Edgard Idelfonso Vílchez Guevara “Javier” El hombre de la inteligencia radial sandinista

Edgard Idelfonso Vílchez Guevara “Javier” El hombre de la inteligencia radial sandinista
  • Frustró su aspiración de médico para convertirse en un experto en comunicaciones
  • Trabajó en la construcción para poder estudiar en las aulas nocturnas
  • Dirigió un frustrado aterrizaje de avión en Siuna con 70 guerrilleros a bordo

David Gutiérrez López

Por sus buenas calificaciones en la secundaria, logró clasificar para estudiar Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, (UNAN- León), a donde llegó en 1972 con un poco de ropa y zapatos, adquiridos con el sudor de su frente, producto de su trabajo como obrero de la construcción, pegando bloques, armando hierro o moviendo la mezcla de cemento y arena.

Edgard Vílchez Guevara, nació y creció en Managua en medio de una familia numerosa conformada por sus hermanos, parientes y otros muchachos que criaba su mamá. Recuerda cuando en un reducido espacio protegidos con un medio techo, “bajareque” dormían 27 personas y al amanecer cada quién levantaba su tijera de lona y su cobija para iniciar el nuevo día. Su padre trabajaba de maestro de obra y su mamá vendía carne en el antiguo mercado San Miguel.

Vílchez, al concluir su jornada en la construcción, por la noche, asistía a clases en el instituto René Schick, el mismo que por su libre voluntad, junto a otros estudiantes, se tomó para respaldar la lucha contra el alza de la leche, en los años 70, luego de ser desalojados por la Guardia Nacional (G.N)., el costo que pagó fue que no le dieran matrícula para el año siguiente.

Logró bachillerarse en el colegio Modesto Armijo, centro que también se tomó junto a otros muchachos de apellidos Rojas López, muy pobres, pero que valientemente se enfrentaban a la dirección del centro.

Cuando bajó del autobús, al llegar a la ciudad de León, alguien que no recuerda lo introdujo en la vida estudiantil, llevándolo al Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN). La beca que le otorgaron cubría el alojamiento en las residencias universitarias, 150 córdobas para sus gastos de alimentación y otros 25 que los empleaba en otras necesidades.

La primera tarea que le encomendaron en el CUUN fue de agitación y propaganda en los barrios de León, además de formar parte del Teatro Estudiantil Universitario (TEO), grupo con el que recorrió gran parte del país, haciendo presentaciones de obras teatrales con denuncias de la represión somocista.

Edgard, nunca fue miembro del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), organización de la cual se nutría el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). De entrada, lo reclutó Alonso Porras y así se quedó sin pasar a la clandestinidad hasta 1975, cuando, junto a otros compañeros lo enviaron a Cuba a entrenarse como cirujano de guerra, cortando abruptamente su carrera de medicina, mientras cursaba el tercer año.

Al ingresar a las filas del FSLN le indicaron que tenía que trabajar con el Movimiento Cristiano, integrado por los compañeros Martha Cranshaw, Oscar “Pin” Pérezcasar, Walter Pentzke, Larry Balladares, Francisco “Pepe” Largaespada, entre otros. Meses después lo sacaron del trabajo teatral por orientaciones de Pedro Arauz Palacios, “Federico”, con quien recuerda sólo se cruzaban miradas o se veían de reojo en un comedor, donde ambos coincidían en algunas ocasiones en León.

En toma de iglesias y fogatas nocturnas

En esos días se relacionó con Iván Gutiérrez “el churumbel”, Orlando Castillo, Carlos Arroyo, Víctor Hugo Tinoco, Omar Halleslevens, Luis Armando “el Chiri” Guzmán Luna y otros activistas estudiantiles, quienes posteriormente se destacaron en importantes acciones del FSLN.

Participó junto a otros compañeros estudiantes en la toma de la Catedral de León, de las Iglesias de la Recolección, la Merced entre otras. Además, en las noches organizaban fogatas en los barrios donde acudían los pobladores con sus chavalos, muchachos trabajadores agrícolas y de la construcción a escuchar las denuncias en contra de la tiranía somocista.

También incursionó en el periodismo empírico propagandístico, al imprimir y publicar con ayuda del responsable de la imprenta de la universidad, una revista que llamaron Luz y Verdad, que tuvo una vida muy corta. Le comunicaron que fue el propio Carlos Fonseca Amador, quien mandó a decirles que no estaba de acuerdo cuando sacaron una imagen partida de Jesús de Nazaret y el General Augusto Sandino.

En dos ocasiones Vílchez fue capturado, golpeado y encarcelado en la prisión de la 21 en León cuando estaba en sus actividades de agitación y propaganda. Recuerda al sargento Pablo “el chele” Aguilera, un agente de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), que los capturó cuando caminaban por una calle de largas cuadras leonesas del barrio San Juan, junto a “Pepe” Largaespada y Mariano Salazar.

Era el 2 de agosto de 1975. Desde que los subieron al jeep los golpearon, al llegar a la 21 los recibieron con otra golpiza. Al día siguiente los guardias formaron dos filas y los hicieron pasar entre ellos, cada uno le daba un golpe con un garrote o una patada. Se ensañaron en Mariano, porque a criterio de Edgard, “tenía el don de provocar la ira en los guardias”. El rector Mariano Fiallos se personó al comando a demandar la libertad de sus estudiantes.

El 14 de abril de 1979, el mismo “Chele” Aguilera, capturó a Rubén Vílchez Guevara, hermano de Edgar, en León, lo puso frente a una pared y lo asesinó fríamente. El joven era un destacado activista del CUUN.

A formarse como cirujanos de guerra

A finales del año 1975, cuando el FSLN sufría una división en sus filas, la organización determinó que cuatro estudiantes de medicina viajarían a Cuba a entrenarse en Cirugía de Guerra, para salvar la vida de combatientes que recibían heridas de bala en los enfrentamientos con el ejército de Somoza.

Para esa misión escogieron a Dora María Téllez, Luis Chávez, Enoc Flores y Edgard Vílchez. Antes de partir, cuando ya se sentían los efectos de la división en el FSLN, el combatiente Iván Montenegro a quién le decían “el puyo” le entregó un pequeño maletín en cuyo interior cuidadosamente embalado se encontraba un mensaje (después se enteraría, era del comandante Carlos Fonseca que se encontraba en Nicaragua) dirigido a José Benito Escobar, quien estaba en la Habana.

El encontronazo con “Cero”

En su paso por México fueron atendidos por el entonces militante Joaquín Cuadra Lacayo. Edgard recuerda que en ese tránsito sostuvo un pequeño altercado con el primer comandante Cero, Eduardo Contreras, quien le requirió le entregara el maletín. Vílchez no se lo entregó, lo cual provocó un fuerte malestar en el entonces miembro de la Dirección Nacional del FSLN. En Cuba, los recibió José Benito Escobar, miembro de la Dirección Nacional, el 6 de abril de 1976, a quién le entregó el maletín.

La organización pasaba por una serie de contradicciones relacionada a la conducción de la lucha. Ya estaba la primera fracción con la Tendencia Proletaria (TP) y después el surgimiento de la Tendencia Insurreccional (TI) en 1976. Algunos cuadros cuestionaban la conducción del FSLN y personalmente del comandante Fonseca Amador, fundador de la Tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP).

Entrenado en Radio Inteligencia

Desde su llegada a Cuba recibieron un fuerte y constante entrenamiento en guerra de guerrillas y de posiciones. También recibieron el entrenamiento médico en cirugía, traumatología, ortopedia, y hasta ginecobstetricia que les permitiera resolver y salvar vidas en difíciles momentos durante o después de un combate en zonas montañosas, en la ciudad o el campo.

Edgard Vílchez, quizás nunca logró imaginar que, entre los cursos recibidos y aprendidos, entre ellos el de Radio Inteligencia, éste es el que sería vital y funcional para él y el FSLN en la Tendencia GPP. Instaló redes y antenas en Costa Rica y Honduras para establecer la comunicación con sus unidades de combate en Nicaragua y con los diferentes frentes de combate durante la Ofensiva Final.

La inteligencia radial es una de las ramas de las comunicaciones, entre ellas, la telefonía, la radio, internet y cualquier otro medio electromagnético y la utilización de campos eléctricos, cargas, corrientes eléctricas, entre otros, como la intercepción de señales tele y cablegráficas.

Fue como el “llavero” de Modesto

En los años 1976, 1977 y 1978 el foco guerrillero de la montaña había sido fuertemente golpeado y prácticamente diezmado, reduciéndolo a un grupo que operaba en el sector minero del país, ante una estrategia de tierra arrasada puesta en práctica por la Guardia Nacional y sus socios militares del Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA) para exterminar a guerrilleros y campesinos colaboradores.

Henry Ruiz “Modesto” quien se mantuvo varios años al frente de la guerrilla en la montaña, en febrero de 1978, salió de la clandestinidad y entró a Managua, luego se trasladó a Costa Rica. El 8 de marzo de ese mismo año, cuando se celebra el Día Internacional de la Mujer participó en la firma de la unidad del FSLN con las otras dos tendencias. Los sandinistas se constituyeron en una Dirección Nacional Conjunta, integrada por 9 hombres y anunciaron la ofensiva contra la dictadura de Somoza.

Después de esos acontecimientos “Modesto” se movilizaba entre Honduras y Costa Rica, con algunas incursiones cercanas y breves a la frontera con Nicaragua, para establecer algún contacto, recuerda Edgard, quien se había convertido en el hombre de confianza y asistente operativo, acompañando como un “llavero” al otrora jefe guerrillero.

En Costa Rica, le instaló y mejoró la señal radial al comandante Tomás Borge, de igual manera lo hizo en Honduras en una quinta, propiedad del ex-presidente de ese país Manuel “Mel” Zelaya, por donde pasaban y se refugiaban los dirigentes sandinistas.

En la incursión aérea a las minas que fracasó por falta de comunicación

A mediados de junio de 1979, cuando la ofensiva guerrillera ya estaba en pleno apogeo, la dirección de la GPP al frente de “Modesto” determinó realizar una incursión aérea en la zona de las minas con 70 hombres bien armados y entrenados. Cierto día “Modesto” le dijo a Edgard que se alistara que tendrían una misión. – ¿Qué llevo?, le interrogó Vílchez, quien alcanzó a tomar su arma, un poderoso revolver 357.

–“Nada, nada, así vení”, respondió el jefe guerrillero. En el apartamento en Costa Rica donde se encontraban ambos, había una serie de aparatos de radio, entre ellos comunicadores portátiles.

Subieron a un pequeño microbús y al rato estaban entrando al aeropuerto Juan Santamaría, en San José, Costa Rica. Un avión grande los esperaba. “Modesto” le indicó a Vílchez que él sería el ingeniero de vuelo. Subió a la nave y conversó con los dos pilotos los que le entregaron la carta de navegación. Fue en ese momento que se enteró que viajarían a Nicaragua, aterrizando en una pista en Siuna, zona del triángulo minero, desde donde emprenderían el camino de liberación hasta alcanzar la victoria.

El avión estaba vacío, los combatientes no aparecían y los pilotos panameños comenzaron a inquietarse, tanto que le dijeron a Edgard Vílchez que no esperaban más y que levantarían vuelo. No tuvo otra alternativa que desenfundar el revólver y encañonarlos. “De aquí no se mueven mientras no llegue la gente”, les dijo en tono serio y firme. Dieron una vuelta lenta como de taxi ruletero sobre la pista para dar tiempo y de pronto fueron apareciendo os 70 guerrilleros, muchos de ellos provenientes de Matagalpa, participantes de la insurrección de los niños.

Entre algunos de los guerrilleros de ese vuelo se encontraba el actual jefe de la Policía Francisco “Paquito” Díaz, Horacio Rocha, ex jefe de la Seguridad Personal de la Policía Nacional. Edgard al rendir el informe contó dos mujeres una de ellas era Fátima Avilés y el otro, lo confundió con un joven varón que lucía unos pequeños aretes y cabello largo. El vuelo despegó normalmente.

En tierra, en la pista de Siuna los recibiría el comandante René Vivas Lugo. El avión penetró a la zona indicada, era una mañana nublada que impedía la visibilidad, recuerda Edgard. Extrañamente en la pista estaban cruzados unos camiones, que impedían un exitoso aterrizaje, que los habían colocado los sandinistas.

“Modesto” en ese momento requirió de los radios para establecer la comunicación con René Vivas, en la pista. –“¿Cuáles radios?, Si usted me orientó que no sacara nada, que me viniera como estaba”, le respondió Vílchez.

Ante la falta de los radios comunicadores, que dejaron en el apartamento de San José, Costa Rica, no se logró establecer la comunicación, por la prisa y la falta de información producto de la “compartimentación”, que no permitía preguntar.

Buscaron la segunda pista más cercana, Rosita, ubicada a 72 kilómetros de Siuna, pero la neblina era muy densa e impedía aterrizar, pese a realizar dos intentos, en los que casi se provoca una tragedia al escapar de colisionar con un peñón. En esos momentos, los pilotos y Edgar descucharon en la radio del avión, la alerta de la Guardia Nacional a la Fuerza Aérea Nacional (FAN), sobre la presencia de la extraña nave. Fue en ese momento que determinaron buscar la salida al Océano Atlántico rumbo a Panamá.

Días después retornaron a Costa Rica, donde continuaron trabajando en la logística y abastecimiento. En otra ocasión, rehabilitó un transmisor que sirvió para ampliar la señal de las emisiones de la clandestina Radio Sandino. En esta etapa trabajó junto al odontólogo Carlos Argüello Pravia, a quien había conocido en Cuba.

El primer jefe de policía en el Atlántico Sur

En 1979, en medio de la euforia por la victoria al vencer al ejército de Somoza, Edgard Vílchez fue nombrado el primer jefe de la naciente Policía Sandinista en el Atlántico Sur, llamada en esos años Zelaya Central, con asiento en la entonces olvidada ciudad de Bluefields, donde solo se tenía acceso por avión o en barcos. Actualmente el gobierno sandinista ha construido una carretera de concreto hidráulico que le une con el Pacífico.

En esos primeros meses le correspondió lidiar con una brigada de combatientes internacionalistas llamada Simón Bolívar, integrada por ciudadanos de casi todos los países latinoamericanos, entre chilenos, argentinos, peruanos, venezolanos, hondureños, ticos, quienes pretendieron hacer una región independiente, separando la región. La brigada fue desarmada y desmovilizados sus miembros.

Posteriormente fue nombrado jefe nacional de comunicaciones de la Policía Sandinista. Fue llamado al Ministerio del Interior donde trabajó de segundo responsable de comunicaciones. Se desempeñó y especializó en Radio contrainteligencia, de mucha importancia para enfrentar la agresión de la contrarrevolución financiada y organizada por la Central de Inteligencia Americana (CIA) de los Estados Unidos de Norteamérica.

El 7 de octubre, un avión de carga con cuatro tripulantes que despegó del aeropuerto de Ilopango, El Salvador, fue derribado por cohetería portátil (flechas) disparada por jóvenes del Servicio Militar Patriótico (SMP) en la selva de Río San Juan, cuando lanzaba armas y avituallamientos a grupos de contras.

El resultado de ese derribo fue gracias a la buena calidad de la radio contrainteligencia que permitió captar y capturar señales de la presencia del avión, cuyo único sobreviviente fue un mercenario norteamericano capturado, quien se identificó como Eugene Hassenfus, el que se lanzó en paracaídas antes de caer la nave, revelando la intromisión de la CIA en contra del gobierno sandinista.

Vílchez confiesa que después del derribo del avión y de otros operativos que frenaron y pusieron al descubierto las acciones conspirativas de la CIA en Nicaragua, personalmente se sintió satisfecho “útil” de haber aprendido en su entrenamiento las técnicas radiales, las que nunca se imaginó formarían parte sustancial en su vida de luchador revolucionario.

Ciertamente no había logrado coronar su carrera de médico, porque la lucha del FSLN lo convocó a tomar posiciones de alto riesgo, entrenándose para salvar vidas en la guerra, pero desde su posición y conocimientos en inteligencia radial, contribuyó a salvar miles de vidas al evitar que las armas y el avituallamiento llegara a quienes eran portadores de la muerte.

Lo propusieron para subcomandante y le dieron subteniente

Cuando comenzó el ordenamiento de grados en el Ministerio del Interior, alguien lo propuso para el grado de subcomandante por su larga trayectoria y experiencia, no obstante, por intrigas de algunos cuadros intermedios le otorgaron el grado de subteniente.

Una situación parecida ocurrió cuando la entrega de carnet a los militantes del FSLN, en la segunda promoción efectuada en los patios de la Policía Ajax Delgado. A Vílchez lo pusieron ese día de edecán. Sus compañeros que lo conocían desde los años 70 le preguntaban por qué no pasaba a ocupar su sitio y él contestaba “no estoy en la lista, estoy de edecán”.

Mónica Baltodano, quien, al verlo y formularle la misma pregunta, le dijo que esperara su llamada al día siguiente. Fue días después que personalmente ella se apareció a entregarle su carnet de militante del FSLN.

Fue hasta el año 1985, que recibió el ascenso a capitán. En la Dirección General de Seguridad del Estado (DGSE) se desempeñó en la jefatura de personal y cuadros, con responsabilidades en el consejo consultivo, atendiendo a los jóvenes partidariamente.

En 1990 recibió el grado de subcomandante en el MINT. Cuando asumió un nuevo gobierno de derecha, Edgard pasó a trabajar en Migración y Extranjería, como jefe de Personal y Cuadros, con la responsabilidad administrativa financiera encomendada por el comandante y ex compañero de aula en la facultad de Medicina, Luis Armando “el Chiri” Guzmán (q.e.p.d), quien fungía como segundo jefe.

El personaje

Edgard Vílchez Guevara, nació en Managua el 7 de octubre de 1953. Es hijo de Eligio Vílchez Pichardo, quién llegó a Managua huyendo después de darle una paliza a un guardia somocista que lo amenazó con el fusil de reglamento. Su mamá fue doña Concepción Guevara Jarquín, trabajadora del mercado.

Desde muy joven trabajó en la construcción bajo la dirección de su padre. Toda la secundaria la realizó en colegios nocturnos, donde tuvo sus primeras acciones y participación en protestas con la toma de los colegios René Schick y Modesto Armijo.

En los años 90 se graduó en Administración de Empresas. En 1993 se retiró de Migración y Extranjería. En la vida civil organizó la empresa de seguridad de una importante empresa avícola. También organizó y fue jefe de personal y cuadros de una conocida empresa de seguridad privada.

Es padre de 4 hijos, está casado y es abuelo de 5 nietos, con quien disfruta felizmente de su retiro.

2 Comments

  1. Lo conocí cuando era él, del grupo de teatro. No lo ubico mucho en la facultad de Medicina. Tambien lo recuerdo con uniforme del Mint.

    Me parece que ese grupo que se fue a enyrenar a Cuba lo hizo en 1976 pero solo me parece.

  2. Es uno de los compañeros con mayor autoridad moral que conocí en toda mi vida y eso que camine con destacados compañeros, a Edgard lo conocí inicialmente como miembro del MINT cuando llegué a un cumpleaños en 1981 de su primo Pedro Meza otro gran compañero, luego como jefe de personal y cuadros y después de los 90 como jefe en Migración y Extranjería, el maestro Vílchez fue, es y será siempre un tronco no solo de cuadro del sandinismo histórico sino como persona.

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