Miguel Necoechea
Para derrotar el intento del Imperio de calificar, desde ahora, como fraudulentas nuestras elecciones del 7 de noviembre, es necesario hacer un poco de historia. Según dicen, Confucio dijo: estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro.
La independencia en 1821 de las entonces llamadas provincias de Centroamérica, fue la última en ser promulgada en Guatemala, entonces sede de la Capitanía General, una vez que los otros países latinoamericanos culminaron o estaban por hacerlo, las grandiosas proezas libertadoras. Es importante señalar que no todos los independentistas eran iguales ideológicamente. Tras la invasión de Napoleón a España, los libertadores se dividieron en dos grandes corrientes: liberales y conservadores. Bolívar, Hidalgo, Morelos, Artigas, Morazán, que, podemos decir ahora, pertenecían al ala izquierda de la independencia fueron traicionados, fusilados, asesinados por los conservadores. ¿Algún paralelismo con nuestra actual historia?
El Reino Unido y Estados Unidos, como buitres a la caza, siguieron el curso de las batallas libertarias. No pasó mucho tiempo para que James Monroe, presidente de los Estados Unidos de América en 1823, acuñara la frase que lo hizo célebre entre las elites de Washington de entonces: América para los americanos. En su crecimiento, Estados Unidos tuvo tres etapas: la expansionista hacia el oeste y el norte, asesinando a todos los nativos de esas regiones, la compra de Lousiana en 1803 y Alaska en 1867 y la anexionista hacia el sur: Texas, 1836; Tratado de Guadalupe Hidalgo, 1848. Tal como lo conocemos, el imperio yanqui arrancó formalmente con la intervención en la guerra anticolonial de Cuba y Filipinas entre 1898 y 1902). De la invasión mercenaria de la CIA en Guatemala en 1954, al golpe de Bolivia en 2019, el imperialismo no ha cejado de intentar anexarse para sí, ya militar, política o económicamente a América Latina. Los de la derecha y la ultra derecha acusan a los pueblos del discurso gastado de que el imperialismo es el culpable de todo, hasta del vuelo de una mosca. El imperialismo de los Estados Unidos de América no es una entelequia, una etiquete; es la visión imperial que tienen los dueños del dinero, del poder y de las armas, incluidas las atómicas en ese país. Ellos son los que quieren dominar al mundo y para eso imponen el dólar como moneda de referencia, tienen ochocientas bases militares alrededor del mundo y derrocan gobiernos que no le son afines.
Habiendo descrito de manera sintética la obsesión hegemónica del imperialismo, por ende la de la derecha y ultraderecha en Estados Unidos y el resto del mundo, sería ingenuo pensar que van a dar vía libre al proceso electoral. Si bien los integrantes del Frente Interno de la Nueva Contra están sujetos a proceso judicial por delitos que se tipifican en la Ley 1055, que establece que aquellos que encabecen o financien un golpe de estado, que inciten a la injerencia extranjera, que pidan intervenciones militares extranjeras, se organicen con financiamiento de potencias extranjeras para ejecutar actos de terrorismo y desestabilización, que propongan y gestionen bloqueos económicos, comerciales y de operaciones financieras en contra del país y sus instituciones serán traidores a la Patria, por lo que no podrán optar a cargos de elección popular, esto sin perjuicio de las acciones penales correspondientes establecidas en el Código Penal de la República de Nicaragua, los cabecillas que están fuera del país, ya sea autoexiliados o prófugos de la justicia, operan desde Costa Rica, Estado Unidos y España principalmente, para continuar con el designio de los estrategas del Departamento de Estado de EE.UU. y la CIA, con sus aparatos de financiamiento USAID y NED, para declarar ilegales las próximas elecciones.
Según reporta el 25 de septiembre el libelo digital de Carlos Fernando Chamorro Barrios, en Costa Rica se llevó a cabo foro Elecciones 7/11 en Nicaragua: un Proceso Ilegítimo, organizado por la Fundación Arias y conducido por la periodista Tifani Roberts. Desde ya el proceso electoral del 7 de noviembre próximo se tacha de ilegitimo no obstante que está sujeto a las leyes constitucionales de la Republica y sancionado por el Consejo Supremo Electoral, organismo legitimo encargado del proceso electoral. En ese foro se plantearon las opciones que tiene la comunidad internacional para presionar a Daniel Ortega y Rosario (Dixit) para que permitan que haya elecciones libres en el país.
“Las sanciones deben seguir, pero de una manera inteligente. No para que lo entiendan Daniel Ortega y sus hijos, sino las estructuras de poder del Frente Sandinista: no hay futuro con Ortega y Murillo. Ni para ellos, ni para Nicaragua”, dijo Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamericano, del Centro Internacional “Woodrow Wilson”.
La intención de la señora Arnson es clara, transparente con como el agua: provocar una división a lo interno del FSLN como la que se dio en 1995, en la que los que renegaron de la ideología sandinista, estructurada de manera brillante por Carlos Fonseca Amador al aplicar la dialéctica a la interpretación histórica del pensamiento de Sandino, de Marx, del Che, de Fidel y del Cristianismo, para forjar la ideología que ha guiado al verdadero FSLN desde 1961, y, estos apostatas renunciaron al FSLN para formar un movimiento de corte social demócrata a la española, encabezados por Sergio Ramírez, Dora Téllez, Tinoco, Torres, por mencionar a los más conocidos.
La señora Arnson acusó al gobierno de los asesinatos de 300 personas en 2018, y de encarcelar a todo el liderazgo político de la Nueva Contra. Se quejó que, pese a las sanciones, la amenaza de aprobar la Ley Renacer, del NICA Act, ninguna de estas acciones ha tenido efecto para detener el fraudulento proceso electoral de noviembre.
Por lo regular este tipo de analistas, desde su atalaya, no ven más allá de sus ombligos. No entienden que, en su obsesión por defenestrar al Comandante Daniel y a la compañera Rosario, el FSLN no son una sigla de cuatro letras, es un movimiento popular y un partido político que respalda el setenta por ciento de los y las nicaragüenses; si Nicaragua tiene 6.6 millones de habitantes, 4.6 millones de ciudadanos y ciudadanas lo favorecen.
Jennie Lincoln, especialista senior del Centro Carter para América Latina y el Caribe, recomienda de forma especial documentar el fraude electoral, “para poder declarar con evidencias, la trampa de noviembre”, y que eso obligue al Gobierno a “afrontar su responsabilidad; a sufrir la evidencia de su derrota en ese proceso. Hay que asegurar que el mundo no olvide lo que está pasando en Nicaragua, donde tiene que haber un cambio brutal para poder recuperar la democracia”.
La señora Lincoln da por hecho que las elecciones del próximo 7 de noviembre serán un fraude ¡a un mes que se celebren! O miente descaradamente o es una pitonisa.
Por su parte en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se llevó a cabo en Nueva York el 27 de septiembre pasado, Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, República Dominicana, Estados Unidos, Francia y Reino Unido firmaron una declaración conjunta en la que señalan que en Nicaragua no existen “las condiciones necesarias” para realizar unas elecciones “libres y justas”, lo que pone en tela de juicio su “legitimidad”.
Que no nos quepa la menor duda que el impresentable José Almagro moverá los hilos para que los países afines al Imperio apliquen a Nicaragua la Carta Democrática de la OEA, que dice palabras más, palabras menos que un candidato puede ganar las democráticamente en elecciones libres, pero que puede devenir en ”dictador”. ¿Y quien decide esto? Ni más ni menos que los intelectuales, periodistas, analistas políticos, y por su puesto los gobiernos miembros de la OEA ¿Pero que caracteriza a toda esta pléyade de notables: que son todos de derecha y ultra derecha, vasallos de el Imperio.
Una nota de la agencia Sputkik del 21 de septiembre pasado, reveló que el FSLN ganaría las elecciones generales del 7 de noviembre con el 63.9 % de los votos. 2 millones novecientos mil hombres y mujeres votaran por el FSLN y sus candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia Daniel Ortega Saavedra y Rosario Murillo Zambrana respectivamente.
La mejor arma para derrotar en este momento al Imperio, incluidos por supuesto sus lacayos de dentro y de fuera del país, es salir a votar masivamente el 7 de noviembre por Daniel y por Rosario. Es nuestra tarea como militantes del FSLN convencer a los que aún dudan, que deben votar por la única opción que nos garantiza seguir siendo libres, independientes, soberanos, y demócratas. Y esa opción es el FSLN. Recordémosles los horrorosos años de política neoliberal de Violeta, Arnoldo y Bolaños, en los que nos arrancaron nuestra dignidad como seres humanos.
Si salimos a votar masivamente, incluso por arriba de lo que prevén las encuestas, habremos derrotado al Imperialismo. En ningún país del mundo se puede hablar de fraude electoral cuando millones y millones de ciudadanos votan por el candidato de su elección. Es imposible comprobar o esgrimir un fraude electoral cuando, de cada diez ciudadanos y ciudadanas ocho o nueve votaron por el partido de su preferencia. Y, repito, ese es el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Esa es nuestra tarea.