Edelberto Matus.
Hoy vamos a referirnos a lo más importante de la vida y obra del General Augusto C. Sandino: Su ideario político, que a su vez es el invaluable hallazgo que el Comandante Carlos Fonseca logró rescatar de debajo de la montaña de premeditado olvido donde la oligarquía criolla y el Imperialismo yanqui lo quisieron ocultar a los pueblos de Nicaragua y el mundo.
Es precisamente el Comandante Carlos y un grupo de jóvenes revolucionarios que investigaron, sintetizaron, organizaron, estudiaron y difundieron el pensamiento de Sandino, disperso en sus escritos, entrevistas, proclamas y el material periodístico y bibliográfico de amigos e incluso enemigos y que serviría, fusionado con elementos de la teoría revolucionaria mundial, de antecedente y sustrato programático, político e ideológico de una inédita, disruptiva organización político-militar revolucionaria: El Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Los contemporáneos del General Sandino, en todos los rincones del mundo asombrados y sin ocultar su simpatía, siguieron la guerra de resistencia y libertaria del Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, una guerra asimétrica, heroica que parecía condenada al fracaso por el poder y los recursos del Invasor yanqui.
Sin embargo, el componente político y social, de ruptura y esperanza de cambio para los pueblos a que conllevaría ese enfrentamiento, que tal vez en ese momento no fue plenamente comprendido, incluso por gran parte de la población de Nicaragua, es el que al final perduraría en el tiempo y muchos de sus componentes se convertirían en una constante en el ideario libertario y programas de lucha de muchísimas organizaciones revolucionarias del mundo y en el rasero en que los pueblos medirían el compromiso de sus líderes sociales.
Sandino no fue un intelectual, ni mucho menos pretendió ser líder de algún partido político.
Sin embargo, en el despertar de su conciencia de clase, su insaciable sed de saber lo llevó a construir -de forma autodidacta- un conocimiento amplio y profundo sobre las distintas manifestaciones ideológicas y políticas de la época en América Latina.
Distintas corrientes marxistas, pre-marxistas, socialistas y liberales en un complejo entramado cuyos líderes exigían al General Sandino una “definición” o alineamiento acorde a esos intereses ajenos, muchas veces sectarios y casi siempre manipuladores, peligros que nuestro general supo evadir, manteniéndose leal a sus propios principios y a los objetivos de su lucha libertaria, siempre en cercanía con el pueblo trabajador.
Como dice el compañero Orlando Núñez, “…la riqueza del pensamiento y de la práctica de Sandino es haber enarbolado conjuntamente las banderas más progresistas y revolucionarias del liberalismo, socialismo y del anarquismo en su lucha contra la opresión y la injusticia de su época”.
El General Sandino y el EDSNN, sin proponérselo, estuvieron en el centro de un debate internacional, producto de la sórdida lucha entre los grandes bloques ideológicos de poder global representados por el Imperialismo yanqui por un lado y la Unión Soviética por el otro, que aunque esta última para el inicio de la epopeya sandinista apenas había cumplido una década de existencia, ya hacía temblar los cimientos del sistema capitalista mundial.
Al final, el General Sandino y su ejército guerrillero fueron abandonados o traicionados por personalidades, partidos, movimientos y hasta gobiernos que en determinado momento de la lucha en las montañas segovianas se habían declarado simpatizantes, amigos o aliados del General de Hombres Libres.
El EDSNN, tras seis años de lucha y excelente manejo de la opinión pública internacional a su favor, logra expulsar del país a los invasores cuerpos de marina, propinándole al Imperialismo yanqui la primera derrota en su historia.
La victoria del EDSNN sobre las fuerzas de ocupación yanqui es consecuencia de la presión internacional, la movilización de los pueblos del mundo (inclusive de sectores del propio pueblo organizado norteamericano), pero sobre todo a costa de la valiosa sangre y sufrimientos de los hombres y mujeres del ejército guerrillero sandinista y la población de los teatros de guerra que no cesaron de propinar contundentes derrotas al ejército invasor a pesar de la enorme superioridad militar y recursos de todo tipo con que este contaba.
La superioridad era muy obvia, sobre todo la aviación y sus tácticas de tierra arrasada utilizadas en la Primera Guerra Mundial, novedosas en el enfrentamiento asimétrico contra tácticas de guerra de guerrillas, además del uso de un arsenal ultramoderno para la época como lo último en técnica artillera, ametralladoras de apoyo táctico y pesadas; fusilería, armas personales de infantería como revólveres de repetición estriados con municiones de percusión, granadas de fragmentación, productos de la constante innovación ingenieril de su potente industria militar. Pero todo fue inútil para los gringos.
Quizá el mayor éxito del gobierno yanqui fue el aislamiento paulatino y el despojo de poder real del presidente liberal del remedo de República que por entonces era Nicaragua y la construcción de una guardia nacional a su servicio, bajo el mando de un incondicional a los dictados yanquis. Tras la derrota y expulsión del yanqui invasor, el poder real ya había sido trasferido por éstos a la Guardia Nacional y a su comandante en jefe, quien pronto se estrenaría como el primer dictador de la estirpe sangrienta de los Somoza.
Los órganos de Inteligencia militar y política del cuerpo de marina y del propio Estado yanqui, aunque no pudieron evitar la vergonzosa derrota con el uso de diferentes métodos para conseguir control de población, infiltración profunda en los círculos políticos y militares más cercanos al General Sandino y ejercer presiones de todo tipo a los gobiernos, grupos y personalidades simpatizantes de la causa sandinista mediante chantajes y reclutamiento, sentaron las bases para lograr el aislamiento internacional y local del General Sandino.
Pese a la firma del tratado de paz entre las fuerzas sandinistas y el gobierno liberal de Sacasa, tratado del que el General Sandino, había sido el mayor entusiasta por su sincero compromiso con la pacificación y el reencuentro de los nicaragüenses, la situación para el EDSNN se vuelve muy compleja.
El presidente Sacasa -con o sin conocimiento de causa- sirve cabalmente a los propósitos yanquis al lograr el desarme de las tropas sandinistas y arrancar importantes concesiones por medio del tratado firmado por el General Sandino, quien pensando en el bien mayor de la patria cierra los ojos al verdadero peligro:
El humillado gobierno yanqui, su embajador en Managua, Anastasio Somoza García y la Guardia Nacional.
El país estaba devastado no sólo a causa de casi dos décadas consecutivas de guerras civiles e intervención extranjera, sino por el destructor terremoto de Managua de 1931, que vino a quebrar definitivamente la endeble economía nacional, largamente saqueada por los banqueros y empresarios yanquis, por la oligarquía libero-conservadora, los políticos y administradores gubernamentales corruptos y el insostenible presupuesto de la construcción, equipamiento, expansión y operación del ejército cipayo de Somoza.
Como señalamos antes, el General no era un político profesional, sino un jefe guerrillero que luchó por rescatar la soberanía nacional y romper con la histórica explotación, olvido y desesperanza de una gran parte de la población nicaragüense, asentada en los municipios y regiones más pobres del Norte, del Septentrión y del Caribe. Así que al firmar ese tratado y desarmarse, sin saberlo firmó su propia acta de defunción y la de miles y miles de guerrilleros y pobladores.
En el mundo corrían tiempos de anticomunismo y expansión del Imperialismo yanqui, previo a la II G.M. y a nivel local, un periodo de reacomodo de las élites de la oligarquía criolla que buscan dejar atrás la larguísima y caótica época postcolonial y entrar al mundo capitalista como proveedor de materias primas, siempre bajo el control del amo yanqui.
El asesinato del General Sandino y la destrucción total de su proyecto libertario y de su propuesta de modelo de desarrollo alternativo, era entonces un imperativo para los yanquis, Somoza y las élites libero-conservadoras de Nicaragua.
La lucha guerrillera del General Sandino contra el invasor y la guardia nacional, sería entonces convertida en leyenda por el pueblo nicaragüense y los pueblos del mundo, aunque a pesar de que algunos de sus lugartenientes (sobrevivientes al genocidio de la guardia nacional iniciada un poco antes del 21 de febrero de 1934) intentarían de nuevo encender la llama de la rebeldía y la revolución, durante décadas su lucha e historia sería silenciada a sangre y fuego por la dictadura somocista y los yanquis.
Sin embargo, a pesar de que las cooperativas sandinistas en las Segovias fueron arrasadas, sus miembros asesinados, encarcelados o proscritos al igual que los antiguos guerrilleros y colaboradores sandinistas, a pesar que las montañas fueron socoladas y convertidas en pinares o potreros, las minas devueltas a los propietarios extranjeros y las escuelas sandinistas fueron quemadas y el adjetivo “sandinista” fue convertido por el aparato de propaganda de la dictadura y la “cultura” de la oligarquía en sinónimo de “bandido” y “delincuente”, la gesta del General Sandino y sus hombres y sobre todo, su pensamiento político no fue olvidado y años después, gracias al gran hallazgo del Comandante Carlos Fonseca, este pensamiento político se convirtió en la base doctrinaria, moral y programática del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Es el Frente Sandinista a través de su lucha a muerte contra el somocismo, el rescate del pensamiento de Sandino y la correcta valoración histórica de su lucha para el futuro de libertad, desarrollo incluyente y paz para el pueblo nicaragüense, el que da continuidad y valor a la gesta del General de Hombres Libres y sus guerrilleros del pueblo.
Para poner en correcta perspectiva la herencia programática del Ideario de Sandino que asume el Frente Sandinista, reproduzco aquí un extracto de un artículo escrito por el joven comunicador y escritor comunista español Pedro Javier López Soler que resume en tres los principales elementos de esa herencia vital:
La defensa de la Soberanía nacional, la justicia social y la integración latinoamericana, que a su vez derivan en siete componentes fundamentales.
1. Protagonismo de la mujer
2. Economía cooperativa,
3. Antiimperialismo y anticolonialismo,
4. Redención de los sectores tradicionalmente marginados de la historia,
5. Latinoamericanismo,
6. Incorporación de la Costa Caribe al modelo de construcción del país,
7. Fomento de la paz como política de Estado.
El compañero Orlando Núñez agrega que “Sandino conoce la doctrina socialista y comunista por su relación con luchadores latinoamericanos…Incorpora a su ideario el internacionalismo y el unionismo centroamericano, latinoamericano y mundial…Prioriza a todos los sectores marginados, reivindica la lucha de los campesino y obreros frente a os terratenientes y frente a las grandes empresas angloamericanas. En su lucha por la soberanía nacional en contra de la ocupación extranjera, no se propone tomar el poder político. Fomenta el cooperativismo como forma de producción y gestión comunitaria de la vida pública. Cuando termina la guerra se retira a las riveras del Rio Coco y conforma antes que lo asesinaran, la cooperativa de Wiwili. Llama hermano a sus compañeros de lucha. Incorpora a las mujeres y a las indígenas a la guerrilla, al igual que lo hace con los obreros, campesinos, estudiantes y profesionales”. Esta forma de pensar y actuar del general Sandino sería asumida por el Frente Sandinista dos décadas y media más tarde.
En la primera etapa de la Revolución Popular Sandinista (truncada por la guerra contrarrevolucionaria y al final de una década heroica, por la derrota electoral), los principales decretos y actos del gobierno revolucionario fueron inspirados precisamente por la visión política de profundo arraigo popular y de reivindicación social del General Sandino.
En el arranque de la RPS se inició un proceso de transformación de la tenencia de la tierra a partir de la promulgación de la Ley de Reforma agraria, mediante la cual cientos de miles de hectáreas pasaron a manos de cooperativas sandinistas y campesinos individuales cuyo desarrollo fue ralentizado por el inicio de la guerra contrarrevolucionaria y frenado por las políticas neoliberales inmediatamente después de la derrota electoral del FSLN sin embargo, la Reforma agraria iniciada por la RPS, es la responsable que miles y miles de pequeños y medianos productores hoy sean dueños de sus propias parcelas y fincas como prueba fehaciente de la democratización y redistribución de la tenencia de la tierra y también se constituyó como el principio del fin del latifundismo en nuestro país.
El movimiento cooperativista de tipo socialista inaugurado en Nicaragua por el General Sandino que centró en un régimen asociativo de producción y propiedad el futuro económico no solo de los asociados, sino de toda la prosperidad de la nación futura. Este proyecto que entonces fue destruido con saña por la guardia nacional, fue el punto de referencia de las políticas económicas y sociales implementadas por el Frente Sandinista luego de alcanzar la victoria sobre la dictadura somocista en 1979.
Las cooperativas, presentes en toda la vida económica del país, sobre todo en el campo y los servicios y en algunas actividades relacionadas con la producción de bienes y el reducido sector fabril e industrial, tomaron auge y prometían ser la base de una economía autogestiva y mixta, encaminada a incidir en la producción y el mercado para ir construyendo nuevas relaciones de propiedad, relegando poco a poco el mercantilismo e incidiendo en las transformaciones políticas de la sociedad nicaragüense.
La nacionalización y centralización y de los servicios públicos, la Educación, Salud, Transporte, la Banca; el impulso a la Autonomía de la Costa Caribe, la integración del campo y la ciudad, la implementación de políticas públicas y leyes para proteger los derechos de todos los nicaragüenses sin distingos sociales, religiosos, raciales, económicos o de género, la promulgación de una nueva Constitución política y leyes que armonicen la superestructura jurídica con los cambios generados en la sociedad y el país por el triunfo revolucionario, se originan en el la profunda visión y el ideario político del General Sandino.
En un artículo reciente decíamos que el sustrato vital del Sandinismo es la unidad interna de la organización, que a su vez se complementa con la unidad con otras visiones, otros hombres y movimientos revolucionarios de América Latina y el mundo que garantizan la resistencia y la lucha contra el Sistema capitalista global y las élites del poder de la oligarquía y la burguesía en cada uno de los países del mundo.
El General Sandino escribió que “Mi patria, aquello por lo que lucho, tiene por fronteras la América española.” La patria grande, América Latina, tuvo lugar especial en el pensamiento, activismo político, escritos y sueños del General Sandino. Se nutrió del pensamiento y legado de hombres como Morazán, Martí y Bolívar, fue cercano de la actividad antiimperialista de luchadores y pensadores progresistas contemporáneos suyos de la talla de José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre.
Los fundamentos, sostenimiento y perspectivas de su lucha libertaria para el General Sandino sólo tenían razón y solución de continuidad dentro del contexto de una lucha continental contra el invasor, es decir el Imperialismo yanqui y que el destino de Latinoamérica era la unidad de sus pueblos, sus gobiernos, territorios e ideales.
Decía que “Los yanquees son los peores enemigos de nuestros pueblos, y cuando nos miran en momentos de inspiración patriótica y que nos buscamos con sinceros impulsos de unificación, ellos remueven hondamente nuestros asuntos pendientes, de manera que se encienda el odio entre nosotros y continuemos desunidos y débiles, y por lo mismo, fáciles de colonizarnos.”
Y se manifestaba en él la paradoja característica de su amor a la paz, pero con la disposición permanente a defender la soberanía de Nicaragua y de América Latina con las armas en la mano:
“…los yanquees solo pueden venir a nuestra América Latina como huéspedes; pero nunca como amos y señores como pretenden hacerlo. No será extraño que a mí y a mi ejército se nos encuentre en cualquier país de américa Latina donde el invasor asesino fije sus plantas en actitud de conquista.”
Esta firme y sincera posición del General Sandino de defensa y solidaridad para con los pueblos de América Latina y otros pueblos en lucha alrededor del mundo, es hoy parte de la filosofía y praxis política del Frente Sandinista de Liberación Nacional y el gobierno dirigido por el Comandante Daniel Ortega.
En el pensamiento del General Sandino está el origen del cariño y solidaridad de todos los sandinistas y nicaragüenses patriotas con la lucha de los pueblos y gobiernos de Cuba y Venezuela, que siguen siendo agredidos frontal y descaradamente por la política intervencionista y agresiva del gobierno yanqui y sus lacayos de la Unión Europea y otros países del sistema.
Los pueblos y gobiernos de la Republica Socialista de Cuba y La República Bolivariana de Venezuela son hoy por hoy la principal trinchera a nivel mundial de lucha de la razón y la justicia contra un sistema socio-económico caduco y moribundo cuya expresión más salvaje y violenta siguen siendo los yanquis invasores contra los que combatió el General Sandino y su EDSNN. Cuba y Venezuela a pesar de la brutalidad y dimensión de la agresión contra su soberanía y autodeterminación se mantienen firmes y triunfando, dándonos a todos un gran ejemplo de coraje y compromiso. Otros pueblos de América Latina, Asia y África -que algún día saludaron con cariño la lucha del General Sandino en las montañas segovianas- hoy también transitan caminos de resistencia, esperando proactivamente que “más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, como dijo el presidente Salvador Allende.
El triunfo de la Revolución Popular Sandinista reivindicó los sacrificios y la sangre derramada por varias generaciones de patriotas, entre ellos el General Benjamín Zeledón, el propio General Sandino, sus lugartenientes, soldados y colaboradores, los luchadores antisomocistas anteriores a la fundación del Frente sandinista, los héroes y mártires de nuestra propia organización, como el Comandante Camilo Ortega que entregó su vida en los Sabogales en busca de la unidad del sandinismo. Reivindicación que hoy se manifiesta en las conquistas sociales y políticas de los ciudadanos de Nicaragua y en la acelerada construcción de un país mejor y para todos.
La segunda etapa de la Revolución Popular Sandinista que hoy estamos viviendo también esta signada por el pensamiento político y social del General Sandino, recogido en el Programa Histórico del FSLN de 1969 y el programa de gobierno que impulsa el Comandante Daniel Ortega desde el triunfo electoral del 2006.
Como decíamos anteriormente, cada obra de infraestructura social o económica, cada programa, cada plan de apoyo de nuestro Estado y gobierno sandinista a la economía familiar, a la PYME o las grandes empresas, reflejan el compromiso del sandinismo para con el desarrollo del país, la paz y el progreso social de todo los nicaragüense como un día lo soñó –visionariamente- nuestro general de Hombres Libres.
Está en nosotros, los sandinistas y los ciudadanos consientes y patriotas de nuestra patria el poder de seguir construyendo un país cada vez mejor para las futuras generaciones, una nación de desarrollo, cultura y paz con inclusión, igualdad de oportunidades, libre y soberana, encaminada a nuevas formas de empoderamiento popular. Votar en las próximas elecciones por el Frente Sandinista de Liberación Nacional es votar por el proyecto de Nación del General Sandino y Carlos Fonseca.
El pensamiento del General Sandino se expresa no sólo en lo político, en su centroamericanismo, en su proyecto de unidad latinoamericano, expresado claramente en su “Plan de realización del supremo sueño de Bolívar”, en sus ideas económicas, sino que va más allá, hacia planteamientos filosóficos, existenciales, donde concibe a un hombre ético, moral, leal y solidario, integrado con la Naturaleza y el humanismo y capaz de construir un mundo mejor donde campeen la convivencia, el bien común y la paz entre los hombres y las naciones y donde si se pudiera, no existieran las barreras y fronteras.
Son ideas que para algunos suenan a bella utopía, pero que el General con sus sencillas palabras y profundo raciocinio las refrendaba diciendo:
“Yo no sé cuándo podrá esto realizarse, pero nosotros iremos poniendo las piedras.”