Brenda Rocha, venció a la muerte y el odio enemigo
Perdió su brazo y sonrió en vez de llorar

  • Aprendió del comandante Tomás Borge, lealtad, humildad y a perdonar
  • Gravemente herida fue pateada por un contra que casi la degüella
  • En los años ochenta le llamaron la sonrisa de la Revolución

David Gutiérrez López

Unas ráfagas de 14 balazos impactaron en el brazo de la chavala quinceañera, de apenas 90 libras de peso que bañada en sangre, paralizó la respiración para evitar que el endemoniado contra, tras patearla en el suelo, la degollara con una filosa bayoneta, rematándola inminentemente.

Brenda Rocha Chacón fue la única sobreviviente de aquella sangrienta tarde del sábado 24 de julio de 1982, (37 años atrás) cuando una escuadra de ocho milicianos, miembros de las Milicias Populares Sandinistas (MSP), defendió en sus trincheras la planta hidroeléctrica Salto Grande, a unos 30 kilómetros de Bonanza, en el Caribe Norte, del ataque de una agrupación contra, superior en hombres y armas.

Los milicianos habían llegado a la planta hidroeléctrica días antes del 19 de julio, en el tercer aniversario de la victoria de la Revolución Popular Sandinista. A lo largo de la frontera con Honduras, se habían organizado expresiones contrarrevolucionarias conformadas por ex guardias somocistas que huyeron al momento del triunfo de los muchachos guerrilleros.

Se tenía información que el objetivo económico sería atacado como estrategia de destruir los bienes en manos del pueblo. La celebración del 19 de julio transcurrió sin novedad, pero una noche antes del ataque algunos de los compas comenzaron a hacer conjeturas respecto a si hubiese ocurrido un ataque.

Junto al Comandante Tomás Borge

Comenzaron a bromear, expresando que si morían los velaran en la cancha de basquetbol, un sitio emblemático entonces para los habitantes de Bonanza.

Brenda confiesa que un extraño escalofrió recorrió su cuerpo y les pidió que mejor no abordaran ese escabroso tema, porque “me daba miedo”, con solo pensar en las consecuencias de un ataque armado.

La entonces miliciana quinceañera, que recién había participado en la Cruzada Nacional de Alfabetización, integrándose a la Juventud Sandinista, para cambiar el rumbo de la conversación propuso preparar para el domingo 25 de julio una serié de piñatas con golosinas, refrescos y pastelitos, para alegrar a los niños de la comunidad.

Viajaron a Bonanza y en cuestión de horas consiguieron lo que se propusieron. También llevaron un aparato de sonido donde sonarían la música en la celebración que también serviría como despedida de Brenda, porque era acreedora de una beca de estudio para viajar a la Isla de la Juventud, en Cuba, a continuar sus estudios secundarios. El viaje a Managua estaba previsto para el lunes 26 de julio de 1982

Los primeros disparos desde un cerro

Un delegado de la palabra de la localidad llegó agitadamente a relatar que había sido secuestrado e interrogado por unos hombres armados respecto a la cantidad de gente que resguardaba la hidroeléctrica. Unos minutos después Brenda y sus compañeros recibieron el 2222 (urgencia). Ella recuerda que tomó su fusil checo BZ (que tenían fama de enconcharse) y se aprovisionó de varios magazines que guardó en su traje verde olivo.

Los primeros disparos cayeron desde lo alto de un cerro. A esas alturas los milicianos buscaron sus trincheras, en tanto los contras tendían un cerco. Ella se encontraba cerca de doña Cristina y don Ramón, en otro punto, cuando al voltearse a ver los vio bañados en sangre y muertos, en tanto siguió disparando su fusil, hasta que llegó la desgracia al “enconcharse” (trabarse), quedando indefensa a merced de los contras que ya habían bajado hasta donde los milicianos se atrincheraban.

Fue en ese momento, mientras intentaba destrabar el fusil que sintió primero que un par de balas impactaron su pierna izquierda, luego los 14 balazos que prácticamente le destrozaron el brazo derecho con una mortal ráfaga.

Momentos antes de perder el conocimiento vio como sus compañeros muertos en el combate, que duró unos 30 minutos, eran degollados y pateados, ella esperó lo peor cuando contuvo la respiración haciéndose pasar por muerta, cuando escuchó: “Hay vienen los refuerzos”, momento en que la agrupación de contras estimada en unos 60 emprendió la retirada hacia el cerro desde donde habían bajado a consumar su orgía sangrienta.

Se salvó de ser degollada por el contra que primero la pateó, pero se acobardó y emprendió la huida al escuchar que llegaban refuerzos.

A un joven llamado Aarón vio que lo llevaban vivo, su cuerpo apareció después desnudo visiblemente y cruelmente torturado, lo habían capturado herido.

Cuando recobró la conciencia y llegaron los primeros refuerzos, alguien gritó ¡aquí está uno vivo! Por su contextura y juventud creyeron se trataba de un chavalo. La llevaron en brazos a la capilla comunal y luego al hospital donde recibió los primeros auxilios.

El 25 de julio a Managua

Ese 25 de julio Brenda debía viajar a la capital para asistir a un seminario previo a su viaje a Cuba. El destino le tenía paradójicamente reservado ese viaje, pero esta vez en avioneta rumbo al Hospital Militar, donde los médicos lucharon por salvarle el brazo. Hasta una vena de una de sus piernas le extrajeron para ver si lograban recuperarle la movilidad, pero el brazo se fue poniendo morado y llegó la fatal decisión.

Fue su mamá doña Oralia, la que, entre un atribulado dolor de madre e inconsolable llanto, tuvo que firmar autorizando la amputación del brazo de su amada hija.

Transcurrieron las horas y cuando despertó, Brenda confiesa que sintió una gran paz, una liberación, “un gran alivió como cuando te quitás un zapato que te aprieta”,

describe al recordar a los médicos que estaban a la expectativa de su reacción; pero no hubo lágrimas, ni desconsuelo, al contrario, sonrió cuando le dijeron que le apoyarían con una psicóloga, a lo que respondió: “Pero si yo no estoy loca, lo que tengo es hambre, quiero comerme un pollo y un fresco de cacao”.

Nunca imaginó que había sido su brazo derecho, el mismo con el que había empuñado la tiza y el lápiz enseñando a escribir a los campesinos de la presa Siempre Viva, a donde llegó con su cotona de la Cruzada Nacional de Alfabetización a los 13 años, como muchos chavalos y chavalas de esa generación que recién el triunfo de la Revolución se tomaron la hermosa misión de sacar de la oscuridad a miles de iletrados que el sistema somocista, apadrinado por el imperialismo norteamericano, prefería mantener en la más profunda ignorancia al pueblo, para engañarlo y someterlo dócilmente.

Durmió como princesa

El médico cirujano entró de nuevo a la sala de recuperación llevando el pedido de Brenda: pollo y refresco de cacao, lo comió con un inusual apetito y posteriormente confiesa, “dormí como una princesa”. Fue entonces cuando le agradeció a su mamá por haber tomado la difícil y dura decisión de aprobar la amputación del brazo, porque “me alivió y me salvó la vida”.

A los dos días llegó a visitarla el comandante Tomás Borge y la encontró en amena conversación y con una sonrisa en su rostro, fue cuando expresó: “Es la sonrisa de la Revolución”.

La misma sonrisa con la que había vencido el odio y la maldad de los guardias somocistas reagrupados en unidades contrarrevolucionarias que penetraban desde Honduras, donde tenían sus campamentos, a descargar su furia en contra de la población que intentaba reconstruir el país y vivir en paz.

A la sala hospitalaria también llegó a visitarla el comandante Daniel Ortega, quien le expresó sentimientos de ternura, solidaridad y confianza en el futuro de los jóvenes con la revolución sandinista.

Nunca se amilanó. Con su experiencia de guerrillera de la Alfabetización, comenzó a realizar trazos con su brazo izquierdo utilizando un lápiz, al poco tiempo perfeccionó su escritura, logrando realizar otras tareas de la vida diaria.

Las lecciones de Tomás

El comandante Tomás Borge se encariño con la chavala y la asumió como su propia hija. Una vez recuperada la llevó a vivir a su casa. Días después en agosto de 1982 personalmente Tomás viajó con Brenda a Moscú, en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS), donde recibió la solidaridad y el cariño de médicos rusos.

Durante su estadía bajo la responsabilidad del entonces embajador de Nicaragua en la URSS, Jacinto Suárez Espinoza, Brenda asistía a escuelas de niños rusos a contar su testimonio de lucha y vida. Le colocaron una prótesis, la que usó un tiempo por disciplina para conservar el balance corporal evitando una desviación de la columna, pero como ella misma dice, que la pérdida de su brazo no es ninguna afrenta, es un orgullo, porque eso no es comparable con la pérdida de la vida de sus siete compañeros milicianos, algunos de ellos padres y madres que dejaron huérfanos a sus hijos.

Brenda junto al Comandante Tomás Borge en el avión, rumbo a Moscú.

Del comandante Tomás Borge aprendió primero lealtad y humildad. El histórico dirigente le enfatizaba a Brenda que no “hay que olvidarse de donde uno viene, de tu origen, del por qué estábamos en la vida respirando”.

Pero quizás la lección más contundente que aprendió y logró asimilar fue el perdón. En una ocasión Tomás la llevó al Teatro Nacional Rubén Darío junto al niño Lucas Rodríguez, de San Rafael del Norte y a pocos asientos de donde se encontraban, el comandante Borge le enseñó a un hombre del que le dijo había sido el jefe de la agrupación contrarrevolucionaria que atacó la hidroeléctrica el Salto Grande, donde perdió su brazo de 14 balazos y murieron sus queridos compañeros. Diversos sentimientos experimentó Brenda en ese momento.

No asimilaba el motivo por el que tenía que perdonar a quien le había matado y degollado con saña y odio a los compañeros milicianos y causado la pérdida de su brazo en aquel ataque del 24 de julio de 1982.

Tomás se lo explicó: “Es necesario perdonar, para alcanzar la paz”. Fue tras los acuerdos iniciales entre el gobierno sandinista y la cúpula dirigente de la contra en abril de 1988 cuando se firmaron el primer cese al fuego de ambas partes, para dar continuidad a una paz segura que anhelaban todos los nicaragüenses sometidos a una guerra fratricida impuesta una vez más por el imperialismo norteamericano, durante la administración del expresidente y actor de películas de vaquero pistolero, Ronald Reagan.

Los jóvenes en lucha ideológica

El fallido intento de golpe de Estado, generado con actos de violencia y tranques iniciados en abril del 2018, demostró que la Juventud Sandinista debe de estar en constante y permanente movilización en la lucha ideológica, fortaleciendo la comunicación y librando la batalla en el campo cibernético, saliendo al paso a las falsedades y mentiras, como forma de los sectores derechistas de confundir a la población con rumores, o como se califica de falsos positivos.

Brenda expresa orgullo de la actual juventud que salió al frente y está actualmente combatiendo y derrotando cada vez más esas campañas de falsedades de los sectores derechistas que causaron severos daños a la economía nacional, que estaba creciendo a ritmo acelerado en la región centroamericana.

Dice admirar la capacidad de conducción del comandante presidente Daniel Ortega, quien puso a prueba su capacidad estratégica para derrotar el fallido intento de golpe de Estado. De igual manera reconoce la capacidad de dirección de la compañera vicepresidenta de la República Rosario Murillo, orientando y guiando al pueblo con sabiduría por el rumbo de la reconciliación y la paz.

Con profunda emoción Brenda convive con el recuerdo permanente de sus compañeros caídos: René Hocy Díaz, Aarón Toledo, Cristina Rugama, Ramón Mendiola, Arístides Cruz, José Xenón y Lázaro Ochoa, héroes de la lucha por la defensa de la Revolución

El personaje.

Brenda Isabel Rocha Chacón nació en Bonanza, el 10 de febrero de 1967. Es hija de Armando Rocha y Oralia Chacón. Es la segunda de seis hermanos, tres varones y tres mujeres. Leslie, Roberto, Lesbia, Lydia y Álvaro.

En Bonanza fue miembro coordinadora de equipo de la Asociación de Niños Sandinistas (ANS). En Managua fue miembro del equipo de relaciones Internacionales de la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES). Posteriormente fue presidenta de la región en la capital y presidenta nacional.

Laboró en el Centro Humboldt como oficial en incidencias de políticas ambientales.

Es madre soltera, con un hijo de 25 años de edad, Jeffrey Molina Rocha, estudiante de ingeniería.

Desde el 2011 es Concejal de la Alcaldía de Managua. Actualmente preside la Comisión de Presupuesto y Finanzas. Ocupa el cargo de secretaria suplente del Consejo Municipal. Estudió Derecho, graduándose en la Universidad Centroamericana UCA, con el título de abogada y notaria de la República de Nicaragua

5 Comments

  1. Yo recuerdo todos esos acontesimientos me alegra saver nuevamente de la compañera Brenda.
    Dios la Ilumine y le ayude a cumplir con una nueva tarea de nuestra Recolucion.
    Siempre PLOMO.

  2. Increíble historia, toda una guerrera, Dios siempre siga siendo su guía y único Salvador, que sea un excelente Magistrada desempeñando a cabalidad sus labores. Felicidades 👏 👏

  3. Bella e inspiradora historia, linda lección a todos los militantes lealtad, humildad, valentía, fuerza y motivación. Tantas cualidades en una sola persona

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