- Rina y Ruth Marcenaro, madre e hija revolucionarias
- Prisioneras políticas de la dictadura militar somocista
- Se enteraron que las dos eran del FSLN hasta que cayeron presas
- La madre buscó al FSLN, la hija fue reclutada por Arlen Siu
David Gutiérrez López
Ambas militaban en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), pero ninguna lo sabía. Madre e hija mantenían su misión en el mayor sigilo, vital para la seguridad y sobrevivencia en aquellos duros años de terror y dominación de la dictadura somocista, sostenida por el aparato militar, la Guardia Nacional (G.N).
Ruth Marcenaros Briceño y su hija Rina Campos Marcenaros, se enteraron que estaban organizadas en el FSLN hasta que cayeron presas el 4 de febrero de 1976 (hace 43 años) en su propia casa en la Colonia Centroamérica, en el grupo E, de donde momentos antes habían salido de una reunión el comandante Tomás Borge y la militante y guerrillera urbana Mildred Abaunza Gutiérrez.
Eran aproximadamente las 7 y 30 de la noche de ese miércoles 4 de febrero. Tomás y Mildred cruzaron la calle para abordar un jeep Land Rover, frente al actual parque de los Marañones, conducido por un colaborador identificado como Juancito.
Una patrulla de la guardia que tenía información de la presencia de “subversivos” interceptó al jeep conminándolos a detenerse. Rina y Ruth Marcenaro, madre e hija revolucionarias Unidas en carne, sangre y lucha sandinista Se aparcaron a la orilla de la calle, el oficial de la G.N accionó una subametralladora con intenciones de disparar casi a quemarropa contra Tomás que se encontraba sentado en el asiento del pasajero.
Tomás, ante el inminente peligro contra su vida y la de sus acompañantes, desenfundó una pistola automática y disparó sobre el teniente dándole muerte de inmediato, iniciándose una infernal balacera desatada por los militares somocistas.
Tomás y Juancito salieron raudos del vehículo por rumbos separados, en tanto Mildred fue acribillada a balazos en la parte trasera del jeep donde viajaba. En la persecución, a Tomás le capturaron cerca del Camino de Oriente, sobre la carretera a Masaya.
Ruth y Rina escucharon la balacera, minutos después una veintena de guardias entraron con violencia a su vivienda, la cual, hasta ese día, había sido casa de seguridad de muchos militantes y colaboradores sandinistas que se movilizaban en tareas conspirativas contra la dictadura militar somocista.
Las tiraron al piso, en tanto otros guardias revolvían la casa en búsqueda de armas, documentos o cualquier evidencia que las involucrara. “Unos días antes, como presintiendo algo yo había sacado unas municiones que tenía guardadas”, relata Rina al transportar sus recuerdos a esa época donde se vivía el verdadero terror y horror.
A los sótanos de la OSN
La OSN era la Oficina de Seguridad Nacional, cuyos agentes recibían entrenamiento de instructores facilitados y enviados por los Estados Unidos e Israel, especialistas principalmente en técnicas de tortura e interrogatorios. Madre e hijas fueron conducidas a la Loma de Tiscapa, sitio donde el terremoto de 1972 destruyó la casa presidencial quedando unos sótanos que utilizaban como cárceles y salas de tortura.
Encapuchadas recibieron patadas y golpes en sus cuerpos, torturadas con diferentes métodos, no les daban de comer ni de beber. Después de varios días les pasaron agua y algún alimento revuelto en una bolsa plástica. Los interrogatorios eran constantes. Una de las estrategias de los interrogadores era aparecer uno bueno y el otro malo, pero a pesar de todos los ultrajes no las pudieron doblegar y ninguna de las dos mujeres, madre e hija, delató a ninguno de sus compañeros.
Veinte días después fueron conducidas a la cárcel Modelo, en Tipitapa, donde las condiciones de las prisioneras eran terribles, mejorando un poco al recibir las visitas de familiares que les llevaban ropa y alimentos.
Al Consejo de Guerra
Anastasio Somoza Debayle, quien ostentaba el rango de general de división en la G.N, había asumido la Presidencia de la República el primero de diciembre de 1974. El 27 de ese mismo mes recibió un certero golpe, cuando el comando Juan José Quezada, conformado por miembros del FSLN se tomó por asalto espectacularmente la casa del somocista José María “Chema” Castillo Quant, en Los Robles, donde se efectuaba una cena para homenajear al embajador norteamericano Turner B. Schelton.
Como resultado de esa acción el comando sandinista, después de tres días de negociaciones, logró la liberación de varios prisioneros políticos, entre ellos el actual presidente comandante Daniel Ortega Saavedra, Jacinto Suárez, Lenín Cerna, Manuel Rivas Valecillo, José Benito Escobar, entre otros. Después de ese contundente golpe, el somocismo instauró el Estado de Sitio e inició una cruel cacería, asesinatos y persecución contra los sandinistas.
Tiempo después crearon los Consejos Militares para juzgar y condenar a cuanto sandinista cayera en sus manos. Ruth y Rina fueron víctimas, juzgadas y condenadas por esos aberrantes tribunales, donde los guardias las sometieron a juicio, acusándolas entre otras cosas de acciones ilícitas para delinquir, traición a la patria y terrorismo. Ambas, madre e hija guardaron prisión en la Modelo y posteriormente en las cárceles de la Aviación, actual Central Ajax Delgado.
Condenadas a varios años de prisión, después que asumiera la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica Jimmy Carter en 1977, quien promovió una campaña en defensa de los derechos humanos, fueron puestas en libertad como un aparente gesto de buena voluntad de Somoza para congraciarse con la nueva administración del imperio.
En septiembre de 1976, durante su permanencia en la cárcel de la Aviación, realizaron una huelga de hambre que duró un mes, en la que también participó la guerrillera Rosa Argentina Ortiz y otras prisioneras.
Ruth se reclutó sola
Ruth Marcenaro, declara con orgullo que nadie la reclutó para ingresar a las filas sandinistas, ella solita buscó a la organización, cuando comenzó a tomar conciencia y a sentir el despojo de las tierras de campesinos pobres que habitaban en la comunidad los Hidalgo, en El Crucero, a 25 kilómetros de Managua, a donde llegaban terratenientes a obligarlos a vender por casi nada sus propiedades para convertirlas en cafetales.
Ella laboraba como trabajadora social para el INDE, Instituto Nicaragüense de Desarrollo. Su compañera de trabajo era Mildred Abaunza. Cierto día elaboró un documento denunciando el despojo a los campesinos a los que ella brindaba asistencia y lo llevó a la Universidad Nacional, donde encontró al militante sandinista Silvio Casco quién fue la conexión con la organización. Desde entonces comenzó su colaboración antes del terremoto de 1972 y su casa comenzó a ser refugio de seguridad desde 1975.
Tras salir de la cárcel, la despidieron del INDE y no le pagaron sus prestaciones. Encontró un trabajo en una floristería en Ciudad Jardín, donde se desempeñó con éxito, pero tuvo que dejarlo porque era constantemente asediada por “orejas” (soplones) de la G.N. Después de mucho tiempo sin trabajo se ubicó en el Instituto de Promoción Humana (INPRHU).
Las amistades y vecinos de las Marcenaro Campos se esfumaron de su vivienda, muchas de ellas por temor, quizás porque el que llegaba luego aparecía preso para ser investigado por la única razón de visitar esa vivienda de la Centroamérica.
Rina reclutada por Arlen Siu
Después del terremoto de 1972, la familia Campos Marcenaro se trasladó a Jinotepe, Carazo, a vivir en un refugio, al que llegaba una chinita a prestar ayuda a los “terremoteados”. La amable chinita era Arlen Siu que rápidamente trabó amistad con Rina y con frecuencia la invitaba a su casa. Cierto día le propuso colaborar con el FSLN y aceptó, sin el conocimiento de su mamá. Comenzó a trabajar con la estructura que dirigía Mauricio Duarte, caído el 10 de enero de 1975,
En la insurrección final
El lunes 4 de junio de 1979, Nicaragua amaneció paralizada en el comercio y el transporte público. El FSLN, a través de Radio Sandino en la clandestinidad, convocó a la huelga general y a la ofensiva final “Muerte al Somocismo”. Las estructuras del FSLN estaban listas para entrar en acción. A Ruth le orientaron trasladarse al barrio Riguero, colindante con El Dorado, a realizar tareas de organización de la población, previo a la insurrección, que se concentró por 17 días en los barrios orientales.
A mediados del mes le orientaron trasladarse a la ciudad de León a reforzar en organización la estructura que se encontraba con dominio de la ciudad, pero todavía no había caído el último reducto de la guardia, el fortín de Acosasco.
Le indicaron un punto convenido previamente, donde la esperaría un auto conducido por Nora Cardenal de Castro, quien a su lado llevaba a la militante sandinista Julia García, quien se hacía pasar como empleada de la elegante dama. Lograron salir por veredas hasta llegar a la carretera vieja a León. En el punto de encuentro había otro carro donde viajaba, sin saberlo ninguna de ellas, Rina, su hija, luego comenzó la caravana rumbo a la ciudad universitaria.
La guardia en Izapa
En el empalme de Izapa, a 69 kilómetros de Managua, la G.N. mantenía el control con tanques y una fuerte presencia militar. Los dos carros fueron detenidos, del primero bajó Nora con el argumento que viajaban a rescatar a su mamá, una viejecita que estaba sola en la ciudad. Fue en ese momento que madre e hija se volvieron a ver, pero retuvieron la emoción y el deseo de abrazarse para no levantar sospechas con los soldados. En el vehículo con Rina viajaban Orlando Núñez, Maribel Fonseca y Amanda Lorío.
Los guardias se creyeron el cuento y los dejaron pasar a cuenta y riesgo de ellos, porque podían ser asesinados por los “piricuacos” –nombre que los guardias daban a los guerrilleros-. Al relatar esta acción, madre e hija unidas en carne, sangre y lucha, aún lloran de emoción al recordar esos momentos de felicidad cuando se encontraron con los combatientes que dominaban la ciudad. Fue una inmensa alegría ver los colores rojo y negro en las pañoletas, rememoran. León fue liberada el 20 de junio de 1979, convirtiéndose en la capital de la revolución.
Capturan a Rina antes de la insurrección
Rina tenía responsabilidades organizativas en fábricas y barrios de la zona oriental de Managua, en coordinación con Francisco “Chico” Meza Rojas y René Cisneros, previo al 4 de junio. El sábado 2 de junio mientras salía de una reunión en el barrio René Schick, buscó un punto donde un contacto la pasaría llevando, en su bolso cargaba una fuerte suma de dinero y un arma corta. Pasaron los 15 minutos estipulados de espera del transportador que no apareció, entonces caminó y volvió al punto sin encontrar al contacto.
En su espera observó a lo lejos el desplazamiento de dos patrullas de la G.N, aprovechó la llegada de un autobús de ruta urbana que abordó logrando sentarse. Momentos después las dos patrullas interceptaron la ruta y buscaron a la muchacha, la bajaron y al revisar el bolso con el dinero y el arma creyeron que había asaltado un banco.
El dinero sería utilizado para cubrir parte de los gastos de los combatientes durante la insurrección. Fue llevada a la cárcel de la Aviación donde la tuvieron en constante interrogatorio.
Un reo de confianza se le acercó y le dijo que le podía hacer cualquier favor a cambio que le entregara un reloj de marca que la joven llevaba puesto en su mano. Ella le solicitó únicamente que llamara a su casa y avisara que estaba presa. En la central de policía había mucha agitación, guardias que entraban y salían con presos, por lo cual a Rina no le pusieron mucha importancia, al final la mandaron a una celda de presas comunes.
En esa celda compartió bocados de comida de un arroz que cocinaban sobre una lata de avena. Recibió el respeto y solidaridad de las presas. Mientras tanto los combates en Managua arreciaban principalmente en la zona del Riguero, el Dorado, Ducualí, Bello Horizonte y Santa Rosa. El tiempo transcurría y Rina continuaba presa, hasta que cierto día se le acercó un capitán G.N. le dijo: “Mirá, la celda está abierta, vos vas a salir normal por el pasillo, nadie te va a parar, si lo querés hacer es tu decisión”.
Nuevamente estaba ante otra disyuntiva. ¿Será que me quieren hacer el pisa y corre?, pensó; una práctica de jugar con los presos al darles libertad y volverlos a capturar o bien darles la ley fuga, que consistía en matarlos justificando un intento de escape.
Se la jugó y salió por el pesado portón de la cárcel que para esos días, a mediados de junio de 1979, se encontraba rodeado de sacos y piedras canteras formando unas trincheras previendo un eventual ataque de la guerrilla sandinista. Caminó normal, pero sentía los pies como cargados de plomo, logró llegar a la esquina siguiente y al doblar estaba esperándola su tía Margot Marcenaro (q.e.p.d) a bordo de un vehículo al que subió alejándose rápidamente del lugar.
La ubicaron en una casa de seguridad en los Robles, cerca de Plaza El Sol, donde habitaba una pareja de jóvenes, hombre y mujer que nunca más volvió a ver, quienes tenían la orientación de cortarle el cabello y cambiarle su apariencia física. Dos días después era enviada a León a reforzar el trabajo organizativo. El repliegue de Managua a Masaya todavía no se había producido.
Tiempo después se enteró que su libertad se logró gracias a que el FSLN, a través de su tía, convenció al capitán pagarle una cantidad de dinero para que la dejara salir libre. A esas alturas, el desmoronamiento moral de los miembros de la G.N era evidente, percibían el derrumbe y la caída del somocismo.
En León ya se respiraba libertad y sus habitantes se movilizaban con mucha confianza. Fue en esta ciudad donde recibieron con inmensa alegría el triunfo de la Revolución Popular Sandinista el 19 de julio de 1979. Desde entonces siguen juntas con lealtad y fieles a sus principios revolucionarios y al FSLN.
El personaje
Rina Campos Marcenaro, nació en Managua, es viuda del fallecido Comandante Guerrillero Sergio Mendoza, con quien procreó un hijo que lleva el nombre del padre. Es graduada en ciencias sociales y sociología. Actualmente forma parte del CLS de la Colonia Centroamérica.
Ruth Marcenaros Briceño, nació en Jinotepe, Carazo. Licenciada en Trabajo Social, compañera de Mildred Abauza. Es madre de cuatro hijos. Es cofundadora de ANMLAE y organizadora de las madres de héroes y mártires. Actualmente es miembro del Consejo de Liderazgo Sandinista (CLS) en Monserrat.
Las dos son militantes del FSLN de la segunda promoción.
Cuanto valor, cuanto amor a su patria y a sus compañeros de lucha, gracias a estas mujeres que lo dieron todo para que hoy seamos un país libre y digno.