Fredy Franco (*)
El 7 de agosto de 1987, se firmaron los Acuerdos de Paz entre los Presidentes Centroamericanos en Guatemala, conocidos como Esquipulas II, que hizo avanzar la voluntad de nuestras naciones para superar la guerra en la Región y atender las reales causas que la provocaron, para que realmente las naciones y pueblos Centroamericanos puedan vivir en Paz.
El Acuerdo de Esquipulas II fue una victoria de la paz de los centroamericanos, frente a la política de guerra empujada por los gobiernos yanquis de Reagan, y luego por Bush, en nuestra Región.
La búsqueda de la Paz Firme y Duradera que se construyó hace 35 años sigue vigente y se sigue batallando por la Paz, enfrentando al mismo sistema oligárquico y neoliberal y a la dominación imperialista, principal obstáculo para la Paz y el desarrollo soberano y justo de los pueblos.
Nicaragua con la Revolución Sandinista y con el liderazgo del Comandante- Presidente Daniel Ortega, aportó decisivamente y de manera ejemplar a la lucha por la Paz en los años 80 y sigue aportando en esta lucha permanente por la Paz en Nicaragua y en la Región.
1-El llamado conflicto centroamericano
En los años 80 producto del sistema oligárquico-capitalista pro-imperialista y de gobiernos dictatoriales existentes en Centroamérica por más de un siglo, se generaron sociedades y sistemas políticos excluyentes, que al acumularse contradicciones políticas y sociales extremas, condujo a la lucha de los pueblos en la búsqueda de la transformación social.
El auge de esas luchas provocó el triunfo de la Revolución Sandinista en julio de 1979 en Nicaragua y en la mayoría de los países centroamericanos (El Salvador, Guatemala y Honduras) se desarrollaron movimientos guerrilleros que buscaban un cambio profundo en sus sociedades.
Ante esas legítimas luchas, se profundizó la acción imperialista yanqui en la Región, con una presencia política, ideológica, económica y militar mayor, armando hasta los dientes a los ejércitos creados por ellos mismos décadas atrás, pretendiendo derrotar las luchas políticas, sociales y guerrilleras de los pueblos, y sobre todo pretendiendo derrotar a la Revolución Sandinista, para lo cual creó y financió militarmente a la Contrarrevolución y desarrolló toda una guerra psicológica, diplomática y de bloqueo económico contra Nicaragua.
La guerra de todo tipo desarrollada por los Estados Unidos en Centroamérica generó el llamado conflicto centroamericano o Guerra en Centroamérica, provocando miles de muertos, desplazados de guerra y una mayor vulnerabilidad económico-social y humana de los centroamericanos y una mayor conflictividad política, que al final, solo era posible superarla acercando la paz y alejándose de la estrategia de guerra empujada por el imperio y las fuerzas más derechistas de la región.
Pese a la subordinación a la política yanqui de la mayoría de los gobiernos de la Región, la realidad de los acontecimientos les hizo tomar conciencia de que era insostenible la guerra y los daños provocados, y que había que tomar un acuerdo común en medio de las diferencias político-ideológicas de los gobiernos centroamericanos.
Porque, además, pese a toda la maquinaria de guerra y agresión empujada por los Estados Unidos no pudieron derrotar a la Revolución Sandinista y tampoco a los movimientos guerrilleros, políticos y sociales surgidos de las realidades objetivas de El Salvador, Honduras y Guatemala en esa coyuntura.
2. La lucha por la Paz y los Acuerdos de Paz en Centroamérica
La primera gran victoria contra la guerra de Estados Unidos contra los pueblos centroamericanos fue su propia resistencia y la búsqueda de su liberación.
Luego la voluntad de Paz empujada desde sus inicios por Nicaragua, que sirvió de ejemplo heroico. Al comienzo en las conversaciones de Manzanillo directamente el gobierno de Nicaragua impulsó conversaciones con el gobierno estadounidense, y luego se ampliaron dichos esfuerzos con el apoyo de los gobiernos latinoamericanos en el llamado Grupo de Contadora y el Grupo de Apoyo a Contadora, y otros esfuerzos regionales e internacionales para alcanzar la paz; y al final por el convencimiento de los mismos gobiernos centroamericanos, de que no había otra salida que la paz.
Por eso en el preámbulo de los acuerdos se destacan esos esfuerzos, dice el acuerdo:
“alentados por la visionaria y permanente voluntad de Contadora y el Grupo de Apoyo en favor de la paz, robustecidos por el apoyo constante de todos los gobernantes y pueblos del mundo (..) y juntos en Guatemala para dialogar en torno al plan de paz”, es que se llega y se firma “El procedimiento para establecer la paz firme y duradera en Centroamérica,” “Declaración de Esquipulas II.”
A partir de su firma se creó un gran reto y compromiso de cómo superar los conflictos, cumpliendo los compromisos asumidos, y sabiendo de las complejidades que vivían cada país y toda la Región, y sobre todo, considerando la contínua y continuada política de agresión yanqui, que pese a los Acuerdos, no se detuvo.
3- Contenido y alcance de los Acuerdos. Paz, Democracia y Desarrollo
Los acuerdos dejan claro que “Paz y Desarrollo son inseparables”, para ello los acuerdos asumen plenamente un destino de paz para Centroamérica, erradicando la guerra, haciendo prevalecer el diálogo sobre la violencia y la razón sobre los rencores, y construir un real proceso de democratización.
La superación de la guerra era fundamental después de muchos años de conflicto militar, para ello se dio impulso a la Reconciliación a través del diálogo y procesos de amnistía a través de Comisiones Nacionales de Reconciliación. El llamado al cese de hostilidades y de la ayuda a las fuerzas irregulares o a los movimientos insurrecciónales, su desmovilización e inserción social, la atención a refugiados y desplazados, el no uso del territorio para agredir a otros Estados y negociaciones en materia de seguridad, verificación, control e imitaciones de armamento, fueron fundamentales para allanar el camino hacia la paz.
Es un punto estratégico dado que quienes militarizaron la región, desde los años 20, fueron los Estados Unidos y son los que financiaban toda la guerra a través de los gobiernos de derecha y sus ejércitos, y dirigirían y financiaban la guerra contra Nicaragua.
El compromiso integral con la democratización, es otro gran compromiso adoptado, porque precisamente sistemas políticos y sociales excluyentes, habían generado la lucha de los pueblos por su liberación, buscando real democratización política y social. Dice el punto 3: “Los gobiernos se comprometen a impulsar un auténtico proceso democrático pluralista y participativo que implique la promoción de la justicia social, el respeto de los Derechos Humanos, la soberanía, la integridad territorial de los Estados y el derecho de todas las naciones a determinar libremente y sin injerencias externas de ninguna clase, su modelo económico, político y social, y realizarán, de manera verificable, las medidas conducentes al establecimiento y, en su caso, al perfeccionamiento de sistemas democráticos, representativos y pluralistas que garanticen la participación de partidos políticos y la efectiva participación popular en la toma de decisiones y aseguren el libre acceso de las diversas corrientes de opinión a procesos electorales honestos y periódicos, fundados en la plena observancia de los derechos ciudadanos“.
Para ello, junto a las Comisiones Nacional de Reconciliación se estableció una Comisión Internacional de Verificación y Seguimiento con la participación de organizaciones internacionales como OEA y ONU, el Grupo de Contadora y Apoyo a los Cancilleres de los países centroamericanos, haciendo un llamado a la cooperación internacional para la paz y el desarrollo.
Los resultados fundamentales de estos acuerdos fue el cese de la guerra, que se concretizaron con acuerdos de paz en Nicaragua en 1988 (Acuerdo de Sapoá entre el Gobierno de Nicaragua y la Contrarrevolución), los Acuerdos de Paz en 1992 entre la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Gobierno de El Salvador y los Acuerdos entre la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG) con el Gobierno de Guatemala en 1996. Y en el caso de estos dos países (El Salvador y Guatemala) se abrieron condiciones para la participación política de las fuerzas políticas de izquierda surgidas de la guerrilla.
Igualmente, con los acuerdos de Paz se fortaleció el sistema de Integración Centroamericano (SICA), se creó el Parlamento Centroamericano como espacio de integración política, y se avanzó luego en una mayor integración económica de la región.
Aunque superada en lo fundamental la guerra, luego vino en Centroamérica la instalación de gobiernos neoliberales, que no permitió atender el tema del desarrollo en cuanto al combate a la pobreza y la desigualdad social.
4-Nicaragua ejemplo en el cumplimiento de la Paz en las dos etapas de la Revolución
Nicaragua, con el gobierno del Comandante Daniel Ortega, fue el gran impulsor de la Paz en Centroamérica y Nicaragua, y fue el que cumplió plenamente con los compromisos por la paz y la reconciliación entre 1987 a 1990.
Nicaragua en 1988 firmó los acuerdos con la Contrarrevolución, con los llamados Acuerdos de Sapoá, para la desmovilización de las fuerzas militares de dicha fuerza irregular creada por los Estados Unidos.
Creó la Comisión Nacional de Reconciliación y Paz, encabezada por el Cardenal Miguel Obando y Bravo para darle concreción a los acuerdos asumidos por Nicaragua.
En medio de la guerra que sufría Nicaragua, se aseguraron las condiciones políticas plenas para las elecciones y adelanto de las elecciones nacionales de noviembre a febrero de 1990.
Pese al revés electoral del FSLN en 1990, las bases para la paz y la reconciliación en Nicaragua estaban creadas, y aunque avanzamos en la paz, como ausencia de guerra, no se avanzó mucho en reconciliación y mucho menos en la atención social de los desmovilizados de la contrarrevolución (luego llamada Resistencia Nicaragüense) ni de los retirados del Ejército Popular Sandinista y del Ministerio del Interior. Mucho menos continuar con la política social de la Revolución, que fueron truncadas por los neoliberales.
La llegada al gobierno del Comandante Daniel Ortega en la segunda etapa de la Revolución en el año 2007, se retomó la lucha por la paz y la reconciliación nacional. El gobierno del FSLN se alió con las fuerzas de la Resistencia nicaragüense para empujar el cumplimiento de los derechos y asegurar un desarrollo efectivo en el campo, abandonado por las políticas neoliberales.
La revolución en esta segunda etapa ha construido Paz porque hay derechos para el pueblo, porque hay estabilidad y seguridad, porque hay garantía de bienestar material y espiritual en los seres humanos. Y no es casualidad que el Gobierno se llama Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, porque ambos conceptos son premisas para seguir prosperando en Paz.
Y aunque el imperio pretendió detener el avance de Nicaragua y alterar la paz social y nacional, con el intento golpista del 2018, triunfó de nuevo la paz y el derecho del pueblo a seguir progresando de manera justa y equitativa.
A 35 años de los Acuerdos de Paz podemos decir que la Región tiene muchos retos para seguir consolidando la paz, para superar la pobreza y la desigualdad, retos frente a la política de dominación y agresión yanqui, que sigue siendo el gran obstáculo para nuestro desarrollo, y retos frente a las nuevas amenazas a la paz vinculada al crimen organizado y la narcoactividad, entre otros grandes retos.
Nicaragua es el país que más ha avanzado en paz y desarrollo en Centroamérica, por su política de desarrollo humano y combate a la pobreza, por el avance en su soberanía política, energética y alimentaria, porque es el país más seguro y estable de la Región y porque construye Paz permanente asegurando derechos plenos al pueblo.
(*) Cientista Social e Historiador. Profesor Titular UNAN Managua.
El pueblo de Nicaragua siempre ha sido amante de la paz, pero con dignidad. Las revoluciones verdaderas apuestan a la paz, como lo hace la Revolución Sandinista. Los conflictos en los países en “Vías de Desarrollo”, antes llamados “tercermundistas” son creados desde afuera de las propias fronteras, para mantenerlos divididos y bajo tal condición, dominarlos, despojarlos, explotarlos, someterlos. La luchas armada de los pueblos ha sido quizás, la última puerta que ha quedado como salida a siglos de opresión, despojo y muerte. Armarse y prepararse para la guerra es parte de una inevitable lección que deben aprender los pueblos para poder defender sus conquistas y asegurar, en soberanía y autodeterminación, su desarrollo, con enfoque, humano, de equidad y justicia social.