Dạvid Gutiérrez López
Hace 45 años, en los años 70, ¿quién hubiese sospechado que en la casa del jefe político de Masaya, autoridad que representaba al Partido Liberal Nacionalista (PLN), hombre de confianza del dictador Anastasio Somoza Debayle, se ocultaban guerrilleros, archivos, armas y explosivos del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) para combatir a la Guardia Nacional (G.N)?
Luis González era el nombre del jefe político quien, arriesgando su propia vida y la de su familia, colaboraba facilitando su casa, para albergar a los muchachos, en esos tiempos, cuando los sandinistas enfrentaban a la guardia con todo tipo de armas, principalmente las poderosas y temidas bombas de contacto.
Glauco Robelo, entonces jefe militar y responsable de la Unidad de Combate Rufo Marín, en Masaya, fue quien asumió la delicada tarea de reclutar al hombre de confianza de Somoza. En una ocasión previo a la insurrección, Glauco, conocido como el número uno, cuando intentaba introducir al garaje de la casa un pequeño automóvil propiedad de Angelita Valle, cargado con 30 carabinas, de pronto observó un destacamento de soldados que marchaban a ambos lados de la calle seguidos de varios jeeps.
Cundía el pánico, el temor y la tensión entre todos. Adentro se encontraba escondido el periodista Roberto Sánchez Ramírez y otros compañeros preparando unas 300 bombas de contacto. “No podía hacer nada, recuerda Glauco, entonces me senté al lado del jefe político y su esposa”, mientras pasaba la caravana.
Al momento que el jefe de los guardias, con rango de mayor, pasó frente a la casa de Luis González, donde nos encontrábamos sentados, se detuvo y se cuadró militarmente expresando: “Señor jefe político permiso para avanzar”, evoca Glauco esa riesgosa anécdota, entre muchas vividas durante su agitada vida guerrillera.
El automóvil cargado con las carabinas y municiones en la valijera que por poco rozaban el suelo, estuvieron en las narices de los soldados, pero prevaleció la calma y cordura de todos, sin dar espacio a la sospecha de lo que se ocultaba. El jefe y otros oficiales que dirigían a más de 30 guardias continuaron su marcha después de recibir el “proceda”.
Garantizar comida a más de seis mil replegados
Masaya fue liberada el 23 de junio de 1979 tras fieros combates en la ciudad, contando hasta con fuerzas del Consejo de Defensa Centroamericano (Condeca), que aglutinaba a los ejércitos del área gobernados en esos tiempos por militares. Los guardias salieron del cuartel protegidos por tanquetas y una valla humana de prisioneros que garantizaba que los guerrilleros no les atacaran. Se refugiaron en la fortaleza de El Coyotepe, a 360 metros sobre el nivel del mar.
Poblados como la Concha, San Juan de Oriente, Catarina, Pio XII, Nandasmo, Niquinohomo, se encontraban liberados luego que las fuerzas insurrectas los sacaran a balazos dejando abierto un corredor para movilizarse.
Desde el Coyotepe, la guardia disparaba morteros de 120 mm hacia la ciudad, en tanto, los aviones bajaban en picada ametrallando las calles y barricadas por donde se parapetaban los insurrectos, rememora Enrique Espinoza Peña, conocido con el seudónimo del 9, actual viceministro del Trabajo, originario de Monimbó, Masaya y combatiente junto a Glauco en la guerra de liberación.
El somocismo contaba con personas que se infiltraban y que podían pasar desapercibidas entre las trincheras sandinistas, quienes orientaban a la aviación de la guardia para ubicar los sitios donde se concentraban los guerrilleros. Enrique recordó a una vendedora de cajetas, que usando un espejo enviaba señales luminosas a los pilotos que luego atacaban en picada las barricadas.
Espinoza Peña, de manera accidental estuvo a punto de eliminar a su jefe Glauco, cuando lo confundió con un guardia, disparándole varias ráfagas de fusil. Ocurrió que Glauco se vistió con el uniforme, botas y pertrechos recuperados de un soldado a quien le acertaron un disparo de fusil en medio de la frente, generando la confusión. La guardia era el principal abastecedor de armas, uniformes y botas de la guerrilla cuando, después de abatirlos en combate, se los recuperaban.
La unidad en la acción garantizó la victoria
Cuando el Frente Interno de Managua dispuso replegarse hacia Masaya, después de 17 días de resistencia y empantanamiento de las tropas somocistas en la capital, ante la falta de municiones, delegaron a dos emisarios para comunicarlo al Estado Mayor de la ciudad de las Flores. Marcos Valle, “el Llanero” y Enrique Miranda Jaime, llevaron la orientación directa originando una rápida organización para alojar y darles de comer a más de seis mil personas que estarían replegándose.
Los replegados parecían “zombis” cuando entraron los primeros a Masaya, describe Enrique Espinoza Peña, producto del cansancio, el desvelo y la falta de alimentos.
La marcha iniciada la noche del 27 fue dirigida por los comandantes Carlos Núñez Téllez, William Ramírez, Joaquín Cuadra, Ramón “Nacho” Cabrales, Marcos Largaespada y Javier López, entre otros jefes militares.
“Los recibimos con carne asada y chicha”, refiere Glauco al mencionar que, para organizar la preparación de los alimentos, delegaron al compañero Ramón Cortez, “Moncho Gato” quien al frente de una treintena de colaboradores se dedicaron a cocinar enormes peroles de arroz, frijoles y tortillas para darles de comer a todos los que llegaban al Colegio Salesiano, donde se alojaban al menos 2 mil 500 replegados, y el resto fueron ubicados en otros refugios de la ciudad.
Todos esos alimentos los donó el señor Domingo Bolaños Gayer, (hermano del expresidente Enrique Bolaños), quien le dijo claramente a Glauco, con mucha honestidad, que él era antisomocista, no sandinista, pero que colaboraba con ellos únicamente para ver caer a la dictadura.
La emboscada de la Olla de Barro
El 17 de abril de 1979 en una acción unitaria de las tres tendencias del FSLN, emboscaron a un convoy de guardias somocistas que se dirigían a reforzar a las tropas estacionadas en Cibalsa, Rivas, frenadas por la guerrilla del Frente Sur. 17 bajas sufrieron los guardias, una gran cantidad de heridos y todas las armas y pertrechos fueron recuperados. Se lamentó la caída en combate de Henry Bermúdez y Aníbal Galán.
Con esta acción, el corredor de abastecimiento de la guardia fue paralizado y golpeado enérgicamente por los victoriosos guerrilleros sandinistas que desde la noche del 18 de julio marcharon hacia Managua, donde esperaban entablar el combate final. Los desmoralizados guardias emprendieron la huida abandonando armas y uniformes en las calles. La dictadura somocista había caído.
La GPP se tomó la casa de Cornelio Hüeck por orden de Glauco Robelo me responsabilizó de esa casa, principalmente de los archivos. La misión era detectar a los orejas y esbirros de Cornelio. Verdaderamente en esos archivos es inimaginable como actuaba la corrupción del Somocismo. Si se detectaron orejas y se enviaron al tribunal del pueblo, la compañera Amelia Tiffer, era la responsable, teníamos ordenados los archivos, desgraciadamente los compañeros del repliegue de refugiaron en esa casa y perdimos los archivos. Espero revelar (escribir) muchos hechos contenidos en esos archivos.
Es importante aprender como sucedieron y acontecieron, la libertad de nuestro pais, algo que es memorable, y que a esas personas que participaron darles el lugar que merecen, y no darles las espaldas como hay veces pasan, el politico de un barrio, debe interesarse en conocer y hacer que participen en la bienandanza de los barrios. Eso es fundamental
El FSLN , fue la fuerza que liberó Nicaragua , costo
muchas vidas que no se deben olvidar .
Glauco Robelo , fue de los principales cuadros
que tenia y tiene el FSLN.
No hay que olvidar la historia