Redacción Central
Visión Sandinista
La Dirección y el personal de Visión Sandinista, lamentan profundamente el fallecimiento del compañero Jacinto Suárez Espinoza, miembro del Consejo Editorial de esta Revista -desde la publicación de su primera edición en noviembre de 1997-, y como tal un gran amigo con quien siempre contamos con sus consejos e incondicional apoyo. Ahora que Jacinto -un histórico dirigente del Frente Sandinista- inició su tránsito hacia la inmortalidad la mañana de este 2 de abril, tenemos la certeza que su legado pervivirá en la memoria de la militancia sandinista presente y futura. Desde aquí enviamos nuestras condolencias a su familia, en especial a su esposa e hijos.
Publicado en la Sección Personaje de la Revista Visión Sandinista No. 195 del mes de Julio 2011.
Jacinto Suárez Espinoza,Secretario de Relaciones Internacionales del FSLN:
El que quede vivo debe contar la historia
Cuando Jacinto Suárez se integró al frente Sandinista desde muy joven, junto con dos muchachos más, ya era consciente que se estaba involucrando en una empresa en la que a duras penas podía salir con vida por la enorme peligrosidad que conllevaba. Por eso, sus compañeros y él se comprometieron a que si uno de ellos salía vivo, tenía que contar la historia que les iba a deparar el destino.
Ya desde entonces, el cumplimiento a esa promesa, Jacinto no desaprovecha ninguna ocasión que se le presenta para narrar hechos y acciones del FSLN que son parte de la historia nacional. “Siempre dijimos, el que quede vivo tiene que contar la historia”, dice, tras haber hecho una breve retrospectiva de su vida antes y durante su permanente militancia revolucionaria en la organización rojinegra.
Cuando nació en la Managua de la década de los 40, su papá – un abogado chontaleño de ideas progresistas- le puso de nombre Jacinto José Bolívar Suárez Espinoza, porque él había nacido el mismo día que lo había hecho casi dos siglos antes el Libertador Simón Bolívar .”Mi padre era un profundo admirador de Bolívar”, explica.
Don Jacinto Suárez Cruz y doña Adilia Espinoza Avilés – una autóctona Managua-tuvieron a Jacinto y a cuatro hijas más en el barrio San Antonio, uno de los cuatro barrios más importantes y populosos con que contaba la capital en esos años. Los otros eran San Sebastián, Santo Domingo y El Calvario. “Yo vengo de la Managua todavía del pregón, era una ciudad de 200 mil gentes, una Managua que desapareció en los años 60”, refiere.
Estudió la primaria en el colegio Calasanz y la secundaria en el Ramírez Goyena, “donde me hice revolucionario”, dice con cierto orgullo. En ese tiempo, este instituto tenía fama no sólo de ser uno de los mejores del país en cuanto a docencia y brindar educación integral, sino también porque era un hervidero de ideas políticas.
Entre el Ramírez Goyena y el barrio San Antonio
Al decir de Jacinto, de acuerdo a la historia educativa, muy pocos centros escolares produjeron tantos guerrilleros como el Ramírez Goyena. Allí, junto con él estudiaron Julio Buitrago, Francisco Moreno, Cristian Pérez y Doris Tijerino, entre tantos que decidieron hacer, como Jacinto asegura, “carrera revolucionaria”. El mismo Carlos Fonseca había sido bibliotecario, pero “cuando yo llegué ya él se había ido”.
Las materias que recibían de economía política, sociología, historia, entre otras, científicamente despertaban en los alumnos ideas políticas – sociales, y empíricamente en los barrios donde vivían. En su caso, su barrio era catalogado como subversivo porque la iglesia San Antonio era el centro de las misas de los caídos en la lucha contra la dictadura somocista.
“Entonces allí había misa por Ajax Delgado, por el 23 de Julio, por los muertos de La Aviación; cada misa era una manifestación, eran gases lacrimógenos, eran carreras, pedradas, y nosotros metidos allí”. Tenía 13 años y ya había empezado su secundaria en el Ramírez Goyena, cuando en una manifestación en conmemoración al primer aniversario de la masacre estudiantil del 23 de julio de 1959, vio morir a un amigo y compañero de clases: Julio Oscar Romero.
Julio Oscar era impedido de una pierna, y ese día después de clases se encontraron con la manifestación. Como siempre lo hacían, se metieron en ella cuando de pronto unos paramilitares empezaron a disparar para disolverla. “Salimos corriendo, pero como él era renco, quedó de último y lo mataron”, recuerda Jacinto, quien se salvó porque logró llegar a la oficina de su papá.
Para esa época la familia Ortega Saavedra se trasladó a vivir al San Antonio. “Ellos ya tenían vínculos con otros grupos antisomocistas y el barrio se volvió más hervidero”, cuenta, señalando que además había una logia de masones denominada Augusto César Sandino que la coordinaba don Nemesio Porras, abuelo del pelotero boerista. “Era un ideólogo marxista y el primer hombre que escribió sobre la reforma agraria en Nicaragua”, comenta.
“Mi generación fue muy precoz”
Todo eso, sumado a las conversaciones políticas e intelectuales que tenía su padre con otros abogados, hablando de Fidel Castro y la Revolución cubana, de Lenin y la Revolución bolchevique, fue encausando a Jacinto para iniciar su “carrera revolucionaria”. Empezó a sentir vergüenza cuando se dio cuenta que en el extranjero a Nicaragua le decían la hacienda de Somoza. Algo parecido a lo que sintió Sandino cuando a los nicaragüenses les llamaban vende patria, y por eso él se hizo patriota.
“Sentíamos vergüenza por lo que vivíamos: injusticia social, opresión”, afirma Jacinto al describir el contexto político y social que se vivía en los años 60 del siglo pasado. “Estallaron un montón de guerrillas, el ambiente era anti Somoza”, agrega, para considerar que por eso su generación fue precoz en la lucha que tuvieron que emprender hace50 años, cuando se creó el Frente Sandinista.
Pone varios ejemplos de esta precocidad: Francisco Moreno, el más joven guerrillero que murió en la guerrilla de Pancasán en agosto de 1967, no había alcanzado los 20 años de edad cuando ya había sufrido tres carceleadas; la primera vez que el comandante Daniel Ortega cayó preso, apenas tenía 15 años; el mismo Jacinto, conoció por primera vez la cárcel cuando tenía 16 años.
“Somos producto de esos años 60 y somos producto también de esta Nicaragua, de un país agredido, ocupado, que sintió vergüenza y eso nos hizo generar también el fenómeno de hacer una revolución auténtica”, resume.
Un hecho que le señalaría el inicio del camino que iba a recorrer durante toda su vida sucedió en marzo de 1963. En un pequeño radio que tenía para escuchar las noticias, oyó una voz denunciando las agresiones de Estados Unidos contra la Revolución cubana y condenando la reunión que estaban sosteniendo en Costa Rica los mandatarios centroamericanos con el presidente John Kennedy.
Del FLN al FSLN
“Habla el Frente de Liberación Nacional”, dice Jacinto que escuchó en la radio. Luego se dio cuenta que la voz fue de Jorge Navarro caído en combate en la guerrilla de Bocay meses después, quien al frente de una escuadra se había tomado la radioemisora donde se transmitía el noticiero La Verdad. Dos meses antes, durante la procesión del primero de enero, de unas guirnaldas colgadas habían sido regadas un montón de papeletas con las siglas FLN.
También empezaron a parecer papeletas en el Ramírez Goyena. “Aquí está la jugada”, dijo un compañero de Jacinto. Entonces, decidieron que el primero que encontrara a alguien del FLN, les iba a avisar a los otros. Y sucedió que en medio de una manifestación escucharon aun orador presentándose como del Frente de Liberación Nacional. “Queremos irnos al Frente”, les dijeron Jacinto y Francisco Moreno”. – “Vámonos pues”, les aceptó un muchacho que posteriormente se dieron cuenta que se llamaba Lenin Cerna.
“¿Y ahora qué hacemos?, le preguntaron. “Aquí tienen estos crayones, vayan a pintar Managua”, les respondió. “Muera Somoza, viva Sandino”, contesto Lenin. De 14 años, Jacinto y Francisco terminaron los crayones haciendo pintas en las paredes de la ciudad. “Esa misma noche cayó preso Moreno porque con un pedacito de crayón que le había quedado decidió hacer pintas en el centro de Managua, y en eso estaba cuando pasó una patrulla de la guardia y se lo llevó preso”, recuerda.
Poco tiempo después, el responsable del FLN de Managua les comunicó que ya no pusieran esas siglas, sino que FSLN. ¿Por qué?, le preguntaron. “Porque ahora somos sandinistas”, les respondió. Ya dentro de la organización, los responsables, entre ellos Carlos Fonseca, los empezó a obligar a estudiar la historia de Nicaragua y la teoría revolucionaria.
“Carlos nos decía que primero teníamos que estar plenamente convencidos nosotros para poder convencer a los demás”, afirma. Al mismo tiempo le orientó enseñar a leer a gente muy pobre. Su primer entrenamiento militar lo recibió de David Tejada, quien le enseño a armar y desarmar un rifle garand. “Llegaba con una gorra y lentes oscuros para que no lo reconociéramos”, apunta.
Quería ser sociólogo, pero se hizo revolucionario
Tenía 16 años cuando una patrulla de la guardia lo agarró regalando volantes por la calle 15 de septiembre. Esa vez, muy golpeado, estuvo preso en El Hormiguero durante cinco días. En medio de todo eso, Jacinto terminó su bachillerato y estudió en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. “Pretendía ser sociólogo o historiador, pero me convertí en revolucionario”, resalta. No obstante fue Tecnólogo Médico durante un tiempo.
La agitación de rebeldía que se vivía en la universidad le calzó como anillo al dedo, pues fue protagonista de varios sucesos políticos que desde allí se desarrollaron, como la famosa manifestación de universitarios en el Estadio Nacional donde frente a las narices del dictador desplegaron una enorme manta con la inscripción “No más Somoza”, a finales de octubre de 1966; además de participar en otras, como en la del 22 de enero de 1967.
Ese día la guardia nuevamente lo apresó pero en esta ocasión lo envió a La Aviación, donde estuvo alrededor de un mes. Al salir, el FSLN decidió pasarlo a la clandestinidad hasta que otra vez lo capturaron en agosto de 1967, durante un operativo a la empresa La Perfecta. Aquí murió, enfrentándose a los guardias, Selim Shible.
Siete largos años sufrió prisión en la Modelo, donde participó en innumerables huelgas de hambre y fuertes enfrentamientos con sus carceleros hasta que fue liberado – junto con el comandante Ortega, Lenin Cerna y otros dirigentes y militantes sandinistas – por un comando sandinista que se tomó la casa del connotado somocista Chema Castillo, el 27 de diciembre de 1974.
“Realmente yo salgo de mi casa en marzo del 67 y no vuelvo más hasta julio del 1979 con la victoria”, apunta Jacinto. Con los miembros del comando y los liberados, llegó a Cuba tres días después de la acción. En la isla se encontraba el comandante Fonseca, quien “a uno por uno nos preguntó si estábamos dispuestos a seguir”. A Jacinto lo enviaron a entrenarse a un campamento de donde poco después salió directo a un hospital con un fuerte ataque de malaria.
Con el legendario general Giap
Una vez recuperado se encontró con el comandante Fonseca con varios recortes de periódicos que había publicado la acción del comando Juan José Quezada. “Mirá todos estos periódicos, sólo El Mercurio (de Chile) defendió a Somoza, todo el mundo dice que lo que pasó el 27 de diciembre se lo merece”, le informó.
“Esta es una cosecha internacional que ni la podemos perder, hay que aislar a Somoza, vos te vas a encargar de esa parte del trabajo”, le oriento Carlos. Entonces lo nombró representante del FSLN en Cuba, estuvo publicando la revista La Gaceta Sandinista y se dedicó a viajar “llevando la solidaridad al campo socialista”.
La misión encomendada también lo llevó a Etiopía, a los campamentos de los combatientes palestinos en el Líbano, a la ex Unión Soviética y a Vietnam. “Fui el primer nicaragüense en poner los pies sobre la tierra vietnamita recién el triunfo contra los marines yanquis”, asegura, rememorando que tuvo el privilegio de ver todavía los uniformes y pertrechos que habían dejado regados cuando huían.
“Yo le tengo mucho cariño a Vietnam”, admite, a tal grado que aún guarda nítido en su memoria todos los momentos que vivió en ese heroico país, como cuando le presentaron a Vo Nguyen Giap, el legendario general vencedor de tres imperios (francés, japonés y norteamericano). “Cené con él, hablamos horas, me contó y se puso armar maquetas de cómo fue la batalla de Dien Bien Phu”, recuerda. Igualmente le contó cómo fue que dirigió la planificación de la gran ofensiva del Tet.
En esas labores estuvo durante cuatro años, hasta que le permitieron regresar en noviembre de 1978. “Salimos con dos aviones llenos de Combatientes a Panamá, de donde enlistó brigadas internacionalistas para combatir en el sur de Nicaragua, cuando prácticamente ya el país se encontraba en plena insurrección.
El tren de la Revolución
Una vez obtenido el triunfo de la Revolución el 19 de julio de 1979, empezó a trabajar directamente con el comandante Humberto Ortega como secretario de la Comandancia. Estaba cumpliendo misión en la frontera con Honduras en enero de 1980, cuando lo llamaron por radio para orientarle que se presentara de inmediato a la Comandancia. “Me vine todo sucio, barbado, vestido de verde olivo”.
Y así como vino fue juramentado como Viceministro de Relaciones Exteriores a petición del Ministro, que era el padre Miguel d´ Escoto. En abril de 1981 fue nombrado embajador de Nicaragua en la Unión Soviética; y a finales de septiembre de 1985 lo nombraron segundo jefe de la Seguridad del Estado hasta la derrota electoral del Frente Sandinista en 1990. Entonces, debido a su enorme experiencia, asumió el cargo de secretario de Relaciones Internacionales del FSLN, y ha sido diputado del parlamento Centroamericano durante tres períodos.
Con tres hijos – un varón y dos mujeres -, una nieta y otro por nacer, Jacinto sigue manteniendo el mismo ardor y pasión que desde muchacho demostró cuando se integró al recién creado Frente Sandinista. Ahora, que su partido querido arribó a su 50 aniversario, y que él ha ejercido con alma, vida y corazón su “carrera de revolucionario”, se siente orgulloso de que aquel movimiento insurgente que nació a principio de los 60 se haya convertido en una doctrina nacional.
Citando una frase de su maestro Silvio Mayorga, Jacinto grafica la Revolución como un tren: a la locomotora se van sumando vagones, pero cuando los tiempos son difíciles los pilones últimos son los primeros que se desprenden. “Esa es la historia, en los 90 los primeros que se desprendieron fueron los tránsfugas, incluso muchos se tiraron de la locomotora porque creyeron que los tiempos habían cambiado, se volvieron traidores; nosotros aquí estamos, sin ser traidores ni queremos jamás convertirnos en eso”.
Jacinto fue y sique siendo un gran historiador y combatiente del FSLN todos emos luchado por nuestro glorioso partido. Y estuvimos otra hitoria mas el 18 de abril con el golpe fallido vivimos y seguiremos viviendo como unico partido revolucionario gloria y honor a todos los que ofrecieron su vida por nuestro partido FSLN y nuestra nicaragua vendita.y gloriosaq
Jacinto Suárez un ejemplo de lucha por la liberación de Nicaragua, presente, presente, presente.
Un excelente compañero, sandinista,
Fiel al fsln. Muy comprometido con la causa.