Carlos Fernando Duarte Tablada, “Jerónimo”: Heredero de la rebeldía paterna

Carlos Fernando Duarte Tablada, “Jerónimo”: Heredero de la rebeldía paterna
  • De niño conoció la crueldad de la dictadura somocista
  • Compró armas para fortalecer el Frente Norte y sufrió torturas y cárcel
  • Se nutrió de la experiencia de guerrilleros del general Sandino
  • En el Frente Sur fue un destacado combatiente y jefe sandinista
  • Recibió el grado de subcomandante del Ministerio del Interior

David Gutiérrez López

Era un niño y junto a sus dos hermanitos se arrinconó en una esquina de la cama, temeroso al ver entrar a su casa en Juigalpa, Chontales, a hombres armados y uniformados con cascos que perseguían a su padre. El entonces teniente Alesio Gutiérrez, ordenó arrestaran a su madre. Los tres muchachitos entre llantos y desconsuelos la vieron partir en un jeep militar rumbo a una cárcel de la dictadura somocista.

A su padre, el teniente primero Guillermo Duarte Pérez, de la Guardia Nacional (G.N), oficial graduado en la Academia Militar de Nicaragua, lo buscaban por rebelarse contra el dictador general Anastasio Somoza García, en el año 1954, junto a otros oficiales, en total desacuerdo con el entreguismo a los yanquis y las políticas autoritarias y déspotas del asesino de Sandino y de miles de nicaragüenses.

Durante la llamada rebelión del 54, (fracasada por la delación de algunos que inicialmente aceptaron y al final se acobardaron) el teniente primero G.N Duarte Pérez, era el segundo jefe del Aeropuerto Las Mercedes, actualmente Sandino. Tras descubrirse la rebelión que pudo haber eliminado a Somoza, se logró asilar en la embajada de El Salvador en Managua y salir con salvoconducto hacia ese país.

Carlos Duarte, en el puesto de mando La Calera, estudiandoun mapa operativo. al fondo Silvio Áreas, “Kuenty”, quien resultó herido en el lugar, falleciendo el 20 de julio de 1979 en hospital de Liberia, Costa Rica.
Carlos Duarte, en el puesto de mando La Calera, estudiando un mapa operativo. al fondo Silvio Áreas, “Kuenty”, quien resultó herido en el lugar, falleciendo el 20 de julio de 1979 en hospital de Liberia, Costa Rica.

Su mamá doña Isaura Tablada Mora, compartió celda con la madre del poeta Rigoberto López Pérez, doña Soledad López, tras el ajusticiamiento del tirano el 21 de septiembre de 1956, en la Casa del Obrero de León, cuando Somoza, disfrutaba de una fiesta, horas después de haberse proclamado como candidato del Partido Liberal Nacionalista (PLN), para una nueva reelección.

Meses antes, en total secreto, Duarte Pérez, con un grupo de ex oficiales de la G.N en el exilio salvadoreño, crearon las condiciones para el adiestramiento en tiro con arma corta de fuego del poeta Rigoberto López Pérez, el único que adquirió el compromiso de sacrificar su vida al ajusticiar al tirano Somoza García, con un revolver de cinco balas calibre 38, Smith&Wesson, que escondió entre sus ropas, pantalón azul y camisa blanca.

En la misma confabulación participaron los ex oficiales G.N. Manuel Gómez Flores, Joaquín Cortez, Adolfo Alfaro, Guillermo Marenco, Adolfo Gabuardi, Rafael Valle Roa, Julio Alonso Leclaire, Noel Bermúdez, Raúl Jiménez, el periodista Augusto Miranda Montes y los antisomocistas Guillermo Suárez Rivas y Virgilio Vega Fornos, todos en ese momento en el exilio.

“Jerónimo” rememora que, en 1956, luego que su mamá saliera de la cárcel se marcharon hacia El Salvador, junto a sus tres hijos a reunirse con su papá. Seis años después, regresó solito a los 16 años de edad a Nicaragua a estudiar en el Colegio Bautista, bajo la protección de la familia propietaria de la Ferretería Arnolds & Cía.

Relaciones con estudiantes del Goyena

En esos tiempos se relacionó con estudiantes del Instituto Central Ramírez Goyena, entre otros Carlos Reyna, Jorge Guerrero “El cuervo”, Daniel Ortega, Francisco Moreno, Santos Medina, Roberto Calderón, Guillermo Mejía Cardenal, José Núñez con quien se inició en la lucha antisomocista, parte de una herencia de rebeldía legada por su padre. Posteriormente el grupo creció con Selim Shible, Harold Solano y otros que realizaban tareas para el sostenimiento de Juventud Patriótica.

Su primera acción en contra del somocismo y de la Guardia Nacional (G.N), fue provocar un incendio parcial en el taller de mecánica de la Academia Militar, logrado después de saltar un muro. La segunda acción fue un intento fallido de quema de la casa de la dirigente de grupos paramilitares somocistas, Nicolasa Sevilla. No se logró el objetivo porque la vivienda estaba custodiada por más de diez guardias armados.

Compartió conocimientos, casa y comida con jefes guerrilleros

La familia Duarte Tablada se trasladó a Tegucigalpa, Honduras, donde se dedicaron al negocio de los metales no ferrosos, pinturas al óleo, numismática y también tenían una modesta granja de crianza porcina y avícola. Esa casa sirvió de albergue a guerrilleros y luchadores antisomocistas y ex combatientes del general Sandino, quienes le transmitieron muchas enseñanzas sobre la sobrevivencia en las montañas, el arte de las armas y la guerra.

Nunca ha podido olvidar que una pistola ametralladora Máuser Parabellum de 9 milímetros con la que combatió hasta la muerte el general sandinista del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN) Ramón Raudales, “Jerónimo” la obtuvo de un colaborador que la sustrajo de la casa del exdictador hondureño general Tiburcio Carías Andino.

Por su casa pasaron y conoció a Julio Medina, Julio Alonso Leclair, Julio Velásquez, Juan del Carmen Rosales, Selim Shible, Gustavo Vílchez, Roberto Pasos “Pasito”, Luciano Vílchez “El León Dorado” y Victoriano Vílchez. También conoció y compartió su habitación con el coronel sandinista Santos López, quién fue el eslabón vital y el hilo conductor con el entonces naciente FSLN.

Comprando armas para el Frente Norte

Jorge Guerrero Gómez, “El cuervo”, antiguo militante sandinista apareció en Honduras en 1977 y lo contactó para que viajara por el territorio consiguiendo armas y avituallamientos para suplir a los guerrilleros de los campamentos que se formaban en el Departamento de El Paraíso, frontera con Nicaragua, donde operaba el legendario comandante Germán Pomares Ordoñez,” El Danto”.

A inicios de octubre de 1977, Carlos Fernando Duarte, fue capturado por agentes de la policía política conocida en ese entonces como (DIN), posteriormente desaparecida. Luego de un mes en aislamiento y torturas, el Frente Estudiantil Revolucionario de Honduras y los medios de comunicación hondureños desplegaron una campaña en pro de su liberación.

Recuerda con especial afecto y emoción al periodista revolucionario hondureño Hermán Allan Padgett Velásquez, quién todos los días desde los micrófonos de la Radio HRN, exigía “la liberación del patriota nicaragüense”.

Gracias a esa intensa campaña de los estudiantes y del periodista hondureño (fallecido en la Habana, Cuba el 6 de febrero del 2001) se logró que lo pusieran en libertad. De lo único que se lamentó Carlos de ese episodio, es haberse perdido la oportunidad de participar en la Ofensiva de Octubre, iniciada por el Frente Norte Carlos Fonseca Amador, con los ataques en San Fabián, montañas de Dipilto, Nueva Segovia, dirigidos por los comandantes Daniel Ortega, Víctor Tirado y Germán Pomares, donde él estaba destinado, cuyo plan era atacar el comando G.N de Ocotal.

Un coronel catracho a quién le compraba armas fue el delator y autor intelectual de su captura y prisión en un cuarto piso de las oficinas del DIN. Una vez liberado viajó a Caracas, Venezuela, donde al llegar lo esperaban agentes de la DISIP, órgano de seguridad del expresidente Carlos Andrés Pérez, conduciéndolo a una cárcel de cuatro pisos subterráneos. En la misma compartió celda con los nicaragüenses Reynaldo Díaz Rodríguez, Enrique Jardiel Mayorga y Pedro Rivas Guatemala.

Los cuartos pisos parecieron marcarle el destino en su vida. Después del triunfo sandinista ocupó una oficina en el cuarto piso del edificio Faustino Ruiz, de la Policía Sandinista, institución en la que fue el primer jefe de Tránsito y posteriormente subdirector, durante la jefatura del comandante René Vivas Lugo.

A Panamá a unirse a la guerrilla del Frente Sur

Una vez liberado por gestiones del entonces canciller venezolano Simón Alberto Consalvi, quién hasta le consiguió trabajo y posteriormente le dio el boleto para viajar a Panamá a integrarse a un grupo de guerrilleros que se entrenaban en el cuartel militar de las Tinajitas, donde se encontró y conoció al jefe de ese destacamento el sacerdote español Gaspar García Laviana, expárroco de la iglesia de Tola, Rivas, quién le puso el seudónimo de “Jerónimo”.

De Panamá se trasladó a San José Costa Rica, donde se alojó en casas de seguridad de colaboradores. En Liberia lo acogieron en el hogar de Elio Espinar, un productor de arroz, donde también funcionaba clandestinamente, “Palo Alto”, la estación central de radio con todos los frentes de guerra, dirigida por el comandante Humberto Ortega Saavedra, entonces miembro de la Dirección Nacional del FSLN.

Rumbo a la ofensiva en septiembre de 1978 contra Somoza

El Frente Sur, general Benjamín Zeledón, se fue fortaleciendo en hombres y armas. Carlos Fernando Duarte, recuerda que una parte de guerrilleros al frente de Gaspar, se ubicaron en una propiedad con ranchitos de paja propiedad de don José Cerda, muy cercano al poblado de Cárdenas, departamento de Rivas, desde donde se hostigaba a las patrullas de la guardia que se movilizaban por la zona.

La Dirección Nacional del FSLN, determinó que la misión de los guerrilleros del Frente Sur, era estancar a las tropas élites de la G.N de Somoza, para darle un respiro a los diferentes frentes de guerra y en las montañas del norte, donde las emboscadas se convirtieron en una constante desde la ofensiva de octubre de 1977, la mayoría dirigidas por el legendario “Danto”.

La emboscada mortal en el “infierno” y apareció el “diablo”

En el Frente Sur, los guerrilleros recibieron la información de la presencia de un fuerte contingente de soldados somocistas, en una hacienda conocida como Santa Elena. Con esa información se seleccionó a 31 combatientes sandinistas en una columna que dividieron en tres escuadras. La primera al mando de Gaspar García Laviana,” Martín”, la segunda, por Javier Pichardo Ramírez, “Emilio” y la tercera comandada por Carlos Duarte Tablada, “Jerónimo”.

Salieron el 10 de diciembre de 1978, recorriendo unos 25 kilómetros, cruzando ríos caudalosos, caminando bajo la lluvia en terreno escabroso, lleno de fango y asediados por los mosquitos y el peligro de serpientes, hasta llegar a las márgenes del río Mena, sitio de ubicación de la hacienda Santa Elena.

Al llegar al sitio indicado, enviaron a cinco combatientes de la escuadra de Pichardo, verificando que la guardia había acampado, pero se habían marchado. En el mismo lugar les dieron de comer a los guerrilleros, guineos manzanos y frijoles cocidos.

“Jerónimo”, guarda en su recuerdo que el día once amanecieron con frío que se colaba hasta los huesos, remojados por una pertinaz llovizna. Él ordenó a los integrantes de su escuadra realizar sentadillas para evitar entumecimientos y entrar en calor. Mientras, por otro sector, una patrulla dirigida por un capitán de la Guardia Nacional (G.N) identificado como Mario Morales, alias “el diablo” realizaba un movimiento envolvente rodeando una pequeña loma donde se parapetaban los sandinistas.

Se desató la balacera. La escuadra de Gaspar había caído en una emboscada. “¡Ay mamita, me dieron…denle duro a esos perros!”, afirma “Jerónimo” que alcanzó a decir el sacerdote español y jefe guerrillero sandinista Gaspar García Laviana, al caer mortalmente herido, paradójicamente en el sitio conocido como “el infierno” y enfrentándose a un oficial criminal de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), apodado “el diablo”, donde también cayó Luis Arroyo Ugarte, “Tonino”, originario de Rivas.

Desde otro punto, “Jerónimo” disparó varias granadas para que los soldados no pudieran subir la colina, donde se encontraban los guerrilleros. En medio de la balacera bajó corriendo en zigzag encontrándose de frente como a 30 metros con los guardias dirigidos por capitán EEBI, Mario Morales, totalmente acobardados e inmovilizados para avanzar hacia la colina.

El silencio, olor a pólvora y lamentos de los heridos de muerte

Cuando el oficial EEBI a gritos les ordenaba a sus soldados que se levantaran, donde se encontraban tendidos pecho a tierra, “Jerónimo” disparó en ráfaga su fusil FAL, frenándoles su intento de adelantar. Fue entonces que escuchó al mismo militar que a través de un radio solicitaba desesperadamente el lanzamiento de morteros a 600 metros en dirección al sur.

Después del combate con una duración de 15 minutos, surgió un silencio total envuelto en olor a pólvora. Minutos después se escuchaban gritos y quejidos de dolor de ambos bandos, evidentemente de hombres mal heridos, que se fueron apagando a medida que se incrementaba los morterazos. Fue en ese momento que “Jerónimo” ordenó el repliegue de su escuadra buscando el vado del río Mena, acordado como punto de reunión con el resto de compañeros.

La lluvia de morteros de 60 y 81 milímetros accionados por la guardia somocista se incrementó, mientras los guerrilleros se salieron del área del peligro de muerte.

En la retirada, narra Carlos Duarte, que por no saber nadar fue capturado, torturado, castrado y asesinado a orillas del río Mena, el combatiente Santiago Torres Gutiérrez, “Jaime”, originario de Estelí, quién había perdido su fusil, sin tener oportunidad de presentar resistencia. La orden de asesinarlo fue emitida por el capitán Mario Morales, alias “el diablo”, el mismo quien le pegó el tiro de gracia al sacerdote Gaspar García Laviana, ganándose así el grado de mayor G.N.

Después de esos combates la G.N envió helicópteros y refuerzos, sacando a sus soldados muertos envueltos en sábanas blancas, mientras otros evacuaban a los heridos. La guardia habría sufrido en esos combates más de 70 bajas.

La ofensiva final, toma de Peñas Blancas

En saludo a la unidad de las tres tendencias del FSLN, firmado el 8 de marzo de 1979, en homenaje a la mujer nicaragüense, un mes después, el 8 de abril se estructuró un estado mayor integrado por los comandantes Edén Pastora Gómez, José Valdivia Hidalgo, “Marvin”, jefe de Estado Mayor, Álvaro Ferrey Pernudi, operaciones, Javier Pichardo, “Emilio, inteligencia, Sebastián González “Guachán”, retaguardia, Mario Avilés Sáenz “Federico”, encargado del personal y Richard Lugo Kautz, “Sacco”, operaciones en Río San Juan.

El 15 de junio de 1979 los guerrilleros del FSLN sostuvieron un fuerte combate contra tropas de la EEBI estacionadas en el puesto fronterizo con Costa Rica de Peñas Blancas, causándoles numerosas bajas, en tanto otros soldados aterrorizados huyeron despavoridos por los montes cercanos. El combate inició después de las 4 de la madrugada y a las 8 de la mañana, ya estaba en poder de las fuerzas sandinistas.

Ese mismo día, antes de las cinco de la mañana, la columna Oscar Perezcassar, dirigida por Laureano Mairena, se emboscó cercanos al río Ostayo, cumpliendo la misión con precisión y valentía al prácticamente aniquilar a la compañía Delta, incluyendo a su jefe táctico capitán Roger Álvarez, de la EBBI.

Los guerrilleros sandinistas se dirigieron a Sapoá, entraron al pueblo que parecía desierto, muchos habitantes estaban recluidos en sus casas, otros se habían marchado y el comando quedó vacío, los soldados huyeron al conocer el avance de las fuerzas rebeldes. La marcha indetenible continuó hacia Sapoá y luego Rivas. Los guardias huían despavoridos.

A Carlos Duarte Tablada, le concedie- ron el honor de izar la bandera roja y negra en Peñas Blancas, en un justo reconocimiento por haber sido parte fundamental en la preparación y es- trategia de dirigir con sus escuadras la toma del importante puesto fronteri- zo.

El Frente Sur Benjamín Zeledón, al fi- nalizar la guerra en julio de 1979, dice Carlos Fernando Duarte, contaba con más de dos mil 500 combatientes, más de 60 piezas de artillería y morteros, tres piezas antiaéreas, morteros, más de 20 ametralladoras pesadas, lanza cohetes y miles de fusiles de diversos calibres y fabricación predominando el FAL belga.

De acuerdo al recuento del mando los reveses sufridos por la Guardia Nacional, después que la guerrilla del sur tomó el control del puesto fron- terizo de Peñas Blancas fueron entre otras: La vergonzosa huida de los sol- dados en junio cuando la guerrilla los sacó del puesto fronterizo de Peñas Blancas, en un combate sangriento. La captura del mayor de la G.N Mario Morales, “el diablo”, asesino, herido el oficial somocista fue socorrido por sanitarios sandinistas y entregado a la Cruz Roja Internacional, cumplien- do con el mandato sandinista de im- placables en el combate y generosos en la victoria.

Se cuenta la huida estrepitosa del mayor G.N Pablo Emilio Salazar, quién se hacía llamar comandante “Bravo”, de Sapoá a Cibalsa. El Hundimiento y destrucción en el lago Cocibolca, de un guardacostas de 40 pies de eslora, fabricado en Israel desde donde la guardia mortereaba a los guerrilleros.

La ocupación del cuartel de Sapoá.

Emboscadas a las tropas de la EEBI en la colina 50. Aniquilamiento total de la tropa bajo el mando del oficial G.N capitán Alberto Fuentes “el marino”. Muerte del oficial G.N Edwin Parajón y aniquilamiento en el último intento de las tropas somocistas por frenar a la guerrilla en Las Pampas, Rabo Lucio y Sota Caballo.

El personaje

Carlos Fernando Duarte Dávila, nació en Juigalpa, Chontales, el 11 de octubre de 1946 (76 años). Hijo de Guillermo Duarte e Isaura Tablada. Fue casado con la compañera Anabel Dávila (hija del médico, doctor Alejandro Dávila Bolaños). Es padre de cuatro hijos, tres de ellos procreados con su esposa Anabel, fallecida en el 2018.

Ostenta el grado de subcomandante del Ministerio del Interior. En 1984 cuando se desempeñaba de segundo jefe de Policía sufrió un grave y extraño accidente, que casi le cuesta la vida. Con su propia arma recibió un disparo en la frente que le provocó una discapacidad, por lo que fue retirado de la vida policial. Nunca se conoció a cabalidad las circunstancias de ese accidente.

Es autor del libro Gesta Sur, donde narra los combates en el Naranjo, Miraflores, Rivas, con nombres y apellidos de los principales combatientes que participaron de esos combates.

En la zona del kilómetro 13 de la carretera a Masaya formó la comunidad Gaspar García Laviana y donó sus tierras a gente pobre lotificando terrenos de 30×40. Desde entonces se trasladó a vivir a Masaya, donde fundó el museo Doctor Alejandro Dávila Bolaños, (su suegro) con más de 117 piezas de cerámica y una valiosa colección numismática que cuida con amor y dedicación.

En el 2018, durante el intento de Golpe de Estado, se enfrentó íngrimo a un grupo de vándalos a los que convenció de no causar destrozos en las piezas de cerámica que habían saqueado del museo y colocado en la calle para destruirlas.

2 Comments

  1. Carlito es un cuadro histórico valioso de los combatientes del FSLN, vale la pena leer su libro sobre su experiencia combativa.

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