A partir de su nacimiento, el General Augusto Nicolás Calderón Sandino se empapó de identidad, decoro y dignidad. Desde temprana edad en su existencia física, los manifiestos de su vida -en cada etapa de crecimiento y evolución- revelan una inquietud y vocación espiritual trascendente en el tiempo, que lo ha traído con nitidez a nuestros días y le ha dispuesto a las futuras generaciones -de Latinoamérica y el mundo- como uno de los principales referentes ideológicos para manifestar sus acciones de progreso.
Sandino nace en una recesión global que minimiza al continente casi a la exclusividad agrícola productora de materia prima sin valor agregado. Con una herencia colonialista, racista y esclavista de explotación; que condiciona las clases sociales y el valor de la vida humana. Las grandes mayorías poblacionales -en nuestros territorios- en verdad eran minorías sociales consideradas como vulgo inculto.
En la carencia cívica para la convivencia a nivel local, además de la de títulos -oligarcas y burgueses- había exclusión para los indigenistas de origen, los negros, los mulatos, los mestizos, los campesinos, los pobres, los analfabetas, los condenados por la religiosidad, las mujeres sin gracia, las madres solteras, los hijos ilegítimos, los enfermos, los deformes, los discapacitados y los de pensamiento diverso; así como, las formas de organización colectiva no tradicional carecían de oportunidad y eran casi infructuosas.
Aunque éstos son paradigmas que inhiben el entorno inmediato de Sandino en la época de su nacimiento, él las aprovechó como insumos de espiritualidad para cohesionar su identidad -individual, familiar y social- con la pertenencia cultural y racial de los colectivos populares; proveyéndole de auténticos atributos de liderazgo. Fueron estos dones de personalidad con los que empezó a avizorar la estrella de su destino.
El precoz Sandino se cultivó en el análisis crítico y reflexivo. Su estrella aparecía con mayor frecuencia a partir de cuanto argumento de influencia tuvo; como los aportes al desarrollo que ofreció la revolución liberalista encabezada entonces por el General José Santos Zelaya. Ésta realizó importantes reformas públicas en la educación e infraestructura: trajo la red de telegrafía y modernidad -de entonces- en las comunicaciones; el ferrocarril, los vapores de navegación y las mejoras en las rutas de comunicación de personas y carga ; así como, mejores condiciones de los puertos y el beneficio del comercio internacional. Con esto, por consecuencia lógica, el interés norteamericano por la ruta del transito: el canal interoceánico por Nicaragua.
Augusto C. Sandino -como se autodenominaba entonces- ya conocía de lo infértil de la rivalidad oportunista entre políticos criollos conservaduristas y liberacionistas, quienes llevaron a la vida política nacional -como partido conservador y partido liberal- paralelas históricas respecto a ideas y/o tradiciones morales y religiosas de condicionamiento.
En la práctica, aunque él validaba que éstos representantes políticos carecían de identidad propia y raíces sólidas, les reconocía -al inicio- el esfuerzo de institucionalizar un esquema de estado nacionalista y constitucionalista. A diferencia del entonces auge de ésa revolución liberal, ninguno de estos políticos había encabezado con éxito proyecto alguno de Nación. Tampoco a niveles de beneficio masivo.
Como parte de una historia ya conocida, a Zelaya lo invaden y derrocan los intereses geófagos de la política exterior norteamericana con sus mercenarios ocupando el País. Durante la ocupación, las paralelas dejaron de serlo y co-gobernaron, haciendo alianzas libero-conservadoras y fingiendo un de ejercicio poder constitucionalista en un Estado sometido a la ocupación externa. Su cobarde descomposición fue al extremo de rendirse al extranjero y vender la soberanía -y la dignidad- de patria.
También sabemos que Sandino -con su estrella- contuvo aquella política imperialista estadounidense en Nicaragua, primero negándose a ser parte de la rendición diplomática y después -militar y políticamente- confrontando, derrotando y expulsando a los mercenarios invasores; y con esto el legado a cada ser humano del planeta de negarse a ceder la soberanía de su propio País ante la intervención de otro ajeno.
La confianza en su propósito, extendido Siempre Más Allá de la existencia física, aceptó prácticamente su inmolación ante la traición de Anastasio Somoza García quien también tuvo clara su ambición de convertirse en el títere emblemático de los Estados Unidos en Nicaragua. “Our Son of a Bitch”, era el título que le otorgó con Franklin Delano Roosevelt. Somoza asesinó a Sandino; su cuerpo nunca fue encontrado y según Aldo Díaz Lacayo “está en el corazón de los nicaragüenses”.
Por la definición de su entrega por nosotros, éstos atributos de la estrella de Sandino se han convertido hoy en manifiesto de la calidad de gobernabilidad del Pueblo Presidente; ejercida con independencia plena, incluso sobre el suelo, el subsuelo, y los sectores estratégicos de la sociedad y la economía; anteponiendo la defensa de los principios de soberanía y paz, así como, la autodeterminación y no intervención de un Estado en los asuntos internos de otro, y en general del derecho internacional. Hoy nuestro gobierno se desempeña con estatura mundial en la aprobación a la gestión -bajo el liderazgo indiscutible de Daniel- y está auditado socialmente a conservarlo moralmente.
El Nacionalismo de Sandino es un manifiesto de identidad despertado al deambular con su madre buscando trabajo agrícola. Caminando después -con sus pies bien puestos en la tierra- presencia la abominable exhibición del cadáver de Benjamín Zeledón por tropas norteamericanas que desde entonces ocupaban Nicaragua. Fue asesinado mientras defendía los alcances de la revolución liberal; lo arrastraron por las calles -tirado por caballos- ante la indignación de testigos y de la estrella creciente de Sandino.
Es necesario mencionar que su semilla fue siembra de estudio de las motivaciones de las luchas históricas en Nicaragua por alcanzar su verdadera independencia, así como, en la formación de movimientos guerrilleros con Ramón Raudales, Santos López y Aldo Díaz Lacayo; movimientos que se convirtieron con Carlos Fonseca y Tomás Borge en el FSLN.
La cosecha, ya hecha estrella, acompañó la conquista del poder popular en 1979 con el triunfo de la revolución sandinista sobre la dictadura somocista; la defensa de la revolución durante la década de los ´80; el “Gobierno Desde Abajo” durante 16 años de neoliberalismo despiadado; en la reconquista del Poder Ciudadano por la vía electoral en 2007 y en la defensa pacífica del año 2018 contra el intento de golpe de Estado.
En esta segunda etapa de la revolución, el Pueblo Presidente ha cumplido en los plazos y desafíos del Plan Nacional de Lucha Contra la Pobreza para el Desarrollo Humano con gabinetes ciudadanos inclusivos y representativos en salud, educación, producción, energía, comercio, turismo, inversión, niñez, juventud, tercera edad, cultura, deportes, seguridad alimentaria, pensiones, subsidios, equidad de género, respeto a la diversidad, emprendedurismo, orden público social y seguridad de la soberanía, entre otros.
Así como hoy el nacionalismo en nuestra identidad nacional es manifiesto de la estrella del General de Hombres y Mujeres Libres, es interesante rescatar otros:
El Indigenismo, es un atributo alcanzado por Sandino en la búsqueda de su propio ser, surgiendo de la pobreza y con raíces vinculantes con pueblos de origen; al emprenderse a conocer más, estudiar, ampliarse y viajar; descubre de las analogías de identidad social y cultural del continente y las Antillas.
En los tiempos actuales es manifiesto. No ha habido época -desde la conquista española-con mejores oportunidades para el rescate, restitución y promoción de los principios de nuestros pueblos originarios, las costumbres y herencias que nos caracterizan y para los que venimos configurados en la construcción social y la calidad de convivencia; en una unidad indisoluble del hombre con la naturaleza.
El Indohispanismo de Sandino es un atributo de raza que se reconoce él mismo en su ruta a México y es ése País relacionarse con literatos, teosofistas, anarquistas, sindicalistas y rescatadores del la revolución mexicana, así como, de la influencia del pensamiento del Prócer José Martí y del Libertador Simón Bolívar; fusionando además la identidad indigenista y mestiza a las causas de libertad y justicia de los pueblos anteriormente dominados por colonias europeas. De cara a una Segunda Independencia. En los puertos del Atlántico, Sandino fue influenciado de los argumentos ideológicos de vanguardia de la élite europea con ideas liberacionistas; acostumbradas a las mezclas raciales. Sandino fue un hombre humilde que nunca fue sabio en su propia sabiduría.
El Internacionalismo de Sandino, inicialmente hacia afuera, es otro atributo a partir de su interacción contra el gobierno de EEUU (Mayo de 1927) en negación a la venta de la soberanía de su país. Gracias a la pionera labor documental sobre Sandino, el argentino Gregorio Selser recrea el ambiente político y social de la época en su obra (1955) “Sandino General de Hombres Libres”, del cual se cita::
“En su pueblo natal no encontró, al parecer, trabajo, o no se entendió con su padre. Lo cierto es que deambuló entonces por diversas zonas y ciudades en busca de empleo, interiorizándose paulatinamente de la situación política nacional, hasta que, en la ciudad de León, se unió a un grupo de obreros contratados para las minas de oro de San Albino. Fue en estas minas, cercanas a la frontera con Honduras, donde Sandino tomó por primera vez conocimiento íntimo de las tribulaciones de los trabajadores de su patria al servicio de empresas extranjeras. Pagados malamente con cupones sin valor adquisitivo fuera de las tiendas pertenecientes a la compañía propietaria, naturalmente norteamericana; constreñidos a trabajar hasta quince horas diarias; sin atención médica, albergados en galpones donde debían dormir en el suelo; mal alimentados, vigilados, odiados, expoliados, estos obreros fueron los primeros soldados en la lucha que Sandino emprendió para liberar a su patria.”
Debemos recordar que desde octubre de 1926 hasta mayo de 1927, Sandino se había integrado “por propio derecho” a la Guerra Constitucionalista, en la cual participa solo durante siete meses. Ésta es una guerra civil que nace el 2 de mayo de 1926 para conservar en el poder a un gobierno mixto libero-conservador. El golpista conservador Emiliano Chamorro obligó a renunciar su correligionario el electo presidente Carlos Solórzano del cual era vicepresidente el liberal Juan Bautista Sacasa. La guerra por la defensa de la Constitución fue liderada por el liberal José María Moncada y tuvo a Sandino en sus filas. Paradójicamente, también a Somoza García. Los estadounidenses seducen a ambos bandos con prebendas y amenazas para colocar como presidente al conservador Adolfo Díaz; el más fiel de sus lacayos. Atrás quedaban las ambiciones de Solórzano, Chamorro, Sacasa y Moncada. Los Estados Unidos gobernaban Nicaragua.
La guerra constitucionalista se vuelve ahora contra el ilegítimamente impuesto Díaz, quien solicita una intervención armada al gobierno de EEUU. Éstos asesoraron a Díaz a legitimar un acuerdo vergonzoso para saldar cuentas con las ambiciones personales de los protagonistas políticos de la guerra. El nefasto e indecoroso “Pacto del Espino Negro”. Sandino se niega, manifestando su legado de Patria Libre o Morir.
Su postura ubicó su nombre y el de Nicaragua por la internacional revista TIME al alcance del mundo. Se dice de comentarios sobre Sandino en Africa, Europa y Asia. Se hablaba que en el País haba funcionando “un acuerdo de paz” y que solamente unos bandoleros estaban aún alzados en armas y que éstos serían prontamente aniquilados por la fuerza predominante del ejercito norteamericano; el más poderoso.
En una analogía mimética e idéntica, por ser Estados Unidos el mismo enemigo de la humanidad, la estrella de Sandino brilla hoy para la capacidad de la revolución nicaragüense de conquistar alianzas con otras de otros países hermanos como Cuba, Venezuela, Irán, China y Rusia, además de acciones de complementariedad -política, económica y social- internacional.
Así, el Anti Imperialismo de Sandino surge como atributo ideológico al escalar ésa negativa de rendición que se le propone -a las buenas o a las malas- mientras él esta de camino hacia su cuartel. El respondió: ”(…) Recibí su comunicación ayer y estoy entendido de ella. No me rendiré y aquí los espero. Yo quiero patria libre o morir. No les tengo miedo; cuento con el ardor del patriotismo de los que me acompañan (…)”.
Sandino tiene SU guerra anti imperialista. La ha declarado.
Decide incluso aventurarse a atacar Ocotal, donde el orgullo herido de los invasores trajo a estreno mundial el primer ataque con aviones artillados; noticia mundial paralela a la otra que cubrió el viaje transcontinental del aviador Lindberg. Sandino escala, pues reflexiona que su participación en la guerra constitucionalista se ha terminado y que ha iniciado su propia guerra anti imperialista contra el ejercito más poderoso del mundo.
En agosto de 1932, el mismo Sandino explicaría: (…) “Sin embargo, ya en el teatro de los acontecimientos, me encontré con que los dirigentes políticos, conservadores y liberales, son una bola de canallas, cobardes y traidores, incapaces de poder dirigir a un pueblo patriota y valeroso. Hemos abandonado a esos directores, y entre nosotros mismos, obreros y campesinos, hemos improvisado a nuestros jefes (…) “.
Su determinación de morir por la Patria le sería premiada con la victoria militar y moral contra Estados Unidos. En la analogía de decencia y dignidad nacional del Pueblo Presidente, recordemos que en la sede del congreso norteamericano hay una pared con múltiples estrellas que representan las victorias de EEUU como invasor; pero que también hay otra donde existen solo dos, sus derrotas: Sandino en Nicaragua y Vietnam.
Así fue como Sandino nació como estrella. Su espíritu es una estrella. Para quedarse hoy como la nuestra: Manifiesto del Pueblo Presidente de Nicaragua. Patria y Libertad.
Xavier Díaz-Lacayo Ugarte. Managua 18 de Mayo de 2023
A la memoria de Aldo Díaz Lacayo, “el historiador de la Patria” 18/10/1936 – 28/05/2022
Buen documento para estudio y análisis. Cabría simplificar lenguaje para mejor comprensión general.
Las convicciones y valores de nuestro General Augusto Cesar Sandino debe de ser la fuerza mítica que nos mueva a cada uno de nosotros los sandinistas y herederos de su legado!
Una gran síntesis del pensamiento de nuestro general sandind, dedicado a nuestro embajador, intelectual, guerrillero e historiador de la patria don Aldo Díaz Lacayo