Las fiestas de navidad en Nicaragua y el mundo tienen su origen en las celebraciones paganas de los romanos llamadas las saturnales, en honor a Saturno, el dios de la agricultura y fertilidad, las que se realizaban con intercambio de regalos, grandes comilonas, los esclavos confraternizaban con sus amos y hasta podían lucir sus ropas prestadas, algo importante para ellos era que durante ese tiempo (entre el 17 y 24 de diciembre) no recibían castigos.
De acuerdo al calendario romano, instaurado por el emperador Julio César en el año 45 a.C., el 25 de diciembre debió ubicarse entre el 21 y 22 de ese mes del actual calendario Gregoriano. Es a partir de esta festividad que los cristianos asumieron en consenso que el 25 de diciembre es la fecha de nacimiento de Jesús de Nazaret. En ninguna parte de la Biblia, se escribe o establece la fecha exacta del nacimiento de Jesús, porque no hay registro que lo afirme.
A nuestra América, la Navidad llegó impuesta por los colonizadores españoles, quienes a fuego, espada y cruz impusieron a los aborígenes hace 529 años el cristianismo a un costo sangriento, llegando casi el exterminio de millones de seres humanos que se rebelaron contra esos primeros y extraños invasores.
La costumbre de esta celebración, conocida como “noche buena” las familias y amigos se abrazan, reafirmando sus lazos de fraternidad y amistad, se comunican nuevos propósitos, otros se juran amor eterno, los novios renuevan sus promesas de fidelidad, mientras en las mesas abundan deliciosos y apetecidos platillos desde gallinas, chompipes o pavos al horno, cerdos asados, cabros y corderos rellenos de exquisiteces, sin faltar las bebidas etílicas que estimulan el espíritu de los bebedores, desde un aguardiente, llamado “guaro pelón” hasta un fino y exquisito whisky de la mejor marca y años de envejecimiento.
¿Qué significa el árbol de Navidad?
Existen diversas teorías de esta arraigada tradición de colocar un árbol antiguamente cortado en los bosques donde abundaban los pinos, con el tiempo se fueron suplantando con artificiales de plásticos pintados en verdes y algunos otros cubiertos de blanco, simulando nieve.
Una leyenda atribuye que en el siglo VIII existía un árbol de roble consagrado a Thor, en la región de Hesse, centro de Alemania, donde cada año durante el solsticio de invierno se ofrecía un sacrificio.
También se cuenta que, en Babilonia, sus habitantes acostumbraban a cortar un árbol, adornarlo y dejar regalos debajo del mismo para sus cercanos familiares y amigos, siempre ligado a rendir tributo a los cambios de estación con los que se iniciaban la cosecha que significaba comida para la vida.
Los romanos acostumbraban colocar laureles en las puertas de entradas de las viviendas y encendían luminarias durante las festividades llamados saturnales. Pero se conoce que fueron los Celtas, (pueblos guerreros, cuyo término Celta se refiere a gente de Irlanda y Gran Bretaña en el siglo XVIII), quienes decoraban los robles con frutas y velas durante esas fiestas paganas, porque consideraban que era una forma de reanimar y dar vida al árbol, asegurando el retorno del sol y de la vegetación.
El árbol para todas las generaciones de humanos siempre ha sido un símbolo de fertilidad y regeneración.
El cristianismo no pudo erradicarlas y las asumió como suyas
El cristianismo en la medida que se fue extendiendo en el mundo luchó por erradicar estas costumbres paganas y al no poder, las asumió como propias llevando por el mundo la tradición de colocar el árbol adornado y luego poner los obsequios en su contorno.
En Nicaragua el mes de diciembre está cargado de festividades religiosas y de regalos. Iniciando con la celebración a la Virgen Concepción de María, llamada la Gritería con el repetido grito de interrogación de: ¿Quién causa tanta alegría? Para recibir como respuesta: ¡La Concepción de María!, celebrada masivamente.
Una costumbre iniciada por los sacerdotes franciscanos en León en 1,700 cuando comenzaron los rezos en las iglesias, posteriormente se ordenó rezar el novenario y llevarlo a todas las casas, porque las parroquias se abarrotaban de personas.
Se atribuye al canónigo Gordiano Carranza, el que lanzó el grito de ¡Quién causa tanta alegría! el 7 de diciembre de 1857, en la víspera del 8 día de la celebración, desde el atrio de la iglesia de San Felipe, donde estaba expuesta la imagen de la Purísima. El clérigo motivó a los leoneses a salir a recorrer las calles con los cantos de ruego en ese momento por la paz alcanzada en el país.
Había finalizado la Guerra Nacional entre conservadores y liberales que en ese momento se habían unido para luchar contra el rubio invasor norteamericano William Walker, quien además de autonombrarse presidente del país, ordenó e instauró la esclavitud para todos los nicaragüenses.
La fiesta religiosa se realizó en las calles, en ciertas casas. Se consigna que el primer brindis, popularmente llamado “la gorra”, que se ofreció a los devotos cantores en la gritería fue la famosa y popular chicha de maíz
Posteriormente los brindis se fueron ampliando a limones dulces, naranjas, caña de azúcar, cajetas de leche, coyolito, huevos chimbos. Esas originales tradiciones se han sustituido producto de la globalización, por cantidades de adornos y utensilios plásticos, en algunos sitios regalan desde azúcar, café, arroz, y frijoles en grano hasta latas de sardina y refrescos saborizados artificialmente.
La gritería originaria de León rápidamente se trasladó a Masaya, Granada, Managua y luego por todo el país, llegando incluso a celebrarse desde hace algunos años en Estados Unidos de Norteamérica, Europa y Centroamérica y en cualquier rincón del mundo donde habitan nicaragüenses.
Nicaragua único país cuyo gobierno sandinista promueve y celebra la fe popular
Desde hace algunos años el gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, encabezando la alianza el Frente Sandinista, promueve, fomenta y celebra la Gritería, previo el arreglo de las diversas instituciones estatales de hermosos y decorados altares en honor a la Virgen María, que concluyen con la celebración el 7 de diciembre regalando las “gorras” a los miles de asistentes que llegan antes de las 6 de la tarde.
Inmediatamente después del 8 de diciembre, se inicia la construcción de altares para exaltar el nacimiento del niño Jesús, recreando con la imaginación el pesebre con María, José, los pastores, ángeles y los Reyes Magos que hacen la ilusión y el disfrute de niños y adultos hasta concluir el 6 de enero.
Para la ocasión el gobierno del presidente Daniel y Rosario reparte más de un millón de juguetes a los niños de diversas edades, de acuerdo al censo escolar, constituyéndose Nicaragua, en uno de los pocos países que entregan regalos a los infantes, en estas fiestas tradicionales.
El 24 de diciembre en Nicaragua, las familias se desbordan con entusiasmo y alegría a celebrar la Navidad, natividad del niño Jesús, reuniéndose con amigos para la cena navideña, luciendo los estrenos de ropa y calzado, los niños disfrutando de sus juguetes y algunos mostrando sus regalos que van desde un sencillo reloj, celulares, hasta una motocicleta o un automóvil.
Es antes o después de la medianoche que se acostumbra la cena, que se extiende hasta la madrugada o el amanecer del día 25, día en que las casas amanecen en total calma, descansando y durmiendo la inmensa mayoría de los desvelados que disfrutaron en total armonía la paz, tranquilidad y seguridad que se vive en amor y fraternidad en Nicaragua.