Miguel Ayerdis (*)
El día domingo 4 de noviembre de 1984 se cerraba un proceso electoral que en la historia de Nicaragua marcaría la ruta de la democracia en revolución. A pesar de las opiniones negativas, provenientes de sectores de derecha pro imperialista de la época, la misma de hoy, las elecciones de ese año, representan uno de los hitos más significativos para la institucionalidad del país y la democracia electoral. La participación del pueblo, eligiendo a sus representantes, hizo realidad una de las reivindicaciones más importantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) expresada en su programa histórico de 1969: “dar al poder revolucionario una estructura que permita la plena participación de todo el pueblo, tanto a nivel nacional como a nivel local…”.
1-Caricatura de Elecciones en el somocismo
Para la inmensa mayoría de los nicaragüenses, la experiencia electoral anterior a 1979 era una mera caricatura. La dictadura somocista había creado una estructura electoral sustentada en una ley (1971 y 1974) avalada por sectores de la oligarquía conservadora y liberal, que distaba mucho de ser democrática, al marginar del derecho al voto, a la mayoría de la población. Entre los subterfugios electorales utilizados por el somocismo oligárquico, puede mencionarse el requisito de tener educación media finalizada, en un país donde el analfabetismo superaba el 50% de la población.
Por otro lado, la ley electoral somocista oligárquica aludía a la triste y trágica institución de los “cantones electorales”, creados en pocos lugares, de manera particular, en aquellos donde el régimen corrupto de los Somoza, tenía seguidores. En otras palabras, los padrones electorales, desactualizados y con una población carente de documentos de identidad alguna, daba la medida de la ficción que representaban las elecciones del somocismo capitalista.
Debe recordarse que, durante el somocismo, únicamente participaban en los procesos electorales las llamadas “paralelas históricas”, liberales y conservadores, donde la oligarquía tradicional era la sempiterna ganadora, a pesar de estar en aparente oposición al régimen.
2-Elecciones de 1984, creación de la real democracia Electoral en Nicaragua
Es por eso que las elecciones del año 84, representan un logro importante en la democratización electoral al permitir la participación libre de otras agrupaciones políticas, no sólo de derecha, como en el somocismo.
De igual manera, las elecciones de ese año, sientan las bases de los subsiguientes procesos electorales en Nicaragua, al institucionalizarse dinámicas y/o expresiones organizativas o de regulación del ejercicio partidario, inéditos hasta ese entonces, con la creación de una Ley de Partidos Políticos, que aseguraba pluralidad y condiciones de financiamiento por parte del Estado.
No se debe olvidar el legado y la significación de las elecciones de noviembre de 1984 que, junto a las de febrero de 1990, sientan las bases de la cultura electoral nicaragüense que ha contribuido a la resolución de los conflictos políticos y afianzado la paz, tan demandada por el pueblo y gobierno revolucionario. De igual manera, el triunfo del FSLN en estos comicios, con el 67% de respaldo de los votantes, reafirmaba la hegemonía del sandinismo, al tiempo que legitimaba de manera clara y meridiana, el modelo de Estado y de gobierno de la Revolución Popular Sandinista.
Las elecciones de 1984, se constituyen en las primeras elecciones libres en la historia de Nicaragua, legando experiencias organizativas que marcarán los procesos electores en los años venideros. Uno de los más relevantes, es la creación del Consejo Supremo Electoral, elevado al rango de poder del Estado. Otro legado, es la participación de siete partidos políticos, siendo este hecho inédito en la historia electoral del país. Por último, el ambiente electoral distendido, facilitado por el Estado -pese al contexto de agresión armada que se vivía- la participación ciudadana amplia y heterogénea, expresada en programas y movilizaciones de estas agrupaciones políticas, son logros que marcan el recuerdo de estos comicios.
En otro orden, debe recordarse que durante gran parte de la década de los ochenta, la Revolución Popular Sandinista estuvo sometida a una brutal agresión armada (Guerra de baja intensidad) y un cruel bloqueo económico y financiero por parte del imperialismo norteamericano, en contubernio con sectores oligárquicos somocistas desplazados del poder; manteniendo en medio de esa adversidad las libertades del pueblo, incluida la democracia Electoral.
3- Elecciones de 1990: el FSLN confirma su vocación democrática y pacífica
Con los acuerdos de Esquipulas firmados y en proceso de cumplimiento, el gobierno revolucionario sandinista, da otro paso de gran trascendencia histórica hacia la paz y finalización de la guerra, abriendo un espacio de negociación con los “Contras”, en la localidad de Sapoá (1988). Esta negociación, difícil y dolorosa para el pueblo nicaragüense y el FSLN, concluyen con acuerdos que, de manera definitiva, marcan la ruta para la finalización de la guerra y el desarme de la contrarrevolución. .
Además, los “Acuerdos de Sapoá”, establecen el adelanto de las elecciones de autoridades nacionales, previstas para noviembre de 1990, a febrero de ese año, refrendando los acuerdos de la cumbre de presidentes (Esquipulas IV) de febrero de 1989. Este ejercicio de negociación, representa la voluntad férrea del gobierno revolucionario sandinista, por acabar con la guerra impuesta y el sufrimiento del pueblo nicaragüense, sometido durante toda la década de agresión imperial norteamericana. .
Como se señaló con anterioridad, los Acuerdos de paz de Esquipulas (1987 y sus subsiguientes cumbres) y los Acuerdos de Sapoá (1988) contemplaban una serie de acciones a realizar, entre ellas, la celebración de elecciones generales en 1990. Consecuente con su compromiso por la paz, y dentro del espíritu de la nueva Carta Magna (1987) el gobierno sandinista establece un moderno marco jurídico electoral (Ley electoral de 1988 y su reforma de abril de 1989).
La experiencia organizativa de las elecciones de 1990 durante la revolución en su primera etapa, representan el esfuerzo más relevante del proceso de institucionalización de la democracia electoral. La experiencia de estos comicios, al igual que la de 1984, refleja la voluntad inquebrantable de la dirigencia sandinista en pro de la democracia y la búsqueda de la paz. De igual manera, evidencian la hegemonía popular del FSLN, al arraigarse en el imaginario colectivo y en las prácticas discursivas de la sociedad nicaragüense, siendo en la actualidad el sandinismo una realidad preponderante en la vida nacional.
Por último, debe recordarse el contexto internacional difícil y complejo de finales de la década del ochenta que, de alguna manera, incidiría en el proceso electoral. La caída de los países socialistas del este de Europa, el fin de la guerra fría y la imposición rampante del modelo neoliberal, inciden de alguna manera, en los procesos políticos y movimientos revolucionarios en el mundo y Nicaragua no sería la excepción. No obstante, la madurez de la dirigencia sandinista, hizo posible la institucionalización de una nueva cultura política, marcada por la impronta electoral y la defensa de la paz.
Desde el punto de vista estrictamente histórico, las elecciones de 1990 son un referente importante en la consolidación de la democracia en revolución. Las fuerzas de derecha pro imperialistas agrupadas en la UNO, creyeron que los resultados electorales adversos al sandinismo, representaban su fin. Al mismo tiempo, dudaron que el gobierno cumpliera el traspaso de gobierno, pensando que, en la poca experiencia latinoamericana, ningún gobierno revolucionario que había llegado al poder por las armas y creado un nuevo orden institucional, cumpliera con su palabra. Los hechos demostraron el temple y compromiso ético y político del FSLN, siendo consecuente con la institucionalidad política y electoral que había creado y puesto en ejercicio para el usufructo del pueblo. Primera vez en la historia Nacional que un Partido político llegado por Revolución entregaba el Gobierno pacíficamente, eso lo cumplió el FSLN con el liderazgo del Comandante de Daniel Ortega que reconoció los resultados electorales, respetando la voluntad popular, expresada en las urnas.
(*) Director de Relaciones Públicas e internacionales UNAN Managua