Los nervios expuestos del imperio

Los nervios expuestos del imperio

Fabrizio Casari

El parlamento europeo protesta por las recientes medidas adoptadas por el poder judicial nicaragüense, que solo aplica las leyes vigentes. Nada nuevo: aunque homogéneas con las de muchos países, especialmente europeos, cada vez que Nicaragua emite una ley la UE considera que debe dar autorizaciones que no le corresponden, juicios de los que no se le pide, sanciones ilegítimas y palabras hipócritas para tapar los hechos.

Los hechos dicen que EEUU está atacando a Nicaragua con la ayuda de la UE y de algunos narcos estados latinoamericanos. El ataque se basa en razones ideológicas y políticas, no en violaciones inexistentes de los derechos humanos. La presión estadounidense y europea se está ejerciendo con la intención de abrir una crisis política e institucional, y esto se toma tremendamente en  serio en Managua.

La Unión Europea se ha sumado al plan de “eliminar el comunismo en América Latina” promovido por Donald Trump y continuado por Biden. Una guerra ideológica librada en el plano político, económico y  diplomático para ponerle cerco a los países progresistas o de izquierda latinoamericanos. No es casualidad que Estrasburgo haya reconocido el golpe de Estado en Bolivia, mientras   condena y sanciona a Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Pero si para los Estados Unidos la recuperación del control de la dirección política y de los recursos de los países independientes se explica por el proyecto de recuperar el mando absoluto sobre el continente latinoamericano, no puede decirse lo mismo de Europa, que se adhiere por puro servilismo, presa de una devota sumisión a la voluntad de los Estados Unidos, a los que reconoce el mando absoluto e inmodificable del orden internacional único al que pertenece.

Para Nicaragua, el proyecto estadounidense prevé el derrocamiento del gobierno   sandinista y la captura de Daniel Ortega, y luego la instalación de un gobierno   liberal sobre el modelo ya conocido en los años 90, pero con mayor agresividad represiva interna, para expulsar al sandinismo de la perspectiva política a corto y medio plazo. Es un proyecto   que está parado desde 2017, las leyes de los últimos meses  no son la razón de tanta agresión a Managua.

Los nervios expuestos del imperioPero Nicaragua no sucumbe y, frente al proyecto golpista  que intenta en la campaña  electoral hacer inaplicables las normas, se defiende con leyes nacionales e internacionales. La doctrina electoral, después  de todo, incluye requisitos e impedimentos por doquier. La apología del terrorismo y el vilipendio a la bandera, la invitación a retomar la intención del golpe de Estado  de 2018 y la presentación de documentación falsa para ocultar la verdadera identidad y nacionalidad, son conductas que – en Nicaragua como en el resto del mundo – chocan con las leyes y normas que regulan el derecho a presentarse a las elecciones. Por lo tanto, las inhabilitaciones y el arresto domiciliario no son intentos de influir en las elecciones, sino una consecuencia de las violaciones de la ley electoral y de las leyes relativas a la protección de la independencia, la integridad nacional y la seguridad pública. No hay abuso, sino vigilancia sobre una campaña electoral que ciertos sectores de la oposición, en asociación con gobiernos extranjeros, están utilizando como plan  desestabilizador.

El golpe fue derrotado en 2018, pero el golpismo sigue vivo gracias al apoyo político y financiero que recibe del extranjero. Este es el aspecto grave del asunto, mientras que lo paradójico es que mientras se aplica un violento plan de cambio de régimen, se pide a quienes lo sufren que no reaccionen, so pena de ser acusados de dictadura. En resumen: los que atacan la democracia acusan a los que defienden su democracia de ser una dictadura.

Democracia vs golpe de estado

Durante años, Estados Unidos y la UE han decidido apoyar descaradamente, sin diplomacia ni guardar las apariencias, el derrocamiento del gobierno votado por los nicaragüenses. Ante la imposibilidad de derrotar al sandinismo en las urnas y en las calles, se decidió   desgastarlo mediante un plan de desestabilización, financiado por la USAID y elaborado en 2019, como consecuencia del fracaso de la opción golpista de 2018. El plan se articula en varios frentes: hostilidad política y diplomática, terrorismo, creación de una nueva Contra, financiación de las oposiciones y de los medios de comunicación que se declaran “independientes” pero que son de facto propiedad de Estados Unidos. En el apoyo externo vienen las sanciones, la presión diplomática y las leyes especiales con pretensiones extraterritoriales.

Debería ver su apogeo poco después de la votación del 7 de noviembre, cuando se entierre definitivamente cualquier última esperanza de contener electoralmente al FSLN. Tras el no reconocimiento del resultado electoral. El objetivo es desafiar la   capacidad del sandinismo para gobernar el país en emergencia; para ello, se necesita una situación de caos político e incertidumbre que pueda socavar la estructura institucional que garantiza vertical y horizontalmente la integridad del país.

La siguiente etapa del plan tiene como objetivo el apoyo internacional al golpe, sin el cual sería inmediatamente aplastado. Para ello, algunos personajes de la derecha, que se presentan como “moderados”, bendecidos por la Conferencia Episcopal y la empresa privada, se nombrarían “gobierno en el exilio”. Éste sería reconocido  inmediatamente por EEUU, la OEA y la UE, como ocurrió con Guaidó en Venezuela, y pediría inmediatamente ayuda internacional, que vendría en forma de “ayuda humanitaria”. Es decir, una coalición militar querida por Washington, bendecida por la   OEA y apoyada por Bruselas.

Este es el esquema general   del plan de golpe. Mucho más complicado por la reacción   de un Estado que no se va a quedar de brazos cruzados   mientras se intenta devolver Nicaragua a la oligarquía y a los Estados Unidos. Pensar que la contra inteligencia nicaragüense está dormida es un grave error, al menos   tan grave como creer que los distintos protagonistas detenidos e interrogados se   callan.

La campaña electoral, un boomerang para la derecha

El error de esta parte del proyecto desestabilizador es haber creído que, incluso en presencia de provocaciones internas e internacionales, Nicaragua habría optado por un perfil bajo, evitando la confrontación por una  valoración de conveniencia política y electoral. Se creyó que el FSLN aceptaría una campaña electoral  descaradamente dirigida desde el exterior y en flagrante  violación de varias leyes por razones de conveniencia política, de táctica electoral.

No conocen Nicaragua, no entienden el sandinismo y menos al comandante Ortega. Managua no padece ningún síndrome de Estocolmo, no tiene tendencia a complacer a nadie más que a su propio pueblo y no es proclive a bajar la mirada ante la prepotencia de los efectivos o presuntos poderosos. Nicaragua no es miembro del club del ingenuo se impotentes y reacciona con fuerza y razón ante los planes subversivos, si es necesario con absoluta indiferencia a las críticas internacionales. Dispuesta a explicar sus razones, no a saltarse la ley.

No se trata de una soberbia política inmotivada, ni de una presuntuosa autosuficiencia, ni de una tendencia al aislamiento político: se trata simplemente de una reacción al diseño subversivo que pretende desautorizar el proceso electoral como premisa para la deslegitimación de  su arquitectura política e  institucional.

El gobierno no permitirá dictar la agenda política desde el exterior. Cree que la fuerza de su proyecto reside en la impetuosa modernización del país, en la gratitud de su pueblo, que ha visto cambiar su destino en pocos años, y en el recuerdo del azote neoliberal de los años 90. Los nicaragüenses votan en Nicaragua y es con ellos con quienes se dialoga políticamente, no con las vestales del imperio.

Si Estados Unidos, cuya influencia es conocida pero cuya injerencia no está permitida, quisiera abrir una confrontación positiva con Nicaragua, tendría el tiempo y los medios para hacerlo. Si, por el contrario, siguen organizando y financiando la sedición golpista, les costará cada vez más encontrar mercenarios locales dispuestos a hacer el sacrificio.

Esta es la lección de estos meses: Nicaragua no se arrodilla. La interferencia y la desestabilización conducirán a la inevitable reacción para garantizar la estabilidad y la institucionalización. El país se defenderá. El principio rector

es la reciprocidad de los actos. Se avecinan tiempos difíciles para los colaboracionistas. Si el imperio cree que puede doblegar a Nicaragua, Nicaragua doblegará a la quinta columna del imperio.

¿Quién tiene miedo de Daniel Ortega?

Cuarenta años después de  Reagan, Estados Unidos ha   vuelto a lanzar una ofensiva diplomática en América Latina y Europa consistente en demandas y amenazas cuyo significado es: déjenos libre de actuar, o, mejor dicho, ayúdenos, contra Nicaragua. Lo lamentable es descubrir cómo la obsesión de Estados Unidos por Nicaragua encuentra ecos molestos en algunos miembros de la izquierda light, los que se dedican a la alternancia de gobiernos y no a la alternativa de sistemas. Es emblemático que Nicaragua, que en comparación con México, Brasil y Argentina presenta cifras excepcionales en materia de justicia social y seguridad, se haya convertido en el problema del continente El intento de Estados Unidos   es encontrar progresistas dispuestos a unirse a los golpistas para aislar a Managua.

Fernández no es especialmente sorprendente, ya que no se espera que un funcionario modesto se convierta en estadista. Pero cambiar dinero por principios nunca   es conveniente, y negociar préstamos con el FMI a costa de la propia decencia no   servirá de nada. Faltar a la solidaridad latinoamericana   para complacer a Estados   Unidos encontrará días de amargo arrepentimiento, porque sienta un precedente   al que remitirse. Además, el haber sido culpable de una grave injerencia militar en   los años 80 contra Nicaragua (como en 2020 en Bolivia), sugeriría a la Casa Rosada   medir sus palabras y sus hechos: la defensa de los derechos humanos por parte   de Argentina roza la comedia involuntaria. Más de 120 argentinos están en prisión por   protestas callejeras contra el gobierno de Macri. Fernández comience con liberar a ellos, antes de pedir a Ortega que libere a los golpistas nicaragüenses.

En cuanto a AMLO, una figura respetable, debería saber que acompañar la obsesión de Estados Unidos con Managua no detendrá la   desestabilización e injerencia estadounidense al sur de Texas. Sólo una mala lectura puede hacer creer que el hambre del imperio se agota con el bocado nicaragüense el verdadero plato es la reconquista del continente. Declarar el orgullo de los pueblos indígenas y asociarse con los conquistadores es tan paradójico como denunciar  el golpe de Estado contra tu propio país y aceptarlo en Nicaragua.

Acusar a Ortega de poca democracia mientras se apoya a Venezuela y se alaba a Cuba, que han actuado en la misma línea (y son estrechos aliados), es pura esquizofrenia política. Hay que evitar tomar decisiones de política exterior con los ojos puestos en el rencor de la política interior. La diferencia entre los presidentes y los líderes radica aquí: en ser capaces de mirar a lo lejos y no perder nunca de vista el texto y el contexto. Romper un vínculo histórico que nunca se rompió ni siquiera por los peores gobiernos de México son un error muy grave, y golpear la solidaridad continental   mientras se presenta como líder del continente no es muy lógico.

Por otro lado, hay aún menos razones para reclamar una democracia como la de Brasil, que da golpes de estado parlamentarios, pone a los inocentes en la cárcel y a los militares en el gobierno. Sugerir que se abandone el poder mientras se alista para correr de presidente por sexta vez parece poco elegante. Parece revisitar la escena de aquella versión uruguaya de Cincinnatus, un hombre de izquierda muy querida por la derecha de todo el mundo, que pidió a Maduro, Raúl y Daniel que dimitieran, y declaró inoportuna la pareja presidencial nicaragüense mientras él fue presidente   y su mujer presidenta del Senado. Es fácil prever que los que creen que pueden empolvarse la nariz para parecer más bonitos a los ojos de su verdugo se verán decepcionados, y si hoy presumen de democracia formal, pronto descubrirán lo difícil que es transformarla en sustancia.

Aunque la solidaridad quisiera que las críticas fueran reservadas y los elogios fueran publicitados, no hay que sorprenderse demasiado. En parte, las diferencias de puntos de vista son comprensibles, y no cabe duda de que la historia de cada uno marca sus convicciones. Al fin y al cabo, las elecciones ganan el gobierno, las revoluciones toman el poder. Los primeros sucumben a la fuerza, los segundos utilizan la fuerza   para defenderse. La diferencia es enorme, es cierto.

Por eso, todos -enemigos, falsos amigos e indiferentes- deberían preguntarse: ¿alguien   puede realmente pensar en expulsar por la fuerza al FSLN de Nicaragua? No es creíble ni viable. ¿Entonces? Tanto poder desplegado para ser  impotente de todos modos. Sandino camina seguro por Nicaragua, la ansiedad es sólo   de sus enemigos.

(*) Periodista, Analista Político, director de Periódico Online www.  altrenotizie.org y colaborador de la   Revista Visión Sandinista.

1 Comment

  1. Formidable análisis sobre el papel de la política norteamericana y de la UE así como los señalamientos, muy válidos, de la falta de solidaridad mostrada por AMLO y Fernández al criticarnos por hacer cumplir las leyes creadas , como en muchos países, para proteger nuestra autodeterminación, soberanía y seguridad nacional.

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