Alejandro Romero Monterrey “Blas”
Del Periodismo de Catacumbas a la Revolución

Alejandro Romero Monterrey "Blas"Del Periodismo de Catacumbas a la Revolución

*David Gutiérrez López

El Periodismo de Catacumbas fue una respuesta de hombres y mujeres dedicados al oficio de la comunicación en la década de los 70, frente a la represión ordenada por la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, contra los medios radiales, televisivos e impresos, imponiendo multas económicas y la condena al cierre por mano militar, ejecutado por la Guardia Nacional (G.N).

El asesinato a balazos del periodista Pedro Joaquín Chamorro, director del Diario La Prensa, el 10 de enero de 1978, desencadenó diversas formas de protestas en los círculos de la sociedad nicaragüense, quienes responsabilizaron al propio Somoza y sus seguidores más cercanos de haberlo mandando a matar.

Las protestas evolucionaron en acciones violentas mediante enfrentamientos con soldados de la guar-dia somocista generando muertos y heridos.

La dictadura prohibió a los periodistas, bajo amenaza de cierre de sus espacios de noticias y cárcel, informar sobre el ascenso de los acontecimientos iniciados en Managua y que luego se fueron extendiendo a todo el país, como la insurrección de Masaya.

Fue entonces que se propuso (hace 46 años), hablar con el clero católico para utilizar los templos con el fin de llevar las noticias en vivo a los pobladores, afirma Alejandro Romero Monterrey, quien recién cumplió 80 años de vida rebosante de salud y humor, e integrante del Comité Popular de Huelga, conformado junto a otros periodistas de larga trayectoria afilia-dos en el Sindicato de Radioperiodis-tas de Managua (SRPM).

El Comité Popular de Huelga lo integraron Alejandro Romero Monterrey, Carlos García, Lily Soto, Manuel Espinoza, Juan Alberto Enríquez, César Cortés Téllez, y Guillermo Treminio Pérez, en una reunión efectuada en una casita de madera prefabricada donde funcionaba el Sindicato de Radioperiodistas de Managua, ubicado frente al Ministerio del Trabajo.

Periodistas en comunión con el pueblo

Los periodistas de esa época, en su mayoría trabajadores de radionoticieros, experimentaron por única vez en su vida profesional llevar la noti-cia de viva voz y entrar en contacto con el pueblo que los conocía solo de oído al escucharlos en sus emisiones, diurnas, vespertinas y nocturnas. La gente acudía a los templos a escuchar noticias libres, sin censura.

Los comunicados del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) eran recibidos con entusiasmo, aplausos y vítores para los proscritos sandinistas. De pronto resonaban gritos de: ¡Patria Libre… o Morir!

Pobladores de los barrios y parro- quias; Santa María de los Ángeles en el Riguero, Open 3, templo Cruz Grande, (actual Ciudad Sandino), San Judas Tadeo, San Pio X, en Bello Horizonte, San Pablo Apóstol, en la 14 de septiembre, Altagracia, Santa Ana, Santa Faz, barrio Costa Rica, La Merced en Larreynaga, Fátima, en la Centroamérica, Monte Tabor, carretera sur, La paz en Batahola sur, y Parroquia Santiago en Jinotepe, no solo protegían a los periodistas, también les brindaban agua, refrescos, café y alimentos. Las noticias llega-ron también a los templos de Masaya, Granada, León, Matagalpa y Jinotega, con la colaboración de periodistas locales que recibían el material enviado en los buses colectivos.

La idea de informar directamente al pueblo dentro y fuera de los templos utilizando esta innovadora forma de comunicación, se la atribuye Romero, y el bautizo de catacumbas, surgió de un comentario del actor y locutor radial Eduardo López Meza, quien comparó la acción con la persecución a los primitivos cristianos por el imperio romano.

Los perseguidos buscaron escapar, reunirse y organizarse en subterrá- neos donde enterraban a los muertos y practicaban las ceremonias en las llamadas catacumbas.

Los locutores Eduardo López Meza, Gustavo Valle Shaffer, Maynor Curtis, César Estrada y Humberto López, eran los responsables de grabar las noticias en casetes en un apartado de la sede de los periodistas. Las noticias escritas se reproducían para entregarse a los diferentes equipos que llegaban a leerlas de viva voz.

Los casetes de cinta magnetofónica (ya desaparecidos) se entregaban en algunas parroquias en las cuales no había protección ante una embestida de la guardia. A Pompilio Baca y quien escribe esta crónica, nos correspondía viajar al Open 3, donde oficiaba el sacerdote jesuita Valentín Martínez, quien luego la reproducía en unos grandes parlantes que se es- cuchaban dentro y fuera del templo en la hoy Ciudad Sandino.

Alejandro formó una sociedad con el actor y locutor de Radio Guillermo Treminio Pérez, propietario de los noticieros Mundial y Hoy, que se transmitían por Radio Mundial con amplia audiencia nacional. Guillermo fue el tesorero de lo que se re-caudaba en esos días para sostener la lucha de los periodistas. Los comunicadores que laboraban para estos dos medios eran Antonio Luna (Lunita), María Helena Artola, Juan Alberto Enríquez, Enrique Argüello Prado, David Gutiérrez López y Alejandro Romero Monterrey.

Estos comunicadores fueron inte- grantes de un grupo de compañeros que participaron en el Periodismo de Catacumbas, comprometidos con llevar la verdad al pueblo, se mantuvieron informando en las calles sorteando a la muerte o la cárcel, en estrecho contacto con los pobladores desde el 31 de enero de 1978 al 11 de febrero, cuando se tomó la decisión de volver a informar masivamente a través de las radioemisoras y los canales de televisión, después de haber demostrado a la dictadura que no había diques para evadir la censura y la represión.

El Periodismo de Catacumbas se inscribe en la historia de Nicaragua como una lucha original e irrepetible en la que por única vez los comunicadores entraron en contacto directo con los radioescuchas, televidentes y lectores, un periodismo creativo y comprometido con el pueblo, forjador de conciencia, lo cual selló una integración entre ambas partes.

Un pueblo agradecido porque aún en esas circunstancias, estos combatientes de la comunicación no dejaron de llevarles la verdad sin medias tintas, ni las censuras que imponía el somocismo, contribuyendo fundamentalmente a la lucha y victoria final de la Re-volución Popular Sandinista.

Desenmascaró a periodista informante de la OSN

Santiago Meneses Vallecillo, un hábil y locuaz periodista radial, director del noticiero Polémica, fue desenmascarado por Alejandro Romero, durante una asamblea, en la que lo señaló de informante de la guardia de Somoza. Meneses Vallecillo se retiró del lugar lanzando improperios y días después apareció asilado en la embajada de Venezuela en Managua, país hacia donde voló días después, luego de recibir el salvoconducto.

Estando en Venezuela, se integró a trabajar en un periódico en Caracas y luego se vinculó al FSLN trasegando armas. En la Ofensiva Final llegó al Frente Sur, donde fue herido de gravedad por esquirlas de mortero.

Le salvaron la vida en un hospital de la población La Cruz, Costa Rica. Al triunfo de la revolución, vistiendo el verde olivo y portando un fusil FAL, ingresó con las tropas a Nicaragua. Días después, el propio comandante de la revolución Tomás Borge, confirmó que Santiago era “un agente del enemigo”, sirviendo con el seudónimo de SAMEVA, las siglas de su nombre que quedaron en los archivos intactos de la Guardia Nacional.

De Nandaime a vivir al Estadio Nacional

En 1965, luego de bachillerarse en el Instituto Nacional de Oriente (INO) de Granada, Alejandro retornó a su natal Nandaime, con la fija idea de estudiar Derecho, en la universidad, carrera que en esos años solo se impartía en la UNAN de León y en la desaparecida UCA, lo que implicaba costos económicos que no podía cubrir.

Para recaudar algunos fondos se integró a trabajar en la reconstrucción de la carretera Nandaime-Rivas, durante un año. Se desempeñó de apuntador y controlador de la cantidad de material selecto que depositaban los camiones y devengaba un buen salario. Cuando hubo recaudado una buena parte de dinero viajó a Managua, la capital, para él totalmente desconocida. Por ser miembro de los Boy Scouts, su coordinador de apellido Falla le concedió hospedarse en las oficinas ubicadas en esos años en el antiguo estadio nacional de beisbol, a la par de donde se encontraban las Oficinas de la Policía de Tránsito de la Guardia Nacional (G.N).

Estando en Managua, ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), decidido a estudiar periodismo. En esas aulas compartió con los entonces estudiantes Bayardo Arce Castaño (comandante de la Revolución en 1979), William Montiel y Peña y las hermanas Epifanía y Luz Amanda Avendaño Sandino, entre otros. Un año después 1968 ingresó, procedente de Niquinohomo William Ramírez (comandante Guerrillero en 1979), con quien consolidó una fuerte y cercana amistad.

Mientras estudiaba periodismo, para su manutención, consiguió los recursos trabajando en los talleres de me-cánica de Casa Cross, donde recibía a los clientes que llevaban a realizar el mantenimiento o reparación de los jeeps Land Rover y autos Austin, de fabricación inglesa.

El 22 de enero de 1967, durante el cierre de campaña en el cual llevaban de candidato al oftalmólogo Fernando Agüero Rocha, en una concentración opositora del Partido Conservador, convertida en una masacre por parte de la G.N, Alejandro recuerda haber caminado entre cadáveres tendidos sobre la Avenida Roosevelt, hasta llegar al Gran Hotel, donde se refugió para salir al día siguiente con las manos en alto, sin ser apresado por la guardia, quienes hasta tanques blindados habían utilizado.

El primer trabajo como reportero de Extra

A pesar de la buena amistad que sostenía con Bayardo Arce Castaño, éste nunca le habló de la organización clandestina.

Recuerda Alejandro, que participó en la despedida a la clandestinidad de Bayardo a mediados del año 1974, la que celebraron con una parranda que duró hasta el amanecer. En esa despedida el periodista Eduardo Albir, lloró la partida del periodista y guerrillero. Fue William Ramírez, quién le habló del FSLN, organización con la que comenzó a colaborar.

Extra, noticiero dirigido por el jurista Rolando Avendaño Sandino y el periodista Manuel Espinoza Enríquez, se transmitía por la entonces poderosa Radio Mundial. Romero Monterrey, todavía estudiando periodismo comenzó a laborar en ese medio de comunicación. Un tiempo después saltó a Radio Informaciones, dirigido por Rodolfo Tapia Molina, donde fue adquiriendo experiencia en el dominio de las fuentes, la redacción y la mejor manera de presentar la noticia a los radioescuchas. Un tiempo después cuando el FSLN rompió el silencio acumulando fuerzas en diciembre de 1974, Alejandro planteó su deseo de subir a la montaña a integrarse a la guerrilla. Fue William Ramírez quien lo detuvo explicándole que para la organización era mucho más valiosa su participación en la ciudad por su trabajo como periodista.

Un coronel lo mandó a tirar a la pileta de lagartos y tortugas

Antes del terremoto de 1972, en protesta contra Somoza, un grupo de estudiantes se habían tomado y atrincherado en la antigua Catedral de Managua. Alejandro, quien se encontraba cerca del lugar cargando una pesada y enorme grabadora de cinta y un micrófono, detectó que el entonces coronel G.N Samuel Genie Amaya se dirigía a la parte trasera del templo a observar por una estrecha abertura de una ventana. El reportero se acercó sigiloso y al verlo, el entonces jefe de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN) le gritó que se fuera.

El joven periodista valientemente le respondió que lo dejara hacer su trabajo. Fue en ese momento que Genie llamó a un ayudante, descrito por Alejandro como un hombre de seis pies de estatura y muy recio, ordenándole que lo sacara.

“El guardia me cargó, yo solo movía mis patitas, cruzó la entonces Plaza de la República y me lanzó en la pileta de los lagartos y tortugas del Parque Central, en la que por suerte los saurios al parecer se asustaron más que yo”, rememora entre sonrisas esa anécdota.

Le cortaron la barba gratis en el Hormiguero

Otro episodio de su vida lo vivió cuando caminaba por la antigua y transitada calle 15 de septiembre, muy cerca de la Casa del Maestro. Una patrulla de guardias lo detuvo, lo subieron a un jeep y lo condujeron a la antigua cárcel y cuartel de El Hormiguero, ubicado sobre la entonces Avenida Roosevelt.

Como usaba una tupida barba, llamaron al barbero quien de inmediato comenzó a rasurarlo y éste, mientras le pasaba constantemente la afilada navaja por la garganta, comentaba lo peligroso de usar ese afilado instrumento, el que se le podía resbalar y causarle una honda herida.

Confirma que no lo torturaron, pero horas después fue trasladado a la cárcel de la Aviación (actual Ajax Delgado). Al ingresar a la celda, uno de los prisioneros intentó lanzarse sobre Romero Monterrey para agredirlo, pero rápidamente fue detenido por la intervención de los sandinistas Emmet Lang Salmerón y Leopoldo “Polo” Rivas Alfaro. “Este es de los nuestro”, les dijeron a los reos. El jefe de esa cárcel era el temido asesino coronel Alesio Gutiérrez.

Por razones del destino Alejandro logró ser puesto en libertad después de muchas gestiones y protestas, gracias al apoyo de su colega y amigo, el entonces jefe de información del Diario Novedades (propiedad de Somoza) Antonio “Toño” Diaz, quién habló con el coronel José Rodríguez Somoza.

Presidente del Sindicato de Radioperiodistas

Hurgando en su memoria, Alejandro refiere que fue presidente del Sindicato de Radioperiodistas y que la primera casa que albergó esas oficinas, estaba ubicada cerca del actual edificio de TELCOR una cuadra al sur, donde pagaban doscientos córdobas, los que en la mayoría de las veces le correspondía a él ponerlos de su propio bolsillo. Para recoger algunos fondos pusieron a la venta chicha helada envasada en botellas de gaseosas. Los afiliados ante la falta de efectivo firmaban vales por 50 centavos, que nunca lograron hacer valer.

Con doña Lidia, Germania y Camilo

En varias ocasiones doña Lidia Saavedra (madre de los hermanos Ortega Saavedra) buscó a Romero Monterrey para confiarle noticias que le interesaban al FSLN que se divulgaran sobre la situación de los prisioneros sandinistas en la cárcel Modelo, donde recibían torturas y maltrato por parte de los guardias somocistas. Entre esos prisioneros se encontraba el actual presidente Daniel Ortega, José Benito Escobar, Jacinto Suárez, Lenin Cerna, Leopoldo Rivas Alfaro y Manuel Rivas Valecillo entre otros.

Doña Lidia siempre se hacía acompañar de su hija Germania, quien era una adolescente en esos años recuerda Alejandro. De Camilo Ortega, dice haberlo conocido en el Club Universitario, donde llegaban a jugar ajedrez frecuentemente. Algunos compañeros universitarios colaboraban con Camilo económicamente.

En la insurrección de Managua y Jinotepe

Cuando estalló la insurrección en la ofensiva final el 10 de junio de 1979, el comandante William Ramírez, le orientó a “Blas”, seudónimo de Alejandro, salir de la vida pública. Fue entonces que se movilizó a la zona del Dorado, donde la guerrilla urbana mantenía dominio, pasando por los barrios Ducualí, Bello Horizonte y los de la carretera norte.

Afirma “Blas” que durante la ocupación de esos barrios participó en un enfrentamiento contra tropas de la Guardia Nacional que intentaron romper el círculo de seguridad, establecido en la zona de la actual colonia 10 de junio. Después de los 17 días de resistencia y del Repliegue Táctico a Masaya, le orientaron se dirigiera a Jinotepe.

Un amigo en un automóvil se ofreció a llevarlo advirtiéndole que se comportara normal, sin temor al cruzar los retenes que mantenía la guardia en las entradas y salidas a la capital. Así llegó hasta Carazo, donde el 5 de julio participó en la libración de Jinotepe cuando sacaron a los guardias del cuartel, hoy convertido en aulas universitarias después del triunfo de la revolución.

Un recuerdo que le impactó y le viene a su mente a este colega de 80 años recién cumplidos, es el haber visto a un guardia en Jinotepe pararse al medio de la calle con su fusil y gritarles a los guerrilleros: “comunistas hijos de p…” alcanzó a disparar una ráfaga para luego caer acribillado por las balas de la guerrilla sandinista.

Una vez liberado Jinotepe y Diriamba, Alejandro recibió la orden de regresar a Managua. No le dieron ningún contacto, ni siquiera donde refugiarse. Comenzó a pensar y el 11 de julio, ocho días antes del triunfo revolucionario tras el derrocamiento de la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, retornó a la capital.

Viajó al raid y en Managua buscó a su amigo el periodista Roger “el chino” León Carranza, en su casa en Colonial Los Robles, donde encontró refugio hasta el 19 de julio cuando logró salir a las calles liberadas en medio de la gran algarabía de miles de nicaragüenses que comenzaban a experimentar la victoria y vivir en libertad.

El personaje

Alejandro José Romero MonterreyAlejandro José Romero Monterrey nació en Nandaime, Departamento de Granada el 17 de febrero de 1944, hace 80 años. Hijo de doña Ramona Romero y Don Salvador Monterrey. Es el tercero de cinco hermanos, tres varones y dos mujeres.

Realizó los estudios primarios en la Escuela Superior de Varones. Al iniciar la secundaria, se trasladó a la ciudad de Granada, al Instituto Nacional de Oriente (INO), bachillerándose en 1965. Es licenciado en periodismo egresado de la UNAN-Managua.

Actualmente está soltero. Es padre de cinco hijos. Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, fue llamado a laborar en el Sistema Sandinista de Televisión (SSTV) ocupando el cargo de jefe de noticias. Un tiempo después laboró en el rotativo Nuevo Diario, como responsable de la página editorial. A mediados de los años 80 fue enviado a la ciudad de México como jefe de la corresponsalía de la Agencia Nueva Nicaragua (ANN), medio de transmisión electrónica que surgió en los primeros meses del triunfo sandinista para contribuir a romper y contrarrestar la campaña contrarrevolucionaria. Al perder el gobierno revolucionario en las elecciones de 1990, retornó al país a trabajar en la Corporación de Radiodifusión del Pueblo (CORADEP) que agrupaba a 18 emisoras distribuidas en todo el país. También laboró en Radio La Voz de Nicaragua y Radio Sandino.

Recibió oficialmente su militancia en el FSLN y carnet en la tercera promoción en 1981. Es portador de la Orden Rigoberto Cabezas, otorgada por la Asamblea Nacional en ocasión del Día del Periodista en Nicaragua. Posee un diploma firmado por el comandante Daniel Ortega, reconociendo su aporte durante el Periodismo de Catacumbas.

Visión Sandinista, en ocasión del Día del Periodista en Nicaragua, el primero de marzo, y al cumplirse 47 años de la extraordinaria jornada del Periodismo de Catacumbas, realizado entre el 31 de enero y el 11 de febrero de 1978, rinde honores a los comunicadores que desafiaron a la dictadura militar somocista, informando directamente y de viva voz al pueblo nicaragüense, por primera y única vez, en una irrepetible acción heroica desde dentro y fuera de las iglesias.

Lista de periodistas participantes del Periodismo de Catacumbas

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