Frente a la derrota estratégica de los golpistas de la ultraderecha nicaragüense, el imperio yanqui recurre más activamente a la OEA como instrumento injerencista y golpista contra Nicaragua, injerencismo que igualmente será derrotado con la unidad patriótica del pueblo nicaragüense.
Fredy Franco (*)
La OEA, en flagrante violación a sus propias normas y procedimientos frente a la crisis que vive Nicaragua, ha actuado de manera atropellada, injerencista y en violación a la soberanía de nuestro país. No está preocupada por el pueblo de Nicaragua, como dice en sus declaraciones, sino está ocupada en cómo derrocar al gobierno legal, constitucional y legítimo que encabeza el presidente de la Republica, comandante Daniel Ortega.
Los grupos políticos, medios de comunicación, cúpula empresarial, ONG’s y otros, continúan con sus acciones desestabilizadoras y ahora se aferran principalmente al factor externo como tabla de salvación; lo que no pudieron lograr internamente con su estrategia violenta y criminal ahora esperan que el imperio les permita lograr los objetivos de llegar al poder en beneficio de los grupos oligárquicos vendepatrias y antipopulares.
Es lo que históricamente ha hecho la derecha en la historia de Nicaragua: de traer o subordinarse al amo extranjero. Así lo hicieron los liberales a mediados del siglo XIX cuando trajeron a los filibusteros encabezados por William Walker; así lo hicieron los conservadores a inicios del siglo XX cuando trajeron la intervención estadounidense con los marines yanquis.
Así los hicieron liberales y conservadores contra Sandino y para apoyar la instalación por los yanquis de la dictadura somocista; así lo hicieron para traer la intervención en los años 80 contra la Revolución Sandinista; se entregaron en cuerpo y alma los gobiernos neoliberales a los dictados yanquis; y ahora, cuando el gobierno sandinista ha traído la paz y el progreso a Nicaragua, pretenden -a cualquier costo- detener este avance y para ello se subordinan a la política imperial de los Estados Unidos.
Cinismo y descaro imperial
Son esos mismos vendepatrias que han hecho lobby en Estados Unidos para perjudicar al pueblo de Nicaragua a través de sanciones económicas, como la que se pretende con la iniciativa de Ley conocida como Nica Act; son esos mismos que se reúnen con la ultraderecha miamense implorándole acciones injerencistas; son esos mismos que reciben millones de dólares de organismos estadounidense como la Usaid, la NED y otros para usarlos en la desestabilización, la violencia y el golpismo en Nicaragua.
La OEA ha reafirmado su rol de instrumento intervencionista de los Estados Unidos contra las naciones y pueblos que han decidido un camino soberano y progresista. Es el propio gobierno de Estados Unidos que ha impulsado el famoso Grupo de Trabajo con propósitos intervencionistas, sin tener en cuenta –claro está- al país concernido que es Nicaragua.
El Gobierno de Nicaragua, claro de la acción injerencista que representa dicho Grupo de Trabajo, ha declarado oficialmente que no es bienvenido al país y no se les dejará entrar, todo en uso de su legítimo derecho a la defensa de la soberanía.
El cinismo y descaro imperial –y la de los países que le hacen coro- es tal que ahora están preocupados de la democracia y los derechos humanos en Nicaragua, cuando en sus países no lo cumplen; ven la basura en el ojo ajeno y no se ven la viga que tienen en el propio, tanto la de ellos como la de muchos países de América Latina y El Caribe.
Pero este descaro es aún mayor cuando es precisamente la política injerencista de los Estados Unidos, en apoyo a los grupos políticos de ultraderecha en Nicaragua, la que provocó la crisis, la situación de violencia y desestabilización
en estos últimos meses con el propósito de derrocar a un gobierno electo democráticamente con el 72% de los votos; son los impulsores de la estrategia de “golpe suave” que provocó casi 200 muertos en el país, una profunda destrucción a la infraestructura y una gran afectación económica y social.
Todo esto pese a la buena voluntad del Gobierno de Nicaragua, que ha venido trabajando con la OEA desde hace años en el tema de la democratización y fortalecimiento institucional, particularmente para perfeccionar y actualizar aspectos del sistema electoral, para lo cual se construyó una hoja de ruta, acuerdos y prácticas que se pretenden obviar, cuando realmente el gobierno sandinista ha sido el más preocupado y ocupado por el perfeccionamiento democrático del país.
La buena voluntad del gobierno sandinista
Fue el gobierno sandinista el que invitó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para coadyuvar –junto a las instituciones del Estado nicaragüense– al esclarecimiento de la violencia y los muertos generados en la coyuntura iniciada el 19 de abril 2018.
Luego se asumieron las recomendaciones de la Comisión después de su primera visita. A continuación se firmaron
acuerdos entre el Gobierno de Nicaragua y la OEA-CIDH para contar con el apoyo de un Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, para contribuir técnicamente a la investigación y esclarecimiento de las muertes de estos episodios violentos vividos.
Pocos países del continente demostrarían tanta buena voluntad y anuencia como lo ha hecho el Gobierno de Nicaragua para que resplandezca la verdad y la justicia sobre los hechos violentos y terroristas que provocaron muerte y destrucción. El gobierno de Nicaragua no tiene nada que esconder y por eso se dieron esos pasos.
Sin embargo, la CIDH no ha jugado un papel profesional, objetivo y constructivo, sino un rol injerencista y politiquero a favor de los sectores golpistas del país. A pesar de todas las facilidades que les ha dado el Estado nicaragüense, ellos solo han escuchado y visto una parte de los hechos, usando fuentes sesgadas e inventadas, haciendo informes sin fundamentos y completamente parcializados, exagerando cifras y obviando las destrucciones y la muerte de sandinistas, policías y gente que nada tenía que ver con el conflicto.
Por tanto, la acción de la CIDH en Nicaragua ha perdido totalmente legitimidad y vigencia, tanto por su acción indebida en el país como porque ha violado los propios instrumentos normativos que la sustentan como organización, y también porque violaron los acuerdos firmados con el propio Gobierno de Nicaragua.
Injerencismo derrotado con la unidad
Nuestro país, en el marco de su soberanía y con sus instituciones nacionales (Policía, Fiscalía, Procuraduría, Comisión de la Verdad), continuará con su labor investigativa para esclarecer las trágicas muertes sucedidas y determinar las responsabilidades que correspondan. Con ello se hará justicia para todas víctimas de la violencia terrorista y golpistas que sufrieron muchas familias nicaragüenses.
Nicaragua seguirá trabajando con la OEA, por otro lado, si se respeta la soberanía y los acuerdos suscritos para continuar en la ruta del perfeccionamiento electoral que nos lleven a las elecciones del 2021 en mejores condiciones técnicas, tecnológicas, organizativas y legales.
Nicaragua seguirá defendiendo su soberanía, seguirá divulgando a lo interno y en el campo internacional la verdad de lo que ha sucedido y sucede en Nicaragua; en ese sentido el Presidente de la Republica ha brindado varias entrevistas a cadenas internacionales para contribuir a desmentir las falsedades y tergiversaciones de lo que ha sucedido y sucede en Nicaragua.
Nicaragua seguirá dando la batalla y llevando la verdad al mundo, a todas las naciones, a los organismos internacionales, a los amigos de Nicaragua, para que se sepa que lo que hubo en Nicaragua fue un intento de golpe de Estado, usando violencia terrorista y criminal, guerra psicológica, y que las muertes y destrucciones fueron provocadas en ese contexto por los golpistas.
El injerencismo históricamente ha sido derrotado en Nicaragua con la unidad nacional, con la unidad sandinista y por eso, todas las acciones y presiones imperiales a través de la OEA serán derrotadas una vez más, y con ello preservaremos nuestra soberanía y el derecho del pueblo nicaragüense a vivir en paz.
(*) Cientista Social e Historiador. Profesor
Titular UNAN Managua.