La insurrección, el repliegue y la victoria sandinista

  • Patria libre…o morir! y comenzó la Ofensiva Final hace 41 años
  • La unidad sandinista garantizó la victoria
  • Somoza y la guardia criminal masacró a la población en ciudades y barrios
  • Las tropas élites de la EEBI quedaron empantanadas y derrotada

David Gutiérrez López

El 8 de marzo de 1979, Día Internacional de la Mujer, en homenaje a las mujeres revolucionarias del mundo, las tres tendencias del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) sellaron y anunciaron la unidad indestructible del sandinismo en la lucha por derrocar a la dictadura somocista. En junio del mismo año los sandinistas llamaron a la “Ofensiva Final”, iniciando con una huelga general el 4 de ese mes.

Cinco días después los preparativos de la insurrección corrían como mecha de pólvora encendida. Las organizaciones de masa del FSLN se preparaban creando condiciones, almacenando agua, víveres, medicinas y locales donde planificaban serían los escenarios de combate contra las tropas del ejército llamada Guardia Nacional (G.N), creada y formada por los Estados Unidos de Norteamérica en los años 20 para garantizar el dominio y control de los nicaragüenses.

Los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, alertados sobre la marcha de la insurrección, recurrieron a la Organización de Estados Americanos (OEA) en un intento de frenar el avance de los revolucionarios que, tras derrocar a la dictadura, se convertirían en la segunda Revolución triunfante en América Latina después de Cuba.

Los yanquis, en un intento de frenar la victoria de los revolucionarios sandinistas, convocaron -a través del  Departamento de Estado- a la OEA el 21 de junio, a fin de que la organización autorizara el envío de cascos azules, disfrazados de fuerzas de paz, que responde al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la cual fue creada el 21 de octubre de  1947.

La intervención de los cascos azules representaba un peligro para las fuerzas revolucionarias porque establecería un cese al fuego, lo que daría un respiro y continuidad a la familia Somoza de mantenerse en el poder. Una gran mayoría de países rechazaron la propuesta intervencionista que fue denunciada en el seno de esa organización por el padre Miguel D´Escoto, quien ocupó el escaño ofrecido solidariamente por la representación de Panamá, el 22 de junio de 1979.

Empieza la runga

En el corazón de la capital, Managua, avanzaba la huelga general. El 9 de junio, en los barrios occidentales al grito de combate de ¡Patria Libre o Morir!, que resonó en Monseñor Lezcano, Colonia Morazán, Acahualinca y aledaños, inició la runga bajo una leve llovizna de esa tarde de sábado cuando aparecieron fuerzas guerrilleras que rápidamente encontraron apoyo en la población levantando barricadas y obstruyendo las vías de acceso para impedir la penetración de las tropas de la G.N.

Por la noche, cerca de las 9, el levantamiento armado se inició en los barrios orientales: Ducualí, Paraisito, Bello Horizonte y el sector de residencial El Dorado, colindante con los barrios La Luz y Riguero que también se levantaron en armas.

El Frente Interno del FSLN, dirigido por los comandantes Carlos Núñez Téllez, William Ramírez y Joaquín Cuadra, se estableció en la zona del Dorado y Ducualí, utilizando la Escuela Sagrada Familia como centro de operaciones de  las tropas guerrilleras. Ahí surgió la columna de los “Caza Perros”, dirigida por el experimentado guerrillero Walter Ferrety, “Chombito”, que se movilizaba con los mejores combatientes y las mejores armas a las zonas donde los guardias intentaban penetrar, tras las barricadas de adoquines.

Fue la unidad móvil que soportó y repelió la mayoría de las embestidas de la tropa somocista en Managua, situación que desconcertó a la G.N. creyendo se trataba de un considerable número de combatientes, cuando el número de fusiles de guerra no superaba los 115, el resto eran fusiles de cacería calibre 22 mm, escopetas, revólveres y pistolas semiautomáticas.

Los combatientes populares que se sumaron a la lucha insurreccional se armaron de bombas de contacto, efectivas y mortales en las emboscadas a las patrullas de la EEBI, también llamados por el pueblo los “cara volteadas” debido a que un soldado con su fusil bala en boca, siempre viajaba sentado en sentido contrario al automotor.

Mientras en Managua tomaba fuerza la lucha guerrillera, en todo el país se desarrollaban acciones y fuertes combates en los distintos frentes. El Frente Sur Benjamín Zeledón combatía a lo largo de la frontera con Costa Rica; El Frente Norte Carlos Fonseca dominaba Estelí, Matagalpa y pueblos de Nueva Segovia; El Frente Central Pablo Úbeda, en la zona central; Frente Oriental Carlos Roberto Huembes, en la zona de Chontales; Frente Occidental Rigoberto López Pérez, en León y Chinandega; Frente Suroriental Camilo Ortega en las zonas de Masaya, Granada, Pueblos Blancos y Carazo.

Fuertes combates en el Frente Sur

El 29 de mayo, en la víspera del Día de las Madres, una columna de buenos hijos tomaba posesión en la comunidad nicaragüense de El Naranjo, cercana a San Juan del Sur. La misión era “empantanar” (inmovilizar) a las tropas élites de la G.N llamada EEBI (Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería), fundada en 1977 por el hijo del dictador, apodado “El Chigüín” (el niñito en lengua nahual) como se le conoció a Anastasio Somoza Portocarrero, el III Tacho.

La G.N destacó al mayor Pablo Emilio Salazar, apodado “Bravo”, al frente de los soldados mejor entrenados, armados y alimentados para frenar la embestida de los guerrilleros sandinistas que en el sur dirigían los comandantes Daniel y Humberto Ortega, Víctor Tirado y Edén Pastora. Los guerrilleros soportaron el ataque aéreo de aviones y helicópteros, además de una cañonera improvisada de una barcaza de la Mamenic Line, naviera propiedad de Somoza.

A partir del 3 de junio los guerrilleros tuvieron que luchar además contra la embestida de la naturaleza. Torrenciales aguaceros convirtieron la zona en fango y la crecida del río arrastró a varios combatientes, pereciendo ahogados.

Esos feroces combates también fueron escenario en la colina 155, a pocos kilómetros de El Naranjo, donde la lucha era de día y de noche. Levantar la cabeza era exponerse a recibir un certero balazo y enterrarse era ahogarse en el fango y el agua, relataron sobrevivientes de esos sangrientos combates donde llovía agua y fuego, en el Istmo de Rivas.

El Danto inició la Ofensiva Final en el Frente Norte

El comandante Germán Pomares Ordoñez, “El Danto”, jefe del Frente Norte Carlos Fonseca, atacó y destruyó el cuartel de la G.N en el Jícaro, departamento de nueva Segovia, el 26 de marzo en saludo a la unidad del sandinismo. En ese ataque murió todo el personal militar, salvándose un solo soldado que se lanzó a una letrina, y fue sacado en estado demencial.

La columna guerrillera Oscar Turcios, dirigida por el Danto y de segundo al mando Javier Carrión, después de la toma de El Jícaro se enrumbó hacia Jinotega el 19 de mayo con aproximadamente 600 combatientes. Tras varios días de combates, la G.N con tropas helitransportadas retomó el control de la ciudad.

El 22 de mayo, el comandante German Pomares, al cruzar raudo una calle de Jinotega para tomar mejor posición, fue alcanzado por una bala hiriéndolo gravemente en el abdomen. Fue llevado a lomo de mula hacia el cerro La Cruz, donde falleció el 24 de mayo a la tres de la madrugada.

Frente Occidental insurrecciona León y Chinandega

El Frente Occidental Rigoberto López Pérez contaba con aproximadamente 180 combatientes fogueados, no obstante, en el recuento solo contaban con unas 160 armas de guerra. El 31 de mayo se inició la lucha en Chinandega, al día siguiente se insurreccionó Chichigalpa. En León, la insurrección se desató el 7 de junio, lo que permitió que la G.N desatendiera el sur para reforzar lo que el somocismo consideraba un bastión del partido liberal.

La clandestina Radio Sandino llamó al pueblo a sumarse a la huelga general que había convocado el FSLN contando con el apoyo de la empresa privada, organizaciones sindicales, gremiales, anunciando la Ofensiva Final contra la dictadura militar.

Somoza, desesperado ante la paralización del país y el empuje armado de los frentes guerrilleros que habían pasado de la defensiva a la ofensiva militar atacando cuarteles de ciudades importantes, decretó el Estado de Sitio, suspendiendo de esa manera todas las presuntas “garantías” que gozaban los nicaragüenses por mandato constitucional. Eso le valió a la G.N. asesinar a personas que por alguna emergencia se encontraban en las calles y hasta las que acostumbraban sentarse en las esquinas de las calles.

La masacre de la Reforma y el revés en Ticuantepe

El 6 de junio de 1979, cuando el mando militar del FSLN tenía planificado insurreccionar la ciudad de Masaya, de forma inesperada un fuerte contingente de guardias nacionales atacó a mansalva una casa de seguridad en el barrio La Reforma, donde se encontraban un grupo de guerrilleros que esperaban el momento para iniciar la acción. El resultado de esta masacre fue once combatientes asesinados.

Algo parecido ocurrió en Ticuantepe, una columna de combatientes al mando de Guillermo Sánchez, “Pancho”, fue recibida ese mismo día en horas del mediodía por una lluvia de balas disparadas por cerca de 200 guardias que habían sido informados de esa acción, la que vendría a restarles presión para desarrollar la toma de Masaya.

El plan contemplaba una emboscada a la altura del kilómetro 14 y medio de la carretera Managua-Masaya, a fin de impedir que la G.N desplegara refuerzos hacia Masaya, donde ese mismo día se atacaría el cuartel de la G.N desde varios flancos, como efectivamente se realizó a pesar que la guardia ya tenía información del ataque.

Entre los mandos del FSLN siempre quedó la duda sobre quién informaría a la G.N de los planes guerrilleros. Años después de todos esos crímenes, indicaban que el responsable y delator de esa masacre fue Roger Miranda Bengochea, quien llegó a ocupar el cargo de asistente del jefe del Ejército.

El ex mayor Miranda Bengochea huyó a Estados Unidos el 25 de octubre de 1987, donde entregó importante y secreta información de planes del Ejército Sandinista a la Central de Inteligencia Americana (CIA), a cambio de varios miles de dólares y protección. Era un traidor y viejo topo informante desde que vivió y estudió en Chile en la década de los 70.

En tanto en Managua, la dictadura somocista utilizó el Estadio Nacional como centro de reclutamiento e improvisado cuartel donde mantenía a más de 200 empleados públicos retenidos a la fuerza para utilizarlos en el patrullaje y resguardo de instituciones. El 4 de julio todos los empleados lograron escapar del coloso de cemento, dejando burlados a los reclutadores.

La guerra en el norte

En el norte del país, la insurrección se inició el 4 de junio en Matagalpa, con la presencia de los guerrilleros que apoyados por el pueblo levantaron barricadas y se organizan para defenderse de la G.N y participar en el ataque al cuartel principal.

En la heroica ciudad de Estelí, nuevamente las fuerzas dirigidas por el comandante Francisco Rivera, “El Zorro”, que en dos ocasiones anteriores había tomado la ciudad y burlado los cercos tendidos por la guardia somocista, se tomó nuevamente la ciudad. Los combates se iniciaron en la periferia el 9 de junio y se entró al centro el 14 del mismo mes, con lo que se iniciaba la tercera y definitiva insurrección hasta liberar la ciudad el 16 de julio, cuando cayó el último reducto de la Guardia Nacional.

Somoza se ensaña en Managua

La guardia de Somoza al observar el levantamiento en todo el país, principalmente en la capital, concentró su ataque en los barrios orientales que dominaban con barricadas las principales arterias de comunicación vial, mientras los cauces servían de vías de movilización de los guerrilleros.

La aviación somocista descargó poderosas bombas de 500 libras sobre los barrios Ducualí, Don Bosco, Bello Horizonte y el Dorado entre otros, en tanto intentaban con su infantería penetrar tras las barricadas recibiendo cada vez el rechazo y resistencia de experimentados y bisoños combatientes que adquirían destreza y puntería con armas de cacería.

En los barrios occidentales la resistencia solo se mantuvo durante seis días ante la falta de municiones y armas de guerras. Combatientes de Monseñor Lezcano, Loma Verde, La Ceibita, Colonia Morazán, Santa Ana, Acahualinca y Altagracia, además de las Brisas y Linda Vista, tomaron la decisión de realizar un repliegue hacia el barrio San Judas, al suroccidente de la capital, donde se mantenía control.

El 15 de junio, entre las once y doce del día, dos columnas de combatientes estimados en más de 500, se organizaron y salieron del barrio Monseñor Lezcano enrumbando hacia el sur con la idea de evadir a la guardia, ante el poco poder de fuego que los guerrilleros tenían por la falta de municiones.

La primera columna logró cruzar por el sector de la antigua embajada norteamericana, casi frente donde fueron los talleres de la Mercedes Benz, propiedad de Somoza. La segunda columna, al encontrarse en medio de lo que fue un predio baldío, fue atacada con ráfagas de ametralladoras calibre 30 y 50, además de fusilería.

Los chavalos fueron acribillados y asesinados a mansalva, sin oportunidad de escapar de una certera muerte. Pasada la balacera, los guardias se acercaron a presenciar la siniestra matanza.

Se lanzaron como buitres sobre los cuerpos inertes para despojarlos de relojes, anillos, carteras y a quienes encontraban en agonía les daban un tiro de gracia en la cabeza. Fueron más de 120 jóvenes, hombres y mujeres, algunos casi niños que cayeron esperando ver la caída del dictador Somoza.

Los insurrectos en San Judas al día siguiente, 16 de junio, iniciaron el repliegue hacia la hacienda El Vapor, ubicada en El Crucero, Managua, en una amplia zona cafetalera donde los guerrilleros encontraron seguridad ante la persecución de la G.N que los buscaba vivos o muertos.

El Repliegue de Managua a Masaya

El Frente Interno del FSLN había combatido y resistido 17 días en Managua, conteniendo y empantanando a las tropas elites de la guardia quitándole presión al Frente Sur, donde se desarrollaban combates desde tierra, aire y mar.

La guerrilla sandinista, que creció en número de combatientes populares, carecía de municiones a pesar del abastecimiento de la recién nacida Fuerza Aérea Sandinista que en varias ocasiones dejó caer en Bello Horizonte cargamentos con balas de diversos calibres. El agotamiento era evidente, faltaban alimentos y medicinas, mientras el bombardeo aéreo cada vez arreciaba, asesinando indiscriminadamente a la población.

Se organizó el repliegue a Masaya, ciudad que a esas alturas del 27 de junio se encontraba en manos de los guerrilleros, la guardia se había refugiado en la fortaleza El Coyotepe, escudándose en prisioneros sandinistas y otros civiles que llevaron amarrados delante de una tanqueta.

Esa noche del 27 de junio el repliegue salió organizadamente del sector de la Clínica Don Bosco cerca de las colonias 14 de Septiembre y Nicarao. La encabezaba una vanguardia, un centro y una retaguardia, calculada en 6 mil personas entre experimentados combatientes, heridos, enfermos, mujeres y niños que prefirieron irse a quedarse a expensas de las operaciones limpiezas que realizaba la G.N., lo que significaba muerte.

El 28 de junio, mientras una columna de replegados cruzaba la zona de Piedra Quemada, fueron atacados por la aviación de Somoza con bombas, morteros y metralla asesinando a numerosas personas, muchos de los cuales fueron enterrados en el sitio. Esa misma noche, las primeras tropas ingresaron a Masaya, no sin antes recibir una lluvia de morteros disparadas desde el Coyotepe, avanzando sin detener la marcha que anunciaba la pronta victoria sandinista.

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