Edelberto Matus.
Desde que Internet salió (por las dinámicas del omnipresente mercado) del ámbito militar estadounidense del que nació y se proyectó al uso civil, su crecimiento ha sido exponencial, convirtiéndose en menos de cuatro décadas en un verdadero paradigma de las telecomunicaciones e informática, pero sobre todo, en el vehículo de mayor impulso a la globalización del consumismo y la ideología que sustenta al Capitalismo global.
Si realmente la civilización humana ha recibido un enorme beneficio de estas nuevas tecnologías, más lo han sido los réditos de las corporaciones globales que rápidamente se adecuaron a ellas, dominando los mercados e imponiéndose sobre sus competidores.
Sin embargo, los efectos del asombroso desarrollo delas TICS no se ha quedado en el mundo de los negocios y la comunicación.
Las élites del poder mundial rápidamente se dieron cuenta del tremendo potencial de tales tecnologías en un uso más sombrío como herramienta de control de la población y como poderosa arma en contra de sus enemigos y así nació la falsimedia. Mucho se ha escrito sobre este asunto, pero hoy -en el contexto de la guerra en Ucrania- tal premisa se ha convertido en una acuciante realidad.
Los medios globales de información (todos en pocas manos) y las redes sociales (manipuladas y vigiladas)se alinean en un solo objetivo: Ocultar la verdad mediante una “narrativa” selectiva y capciosa de la historia; la construcción de una realidad paralela basada en el silenciamiento de las voces que defienden la realidad objetiva, la justicia y la verdad y sobre todo con el uso de flagrantes mentiras que van dominando a una opinión publica desprevenida.
Así, las grandes potencias consolidan sus interese y empujan sus agendas y planes de control y expansión geoestratégica.
La falsimedia en el conflicto ucraniano juega un rol preponderante pues ayuda a “demonizar” a Rusia, etiquetándolo como cruel invasor sin causa, además de “limpiar” de la conciencia colectiva a verdaderos invasores de la historia reciente; convirtiendo a nazis en héroes y haciendo que los ciudadanos europeos y estadounidense no se preocupen por los enormes costos que ellos mismo también tendrán que pagar por la profundización de una guerra que ya ocurre o el terrible riesgo que la humanidad está corriendo.
Esta misma “opinión pública” que empuja a sus gobiernos a tomar el cauce de la guerra y olvide la diplomacia y que crea que todo transcurre como en un vídeo-juego donde “los malos” serán irremisiblemente destruidos, sin entender que con el “game over” pueden también sus propios países y sociedades –literalmente-desaparecer.
Se presiona a los ciudadanos a apoyar a un gobierno sin voluntad propia y que dirigido desde el otro lado del Atlántico solo busca llevar a efecto los planes de poner de rodillas y sacar de la competición mundial a Rusia, sin importar cuantos vidas queden inermes o frente a un futuro de desgracias.
La falsimedia “aportó” a cegar a la sociedad europea mientras sus líderes (dóciles al mandato imperi*ista) montaban un teatro y en realidad desecharon durante años las justas pretensiones de paz europea de Rusia.
La falsimedia también busca desestabilizar y aislar al gobierno ruso, levantar protestas internas y quizá un golpe de Estado contra el Presidente Putin, alejar a sus aliados o cualquier cosa que acerque a Rusia a la derrota final.
Esperemos que pese a las dudas razonables que todos tenemos, el gobierno ucraniano piense en su pueblo y en la paz global e estas conversaciones en la ciudad fronteriza de Gómel o donde sea, si estas se prolongan o rompen, pues en realidad es la única forma de evitar la tragedia.
Esperemos que los pueblos de Europa y el mundo no sigan cegados por la falsimedia que es sinónimo de mentiras.