Venezuela defiende Democracia desde sus raíces frente al “Informe de los Ciegos”

 “¿Alguien se acuerda todavía del coronel Carlos Castillo Armas? La CIA, el presidente (Dwight) Eisenhower y su secretario de Estado, John Foster Dulles, lo pusieron al frente de un golpe de Estado que organizaron en 1954 contra el gobierno progresista de Jacobo Arbenz, en Guatemala, que se había atrevido a hacer una reforma agraria en el país y a cobrarle impuestos a la todopoderosa United Fruit”.

Mario Vargas Llosa

Edwin Sánchez

Si “en nombre de la Democracia se cometen atrocidades”, como dijo Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México.

Si del lado oscuro han salido sanguinarias guarimbas y sabotajes…

Si de las tinieblas han surgido conspiraciones violentas y quema de personas…

Si en los meandros del mal manufacturaron el Golpe de Estado contra el finado presidente Hugo Chávez…

Si el almácigo de 930 cardos y espinas de sanciones contra el Estado Bolivariano de Venezuela, destinado a plantar la desgracia nacional, cumple los tristes “parámetros” para que los editores del Libro Guinness de los Records Mundiales estrenen la categoría de los Hechos Más Abominables de los Hombres…

Si de la alineación ardiente de los 9 Círculos del Infierno de Dante orbitaron 100 intentos de magnicidio con el nombre de Nicolás Maduro escrito en plomo, como recordó el mismo presidente reelecto cuando condenó el atentado contra el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump…

Si el gran Carlos Fuentes criticó al New York Time cuando editorializó “¡Qué horror! Barack Obama le dio la mano — ¡la mano!— a Hugo Chávez”…

Si las injerencias se convirtieron en el plan siniestro de cada día…

Si los engendros fascistas de Joseph Goebbels desconocieron los 30 procesos electorales diáfanos, impulsados desde el establecimiento de la Democracia Viva con el Comandante Chávez.

Si de los abismos emergieron las recetas de asedio y calamidad para el colapso del país…

Si del miasma que ha infectado a ciertos estados de América Latina emanaron las “excelentísimas” insalubridades públicas —que avergonzaron a las naciones donde las “eligieron” — a dar “lecciones de democracia”…

¿Acaso es “extraño” que de esos mismos dominios de Abadón no salgan los gritos de ¡fraude! contra la trigésima primera jornada electoral?

Da la causalidad que tanto en hebreo y en griego, como en el odio a la Soberanía Nacional de Venezuela, Abadón significa Destructor.

Abadón, uno de los espíritus mayores del mal:

De uno de sus ruines actos contra la Democracia de Venezuela, se lee en Wikipedia: “El Atentado de Caracas de 2018, también llamado por diversos medios atentado contra Nicolás Maduro,​ denominado por los organismos de seguridad como Operación Yunque-Martillo4​5​ y llamado por opositores a Maduro como Operación Fénix,6​7​, tuvo lugar el sábado 4 de agosto de 2018, durante un acto por la conmemoración de los 81 años de la creación de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), cuando un par de drones suicidas explotaron a escasos metros de Nicolás Maduro mientras daba un discurso en la Avenida Bolívar en Caracas”.

No hay dudas de que los instigadores que tratan de incendiar la Patria de Miranda podrían obtener de calle, si lo fundaran, el Premio Nobel del Holocausto.

Con el 1% de este aluvión de perversidades cobijadas como “lucha por la democracia”, a sabiendas de que una tolda opositora utilizaría los comicios como peldaño de una arremetida vandálica y terrorista, y que estos mimados de los imperios económicos de la Tierra no firmaron el compromiso de respetar los resultados oficiales, ningún país que se ufana de ser “democrático” organizaría el sufragio universal. Pero cuando prevalece un espíritu resueltamente en favor de la Democracia, el poder se juega en las urnas.

A estas alturas, en una formidable demostración de participación y DECISION de DIRIGIR su propio DESTINO, el pueblo de Venezuela DEFENDIÓ la etimología del tan llevado, usado y falsificado término de Democracia:

Dēmos, pueblo y kratos, poder: ¡PODER DEL PUEBLO!

No hay por donde perderse. Que así sucedió, se vio y comprobó el domingo 28 de julio en el país sudamericano.

Ahora, si hay quienes leen en el Diccionario de la Vileza que Democracia es: el viejo y monopólico establishment;  Intereses Nacionales: oligarquía; Estado de Derecho: Estado de Derecha; Desarrollo:  saqueo de los recursos naturales; Constitución Política: servilismo a las metrópolis; Soberanía Nacional: glorificación a la intervención extranjera y los pronunciamientos injerencistas; Árbitro Electoral: “Observadores Internacionales”, medios de comunicación foráneos y encuestadoras alquiladas;  República: garabato de país; tampoco es insólito que al Triunfo del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar y el PSUV lo llamen “fraude”.

¿Qué ha hecho la mayoría de venezolanos sino cumplir con lo que el enorme escritor de Argentina, Ernesto Sábato pensaba y proclamaba sobre el bien común y los desamparados, que hoy sus patriotas protegen del terror fascista? (Y, por cierto, en la antípoda del nulo por bulo “informe Milei”, pontífice visible de la invisible Santa Sede de los Ciegos y su prelatura izquierdera):

“Dostoievski nos dice que Dios y el demonio se disputan al hombre, y el territorio de ese combate es su propio corazón. Es cierto que hay crisis de ideologías, pero eso no significa que debamos aceptar el fin de los ideales. Por el contrario, tenemos el deber de luchar incansablemente por ellos, principios como la libertad, el bien común, la justicia y la defensa de los desamparados y perseguidos. Y por un principio que la sobrecogedora historia de la humanidad ha demostrado indispensable e incondicional: los fines no justifican los medios. Así debemos condenar todo género de terrorismo, CUALESQUIERA QUE SEAN LOS FINES INVOCADOS, por nobles que sean, Y SOBRE TODO SI LO SON…”.

Venezuela lo ha hecho. Y pondrá en su lugar a los endemoniados del Destructor de este siglo.

Y ha ofrecido al mundo un espléndido mensaje de amor: con la Paz, todo. Con el odio, nada.

Ha votado por un No mayúsculo a la barbarie. No a la carnicería. No al magnicidio. No a la infamia.

No a los remedos de democracias.

No a la derecha más rancia que durante las épocas electorales luce, ante las pasarelas mediáticas, su traje “neutral” de “comunidad internacional”.

No a las encuestas preñadas, los titulares, diarios, portadas ni horarios estelares en cualquiera de las plataformas de la Industria del Falso Testimonio.

El embajador de Venezuela en Nicaragua, Javier Arrúe contextualizó ante el excelente periodista, licenciado Alberto Mora: “Es difícil de entender y sobre todo para los que no viven en el alma y las entrañas de Venezuela, el monstruoso enemigo que tenemos adelante: los cientos, los miles de emisoras, agencias, periódicos, redes sociales, las famosas granjas que han llegado 2 mil celulares conectados en una sola ubicación para enviar mensajes personalizados para destruir el espíritu, el ánimo, la esperanza de nuestro pueblo”.

Frente a los poderes tenebrosos, las multitudes se alzaron como un Himno de Luz en Plenitud de Victorias.

Que este es el mandato cristalino de los venezolanos, por encima de las turbias credenciales del fracaso con las muletillas apolilladas de quienes se creen encarnar, por sus pistolas, “la voluntad del pueblo”: “árbitro electoral controlado por el oficialismo”, “controversial elección”, “comicios cuestionables”, “tensa calma” (por no aceptar la palabra PAZ), “falta de transparencia”…

Tal el desgastado guion de los perdedores sin imaginación.

Y a (des)propósito, aparece la OEA. “¡Qué se tiene que meter!”, reclamó el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

“Eso es injerencismo, por eso la OEA no tiene credibilidad. ¿Con qué fundamentos sostiene que ganó el otro candidato?, razonó.

“No es un organismo ni democrático ni autónomo, ni representa a los países se América, está ahí como apéndice de una facción”, aseguró.

Viene a la memoria el día que la derecha goebbeliana, de la mano de Luis Almagro, arrebató el triunfo legítimo a Evo Morales en Bolivia, con el arqueológico cuento de apremiar una “verificación internacional de los resultados”.

En un escrito que se vuelve muy actual, fechado en diciembre de 2019, el famoso juez español Baltazar Garzón (*) advirtió:

“Ya no hace falta, como antaño, dar golpes de Estado con tanques y aviones que bombardean el palacio de gobierno. Ahora basta con sembrar la duda respecto del recuento rápido (preliminar) de votos en unas elecciones, regar de incertidumbre su resultado con interpretaciones parciales que no se basan en hechos contrastados, para generar un estallido social” (*) Jurista. Miembro del Consejo Latinoamericano de Derecho y Democracia (CLAJUD).

¿Y por qué tanto sadismo por no aceptar la decisión del soberano?

La respuesta la ofrece Albert Einstein, que por ser una víctima del fascismo alemán, bien sabía por qué lo dijo:

“Los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres”.

Por eso es más legítimo el triunfo bolivariano con toda la autoridad moral de los venezolanos de buena voluntad, porque con el voto escudan a su Gran Patria y a la Humanidad.

Y “Con la verdad abrimos todos los caminos”, exclamó el presidente Maduro.

Así es que manda Venezuela.

Y manda al carajo la historieta entintada por la minoría local con viñetas y globos de diálogo dictados y tecleados en el exterior, y reciclados en el interior.

Manda la Historia de Bolívar.

Manda el Pueblo Unido que anda con una de las contadas Democracias de Rostro Erguido en el Continente.

Manda la Dignidad.

 

 

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