Con valores edificados a partir de procesos históricos
17 años del Pueblo Presidente

Xavier Díaz-Lacayo Ugarte (*)

Este enero celebramos 17 años que el sandinismo reconquistó el Poder Popular en Nicaragua, disponiendo la soberanía del pueblo a la cabeza de la restauración de la institucionalidad, la restitución de sus derechos, el rescate y promoción de sus conquistas históricas, así como la transformación socio política y económica del país; colocando al ser humano como centro de sus decisiones de gobernabilidad: El Pueblo Presidente.

Éste articula los mecanismos de la democracia directa participativa, la comunicación ciudadana y la auditoría social; como evidencia del empoderamiento desde el individuo hacia sus familias y comunidades, en un modelo de aumento del bienestar, diferente al capitalismo. Con absoluta auto determinación, goza del tratamiento de respeto entre iguales con otros pueblos, naciones y revoluciones del mundo. En las alianzas internacionales de complementariedad que conforma, aporta la categoría humanística que nos distingue frente a la procura de la vida y la felicidad.

Los atributos del Pueblo Presidente son valores edificados a partir de procesos históricos, algunos contradictoriamente dialécticos, muchos de ellos manifiestos ideológicos y morales que a la fecha distinguen la codificación colectiva de un pueblo aprendido. Éstos son:

– Conservación de la herencia identitaria de la población originaria

Nicaragua mantiene viva la armonía estructurada con la naturaleza y el planeta, desde la cultura y tradiciones de nuestros pueblos originarios hacia el amor por la vida y todas sus especies; en la evolución desde la identidad parcial de raza -india, negra y mestiza- hacia la identidad de nación.

El respeto a nuestras raíces es la principal patente de inclusión para la integración; ritos, creencias espirituales, vocablos, lenguas, idiomas, formas de desarrollo condicionadas por clima y geografía, alimentos, cultivos, territorios emblemáticos, así como figuras ancestrales representativas.

Hoy, para proteger la naturaleza, el medio ambiente y nuestro vivir, se fomenta la conservación del patrimonio natural, respetando los derechos ancestrales de nuestros pueblos indígenas y sus comunidades étnicas, aplicando justicia ambiental y de relaciones del ser humano con su hábitat a favor la Madre Tierra, modernizando las acciones frente la vulnerabilidad del cambio climático y de los desastres naturales, así como los provocados por el descuido del hombre. También políticas contribuyentes a la seguridad humana a través de procurar la seguridad alimentaria y territorial.

– La resistencia al sometimiento colonialista y neocolonialista

De la herencia de la simbiosis del amor de las personas con la naturaleza y su bien vivir, concebida como Bien Común desde que hay registros de nuestra historia, se argumentan las luchas de resistencia contra la invasión de nuestras tierras y formaciones socioeconómicas por depredadores y saqueadores mercenarios pagados por las monarquías europeas desde el siglo XV.

La solidez de sus espadas, la bravura de sus caballos y la brutalidad de su ambición fueron sus duras armas de sometimiento. El arma suave fue la imposición religiosa -absolutamente humana- encima de la espiritualidad precolombina de nuestros antepasados; misma que a través de la oración, la reflexión y la meditación honesta, les había discernido una tierra prometida ubicada en las longitudes y latitudes particulares entre lagos y volcanes: lo que hoy tenemos por Nicaragua.

En emancipación de América y las Antillas del colonialismo, Estados Unidos se independizó con premura en el siglo XVIII, pero solamente para reproducir los vicios de sus antiguos amos encima de sus vecinos más débiles, replicando las armas duras y la suave para la segregación, la esclavitud y el sometimiento salvaje.

En una completa aberración al entendimiento y a la moral, se auto fabricaron una promesa divina llamada Destino Manifiesto y una legalidad política llamada Doctrina Monroe, para invadir y saquear naciones en una forma neocolonialista desde el Siglo XIX.

Las resistencias al colonialismo español y al neocolonialismo norteamericano contribuyen hoy a promover la unidad con nuestros hermanos centroamericanos, caribeños y latinoamericanos, por la dignidad humana encima de cualquier distingo de religión, raza, cultura, idioma, clase social, simpatía o afiliación partidaria.

– La promoción a la identidad nacionalista y antimperialista
La virtud geográfica y estratégica de Nicaragua de tener un canal natural interoceánico atrajo a Estados Unidos desde mediados del Siglo XIX, habiendo invadido nuestro país de manera directa en varias ocasiones, teniendo en todas ellas a personajes locales como traidores vendepatrias.

La identidad mestiza nacionalista del país tiene referencia en Benjamín Zeledón, que influyó el antimperialismo de Sandino para que enfrentara y derrotara militar y moralmente al ejército más duro del planeta y le expulsara junto a su símbolo de hegemonía en este hemisferio.

La historia de Nicaragua está marcada por éstas ocupaciones norteamericanas y por los malos hijos que se coluden con esos invasores a cambio de capital político y/o económico . Nicaragua ha renunciado a las formas de sometimiento político, financiero y militar de los Estados Unidos y sus aliados, erigiéndose como una nación libre, soberana e independiente.

– Una ideología como fundamento de la revolución

El sandinismo nace al erigir la bandera de Sandino para defender los atributos del decoro nacional con militancia y solidaridad nuestra mericanista; oponiéndose a cualquier forma de intervención, ocupación, agresión, injerencia e irrespeto a la dignidad humana y a las formas de vida. Desde la experiencia con las tropas de Sandino, por la guerrilla de Ramón Raudales con Aldo Díaz Lacayo y Carlos Fonseca, además de Rigoberto López Pérez como eslabones para la fundación del FSLN.

El sandinismo consolida la mística revolucionaria a la cualidad humana popular. Mezcla el marxismo leninismo con la opción preferencial por los pobres del Evangelio de Cristo. Su doctrina revolucionaria rompe la mediocridad espiritual y moral de la cobardía tradicional criolla; validando la libertad de la patria con el sacrificio de la vida propia.

Guiando así al pueblo nicaragüense -con el FSLN- al triunfo de la Revolución Popular Sandinista; el hito de la Nación. Aunque el FSLN es la mayor fuerza polı́tica del país, la mayoría contundente que apoya al Pueblo Presidente lo hace por la diversidad de oportunidades para el desarrollo existente en Nicaragua.

– La revolución como primicia democrática para la integración internacional

La Democracia es la principal conquista a defender pues establece un medio donde el pueblo descubre, participa y amplía el ejercicio del poder a favor de sus intereses; de éstos prevalece la procura permanente por la paz y estabilidad para todos los ciudadanos. Son innegociables.

La Revolución es el proceso continuo de crecimiento ideológico y moral que ocurre en los nicaragüenses donde el Pueblo Presidente, además de rendir honor y gloria a 100,000 caídos para el triunfo y defensa de la RPS, coordina gabinetes ciudadanos en salud, educación, producción, energía, comercio, turismo, inversión, niñez, juventud, tercera edad, cultura, deportes, alimentación, pensiones, género, emprendedurismo, orden público y seguridad de la soberanía, entre otros, para erradicar la pobreza extrema y procurar el desarrollo de todas las formas de vida.

El Pueblo Presidente cuenta con relaciones de hermandad con otras revoluciones como Rusia, China, Irán, Cuba, México y Venezuela. Además, aporta con experiencias a otras naciones centroamericanas y sudamericanas con sus indicadores notables en salud pública, contención del crimen organizado y narcotráfico, seguridad energética, desarrollo socio- económico, seguridad humana y procura del bienestar colectivo; la capacitación de recursos humanos altamente motivados, el rescate y promoción de raíces históricas y culturales, desarrollo vial, ejecución de proyectos portuarios, así como la verdadera independencia y autodeterminación.

Mansos pero no mensos

El Pueblo Presidente tiene una base irreductible de cultura de paz y reconciliación desde las bases ideológicas de su planteamiento histórico de transformación social. No han sido pocos los momentos donde nos ha tocado promover nuestra mansedumbre de pueblo frente a las adversidades y la violencia.

En Nicaragua se han superado sabotajes, guerras fratricidas financiadas por el narcotrafico y el terrorismo, se han proveído espacios políticos a grupos armados en pro del desarme y la pacificación. Se han otorgado indultos, perdón, promovido la reconciliación de la familia nicaragüense y hasta se ha confiado en las promesas de buena fe de los empresarios tradicionales que solo habían mostrado amor por el dinero. Siempre mansos.

Sin embargo, con la pérdida de la ilusión que daba credibilidad al sueño capitalista de riqueza espontánea y providencial, los mercados estadounidenses y sus socios comerciales del norte de Europa entraron en decadencia económica y volvieron a establecer formas de injerencismo para boicotear el desarrollo de pequeñas naciones a las que tradicionalmente “han considerado su patio”, y nos declararon una guerra sucia para conservarse su visión unipolar del mundo.

Así, con teorías políticas y manuales para promover desestabilización han instaurado la artimaña terrorista de desinformación llamada Golpe Suave, con las manipulaciones religiosas colonialistas y con personalidades y traidores creando opiniones de especulación. Nicaragua ya les superó sus intenciones de provocar histeria colectiva, miedo, ira, culpa y odio, para el derrocamiento de nuestros gobiernos progresistas hermanos, intervenciones armadas, saqueos de las riquezas y el sometimiento cultural sobre las personas. Les hemos desterrado como lo hizo Sandino.

Lo más importante está en la revelación que el mismo Dios con que se han escudado para intentar engañarnos -colonialistas, neocolonialistas y traidores- es el mismo eterno, grande y bondadoso que nuestros antepasados adoraban y que hoy sigue invitándonos hacia la procura de una paz que sobrepasa todo entendimiento como base de una vida útil y feliz. Es esa dimensión integral de amor la que respalda el Pueblo Presidente. Es Jesucristo con nuestro pueblo.

(*) Especialista en Políticas Públicas