- En las protestas retaba a los guardias somocistas
- Quemó una bandera yanqui en el centro de Managua
- Miró los cuerpos mutilados y castrados de los héroes de Nandaime
David Gutiérrez López
Mientras la muchacha arengaba a sus compañeros estudiantes a no moverse de la calle donde protestaban contra los atropellos de la dictadura somocista, también retaba a gritos a los guardias de varias patrullas comandadas por un criminal teniente llamado Ronald Sampson, tío de la amante del dictador Anastasio Somoza.
Isabel Turcios Arróliga, en aquel momento una adolescente, cuando cursaba el cuarto año de bachillerato en 1969, era la menuda joven estudiante quien luciendo su uniforme del Instituto Miguel Ramírez Goyena, conocido escuetamente como el Goyena, enfrentaba a los militares sólo con el poder de la palabra, resistiéndose junto a sus compañeros a continuar firmes en la protesta.
En respuesta, el jefe militar ordenaba lanzar bombas lacrimógenas para dispersar a los chavalos, quienes, tras correrse, la mayoría ingresaba a su centro de estudio en medio de una densa nube de humo y algunos disparos, en tanto, otros se refugiaban en viviendas o pulperías cercanas.
Los estudiantes del antiguo Instituto Ramírez Goyena frecuentemente escenificaban demostraciones de protesta en la calle frente a su edificio en contra de los actos de barbarie cometidos por la dictadura somocista, los cuales se tornaban violentos ante la presencia de las patrullas de la guardia nacional quienes llegaban con la misión de disolver las protestas a palo y plomo.
Quemando la bandera yanqui
El ocho de julio de 1968, el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson (1963-1969) arribó a Nicaragua como parte de una visita por la región centroamericana. Mientras en la pista del aeropuerto, entonces llamado Las Mercedes, actual Augusto C. Sandino, el dictador general Anastasio Somoza Debayle montó un recibimiento con estudiantes de primaria que agitaban banderitas de Estados Unidos y Nicaragua; en el centro de Managua se escenificaba una protesta de repudio a su presencia.
Cuando Somoza elogiaba a su protector en un discurso protocolario, estudiantes universitarios y de secundaria en su mayoría del Goyena realizaban una protesta de repudio y rechazo al 36 presidente estadounidense que llegaba en visita oficial.
En medio de la multitud de los muchachos, de pronto se subió al toldo de un automóvil Isabel Turcios portando una bandera de los Estados Unidos a la que le prendió fugo entre los aplausos y gritos de los manifestantes, en una clara demostración de rechazo a los yanquis y sus tropas de intervención, los mismos que el primero de enero de 1933 salieron de Nicaragua por el Puerto de Corinto derrotados por el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN) dirigido por el general Sandino.
La concentración realizada frente al entonces Gran Hotel, (edificio actualmente en pie esquina opuesto al Palacio Nacional) fue disuelta por patrullas de la Guardia Nacional (G.N) cuyos guardias armados del fusil Garand, amenazaban a los rebeldes muchachos con descargarles un culatazo o un balazo. Los chavalos burlaban la persecución en veloces carreras confundiéndose entre la gente que transitaba por la entonces Avenida Roosevelt.
De la juventud socialista al FER
Nació en un hogar donde se conspiraba contra la dictadura de Anastasio Somoza. Su padre Pedro Turcios, era un reconocido dirigente obrero y secretario general del Partido Socialista, que la mayor parte del tiempo la pasaba encarcelado, mientras su mamá se las ingeniaba para darles de comer a nueve hijos y algunos invitados que llegaban a su casa en el reparto Las Palmas, muy cerca de la mansión de doña Violeta Barrios de Chamorro, ex presidenta de Nicaragua.
Cuando Pedro estaba encarcelado o era buscado por los agentes de Somoza, la mamá de Isabel, doña Alicia, realizaba tejidos que los vendía para sustentar los gastos del hogar. “Yo no sé todavía como hacía mi mamá para darnos de comer”, comenta con nostalgia y recuerdo esta mujer de 71 años, ahora.
A su casa, una de las permanentemente vigiladas por la seguridad de Somoza, llegaban Oscar Turcios, el profesor Ricardo Morales Avilés y otros luchadores antisomocistas. En una ocasión su papá llevó a Carlos Fonseca Amador, quien pasaba todo el día en un cuarto de la casa escribiendo en una pequeña máquina de escribir mecánica.
Isabel se inició políticamente participando en la Juventud Socialista, brazo juvenil del Partido Socialista. Por orientaciones e insistencia de su primo hermano Oscar Turcios, entonces miembro de la Dirección Nacional histórica del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ella finalizó participando en el Frente Estudiantil Revolucionario (FER), la antesala para entrar al FSLN.
Al ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN- Managua) fue contactada por el compañero René Núñez Téllez, integrándose al FER a una célula en la que participaban Bayardo Arce (posterior miembro de la Dirección Nacional del FSLN), René Vivas (ex jefe de la Policía Sandinista) y el poeta Francisco de Asís “Chichi” Fernández (ex director de las penitenciarías después del triunfo de la Revolución).
Una de las primeras tareas asignadas por la organización estudiantil a la “Chabela”, fue lanzarse como candidata a la presidencia de Estudios Generales, para ello iniciaron una audaz campaña de promoción y presentación en las aulas del recinto universitario. Ganó las elecciones y desde ese momento ya estaba participando organizadamente en las luchas por arrancarle a la dictadura, el 6 por ciento del presupuesto nacional para la universidad.
De igual manera participaba y movilizaba a sus compañeros a las tomas de las iglesias, reclamándole a la dictadura libertad para los prisioneros políticos, en esos años, estaban presos entre otros, los sandinistas José Benito Escobar, Daniel Ortega, Jacinto Suárez, Leopoldo Rivas Alfaro, Manuel Rivas Vallecillo “Negro Alí”, Lenín Cerna Juárez y Carlos Guadamuz.
Captura, golpiza y prisión
En ocasión del Día Internacional de los Trabajadores, el primero de mayo del año 1970, la organización orientó a sus miembros, participar en la concentración que los obreros conmemoraban ese día, para repartir propaganda, unas papeletas del Frente Sandinista. Ella, junto a una compañera caminaban en la calle cuando se acercó un jeep con guardias. Previniendo ser capturada, corrió, pero fue atrapada por un soldado que intentaba subirla a la patrulla. “Los guardias me querían subir, pero yo no podía, porque estaba paralizada de pánico”, revela “Chabela”. Su acompañante logró escapar.
Finalmente la subieron al jeep y ella llevaba todavía un rollo de papeletas alusivas al Frente Sandinista, que no soltaba. El tránsito por las calles de Managua le podría haber parecido eterno, pero momentos después estaba entrando en la cárcel de El Hormiguero, una antigua fortaleza ubicada en una de las esquinas de la Avenida Roosevelt. Antes de llegar, valientemente soltó las papeletas que volaron libremente por el aire.
Su captor era el temido Ronald Sampson a quien años antes había enfrentado verbalmente en las manifestaciones frente al Goyena. Afirma que le colocaron una sucia capucha sobre su cabeza, la que utilizaban para que los prisioneros no conocieran a sus verdugos. La capucha fue una constante después del ajusticiamiento del mayor torturador de la guardia sargento Gonzalo Lacayo, el 23 de octubre de 1967.
En el interrogatorio las preguntas giraron siempre sobre el paradero del dirigente y guerrillero sandinista Oscar Turcios. ¿Dónde está Oscar? La pregunta repetida una y otra vez y la respuesta la misma…” yo no sé dónde está”.
En los métodos de interrogación, los guardias utilizaban la dureza y la suavidad. Sampson era el duro, golpeador, gritón, en tanto, un capitán Orlando Hislop Mercado hacía el papel del suave. A Isabel le hablaba intentando convencerla de abandonar a los compañeros del FER y el FSLN.
Ese histórico primero de mayo también capturaron y mantuvieron incomunicada a la periodista Ada Luz Monterrey, al igual que otros ciudadanos que la dictadura tenía “fichados” como subversivos y “agentes del comunismo internacional”, como acostumbraban calificarlos.
Isabel recuerda que mientras estaba prisionera, escuchaba noticias a través de un radio receptor que un guardia mantenía encendido, mientras custodiaba a los presos. Una vez escuchó la voz de su padre dando declaraciones a un noticiero denunciado que su hija estaba privada de libertad, bien golpeada y exigía su inmediata liberación, lo cual a ella le alegró y reconfortó su espíritu de lucha.
Los estudiantes universitarios realizaban constantes movilizaciones exigiendo la libertad de su compañera de la UNAN, quien además era la presidenta de Estudios Generales, a lo que posteriormente le llamaron la Preparatoria. Tres meses después logró su libertad ante el empuje y lucha sin cuartel del movimiento estudiantil.
Formación revolucionaria de Ricardo Morales Avilés
Cuando ingresó a la Escuela de Psicología de la UNAN, recibió clases y formación de varios profesores simpatizantes del Frente Sandinista y con sólidos conocimientos de la teoría científica, entre otros José Pasos Marciaq y el psiquiatra Humberto López.
Pero el que más influyó en su formación política revolucionaria fue Ricardo Morales Avilés, quien a criterio de “Chabela” era el más exigente, pero a la vez el más fraterno. “Te abordaba con respeto, con ternura cuando te hacía una crítica, pero también actuaba con firmeza, dureza y exigencia”, rememora, al hablar de su maestro con cariño, el que posteriormente fue miembro de la Dirección Nacional del FSLN asesinado junto a Oscar Turcios, en Nandaime en septiembre de 1973
Otra persona que influenció en su firme formación sandinista, fue el compañero René Núñez Téllez, quien la reclutó inculcándole valores y firmeza ante las más duras circunstancias que se enfrentaban en esa época los militantes sandinistas, perseguidos, encarcelados, torturados, sufriendo hambre y calamidades.
Por su actividad en el FER, Isabel sostenía reuniones de trabajo con los compañeros de León, hasta donde viajaba en algunas ocasiones para coordinar tareas con Omar Cabezas, René Núñez, Edgard “La Gata” Munguía, también participaban los de la célula de Managua, Bayardo Arce, William Ramírez, entre otros.
Conspirando con las madres de los presos sandinistas
Una de las labores realizada por Isabel Turcios, junto a Manuel “pelota” Morales, fue garantizar y facilitar la movilización de las madres de los presos políticos sandinistas que cumplían condena en la penitenciaría La Modelo, en el municipio de Tipitapa. Isabel se inscribió como pariente de José Benito Escobar, entonces miembro de la Dirección Nacional del FSLN, un hombre duro, incansable e inclaudicable. Todos los domingos del mundo viajaba con las madres hasta Tipitapa y era un calvario aquella caminata desde un punto de la carretera hasta la entrada del penal para las señoras, algunas de edad avanzada, que llegaban a visitar a sus hijos cautivos y llevarles algunas comidas.
Recuerda a doña Lidia Saavedra, madre del comandante y presidente Daniel Ortega, quien estaba preso después de ser capturado el 18 de noviembre de 1967. La larga caminata para estas madres se convertía en fatigosas jornadas, pero el amor de madre rompía y superaba todos los obstáculos físicos.
Para aliviar un poco la viajadera hacia Tipitapa, a doña Lidia le construyeron una pequeña casita en ese poblado de manera que estuviera más cerca del reclusorio donde estaba su hijo Daniel preso.
Además del acompañamiento a las madres de los presos, ella tenía la misión de llevar y sacar información clandestinamente, evadiendo todos los controles y requisas que realizaban los soldados que custodiaban el penal de máxima seguridad.
Los papelitos con fina escritura se introducían en cigarrillos en un trabajo de filigrana. Otro recurso utilizado eran los tubos de pasta dental donde se camuflaba la información, que garantizaba la comunicación entre los sandinistas presos y los que se encontraban en libertad.
Asesinato espeluznante y atroz
El 18 de septiembre de 1973, nueve meses después del terremoto que destruyó Managua el 23 de diciembre de 1972, la Guardia Nacional (G.N) informó en un comunicado de la muerte en enfrentamiento de cuatro reconocidos sandinistas en el tranquilo y apacible poblado de Nandaime, departamento de Granada.
Entre los muertos se mencionaba a los dirigentes Oscar Turcios y el profesor Ricardo Morales Avilés, junto a los militantes guerrilleros Juan José Quezada y Jonathan González. Turcios conocido como “el ronco” y Morales eran miembros del directorio sandinista, los que se encontraban en trabajo organizativo en la etapa de “acumulación de fuerzas en silencio”, después del revés militar de la guerrilla de Pancasán en agosto de 1967.
Los dos miembros de la Dirección Nacional del FSLN fueron capturados la noche anterior de forma casual. Ambos se movilizaban en un automóvil grande y ruidoso por fallas en el escape. Al ser detectados por la guardia, explicaron ser comerciantes compradores de ganado, cuando fueron interrogados por un maletín con dinero y las armas que portaban.
Le dijeron al guardia que le podían dar más dinero que tenían en una casa si los dejaban en libertad. El sargento ambicioso esperó el amanecer para ir a requisar la vivienda que servía de casa de seguridad, se hizo acompañar de dos guardias más y al llegar, fue recibido a balazos por los militantes Jonathán González y Juan José Quezada.
El codicioso guardia pereció en ese enfrentamiento y otro resultó herido. Al conocerse la noticia, la G.N envió patrullas y agentes de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN) encontrándose con los prisioneros Oscar Turcios y Ricardo Morales a quienes interrogaron con saña hasta liquidarlos salvajemente con crueldad y odio desmedido, en un intento quizás de sacarles información.
Sus cuerpos estaban irreconocibles, ensangrentados. Las uñas de sus manos habían sido arrancadas con sadismo y brutalidad, tenían golpes por todo el cuerpo con un color violáceo por la ruptura de los vasos sanguíneos. Cuando le quitaron sus ropas para vestirlos, se horrorizaron al encontrar que habían sido castrados y sus penes mutilados, recuerda Isabel con mucho dolor y todavía con escalofríos ante ese macabro episodio que le correspondió vivir junto a su padre Pedro Turcios.
Cuando don Pedro llegó hasta las afueras de la morgue a reclamar el cadáver de su sobrino, quien para ellos era como un hijo porque se había integrado a la numerosa familia desde muy chavalo, de pronto apareció una limosina que se paró frente a él rodeada de agentes de seguridad. Lentamente se abrió una de las escotillas y apareció el rostro del propio dictador Anastasio Somoza Debayle.
“Te dije Pedro que me entregaras a Oscar y le garantizaría la vida, pero ya ves…”, recuerda Isabel que con descarado sarcasmo le dijo Somoza a su padre desde la comodidad del extenso carro que acostumbraba movilizarse. Pedro, abatido y con el dolor que lo atormentaba sólo atinó a responder al dictador solicitando que ordenara le entregaran el cuerpo del guerrillero sandinista, ex alumno de la Universidad Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba, de Moscú.
Exilio en Costa Rica
Con cien colones como único recurso financiero, Isabel salió por veredas rumbo a Costa Rica, por orientaciones de la organización, luego de los sangrientos sucesos de Nandaime, que ponían en peligro su vida. El día que llegó a San José caía un aguacero. Buscaba la casa de Tita Valle y mientras esperaba que llegara se refugió en el dintel de la entrada principal. No la conocía y le entregó una carta donde le indicaban que le dieran refugio, el que encontró con solidaridad y hermandad.
En la vecina del sur se vinculó en 1975 con dirigentes de la entonces Tendencia Proletaria del FSLN, Jaime Wheelock y Luis Carrión a través de Jacobo Marcos Frech, con quienes desarrolló diversos trabajos en la lucha contra la dictadura somocista.
A la par que desarrollaba el trabajo conspirativo, impartió cátedra de sociología médica en la Universidad de Costa Rica. Antes de 1978 viajó a Cuba a realizar una maestría coordinada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), relacionado al desarrollo de la salud. En Cuba se contactó con el militante Jacinto Suárez y José Benito Escobar, quién le propuso integrarse a la guerrilla en la montaña. Lo pensó y rápidamente le respondió que no. Recuerda que José Benito le dijo que cuando él muriera no lo llorara de tristeza, sino de vergüenza.
Encontrándose Isabel en México se enteró que José Benito Escobar había caído asesinado el 15 de julio de 1978 en una calle de Estelí, producto de la delación de un miembro infiltrado. Relata que por el impacto de la noticia cayó desmayada, recobrando la conciencia en el hospital.
El personaje
María Isabel Turcios Arróliga, conocida en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) como “Chabela” nació en Managua el 3 de abril de 1952. Usó varios seudónimos en su vida conspirativa, siendo el último “Leyla”. Es la tercera de los nueve hijos del matrimonio formado por Pedro Turcios y Alicia Arróliga Juárez, quién falleció a los 45 años de edad.
Desde joven se integró a la Juventud del Partido Socialista, por motivación de su padre, dirigente de ese partido que operaba en la clandestinidad. Por orientaciones de su primo hermano miembro de la Dirección Nacional del FSLN, Oscar Turcios, “el ronco”, se integró al Frente Estudiantil Revolucionario (FER).
En Costa Rica contrajo nupcias con el doctor Rodrigo Gutiérrez Sáenz, médico y catedrático universitario, quien fue candidato presidencial por Pueblo Unido en 1978 y luego de Alianza Popular en 1986.
Al día siguiente de triunfar la Revolución Popular Sandinista, viajó a Nicaragua junto a Humberto Vargas Carbonell, secretario histórico del Partido Comunista, Vanguardia Popular. Su primera misión fue en el Hospital Militar, donde le asignaron la tarea de organizar las especialidades médicas.
Laboró en la Organización Panamericana de las Salud (OPS) en recursos humanos de Nicaragua y Panamá. Ingresó al Consejo Supremo Electoral en la tarea organizativa de los Recursos Humanos.
Es madre de una sola hija, Tamara Caldera Turcios.
Participa en la Unidad de Victoria Electoral (UVE) que lleva el nombre del compañero René Núñez Téllez, quién la inició en el camino revolucionario del Frente Sandinista
Felicidades a la Cra Isabel muy interesante la información para los que no la conocíamos gracias y Bendiciones
Increíble historia de lucha y sacrificio de una mujer y de una familia con valores y principios del sandinismo de siempre.
Muy orgullosa de tus luchas tía Isa, sos una mujer de fuertes convicciones y un modelo a seguir.