NICARAGUA, en la batalla por paz

NICARAGUA, en la batalla por paz

El imperativo de Nicaragua en esta coyuntura histórica es recuperar la paz y la seguridad perdida, producto de la escalada fascista y terrorista que se ha instalado en los dos últimos meses en el país y que he es dirigida por los enemigos históricos del pueblo nicaragüense.

Fredy Franco

La tragedia que vive el pueblo nicaragüense la provocan aquellos que no quieren el progreso y la paz de Nicaragua, los que a cualquier costo pretenden llegar al poder e imponer un gobierno revanchista, antipopular y antinacional,
incluso más derechista, peor, que los gobiernos neoliberales del período 1990 al 2016.

Son los responsables de más de cien muertos y muchos lesionados, de la destrucción de la infraestructura económica y social, del profundo daño provocado a la economía y a la tranquilidad del pueblo.

Lo que se está ejecutando en Nicaragua es el mismo manual sugerido por Gene Sharp para crear desestabilización, miedo, terror y provocar el derrocamiento del gobierno establecido.

Y aunque sucedió de repente, en un proceso que ni es autoconvocado ni espontáneo ha sido debidamente organizado y dirigido por fuerzas preparadas para la guerra psicológica y el terror, para la manipulación, para convertir la mentira en verdad, para crear parálisis y odio.

La situación de violencia ha llegado a extremos peligrosos para el futuro de la seguridad nacional y de los nicaragüenses, ya que en los grupos violentos que provocan muertes, destrucción y vandalismo, actúan fuerzas del crimen organizado; eso explica las acciones represivas, llenas de crueldad y de terrorismo, como el incendio provocado por dichos grupos delincuenciales el sábado 16 de junio y que provocó la muerte de 6 personas.

Estamos padeciendo y enfrentando ese plan diabólico, primero consciente de que es una construcción perversa y
de que debemos enfrentarlo instalando en la mente la verdad verdadera (y no la virtual o inventada que se genera por las redes sociales y algunos medios de comunicación), desenmascarando a los que ejecutan dicho plan, que
ya sabemos quiénes son, son los mismos, con otras caretas que siempre se han opuesto al avance de Nicaragua; y trabajando desde cada espacio por la paz y la no confrontación y defendiendo el orden constitucional, bajo el cual
se eligieron los representantes del pueblo, incluido el Presidente de la República con más del 72% de los votos. Y sobre todo, trabajando por el entendimiento nacional a través del Diálogo.

Frente a la escalada terrorista que se inició el 19 de abril 2018, responsablemente dos días después, el Presidente de la República llamó al Diálogo Nacional para atender y resolver por esa vía los temas del seguro social y otros temas de gran sensibilidad nacional, entre ellos el de la economía.

Pero a las fuerzas políticas que iniciaron y sostienen la violencia y la guerra llena de odio, muerte y destrucción no le interesa resolver los temas de las necesidades y progreso de las inmensas mayorías populares, sino los intereses políticos de una élite que pretende arrasar con los avances alcanzados en los últimos 11 años.

En el Diálogo, el gobierno ha cumplido con los puntos pedidos por los opositores y los Mediadores y Testigos. El Gobierno cumplió con la solicitud de invitar a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) para atender el tema de la Justicia (aclarar sobre las muertes y destrucción provocadas).

El Gobierno la invitó, ésta hizo su trabajo, dio a conocer sus recomendaciones y en el mismo diálogo fueron asumidas; luego el mismo Gobierno hizo un acuerdo con la OEA-CIDH para la conformación de un grupo de especialistas, para que realicen esta labor en coordinación con las instituciones del Estado nicaragüense.

En ese punto se ha avanzado rápido. Al mismo tiempo en el tema de la democratización. El gobierno ha cumplido en lo referente al tema electoral, en el que está trabajando con la OEA para atender el mejoramiento del sistema electoral nicaragüense que involucra una serie de elementos políticos, jurídicos y técnicos que deben aprobarse e implementarse, y lo cual demanda un considerable tiempo, sobre todo por los aspectos técnicos a mejorar.

El Gobierno ha cumplido con el otro punto del Diálogo con haber replegado a la Policía Nacional a sus unidades con el propósito de dar un marco de confianza; sin embargo, eso ha sido aprovechado por los generadores de violencia para seguirla desarrollando con más fuerza y la delincuencia enseñorearse en distintas partes del país, provocando más muerte y destrucción.

En ese sentido, las fuerzas opositoras participantes del Diálogo no han cumplido con los acuerdos de cese de la violencia y tampoco con la suspensión de los tranques, que es una demanda nacional porque está afectando la vida humana y la economía del país.

En la penúltima sesión del Diálogo Nacional se aprobó desmontar los tranques a través de un Plan y un proceso que será verificada por una Comisión compuesta por participantes del Diálogo. Ojalá esto avance rápido y se desmonten lo más pronto posible por los profundos daños que ellos provocan.

En la última sesión del Diálogo se aprobó la conformación de dos comisiones de trabajo, una que atenderá el tema judicial y la otra el tema electoral, compuesta de manera plural (de 3 integrantes del Gobierno y 3 de los opositores cada una), para elaborar propuestas sobre el mejoramiento del sistema judicial y electoral del país, y que luego deben ser aprobadas por consenso en el Diálogo.

Pese a las tácticas dilatorias usadas por los opositores y los mediadores, el diálogo está en pie, aunque no ha avanzado con la prontitud requerida, pero debemos exigir culmine su labor, garantizando volver a la paz y a la tranquilidad, y a tomar acuerdos sobre las cosas que debemos mejorar en el país de manera consensuada.

Lo que se apruebe en el Diálogo no debe romper el orden constitucional, institucional y legal del país, tal como claramente le expresó el Presidente de la República en carta a los Obispos el día 12 de junio.

Bajo esa premisa en el Diálogo Nacional se debe discutir y construir los consensos necesarios para recuperar la paz y la seguridad de Nicaragua, y que siga avanzando de manera progresista en todos los órdenes.

(*) Cientista Social e Historiador. Profesor Titular UNAN Managua.

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