Manuel Espinoza J.
Ya para agosto de 1978, tras la toma del Palacio Nacional por el comando sandinista, “Rigoberto López Pérez”, integrado por 25 guerrilleros del FSLN, en la famosa operación “Muerte al Somocismo, Carlos Fonseca Amador”, la sección de la inteligencia política de la Central de Inteligencia Norteamericana a lo interno de la estación CIA, dentro de la embajada de los Estados Unidos en Nicaragua, había llegado a la conclusión de la real situación de insostenibilidad de Somoza al mando del gobierno, más no del poder real. De no actuar pronto, la derrota de la dictadura era cuestión de tiempo.
El mismo jefe de la estación CIA, en Nicaragua, Robert. L. Fambrini, quien, desde 1986 hasta octubre de 1980, dirigió las operaciones secretas de la central de inteligencia en el país, había llegado a la conclusión, que, para impedir, que los extremistas radicales (así le llamaban al FSLN) llegaran al poder, un “gobierno de transición” era la única alternativa. De igual manera pensaba el jefe de la División latinoamericana, Néstor Sánchez, en el cuartel general de la CIA en Langley, Virginia, quien aprobó todo el plan.
De ahí, que la estrategia propuesta a la administración de Jimmy Carter por parte de la CIA y el Departamento de Estado, era producto de una serie de reuniones que funcionarios de ambas agencias había llegado a consensuar en sus oficinas en la EMBUSA en Managua y en Washington con y entre sus jefes. Al final el plan aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional (CSN) y aprobado por el presidente Carter fue: “Instalar en Nicaragua un gobierno con nuevas caras, pero obedientes a la política norteamericana” o sea un “somocismo sin Somoza”.
En este plan, la “oposición moderada”, aglutinada en el Frente Amplio Opositor (FAO) debía ser la fuerza política a sustituir temporalmente en el gobierno a Somoza a través de un proceso de negociación con el tirano, bajo la “mediación exclusiva” por parte de los EE.UU. Pero es fácil decirlo y pensarlo, pero muy difícil de lograrlo escriben los oficiales de la CIA en sus memorias.
Para aquel entonces, el FAO, lo integraba todo un colorido de partidos y organizaciones menos el FSLN:
- Partido Conservador Nicaragüense (PCN), Emilio Álvarez Montalván
- Facción del Partido Conservador Nicaragüense (PCN), René Sandino.
- El Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN), Alfonso Robelo Callejas
- El Instituto Nicaragüense de Desarrollo (INDE), Manuel José Torres
- La Cámara de Comercio e Industria (CADIN)
- Movimiento Liberal constitucionalista (MLC) – Ramiro Sacasa.
- Partido Socialista Nicaraguense (PSN) Domingo Sánchez Sancho.
- Facción del PSN, con Julio Briceño Dávila.
- Partido Social Cristiano (PSC), Álvaro Taboada Terán.
- Unión Democrática de Liberación (UDEL) Rafael Córdova Rivas.
A estos la CIA incluyó en su estrategia a:
- Diario La Prensa. Xavier Chamorro
- La Iglesia, el Arzobispo, Miguel Obando y Bravo
- Central General de Trabajadores Independientes (CGT-I),
- Central de Trabajadores Nicaragüense (CTN)
- Central de Unión Sindical (CUS)
Para esto, la diplomacia norteamericana debía jugar un supuesto papel mediador o mejor dicho “el componedor oportunista” del resultado de la lucha del pueblo nicaragüense por derrocar la dictadura militar sangrienta somocista, que ellos mismos habían instalado desde 1934. Tal estrategia yanqui, suponía dejar a las fuerzas políticas liberales somocistas y zancudas (aquellos políticos y sus partidos que obedecían a Somoza con banderas falsas partidaria) y a la genocida Guardia Nacional (GN) intactos, como que si el único mal era Somoza.
Para eso la estación CIA, integrada por una serie de oficiales especializados en inteligencia política clandestina, junto con los funcionarios diplomáticos del Departamento de Estado debían realizar una serie de acciones secretas a fin de:
1. Organizar a la “oposición moderada”, que se encontraba acéfala, desorganizada y en pugna, sin que Somoza y sus más cercanos en el gobierno se dieran cuenta, que el mismo gobierno yanqui buscaba su renuncia y salida del poder.
2. Crear capacidades políticas y de representatividad nacional en la “oposición moderada” para poder negociar con Somoza su salida en tiempo y forma, hasta 1981, cuando se terminaba el periodo al dictador y que encajara con la estrategia de “Un gobierno de transición con el poder somocista tras bastidores en caso de una inminente caída repentina del régimen”.
3. Evitar, que el Grupo de los 12, que actuaba como vocero del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ocupara la posición principal creíble ante la nación en la mesa de negociaciones y que su demanda de la salida inmediata de Somoza tuviera éxito.
4. Tratar de negociar y convencer a nivel ULTRA SECRETO a los más allegados a Somoza en la GN y el Partido Liberal Nacionalista (PLN) de Somoza, (sin que este se diera cuenta), sobre la base de garantías a sus derechos de ver más allá en una salida del dictador antes de 1981 y más allá de este año, en un gobierno sin Somoza.
5. Tratar de negociar y convencer a Somoza de la necesidad de su salida total o retirada temporal de la política nacional y el poder absoluto, ya que, con las estructuras políticas liberales y la guardia nacional vivas, su retorno estaría garantizado, siempre y cuando el FSLN, no triunfara en el conflicto armado.
Para el cumplimento de las 4 primeras tareas principales, los oficiales de la sección política CIA en Managua, iniciaron una serie de contactos y encuentros secretos con y a través de su agentura en Nicaragua (red de agentes nicaragüenses reclutados y ubicados en los diversos partidos, organizaciones políticas, empresariales, el gobierno, asamblea nacional, medios de comunicación, sindicatos y hasta familiares de estos para su influenciamiento y sin excluir a infiltrados dentro del FSLN) y otros nicas viviendo en la Florida y Washington.
Ver también: Pueblo celebra 43 aniversario del triunfo de la Revolución Popular Sandinista
Uno de los objetivos a cumplir era, que esta oposición moderada entendiera la necesidad de abrir y mantener en todo momento la posibilidad a la diplomacia yanqui de mediar en el conflicto nacional. Y no es que los EE. UU por si solos no tuvieran esa capacidad, sino, que los políticos moderados, debían de entender, que de lo contrario ellos serían los más perjudicados en la prolongación de la lucha del FSLN contra Somoza, por la destrucción de la economía del país y un posible triunfo del Sandino-comunismo, como también se referían al FSLN.
Hay que reconocer, que el usar a las fuerzas políticas locales o ciertos individuos, como mampara, que faciliten la implementación de las políticas y acciones de intervención USA en los asuntos internos de un país, es parte del andamiaje del accionar permanente de sus agencias de inteligencia. Es el uso de quintas y sextas columnas en cualquier país. Esto era parte del meollo del hoyo de la estrategia de la EMBUSA en el país.
Sobre todo, cuando salvar a la GN, era parte del plan del gobierno en transición de la CIA e inclusive en garantizarle un puesto en la mesa de negociaciones. Para esto la CIA junto con la Oficina de la inteligencia militar (DIA) del Pentágono en la EMBUSA, iniciaron a seleccionar a aquellos altos oficiales GN, que podían ser aceptados en la mesa de negociaciones por no estar directamente involucrados con el genocidio al pueblo. Uno de estos era el jefe del estado mayor, Armando Fernández.
De los dirigentes del Partido Liberal Nacionalista, podían seleccionar a Francisco Urcuyo Malianos, Orlando Montenegro y Cornelio Hueck, pero con una clara situación de desventaja política en un gobierno de transición, pero que, en esa etapa transitoria, sin un FSLN triunfante y con el PLN, la GN y el capital somocista, el somocismo estaría asegurado, lo que es lo mismo, que el control hegemónico yanqui sobre la política nicaragüense estaría asegurado.
Los norteamericanos, estaban claro, que debían presionar a Somoza, para que entregara el poder y que no se resistiera durante el proceso de negociación política ante las otras fuerzas de oposición moderada, que instalarían los esfuerzos de selección de la CIA y el Departamento de Estado en Nicaragua. Perfectamente sabían, que, sin presión, Somoza no renunciaría a que su familia abandonara los espacios políticos y altos puestos militares en la estructura de poder en el país, ni mucho menos a perder sus bienes.
Mientras los nicaragüenses padecían de hambre, desempleo, analfabetismo y una sangrienta dictadura militar, Somoza poseía una riqueza entre 500 y mil millones de dólares. No existen cifras exactas. Su fortuna le permitía un dominio y poder casi absoluto.
Además, se sabe, que mantenía fuertes inversiones en Panamá, Colombia y Venezuela. Acciones en bancos de California, Florida y Nueva York, como el Bank of América y el Chase Manhattan Bank. Firmas importantes de bienes raíces, acciones en la Standard Fruit Steamship Co, Castle & Cook, Pan American World Airways (Pan Am), Hercules Inc., Pennwalt Chemical Corporation. Bienes en Europa; era accionista de la Nestlé en Suiza, aparte de poseer diversas propiedades en Londres, España y Canadá. Muchas piezas de joyería: diamantes y en general mucho oro.
Entre muchas de otras propiedades en Nicaragua en su mayoría fincas, casinos, clubes además de otros negocios. En la capital Managua, Somoza era dueño de más de 130 bienes, haciendas, edificios, residencias y lotes.
También tuvo intereses económicos en la minería, la segunda fuente de ingresos para Somoza. Aparte del impuesto legal de 17 dólares por kilo, las compañías mineras le entregaban a él dos contribuciones adicionales, cuyo total suma aproximadamente el 2.25 por ciento de su producción.
Con tal poderío económico, aunque el pueblo combatía al lado del FSLN, la oposición en general quería la salida inmediata del dictador, la CIA sabía, que Somoza, podía alargar su estadía en la presidencia durante todo 1980 y con capacidades de influir en las elecciones presidenciales de 1981, pero a un costo mayor de sangre en un solo final: “la Derrota del régimen”, que ellos habían estado manteniendo hasta ahora en poder. Entre más durara su estadía en el gobierno, más se profundizaban las causas de “las fuerzas marxistas” en la jerga de la CIA y referida a lucha guerrillera sandinista.
Como la presión sería intensa, debían de usar a la OEA de fachada internacional, que obligara a que Somoza renunciara. Por eso estemos claros, que el mandato yanqui en la OEA era, que actuara frontal contra la dictadura en base a la demanda regional contra el tirano. Con esto no sólo esconderían su accionar directo clandestino de Somoza, sino del congreso norteamericano, donde el dictador tenía muchos y muy buenos amigos senadores.
Al asegurarse la CIA y el Departamento de Estado el cumplimiento del plan de la negociación entre las fuerzas políticas moderadas y Somoza, bajo el auspicio de la mediación norteamericana, se lograría el gobierno de transición hasta 1981, cuando se debían llevar a cabo nuevas elecciones presidenciales. Mientras tanto apoyarían más militarmente a la GN, para impedir el triunfo militar del pueblo, liderado por el FSLN sobre la dictadura.
Sin embargo, el empecinamiento al poder de Somoza, superó las expectativas de la CIA y el Departamento de Estado, extendiendo el periodo que el plan yanqui suponía era el necesario para evitar el derrocamiento del régimen. Basta con leer las memorias del embajador en misión especial gringo Lawrence Pezzullo “The Fall of Somoza” (La Caída de Somoza), quien tuvo como principal misión convencer a Somoza, que renunciara. En este libro y sus más de 300 páginas se describe las dificultades de cumplir la misión producto de la terquedad del tirano a abandonar el poder dinástico, heredado por su padre.
Ya ni se diga el libro de Jack Cox: “Nicaragua Traicionada”, basado en los relatos de Somoza y las grabaciones de las conversaciones secretas con Pezzullo. Grabaciones, que el mismo dictador, hizo a escondidas del embajador yanqui como denuncia al mundo, de lo traidores que resultan ser los yanquis con sus mejores aliados. Como bien reza el dicho. “Mal paga el diablo a quien bien le sirve”.
Y aunque la correlación de fuerzas militares entre la odiada GN y la guerrilla sandinista estaban a favor de la dictadura, con la llegada de tropas centroamericanas de la conferencia de Defensa Centroamericana (CONDECA) además de mercenarios argentinos, coreanos del sur, israelitas y norteamericanos, que juntos con la GN podían mantener más tiempo la agonía de la dictadura, la posibilidad de una intervención directa de tropas yanquis o interamericanas estuvieron en la visual de las posibilidades.
Pero la situación militar, que incluye la moral y el desgate del régimen y sus guardias, que se reproducían a diario en la pérdida del control militar sobre el terreno y de las capacidades del poder de alianzas del tirano. La lucha sandinista se daba en las principales ciudades de todo el territorio nacional, la moral de los guerrilleros del FSLN era alta y muchas de esas ciudades habían sido liberadas ya. Los norteamericanos debían apurarse a que Somoza dimitiera o sus predicciones en un memorándum de la CIA de Agosto del 78 se harían realidad.
La terquedad del tirano a no renunciar ante las demandas yanquis, el tiempo perdido y el avance del FSLN en los frentes de guerra y su cohesión con el pueblo, obliga a los norteamericanos a ser más radical en su apoyo al gobierno somocista. Los yanquis se ven obligados a cortar varias veces el flujo de abastecimiento de nuevo armamento a la GN y a escalar en su desprestigio dentro de los EE.UU. Como anillo al dedo “les cayó” el asesinato del periodista norteamericano Bill Steward (corresponsal de la American Broadcasting Corporation (ABC News Network) a manos del cabo Lorenzo Brenes de la EEBI, las tropas especiales “Cascabeles” de la GN.
Este hecho, fue filmado y difundido ampliamente en las cadenas de televisión norteamericana, logrando el “efecto esperado” en los congresistas USA, que apoyaban ferozmente a su amigo Somoza y que demandaban la sobrevivencia del régimen y culpaban a la administración del presidente Jimmy Carter de ser la culpable de permitir la entrada del comunismo, no solo al país, sino a la región entera. Muchos especialistas en inteligencia opinan, que esto fue también parte de las acciones secretas, que la estación CIA en Nicaragua realizó a fin de socavar al régimen y quitarse de encima la presión del congreso en Washington. En todo caso no sería la primera vez, que la CIA le miente al congreso norteamericano. Sino recordemos el caso Irán-Contra-Gate.
El avance sandinista era tal, que tuvieron, que entrar en negociaciones, aunque “dilatorias”, pero directas con el FSLN en Costa Rica. Los más de 15 encuentros con el enviado especial norteamericano en el rango de embajador para toda Centroamérica, William Bowdler y el FSLN en Costa Rica, ha sido muy poco estudiado y conocido, a pesar, que es uno de los momentos de gran importancia y de victoria sandinista ante la diplomacia yanqui, a pesar, que “la estrategia de mediación” USA había sido lograda, pues eran los norteamericanos, los que negociaban a varias bandas con los actores más importantes del conflicto nicaragüense.
Es más, los yanquis en sus negociaciones con el FSLN, intentaban tener la posibilidad de lograr cumplir con su estrategia inicial de “gobierno de transición” aún con ciertas modificaciones realizadas a ésta. Ya no era el FAO, el principal negociador para la salida de Somoza, sino que era el FSLN y la GN ya no podía, quedar intacta, sino que junto a las fuerzas guerrilleras sandinistas crearían un nuevo ejército nacional, a fin de lograr el no derrocamiento total del régimen, “oficializar la existencia del remanente de la GN” y “ganar tiempo” hasta la realización de elecciones presidenciales en 1981.
El párrafo anterior, debe ser leído con mucha atención y analizado por las nuevas generaciones de sandinistas. Porque la comprensión precisa de los planes y maniobras ocultas yanquis en función de impedir el triunfo del FSLN eran muy bien estructuradas y hasta posibles de cumplirse de no ser por la capacidad de descubrimiento y desarticulación por parte de la dirigencia sandinista en esta etapa de la liberación final. Por eso es un craso error aceptar, que son los EE. UU, los que votaron a Somoza.
Somoza indignado renuncia el 16 de julio, pero convence a Urcuyo Maliaños, que los gringos ya vienen en ayuda y no entregue el gobierno, que no acepte ninguna propuesta de gobierno en transición USA y que mantenga a la GN intacta y peleando en los frentes de Guerra; lo que el General Mejía González, nuevo jefe de la GN, tras la huida de Somoza acepta y renuncia a ir a las negociaciones programadas con el FSLN en Punta Arenas, Costa Rica. Pero este también huye a horas tempranas del 19 de julio, propiciando más el derrumbe de la ya desmoralizada GN, tras la huida del dictador.
La dirigencia del FSLN, tras la actitud de Urcuyo y Mejía, no ven la necesidad de seguir negociando con Bowdler y se comunican directamente con el nuevo jefe de la GN, el teniente coronel, Fulgencio Largaespada para obligarlo a aceptar la estrategia sandinista de la “rendición total de la GN”, a lo que este finalmente accede, viniéndose así al despeñadero la estrategia yanqui de un “Somocismo sin Somoza” y el sinnúmero de acciones secretas en función de evitar el triunfo sandinista.
Al hacer un recorrido por la historia, poniendo ejemplos concretos desde William Walker hasta nuestros días, decía el Comandante Daniel Ortega, en su discurso en conmemoración del 43 aniversario del triunfo sandinista el 19 de julio del corriente; “No se puede negociar con el yanqui!”. Esta debe ser una lección para todo sandinista fiel a las causas del pueblo, de los oprimidos y no del gran capital.
¡Viva el triunfo del pueblo nicaragüense el 19 de julio de 1979! ¡Vivan los héroes y mártires, que ofrendaron su vida por la liberación Nacional!
Director del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI)