- En el Repliegue condujo a más de dos mil personas.
- Abatió a tres guardias de un BECAT.
- La guardia de Somoza, creyó era un alto miembro del FSLN.
- Un susurro divino lo llevó a la conversión.
David Gutiérrez López
La más delicada, peligrosa y arriesgada misión que ejecutó como jefe militar en el transcurso
de la insurrección de Managua, fue garantizar la evacuación de más de dos mil personas, entre los que iban combatientes heridos, jóvenes, ancianos, niños, mujeres y hombres durante el espectacular repliegue hacia Masaya, la noche del 27 de junio de 1979.
Habían transcurrido 17 días de intensos combates en los barrios orientales en contra de la Guardia Nacional (G.N), sostén de la dictadura militar somocista, cuando la guerrilla sandinista empantanó en Managua a las tropas élites conocidas como Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI).
La misión de los guerrilleros sandinistas en Managua, era para distraer al ejército somocista, permitiendo que los frentes estratégicos avanzaran sobre la capital. La realidad cambiaría toda la estrategia hasta el triunfo de la revolución.
La orden del repliegue había sido emitida por el Estado Mayor del Frente Interno una semana antes, al evaluar la falta de armas y municiones, muchas de las cuales caían del cielo en vuelos clandestinos de la naciente Fuerza Aérea Sandinista, la mayoría de ellas, estropeadas al caer pesadamente a tierra. Una gran parte de los jefes militares se oponían a retirarse de los barrios orientales, para no dejar a merced de la guardia a la población que los había apoyado en las barricadas.
Francisco Javier López Lowery, conocido en las filas del FSLN como, “chele” “chelito Javier”, “Leonardo” y mejor aún, como “99”, rememora a sus 67 años de edad, desde la paz y tranquilidad de su hogar, las vivencias y horrores que le tocaron vivir en la guerra de liberación. “Yo dije que no podíamos retirarnos y dejar indefensos a toda la gente que nos había dado comida, dormida y apoyado en las distintas tareas, pero días después, personalmente recorrí Bello Horizonte y el barrio Santa Rosa constatando que estaban vacíos, la gente se había salido, debido al constante bombardeo con bombas de 500 y 1,000 libras lanzadas desde helicópteros, recuerda el exjefe guerrillero.
Ante esta situación, no había vuelta atrás. El Estado Mayor integrado por Carlos Núñez Téllez, “Roque”, Joaquín Cuadra Lacayo, “Simón” y William Ramírez, “Aureliano”, decidieron salir al frente de unas 4,000 personas que se sumaron a la marcha, en completo secreto, desde el punto de concentración cercano a la Farmacia Don Bosco, para enrumbarse hacia Masaya pasando por Esquipulas, Las Jagüitas y Nindirí.
Cuando Javier llegó al sitio acordado junto a dos mil personas, en su mayoría heridos, mujeres, niños, ancianos, discapacitados y aproximadamente treinta combatientes, el resto de las columnas ya habían partido. El fusil FAL que acompañó al “99” durante toda la jornada insurrecta solo contaba con tres proyectiles.
Una mujer vestida de blanco que dijo ser enfermera, se ofreció ante López Lowery a guiar a la gigantesca columna, por el camino en el que ya iban avanzando los primeros en salir esa noche. De esa forma, la columna del “99” prácticamente se convirtió en la retaguardia del repliegue.
El Chelito desconfiado de caer en una trampa, advirtió a la enfermera que caminaría a su lado para garantizar que cualquier emboscada de la guardia, ella sería la primera en caer. Así comenzó la marcha y ya avanzada la noche, logró divisar la cola de la columna comandada por “Roque” y “Simón”, jefes del Estado Mayor del Frente Interno.
Su hermano y compañero de lucha el comandante Guerrillero, Ramón “Nacho” Cabrales, fue el encargado de explorar toda la ruta hasta Masaya, de tal manera que “Nacho” caminó dos veces todo el trayecto original del repliegue.
En el camino las tropas de Walter Ferreti, “Chombito”, se toparon con un camión de soldados con los que sostuvieron un breve combate eliminándolos, recuperando armas y municiones. Entró a Masaya el día 29, dos días después, con la satisfacción de haber resguardado la vida y seguridad de los más de dos mil replegados.
Cabrales y López, 44 años después, son los dos únicos jefes guerrilleros de los que combatieron y guiaron a sus columnas en el histórico repliegue de Managua a Masaya, que sobreviven con lealtad al Frente Sandinista, organización a la que se entregaron en cuerpo, alma y corazón.
Salvó a “Roque” de un incidente en Nindirí
Cuando la columna dirigida por el “99” alcanzó la carretera hacia Masaya, pasando por Piedra Quemada, cerca de Nindirí, miró a lo largo un revuelo de personas, se adelantó y logró llegar. Observó que unos muchachos “milicianos” tenían detenido al comandante Carlos Núñez, “Roque”, miembro de la entonces Dirección Nacional Conjunta, a quien no reconocían y le negaban el tránsito hacia Masaya. Le confundían presuntamente con un enemigo infiltrado.
Con firmeza y autoridad el chelito López, les informó a los “milicianos” que el capturado era el jefe del Estado Mayor del Frente Interno del FSLN. “Lo sueltan, ahora mismo y el que lo toque lo fusilo”, les advirtió con severidad, orden que fue obedecida de inmediato y la marcha continuó luego de ese lamentable peligroso incidente.
En el movimiento estudiantil con el que estuvo vinculado durante muchos años, Javier confiesa que nunca perteneció orgánicamente al Comité Central del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), siempre estuvo ligado a la estructura del FSLN. Recuerda que quien oficialmente lo incorporó a la organización fue Enrique Morales.
Abatió a tres de un BECAT
Desde su vinculación al FSLN, Javier tuvo claro que solamente armado podía sobrevivir a la represión de la Guardia Nacional, que capturaba a jóvenes, los torturaba y asesinaba lanzándolos en las orillas del lago Xolotlán o en la famosa Cuesta del Plomo. Por ello con su propio pecunio compró una pistola 9mm con dos cargadores.
Esa previsión le salvó la vida a él y a su entonces amigo Irvin Larios del FER, cuando una noche de 1977 mientras regresaban del cumpleaños del dirigente estudiantil del FER y el Movimiento obrero Pueblo Trabajador, Guillermo “Memo” Avendaño Castellón, caminaban rumbo a la UNAN. El chelito observó que por detrás se acercaba un jeep BECAT. Le preguntó a Larios si andaba “limpio”, sin armas y este asintió. Le orientó introducirse por un pequeño camino y correr entre el monte, cuando escuchó el “alto”, fue en ese momento que ya con la pistola en mano disparó a los tres guardias eliminándolos.
Buscó a Larios y lo encontró un poco adelante agazapado, temeroso y le dijo que se había perdido en la obscuridad. Salieron rápidamente de la zona y lograron llegar a un restaurante, donde se sentaron, pidieron dos cervezas y una hamburguesa, mientras pasaban patrullas raudas en busca de los atacantes de la guardia.
Pasadas las dos y treinta de la madrugada se enrumbaron hacia la UNAN, se acostaron en un rincón del histórico auditorio 12, se dispusieron a dormir, Javier colocó su pistola cerca de su cabeza y para sorpresa de ambos, en la mañana ya no estaba.
Tiempo después se enteró (por su propia confesión) que quien la había sustraído fue Sergio “el chaparro” Gómez, dirigente estudiantil y miembro del FER-ML, de la Tendencia Proletaria (TP).
La recuperación de más de una docena de escopetas y pistolas
Por la pérdida del arma a López lo sancionaron, imponiéndole la tarea de recuperar al menos tres armas cortas.
Una noche, íngrimo, sustrajo de una bodega que se encontraba bajo fuerte resguardo, más de una docena de escopetas, pistolas y revólveres que servían para la vigilancia de la UNAN, Managua. Al descubrirse el robo, el entonces vicerrector Julián Corrales, preguntó personalmente a Javier López si él era el autor de la sustracción de las armas y por supuesto que él lo negó.
El 22 de agosto de 1978, día del asalto al Palacio Nacional, Javier López, quién desde 1973 se mantenía de huésped en la UNAN, recibió la orden de pasar a la clandestinidad.
William Ramírez, entonces miembro de la Dirección Nacional del FSLN, tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP), le dijo a López que asumiría la responsabilidad de Granada, en sustitución de Jaime Wheelock Román. Era la época en que la división del FSLN ya estaba establecida, siendo éste, el jefe de la Tendencia Proletaria (TP).
Tiempo después, previo a la ofensiva final, estando de jefe en la zona de la Media Luna, en el Crucero, a 25 kilómetros de Managua, donde operaba con una Unidad de Combate integrada por 24 hombres, realizaron al menos dos emboscadas a patrullas de la Guardia Nacional, causándoles bajas entre muertos y heridos, Javier recibió la orden del comandante William Ramírez de bajar a la capital.
El 10 de junio de 1979, cuando inicia la insurrección final en Managua, al “Chelito” López, le asignaron la misión de transportar a una parte de los miembros del Estado Mayor de Managua, en un microbús, color blanco, hasta el barrio El Riguero. Posteriormente se establecerían en el Dorado y el barrio Ducualí, hasta donde se extendió y empantanó a la guardia de Somoza, después de 17 días de fieros combates en los barrios orientales.
A él, con el seudónimo de “99”, le correspondió ser el primero junto a sus compañeros, de tomarse la carretera norte a la altura de la Aduana, donde frenaron el paso de los guardias, quienes días después, apoyados de técnica pesada con tanques y tractores Bulldozer lograron derribar las barricadas y cerrar las zanjas, tras las que se protegían los combatientes.
También se enfrentó a los soldados somocistas en el reparto Bello Horizonte, donde su vida e n varias ocasiones estuvo en serio peligro, debido a los disparos de francotiradores que no lograron acertarle por su experiencia combativa y su paciencia.
Recuerda una vez que cayó en un hormiguero junto a otro compañero, las hormigas le picaban su cuerpo, mientras el francotirador esperaba el momento que sacaran la cabeza para blanquearlos. Fue disparando en ráfagas que lograron salir y al llegar a la casa desde donde el francotirador les disparaba, solo encontraron la silla en la que estaba sentado, ni siquiera los casquillos encontraron.
Hombre frío y de carácter Dominante
Una característica de Javier López, que quizás fue vital para salvarse de morir en circunstancias y situaciones en las que no era buscado por la guardia nacional, fue la paciencia y mantener el corazón ardiendo y la cabeza fría. Una noche en una casa de seguridad en Altamira, en una calle que no tiene salida, donde existe una rotonda, aparecieron de pronto varios jeeps de la Brigada Contra Actos Terroristas (BECAT), donde viajaban tres o cuatro soldados. En la vivienda se encontraba resguardado el legendario comandante guerrillero Manuel Rivas Vallecillo “el negro Alí”.
Los guardias estaban esperando a un grupo de chavalos que los había atacado en las cercanías de la Colonia Centroamérica, pero “Alí” ya tenía desenfundada su pistola. Javier con su buen tino y calma logró tranquilizar al compañero y explicarle que no era a ellos que buscaban, en el transcurso de la noche los soldados se marcharon al no conseguir su objetivo.
Primeros vínculos y su formación en la UNAN, Managua
A los 11 años de edad cuando vivía en el barrio Monseñor Lezcano, de Managua, tuvo un encuentro fortuito con un joven que por primera vez le hablaría del Frente Sandinista, ese muchacho era Edmundo Pérez, asesinado el 4 de noviembre de 1967, en una casa de seguridad junto a Casimiro Sotelo, Roberto Amaya y Hugo Medina, del Cine León 1 cuadra al sur media al oeste. Ese encuentro ocurrió 4 días antes del trágico día.
En 1973, ingresó a la UNAN, Managua, se matriculó en la facultad de Arquitectura. Comenzó a tener allí sus primeros vínculos con el FSLN.
Ese año en agosto fue delegado al V Congreso Nacional de Estudiantes (UNEN), donde el FSLN aprobó la estrategia de Guerra Popular Prolongada (GPP). Posteriormente la organización le orientó matricularse en Ciencias Económicas, para lanzarlo de candidato a presidente de esa facultad, las que ganó.
Con su abuelo nonagenario en las barricadas de Masaya
Después del Repliegue Táctico, cuando el jefe guerrillero “99” se encontraba en Masaya, solicitó permiso para visitar a la familia paterna en la calle El Pochotillo, una costumbre inculcada por su padre, de visitar y velar por los familiares. Tras saludar con emoción y alegría a los parientes, preguntó por su abuelo paterno Fidel López, quién había sido coronel del ejército conservador y jefe de policía de la ciudad de las flores durante los 30 años de gobierno del Partido Conservador.
Sus parientes le respondieron que tenía varios días de encontrarse en una de las barricadas cercanas. “No ha querido venirse, anda ve vos si lo convencés”, le dijeron a Javier, quién raudamente fue a buscarlo y lo encontró armado de un fusil Enfield, instruyendo a un grupo de chavalos interesados y admirados por el arte de la guerra.
“Vamos a la casa, esto ya no es para usted”, le dijo Javier logrando convencer a su abuelo de 92 años que regresara al hogar de los López.
En la liberación de Jinotepe vio caer a Justo Rufino Garay
El 2 de julio de 1979, después del repliegue, las fuerzas insurrectas reagrupadas en Masaya, pasando por la comarca El Ojochal incursionaron en Jinotepe, saliendo detrás del cementerio. Tras encarnizados combates contra los guardias somocistas, se logró la liberación de la ciudad el 5 de julio. Entre los amargos recuerdos de esos días, Javier, trae a su memoria la caída de Justo Rufino Garay, el 4 de julio, quien recibió un balazo en el pecho dentro de la iglesia Santiago Apóstol, disparado por un guardia que se encontraba dentro del templo.
Desprendieron la puerta de una casa abandonada la que ocuparon de camilla. Lo condujeron al hospital, pero la bala había dañado severamente sus órganos internos. Antes de fallecer Javier lo sostuvo entre sus brazos, alentándolo a resistirse ante la muerte.
En esos combates también cayeron Rolando Orozco “el manchado”, Oscar Mejía, José Isabel Mayorga, Miguel Benito López, José Mack, José María Cuaresma, Luis Román, Bidkart Muñoz, entre otros héroes y mártires.
El 19 de julio, día del glorioso triunfo de la Revolución Popular Sandinista (RPS), el “99” y su tropa entraron a Managua junto al resto de combatientes de otras columnas. Una anécdota que recuerda es que fue el primero en entrar junto a Jacinto Suárez Espinoza, a la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), donde también funcionaba el Servicio Anticomunista (SAC), especializado en la búsqueda, detección, captura y muerte de la dirigencia sandinista.
La gran sorpresa que se llevó, fue cuando destaparon una especie de organigrama, donde aparecía el “Chelito” López con un asterisco, que indicaba que estaba por confirmarse si era miembro de la Dirección Nacional del FSLN. El informante aparentemente era el tesorero de la UNAN, Carlos López, quién después del triunfo pasó por los Tribunales Populares Antisomocistas, (TPA) donde fue juzgado y condenado. Se le responsabilizó del asesinato del dirigente del FER, Guillermo “Memo” Avendaño, ametrallado frente a su casa en el barrio Larreynaga.
El CRISOL asomó en su vida para transformarlo
El triunfo revolucionario condujo a Javier, al igual que a otros muchos compañeros a disfrutar los placeres de la vida, combinándolos con el cumplimiento de sus responsabilidades, entre otras, la de ser delegado del ministro del Interior, Tomás Borge, en la ciudad de Matagalpa y posteriormente subdirector de la Policía Sandinista.
Tiempo después, sucedió la ruptura de su primer matrimonio, lo cual afectó su vida emocional y lo condujo a una deplorable depresión. En esa situación se encontraba cuando cierto día un amigo lo invitó a una casa en El Crucero, le pidió que oraran de rodilla y el hombre rudo, aguerrido, curtido en combates contra la guardia, no pudo articular palabra. Con emoción narra que sintió que un viento fuerte lo tiró dos veces y afirma haber escuchado un susurro que le decía que eso era apenas una mínima muestra de su poder.
Después de ese evento, se dedicó a leer la Biblia, a entenderla e interpretarla. En el año 2004 el 17 de agosto, junto a su nueva compañera de vida fundó el ministerio CRISOL, (Cristo, Origen y luz) desde donde iniciaron a predicar las enseñanzas de Jesús de Nazaret.
Afirma Javier, que desde adolescente su mamá le prendió en su ropa una medalla de la Virgen María, la que le acompañó durante toda la jornada de la insurrección. Estima que algo sobrenatural le preservó su vida a pesar de haber sido herido por charneles e incluso una bala que rebotó en una pared y le hirió una pierna, en Jinotepe.
“Me la saqué con el dedo meñique”, externa este hombre que condujo a más de dos mil seres humanos de un poco más de seis mil que caminaron en el Repliegue de Managua a Masaya hace 44 años.
El personaje
Francisco Javier López Lowery, nació el 28 de octubre de 1956, en San Marcos, Carazo. Es el segundo de cuatro hermanos e hijos del matrimonio de Francisco Jerónimo López Collado y Elsy Mey Lowery Drescher.
Fundador del ministerio CRISOL (Cristo, origen y luz), el 17 de agosto de 2004, predicando y realizando sanaciones con oraciones e imposición de manos a personas con enfermedades terminales, quienes son sanados de manera sobrenatural.
Realizó estudios secundarios en el Maestro Gabriel y en Monseñor Lezcano, donde se bachilleró. En 1973 ingresó a la UNAN, Managua a estudiar arquitectura, allí se vinculó a las estructuras del FSLN.
Ese año lo denominaron delegado al V Congreso de la Unión de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), en el auditorio Ruiz Ayestas de la UNAN, León, donde se reunieron la dirigencia y cuadros del FSLN, para definir la estrategia de Guerra Popular Prolongada (GPP), en la etapa de acumulación de fuerzas en silencio.
Es padre de once hijos, procreados en diversas relaciones y abuelo de 22 nietos y uno en espera al momento de escribir esta entrevista. Militante de la segunda promoción del FSLN.
En julio de 1979 fundador de las Tropas Especiales del Ejército Popular Sandinista (EPS). Experto en artes marciales, cinta negra en karate.
En septiembre de 1979, fue uno de los fundadores de la Policía Sandinista, ocupando primero el cargo de jefe de investigaciones económicas, después subdirector.
En 1982 fue director de la Ayudantía Ejecutiva y jefe del Estado Mayor del Ministerio del Interior.
Se retiró honrosamente de la Policía Nacional con el grado de comandante.
Actualmente es abogado y notario público, consultor privado con varias maestrías en Derecho Procesal Penal y formulación de proyectos. Ha impartido clases en universidades nacionales y extranjeras.
Tengo el privilegio de conocer a Javier, y es un militante Sandinista de probada Calidad
Lo caracteriza su Honestidad, solidaridad y respeto a los a cros que se identifican con la causa revolucionaria.
Excelente amigo, hermano, y padre ejemplar.
Excelente reportaje es un gran líder, y un ser humano valioso y especial
Su trayectoria es grande, yo siendo apenas una estudiante de 1er.año en la UNAN, lo miraba y lo escuchaba siempre se mantuvo, instando, concientizando, después su trayectoria como Sub Director de la Policía, fué excelente, a él y al Comandante Cabrales tuve la dicha de conocerlos y han dejado huellas muy grande, Dios los bendiga
Excelente entrevista, que bueno conocer lo que vivieron nuestros dirigentes, se te hincha el corazón 💓❤️ y te hace pensar que tenemos que seguir defendiendo la revolución popular sandinista
Bendiciones,estimado,tu lucha es ejemplo de perseverancia y valentía, te conocí en el puente riguero un días antes del repilegue, después en la policía Nacional, bendiciones hermano.
.Excelente cuadro de nuestro partidos. Héroe de nuestra lucha. Y lo más importante que siempre está firme, con sus principios y convicción firmes.
Saludos y bendiciones de lo Alto!!
Hola chele javier, te recuerdo en esas anecdotas de la UNAN, Moncho Cabrales, Willian Ramires de quien conservo su aval, de Enriques Morales, Gullermo Avendaño – Memo, Jerman Ruiz, Patricia Orozco Irving Davila, Irving Larios, William Diaz,- Maguila, Bosco Monje- Adidas… El FER y FER- ML. Tambien conservo tu aval. Es muy trizte COMPRENDER este final tragico y doloroso de mis hermanos del FER y de continuos cadavares q plantaron en la historia del FSLN sus nombres y experiencia difíciles de olvidar. Saludos Chele Xavier. Herzan 113
Cristobal Guevara C.
No puedo creer que el FAL nuevo,que te mande del Bo San Judas, lo hallan quebrado en la ofensiva final.
Excelente entrevista y entrevistado, que bueno todo esto tiene siempre que salir a luz para nuestras nuevas generaciones, que nunca se olvide de donde venimos, muchos quedaron en el camino, dejando un gran dolor pero una gran fuerza. Para mi, es un gran honor conocer a Javier, cuando le conocí, después del triunfo no sabía quién era, solo sabía sin que nadie me dijera, que era un guerrillero, combatiente y militante del FSLN y acompañaba a mi hermana Doris, y eso era más que suficiente, además traíamos la costumbre de no preguntar, luego con el tiempo supe quien era en realidad, desde entonces le admiro y respeto. Mucho cariño y aprecio. Abrazos Javier, gracias por todo. 🇳🇮❤️🖤✊✊✊
Tremendo ser humano, amigo y compañero, cuando lo conocí mi vida cambio totalmente su enseñanza y espíritu guerrero e innovador son inigualables, él mismo lo profesa que su corazón es Rojinegro, el sandinismo es, fue y será toda su vida. Bendiciones al Maestro López Lowery.
Muy pocos hombres quedan con esa moral y disciplina,capaces nuevamente de dar su vida por la Revolución, hoy por Nuestro Comandante Daniel.
Patria Libre o Morir.
Jamás Podrán con el FSLN.
Honor y Gloria Para los Héroes y Hombres Como Javier Lopez lowery.
Dispuesto a morir por la Revolución.