candelaria, que desapareció con el terremoto de 1931; el San Sebastián, que todavía existe en el mismo lugar; La Cruz, que todavía existe entre San Sebastián y el Parque Central y que casi nadie menciona; el Santo Domingo es posterior a 1819, pero tiene raíces indígenas, y apareció después el San Antonio.
“Todos esos barrios constituyeron la Managua de ese entonces”, señala a manera de referencia. Su punto es que Managua creció rápida y aceleradamente producto de decretos. “Nos decretaron villa y no estábamos preparados para serlo; nos decretaron ciudad en 1846 y no estábamos preparados para ser ciudad; y, peor, nos decretaron capital y no estábamos preparados para ser capital de la República”, apunta.
O sea, no había un parangón entre los títulos que recibía y la realidad de la infraestructura y el desarrollo. Es decir, se decretaba algo, pero no había edificios suficientes para las entidades de gobierno, no existía infraestructura básica, ni servicios básicos como agua domiciliar y electricidad.
Todo eso se suma a los desastres naturales que ha enfrentado como aluviones y terremotos que dañaron a la ciudad. Un gran aluvión que destruyó gran parte de Managua ocurrió en 1874; se registran terremotos desde el siglo XIX, como el ocurrido en 1885, que destruyó los principales y pocos edificios. Con la revolución liberal se aceleró el crecimiento urbanístico.
Con la introducción de la siembra de café, se abandonó un poco la economía de Managua que se basaba en el algodón y añil. “Estos nos hace modernizar los edificios, hay más entidades de gobierno, más comercio, más turismo, pero llega el terremoto de 1931 y lo tira todo al suelo”, reseña Guido.
Terremoto y corrupción
Otra vez a comenzar de nuevo. Se volvió a construir una nueva Managua con más edificios, más economía, volvió el algodón a potenciarse. “Tuvimos grandes campos algodoneros en todo lo que es ahora la zona de la UCA, la catedral, el barrio Largaespada y Monseñor Lezcano. Llegamos a una Managua que ya está en boga, está otra vez adelante; los Managua, a pesar de la dictadura somocista, estamos sacando adelante nuestra capital y se cae de nuevo con el terremoto de 1972”, detalla.
En su opinión, el terremoto del 72 fue seguido de algo peor: la corrupción del sistema somocista, pues empezaron a robar no sólo la ayuda internacional que venía para la reconstrucción, sino los terrenos y las propiedades del centro histórico de la ciudad. “Despojan a los propietarios de sus bienes y esa Managua no vuelve a levantarse como sucedió con los dos anteriores”, agrega.
“Somoza se quedó con los terrenos que fueron expropiados por la ambición de convertir a Managua en su negocio y empiezan a aparecer las grandes empresas como la Mayco compitiendo contra la empresa privada, lo que frenó el desarrollo de Managua. El Frente Sandinista y el pueblo derrocan a la dictadura, el pueblo de Managua da un gran aporte de sangre y se despeja un poco el camino”, resume el historiador.
Sin embargo, la guerra contrarrevolucionaria financiada por los Estados Unidos frenó el desarrollo económico de la capital y de todo el país. Pero, a pesar eso, la revolución hizo grandes esfuerzos para ejecutar proyectos como el Parque Luis Alfonso Velásquez.
Tras la derrota electoral del Frente Sandinista producto de las amenazas que había sobre el pueblo nicaragüense de parte de los Estados Unidos, comenzó un periodo de transición y una etapa neoliberal que estancó el desarrollo de Managua. Aun cuando “hay paz no hay obras que realmente desarrollen a la ciudad en ese largo período, excepto, y hay que reconocerlo, el tema de las micro presas, que hubo un poco de inversión para proteger de las lluvias”, señala.