La presencia de Cuba en la lista estadounidense de patrocinadores del terrorismo demuestra que Washington es la principal fuente del sistema internacional de noticias falsas y que la infamia de la que Estados Unidos es vehículo no tiene límites.
por: Fabrizio Casari
Acusar a Cuba de patrocinadora del terrorismo es una negra paradoja, un insulto a la lógica, una afrenta a la verdad. Revela el abstrusismo fáctico y la función exclusivamente político-propagandística de las listas elaboradas por Washington, que al exibir su instrumentalidad política indican su total falta de fiabilidad desde el punto de vista jurídico.
Cuba es la víctima del terrorismo, no su patrocinador. Los cientos de atentados contra su Líder histórico e inmortal, el Comandante Fidel Castro Ruz, han sido ampliamente relatados y desclasificados por los archivos secretos de la CIA, pero hacia Cuba el terrorismo ha utilizado todos los medios: desde la invasión de su territorio hasta la contaminación de cultivos agrícolas, hasta la propagación de agentes patógenos virales hasta el derribamiento de un avión civil con 74 inocentes en Las Barbados, desde bombas en hoteles y infiltración de terroristas hasta el secuestro de aviones y barcos civiles, desde el intento de ametrallamientos en playas cubanas hasta lo de bombardearla con aviones turísticos operados por terroristas a sueldo de organizaciones anticubanas radicadas en Florida. Esta es la política de EEUU hacia Cuba: una horrenda mezcla de bloqueo y terror, ni más ni menos.
La historia habla por sí misma y las acusaciones propagandísticas no pueden invertir la narración y la propia crónica. Cuba no patrocina el terrorismo, sino que lucha contra él por considerarlo un enemigo acérrimo. No existen pruebas ni la más mínima documentación que respalde tan infame acusación, que responde al interés exclusivo de Estados Unidos, pero en cambio existen miles de documentos y denuncias que demuestran que Cuba ha sido y es la principal víctima del terrorismo promovido y dirigido, financiado y apoyado por los gobiernos de Estados Unidos ininterrumpidamente desde 1959 hasta nuestros días.
Cuba nunca ha organizado, financiado, dirigido, deseado o siquiera tolerado una acción terrorista. Por el contrario, ha sido, y sigue siendo, el blanco del terrorismo patrocinado por Estados Unidos, por iniciativa directa de bandas terroristas-mafiosas con base en Miami formadas por exiliados cubanos y otra gentuza recogida en los Everglades de Florida e inspirada y permitida por el gobierno de Estados Unidos. En virtud del sistema de normas y regulaciones que sustenta el bloqueo contra Cuba, la Fundación Nacional Cubano-Americana y otras organizaciones vinculadas a ella, obtienen cuantiosos beneficios que también son utilizados para apoyar campañas electorales en Florida y Nueva Jersey, constituyendo así un poderoso voto de intercambio entre intereses tan convergentes como opacos, ilegales e inmorales.
Señalar a Cuba como patrocinadora del terrorismo forma parte de una estrategia con objetivos políticos pero también con implicaciones administrativas internas de EE.UU., pues la acusación por un lado permite la virtual extensión al mundo entero del bloqueo gringo, por otra parte permite superar obstáculos de carácter técnico-administrativo y de política interna; lo que sirve para poder mantener, a costa de los contribuyentes estadounidenses y en perjuicio de la comunidad internacional, el criminal bloqueo genocida que ha sido y sigue siendo la única política de EE.UU. hacia la isla.
No hay ni un país en el mundo que crea que Cuba fomente terrorismo. Cuba ha sido maltratada pero nunca domada; ha sido amenazada, atacada y agredida pero nunca derrotada. Ni siquiera el bloqueo más largo, anacrónico y criminal que recuerde la historia moderna y contemporánea ha servido para algo. Quedará la frustración por haber perdido su sala de juego y su garito caribeño, adjudicados a la mafia italoamericana en el pacto más vomitivo entre un Estado y el crimen organizado jamás conocido. No hay ninguna posibilidad de que Cuba sea tomada militarmente, políticamente o por hambre y sed. La isla del orgullo ha visto a decenas de presidentes norteamericanos y jefes de la CIA presentarse a las elecciones jurando doblegar a Cuba y terminar sus mandatos doblegados y con Cuba en pie. Lo mismo ocurrirá con sus listas negras. Morirán de rabia pero la historia no retrocederá.