Por: Josseline Yaleska Berroterán*
De la misma forma que hace más de 200 años la ilustración y los discursos de progreso, libertad e igualdad permearon el imaginario colectivo de la América colonial, impulsando movimientos independentistas, en la actualidad; las ideas de una derecha reaccionaria y radicalizada han alcanzado el espacio ideológico de la región para establecer discursos “liberadores” del sistema.
El surgimiento de movimientos y partidos de derecha radical tuvieron su origen en Europa y se han expandido de manera significativa por el continente americano, el siglo XXI ha sido testigo de la construcción de narrativas y discursos políticos cada vez más extremistas.
Para hablar de estas corrientes ideológicas es necesario identificar sus principales características, por un lado, emiten discursos que exaltan el nacionalismo como instrumento de defensa para las mayorías “amenazadas”, además se revisten de un populismo que pretende fragmentar a la sociedad entre una elite política-económica y el pueblo a quienes las élites abandonan, mientras que una tercera característica puede ser la adopción de un estilo de gobierno autoritario, mismo que es justificado constantemente como una necesidad para liberarse de un enemigo que en muchas ocasiones es sobredimensionado (Inmigrantes, inseguridad, políticos, entre otros).
El ascenso de la derecha radical en América se puede ubicar con el triunfo de Donald Trump en EE.UU durante las elecciones del 2016, posteriormente Jair Bolsonaro en Brasil obtiene la victoria electoral en 2019 y durante el ciclo electoral 2018-2024, América latina experimenta un giro político hacia gobiernos de derecha o derecha radical, convirtiéndose en una tendencia ideológica de diferentes niveles y con sus propios matices.
Esta tendencia se puede ejemplificar con los escenario de El Salvador en 2019, con la victoria de Nayib Bukele, Chile en 2021, en donde el candidato por la derecha radical Antonio Kast obtuvo el segundo lugar con el 44% de los votos, Costa Rica en 2022 tras el triunfo de Rodrigo Cháves, quien prometió ser “el cambio radical para la política tradicional” de su país, Argentina en 2023 cuando asume la presidencia el libertario-anarquista Javier Milei, en Paraguay ese mismo año llega al poder Santiago Peña, un político conservador y más recientemente en 2024 Ecuador lleva a cabo elecciones adelantadas, en las que resulta electo el empresario Daniel Noboa y diseña un arquetipo político similar al de Bukele, emulando juventud, distanciamiento de la política tradicional y una fuerte política de control y seguridad nacional.
Si bien es cierto que no todos los políticos antes mencionados se autodefinen como derecha radical, si es verdad que comparten valores identitarios con la derecha global que ha encontrado un cause y devenir histórico en la radicalización de sus propuestas políticas con el fin de canalizar la insatisfacción de la población, en su mayoría jóvenes. En el caso de América Latina, donde el mayor grueso demográfico se encuentra entre las edades de 10 a 34 años, esto se traduce en un mercado electoral en potencia estratégico y llamativo.
Necesarias sospechas
De la misma manera en la que la sociedad avanza, las técnicas y estrategias de dominación evolucionan hacia otras más complejas que abarcan la subjetividad y juegan con el espacio digital de la nueva sociedad virtualizada, las formas de legitimar el poder y ejercerlo se adaptan a esos cambios y encuentran maneras de impulsar agendas internacionales. En ese sentido, se puede al menos sospechar que el auge y esparcimiento de la derecha radical está asociada a nuevas formas de dominio y herramientas propicias para desarrollar agendas injerencistas en aquellos territorios distanciados de los centros de poder en declive.
En América Latina los grupos políticos de derecha tradicional habían estado rezagados en cuanto a su capacidad de representatividad y credibilidad, sin embargo, en el momento histórico que vivimos, se observa que la tendencia hacia figuras políticas excéntricas y gobiernos disruptivos que pretenden desmarcarse de cualquier partido tradicional, terminan compartiendo las características de esa derecha radical y reaccionaria que se extiende por diferentes latitudes.
Los discursos de libertades exaltadas, nacionalismos proteccionistas, oposición a ideas globalistas como igualdad de género, feminismo, derecho al aborto o cambio climático, se han convertido en el denominador común de estas figuras políticas. Por otro lado, personajes como Javier Milei, Rodrigo Chávez, Daniel Noboa y Bolsonaro en su momento, manifestaron sus pretensiones a plegarse hacia la política exterior estadounidense, lo que implica una vía de comunicación directa y un canal de apertura hacia territorios estratégicos por sus recursos.
En política cada acción tiene una intención, sobre todo cuando las acciones pueden desencadenar consecuencias que no pueden obviarse por ingenuidad. Por ejemplo, el reciente intento de golde de Estado en Bolivia (mayor reserva de litio en el mundo), la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Ecuador y México (en un contexto electoral y considerado una de las principales economías de la región), los encuentros de Milei con la Jefa del comando sur estadounidense (misma que aseveró que no podían permitir la presencia de Rusia y China en A.L), el acercamiento político y diplomático entre Javier Milei y Nayib Bukele (ambos dos figuras relevantes por su capacidad mediática y atractores de segmentos jóvenes) y los viajes continuos de Daniel Noboa hacia EE.UU en medio de una crisis de inseguridad y violencia, se han convertido en eventos que aparentemente se encuentran aislados entre sí, pero que implican a los mismos actores en una secuencia cronológica estrecha y en un ambiente pre-electoral específico (EE.UU).
Estos coinciden con un periodo en donde el país del norte ha visto desgastadas y amenazadas sus relaciones por el acercamiento de otros actores relevantes como Rusia y China, en un contexto internacional de reorganización de las fuerzas y del tablero político. Como en otros momentos de la historia, EE. UU pretenderá ejercer el mayor control necesario en su histórica “zona de influencia”, por ello es importante prestar mayor atención a los acontecimientos que surjan en lo sucesivo, puesto que en política toda acción tiene una intención.
¿Qué tanto se ha involucrado EE. UU en la gestión del surgimiento de una derecha radical en A.L? o acaso ¿es esta una nueva estrategia destinada a promover la injerencia en la región?
*Politóloga y docente, especializada en Comunicación y Marketing Político.
Excelente escrito.
En este momento es oportuno el escrito, cuando los
Estados Unidos están en un franco colapso de sus estructuras de poder.
Quieren garantizar su control en América Latina.
Hoy utilizan la tecnología para implantar en la mente de los pueblos su manera de entender la democracia, libertad etc. Totalmente vacío de contenido.
Es la guerra cognitiva. El nuevo teatro de operaciones es la mente humana.
Atte.
Gracias por leer mi escrito, agradezco sus comentarios. Concuerdo con usted, estamos frente a la guerra cognitiva y la lucha por el relato.