- Falta de coordinación retrasó el ataque original al cuartel en Masaya
- Un desertor puso en peligro el operativo
- Facilitó el jeep familiar y al día siguiente la guardia la capturó
- Como consecuencia de la presión popular, un jurado de conciencia la liberó
David Gutiérrez López
En octubre de 1977, el Frente Sandinista planificó y organizó una ofensiva guerrillera a los cuarteles de la Guardia Nacional (G.N), institución convertida en el brazo militar de la dictadura somocista. Los ataques se planificaron para ejecutarlos de forma simultánea el día 13 de octubre en Ocotal, Río San Juan y Masaya, pero por falta de coordinación en esta última población se realizó hasta la mañana del 17 de ese mes, resultando un revés militar para la organización.
Cuarenta y seis años después de esa acción guerrillera, Patricia Brenes Alvarado recuerda aquel suceso que estremeció al país, por la muerte de los principales jefes del operativo del ataque al cuartel somocista en Masaya, ciudad cercana a la capital, en donde también murieron civiles en el fuego cruzado y otros guerrilleros resultaron capturados.
Ese 17 de octubre llovió fuego de metralla sandinista sobre la guarnición de Masaya y sobre la carretera en el kilómetro 14, cuando las fuerzas sandinistas constituidas por tres jóvenes paralizaron a más de doscientos soldados que se movilizaban en refuerzo al cuartel de la ciudad de las flores.
En esa fecha cayeron el jefe militar del ataque Israel Lewites, Juan Carlos Herrera, “la foquita”, José Francisco Castellón Peinado y Maximiliano Somarriba, sumado a los tres valientes jóvenes que murieron combatiendo durante más de tres horas en contra de la G. N. en un retén ubicado en el kilómetro 14 de la carretera hacia Masaya, a la altura de la entrada a Ticuantepe, causándole varias bajas a los guardias que se desplazaban a reforzar Masaya.
Muy tempranito de ese día 17, el retén sandinista se ubicó exactamente sobre una colina que domina el paso sobre la carretera antes de llegar a la rotonda de Ticuantepe. Los tres muchachos emplazaron una antigua ametralladora utilizada en la Segunda Guerra Mundial, y llenos de coraje y valor esperaron pacientemente que pasaran los refuerzos de la Guardia Nacional rumbo a Masaya a reforzar el cuartel
La antigua ametralladora bien aceitada fue accionada impactando en los soldados de la avanzada, algunos de los vehículos militares se estrellaron contra unos paredones, obligando a sus ocupantes a bajar en carrera y buscar refugio ante el sorpresivo fuego guerrillero.
Los dos hermanos de sangre Rolando José y Norman de Jesús López Porras, junto al compañero Manuel Sánchez García, demostrando una gran valentía mantuvieron frenados a los guardias durante más de tres horas. La guardia, por su parte, utilizó tanquetas y hasta un avión para ametrallar la posición de los tres combatientes. Varios trabajadores de una fábrica de pinturas cercana al evento resultaron heridos de bala. Cuando la calma retornó, los guardias colocaron de pie a todos los trabajadores con las manos hacia arriba y los interrogaron. Todos parecían sospechosos.
El operativo del día 13 se retrasó debido a la falta de coordinación con la estructura de mando de la Tendencia Insurreccional, también llamada Tercerista, que en ese momento dirigía el comandante Camilo Ortega Saavedra, quien se encontraba en Granada.
Otro inconveniente fue que un día antes de la fecha planificada, ocurrió que un miembro del grupo desertó y ese hecho puso en peligro toda la operación obligando a los militantes a trasladar las armas y a movilizar a los demás integrantes del comando a otro sitio seguro, previniendo una delación, recuerda Patricia.
Una vez resguardadas las armas y los combatientes, se planificó de nuevo la acción, se constituyeron en tres grupos los cuales atacarían el día 17 de octubre en las primeras horas de esa mañana, buscando el factor sorpresa. Se acordó primero disparar con fusiles, entrar hasta las covachas donde descansaban los soldados y atacarlos con fuego de granadas de fragmentación.
Un camión forrado de piedras canteras frente al cuartel
El primero de los grupos viajaba en un camión forrado de piedras canteras, conducido por Carlos Belli y a su lado iba el jefe militar Israel Lewites, armado de un fusil AR-15. En la parte trasera del camión se agazaparon Juan Carlos Herrera, Manuel Rodríguez Morales, Manuel Marcia, Bayardo Obregón, Francisco Castellón Peinado, Maximiliano Somarriba y Guillermo Picado, constituyendo la fuerza principal de choque.
El segundo grupo, compuesto por Álvaro Baltodano, Sebastián “Chan” Escobar, Constantino “Tino” Tapia, y Arbelio Rodríguez Morales, viajaba en un jeep Land Rover, propiedad del padre de Patricia.
El tercer grupo de combatientes lo conformaron Eugenia Ferrey, la única fémina en el ataque al cuartel de Masaya, y Alfredo Sánchez Alegría, quién conducía un Volkswagen escarabajo.
Todo lo planificado no resultó. En el camino alguien reconoció el camión (probablemente un familiar de los propietarios) y comenzó a seguirlos.
El factor sorpresa del ataque no se concretó porque una mayoría de guardias estaba sobre la calle frente al comando disponiéndose a subir a los camiones rumbo a los Altos de Masaya, con sus fusiles y pertrechos en mano.
Otra situación que afectó el operativo, fue cuando ocurrió una explosión inesperada al llegar casi frente al parque central. De inmediato se inició el tiroteo. Los que viajaban en el camión entraron en combate disparando y protegiéndose tras las piedras. La calle se convirtió en un verdadero escenario de guerra.
Tiempo después del combate, algunos militantes analizaron los hechos concluyendo que el desertor que había escapado obligándoles a cambiar la fecha del ataque, pudo haber alertado a los guardias de que se planificaba un ataque armado. Otros evaluaron que después de los ataques en San Fabián, en la cordillera de Dipilto y en San Carlos, Río San Juan, la guardia lógicamente se encontraba alarmada y en alerta, colocando en torno a los comandos trincheras de piedras y sacos de arena, redoblando la vigilancia y represión a la población.
Herido Carlos Belli y entregado por un cura del Colegio Salesiano
En el enfrentamiento con los guardias del comando de Masaya, Carlos Belli Montiel, el joven guerrillero que conducía el camión, resultó herido. Todo pareció transcurrir a una descomunal velocidad, en medio de la zozobra y el deseo por tomar por asalto el cuartel de las tropas somocistas.
Belli corrió buscando salir de la zona de fuego localizada frente al Parque Central, buscó refugio en el Colegio Salesiano ubicado a pocas cuadras del tiroteo y horas después se entregó a los guardias de Masaya acompañado de un sacerdote de nombre Mario, quién solicitó garantías para la integridad física y la vida del insurrecto atacante.
Los asustados guardias y los miembros de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), comenzaron las investigaciones para dar con el paradero de los participantes y colaboradores del ataque. Contaban con los vehículos capturados y sus registros, lo que les facilitó las pesquisas.
Los combatientes Constantino Tapia y Sebastián Escobar fueron capturados por la guardia cuando buscaban asilarse en una sede diplomática en Managua.
Capturan a Patricia
Patricia, entonces una muchacha de 18 años, le confesó a su padre que había facilitado el jeep familiar para la acción del FSLN en el ataque al cuartel. No había nada más que hacer, esperar y contar una coartada, o huir.
Al día siguiente, el 18 de octubre, varios agentes de la OSN y guardias uniformados llegaron hasta la vivienda de los Brenes Alvarado a llevarse detenida a la muchacha.
Previo a los hechos, cuando Patricia adquirió el compromiso de colaborar facilitando el vehículo, la instruyeron que podía plantear una coartada, diciendo que la habían secuestrado cuando ella manejaba en una calle de la ciudad. También le dijeron que se resguardara junto a la compañera Adela Tapia, en vista de que ninguna de las dos tendría participación directa en el ataque al cuartel G.N.
Los interrogadores comenzaron a coaccionar a la prisionera hasta que ya no le fue posible sostener su coartada y finalizó diciendo que no era militante, pero simpatizaba con el actuar del Frente Sandinista, organización clandestina que luchaba en esos años con las armas en la mano contra la dictadura militar de la dinastía somocista, tomando la iniciativa y conducción de atacar por primera vez en la historia del FSLN a los guardias en sus guaridas.
Cuando estalló la insurrección en el barrio Monimbó en febrero de 1978, la joven Patricia Brenes Alvarado ya había cumplido más de cuatro meses de prisión sin ser juzgada. Las celdas del cuartel G.N en Masaya se abarrotaron de muchachos capturados y torturados después de la insurrección que dejó decenas de muertos, heridos y desaparecidos, incluyendo la masacre de los Sabogales, donde asesinaron al Apóstol de la Unidad Sandinista, Camilo Ortega Saavedra, Moisés Rivera y Arnoldo Quant.
Desde ese 18 de octubre la dictadura la mantuvo prisionera por nueve largos meses en las cárceles del comando de Masaya. En julio de 1978 fue llevada a juicio donde un jurado de conciencia la juzgó y la declaró inocente de los cargos que le imputaban.
Ese día del juicio la población se movilizó hasta el tribunal y con su presencia ejercieron presión hasta lograr la liberación de la muchacha acusada por la dictadura somocista, noticia que recibieron jubilosos y la celebraron en la propia calle.
La acusaban, entre otros actos, de terrorismo y daños a la propiedad estatal y de la muerte de tres personas civiles que se encontraban en el área, cuando ella nunca participó directamente, únicamente facilitó un automóvil y trasladó armas para el ataque al cuartel.
Una vez que Patricia logró recuperar su libertad fue perseguida y vigilada por la OSN, perdió contacto con sus compañeros de la Tendencia Insurreccional. Días después estableció contacto con Mario López, “el mini capi”, entonces responsable de la GPP en Masaya, quien a su vez la contactó con el comandante William Ramírez Solórzano, quien le asignó el seudónimo de “Gertrudis”, el que a Patricia no le gustó, pero lo asumió con disciplina. “Sus razones habrá tenido”, dijo el jefe guerrillero para asignarle ese nombre que a ella le recordó la popular canción dedicada a la Gertrudis Traña, conocida como la “Tula Cuecho”.
El mismo día cayó “Federico” y varios cuadros valiosos
Ese mismo día 17, la guardia de Somoza desplegó un operativo en la zona de los Altos de Masaya, donde se ubicaba una casa de seguridad en la que se refugiaba el miembro de la Dirección Nacional y jefe de la resistencia urbana de la tendencia Guerra Popular Prolongada del FSLN, Pedro Arauz Palacios, “Federico”, quien en busca de alcanzar Managua se enrumbó sobre la carretera hacia Tipitapa en un vehículo, cayó en desigual combate contra un retén de soldados. Al parecer la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), tenía indicios de la presencia del jefe sandinista.
Respecto a la muerte de “Federico”, lo que significó un durísimo golpe a la dirección del FSLN, GPP, se tejieron muchas hipótesis, entre otras la de una delación de algún infiltrado del Servicio Anticomunista (SAC), una sección de la OSN, dirigida fundamentalmente a dar seguimiento a los dirigentes del FSLN, pero se concluyó que fue una circunstancia casual, porque otros compañeros ese día escaparon a través de unos algodonales.
En Managua, por la tarde de ese nefasto 17 de octubre fueron perseguidos y copados en el sector del barrio San Luis los militantes Carlos Arroyo Pineda, responsable de la estructura de la GPP en la capital, quien fue herido en una pierna mientras buscaba escapar junto a Roger Langrand Hernández, su compañero de confianza que lo transportaba a diferentes sitios. Arroyo portaba una pistola y una granada de fragmentación que lanzó a los guardias ocasionándoles varias bajas y heridos. Los dos cayeron en el enfrentamiento.
Un poco más tarde, al anochecer cayeron Martha Angélica Quezada y Genoveva Rodríguez, en las cercanías al antiguo cine Cabrera. Esto constituyó un duro golpe para el FSLN, cuyos militantes sobrevivientes no se acobardaron y por el contrario retomaron el juramento de luchar hasta la victoria final.
Estudiando matemáticas se enroló en la lucha
Unos dos años antes de 1977, Patricia Brenes tuvo un encuentro con la comandante Leticia Herrera (una de las participantes del asalto a la casa de “Chema” Castillo en diciembre de 1974), a quien conoció en casa de unos franceses que vivían en Masaya. Conversaron generalidades de la lucha revolucionaria, ella se encontraba en clandestinaje cerrado y trabajaban con Alan Bolt.
En otra ocasión la volvió a ver en casa del profesor Sebastián “Chan” Escobar, quien le impartía clases privadas de matemáticas a la muchacha que reforzaba sus conocimientos cuando cursaba el último año de bachillerato en el colegio católico Santa Teresita, regentado por monjas.
En esa misma casa conoció a Álvaro Baltodano, quien le asignó algunas tareas para la organización en apoyo a los planes de organización y movilización de combatientes y colaboradores, hasta llegar a colaborar en la acción armada del ataque al comando G.N. de su natal ciudad.
Entrenada en Cuba
Luego de su liberación e integrada al trabajo conspirativo con la estructura de la GPP en Masaya, Patricia era perseguida constantemente por agentes de la Guardia Nacional, situación que la conllevó a salir del país de forma clandestina. Llegó a Costa Rica y estuvo un tiempo alojada en casa de Ruth Tapia, se integró a la Comisión del Exterior trabajando con Carlos Argüello Pravia y Daniel Núñez. Posteriormente fue enviada a Cuba, donde recibió entrenamiento militar en guerra de guerrillas.
Una vez concluido el extenuante entrenamiento de algunos meses, retornó a Costa Rica, preparándose para entrar a Nicaragua a la ofensiva final. No obstante, el mando de la GPP le orientó permanecer en el vecino país del sur para formar parte en una misión especial de preparación de combatientes sandinistas prestos a ingresar a Nicaragua para combatir a las fuerzas de la tenebrosa dictadura de los Somoza, derrocada por las fuerzas del poder popular sandinista el 19 de julio de 1979.
El dulce sabor del triunfo revolucionario
El triunfo de la Revolución Popular Sandinistas (RPS) generó una gigantesca explosión de alegría en los nicaragüenses y numerosos pueblos del mundo, avivando las esperanzas de liberación de los pueblos oprimidos por dictaduras militares.
Patricia Brenes, al igual que miles de militantes y combatientes sandinistas, celebró la victoria recordando a los que ofrendaron sus vidas y no alcanzaron a ver el triunfo, dejando un ejemplo de sacrificio y valentía como legado a las futuras generaciones de sandinistas.
Después del triunfo de la revolución, a ella la ubicaron en el trabajo de iniciar la cedulación en Nicaragua, documento vital que no existía; sin embargo, por diversas razones y priorizando otros temas de la Reconstrucción Nacional, el proyecto se pospuso.
Posteriormente la enviaron a trabajar al Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (TELCOR), integrándose a los comités partidarios. Asumió la responsabilidad de organización y jefatura de reserva de las milicias de mujeres Héroes y Mártires de Batahola, las que se distinguían por usar sus uniformes color “chocolate” y su fusil BZ diseñado y fabricado en Checoslovaquia en 1924, tiempo después de la Primera Guerra Mundial.
Fue trasladada a trabajar al Ministerio del Interior (MINT), actual Ministerio de Gobernación (MIGOB). Luego pasó al Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua, donde desempeñó diversas tareas. En 1988 fue enviada al servicio exterior, asumiendo la responsabilidad de trabajar en la embajada de Costa Rica, en la sección consular, mientras era embajador Saúl Arana.
El personaje
Patricia Brenes Alvarado nació en Masaya el 30 de julio de 1959. Es la menor de tres hermanos procreados por el matrimonio de don Elmo Brenes, de Masaya, y doña Vilma Alvarado, de Niquinohomo. Su formación escolar la desarrolló en el Colegio Teresita de su natal ciudad.
Un día después del ataque a Masaya el 17 de octubre de 1977 fue apresada por la guardia somocista y encarcelada durante nueve meses.
Es madre de dos hijos, un varón y una mujer, y abuela de un nieto.
En la clandestinidad cumplió misiones en la lucha contra la dictadura de Somoza.
Se desempeñó como diplomática en el servicio exterior.
Se retiró del MINT con el grado de teniente.
Cofundadora de las Milicias de Mujeres en TELCOR.
Integrante de la Brigada 26 de febrero de Masaya.
Militante de la segunda promoción del FSLN.
Me gusto mucho que le dediquen un espacio en nuestra historia a la compañera y hermana Patricia Brenes.
Me enorgullece y me parece justo para la historia y trayectoria de mi madre y de nuestro país que hayan dedicado este espacio para explicar su historia y la de tod@s que en ese momento lucharon y pusieron todas sus ilusiones y esperanzas por una Nicaragua mejor! Gracias
Un orgullo de todo por lo que lucho mi querida Prima Patricia Brenes y todos los rangos que llevo a alcanzar por su destacado compromiso en las filas del ese grupo guerrillero para liberación de nuestra Nicaragua. Felicitaciones y agradecimiento por el escrito y honor a quien honor merece
para mi es un honor leer la historia de nuestros hermanos que conllevaron al triunfo de la revolucion honor y gloria a todos los que sobrevivieron esta lucha