Al siglo XXI se le puede denominar como el siglo del reacomodo de las hegemonías globales, evidenciando en sus primeras décadas la reconfiguración de un nuevo sistema internacional marcado por diversos acontecimientos en el plano cultural, tecnológico, económico y geopolítico.
E l establecimiento de este nuevo sistema internacional muchos expertos lo han catalogado como multipolar, es decir que, en las relaciones internacionales entrarían en concurso varios centros de poder global con capacidades de respuestas recíprocas y equilibradas, dejando de manifestarse la influencia e intereses de una sola potencia. Este proceso de transición hacia este nuevo sistema- mundo atraviesa por sucesivos e interconectados procesos geopolíticos que ponen en el juego a diversos actores y regiones del mundo.
El regionalismo es un rasgo predominante en la emergencia del multiporalismo, las alianzas y bloques regionales han venido marcando esa primera etapa de transición multipolar. Tal es el caso emblemático de China que durante varias décadas ha venido consolidando las relaciones con África y América Latina como parte de su proyecto de posicionamiento como una potencia global y actor clave e influyente del nuevo orden internacional.
Lo común de África y America Latina es que ambas regiones además de poseer vastos recursos naturales han sido durante siglos explotados por las potencias occidentales, sometiendo a diversos procesos de dominación como la esclavitud, colonización, el neoliberalismo y la cooperación condicionada. Para el sistema capitalista estas regiones siguen significando estratégicas en cuanto al acceso a los recursos naturales, acaparamiento de los mercados nacionales y favorecerse de la mano de obra barata. África desde los procesos de colonización e independencia de sus naciones ha ostentado el rol de ser productor de materia prima, bajo una desigual e injusta distribución internacional de la producción, es por eso que, paradójicamente África es el continente más rico del planeta con la población más pobre.
En la actualidad África tiene una importancia geopolítica en el sentido de que es una región estratégica para la consolidación de China como potencia emergente, relaciones que ha venido fortaleciendo desde hace décadas en términos de cooperación, intercambio comercial e inversión, sin embargo, en diciembre de 2022, Estados Unidos manifestó su interés de revisar y actualizar sus relaciones con África como una estrategia para contrarrestar la influencia y liderazgo de China en el continente.
El interés de Estados Unidos por relanzar sus relaciones con África se manifestó en la cumbre realizada entre el 13 y 15 de diciembre en suelo estadounidense con 49 delegaciones de estados africanos. La Casa Blanca prometió montos millonarios en materia de cooperación e inversión para los próximos años. Estas declaraciones y promesas se han catalogado como una respuesta a la fuerte presencia de China que es su principal rival en la región. El gigante asiático es el primer socio comercial de África e impulsor de una amplia cartera de cooperación basados en la transferencia tecnológica y desarrollo de la infraestructura y financiamiento accesible.
Los estados africanos han valorado la presencia de China como una oportunidad de diversificar sus relaciones comerciales y al mismo tiempo romper con el modelo hegemónico establecido por Europa y Estados Unidos desde tiempos coloniales. En materia de políticas públicas estas relaciones han permitido una alternativa al modelo neoliberal que no fue capaz de superar los problemas estructurales de la pobreza en la población africana. El apoyo de China ha impulsado el desarrollo de grandes proyectos de infraestructuras en distintos países africanos bajo la premisa de beneficio recíproco.
Las relaciones entre China y África se han venido construyendo desde mediados del siglo XX, tejiendo un entramado de alianzas políticas y económicas que se mantienen hasta la actualidad. La creciente relevancia de China como una potencia emergente generó un interés mutuo entre el país asiático y África, logrando establecer de manera sistemáticas foros internacionales para reafirmar compromisos y revitalizar sus alianzas de manera permanente, parte de estas políticas estratégicas es el Forum on China-África Cooperación (FOCAC), que se realiza cada tres años desde el 2000.
La forma en que China ha incidido en la economía política del continente representa una consistente estrategia de reafirmar el liderazgo de China en diversas regiones del mundo, comprende también el aseguramiento de los recursos y mercados necesarios para transformarse en un actor relevante a nivel global y su rol en la conformación de un nuevo sistema político internacional que garantice sus intereses legítimos, sin embargo, las estrategias y tensiones con otras potencias hegemónicas están a la orden del día, tal es el caso de la guerra comercial con Estados Unidos, la guerra de divisas que buscan sustituir la hegemonía del dólar, en el plano diplomático el apoyo de Estados Unidos a Taiwán.
En los últimos años Estados Unidos en su política respecto a China ha trazado un objetivo estratégico que es frenar la creciente influencia en diversas regiones del mundo, principalmente en América Latina y ahora África. La estrategia se basa en establecer nuevas alianzas o fortalecer los lazos económicos y políticos con países y regiones en desarrollo en las que China ha venido estableciendo fuerte vínculos en diversos ámbitos. Otra de las estrategias de Estados Unidos es asegurarse que en el plano diplomático estos países apoyen mediante votos sus decisiones o posturas en materia de política global en los diversos foros internacionales.
Esta nueva estrategia imperial respecto a África tendrá sus réplicas en América Latina. La retórica instrumental de Estados Unidos expresa sin ambigüedades la necesidad de recuperación de su rol hegemónico que ha venido perdiendo gradualmente en el mundo. Sin duda África representa una región clave en la reconfiguración del poder global, igualmente es una región con un potencial de desarrollo económico estratégico para las potencias emergentes.
África seguirá siendo para la geopolítica actual una pieza clave y de vitalidad para el establecimiento del nuevo orden internacional que se viene gestando. El futuro de este continente dependerá de las alianzas que logre mantener y del aprovechamiento de sus naciones para romper con un pasado colonial explotador que Occidente sembró con raíces profundas engendrando la miseria, la segregación y el hambre en una de las regiones más ricas del planeta.
Máster Jonathan Flores Martínez, docente e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-Managua.