- Juventud Sandinista formada en la guerra y la paz
- En cuarenta años la JS forjó valores y principios
- Se graduaron de hombres y mujeres en el ejército de alfabetización
- Orgullosos de haberse formado con la experiencia de la generación de los 70
- La guerra ahora es combatir y vencer la pobreza
David Gutiérrez López
Cuando triunfó la revolución sandinista, el 19 de julio de 1979, Mauricio Chávez Mejía era un niño de 12 años, hijo de un pintor de brocha gorda y de una madre que lavaba y planchaba ropa por encargo para contribuir a mantener a los diez hijos que procrearon. Fue en una de las aceras de las casas del barrio San Judas, cuando comenzó a escuchar a muchachos mayores hablar de la lucha sandinista y de revolución.
Los muchachos que se sentaban en las esquinas eran jóvenes organizados en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que realizaban círculos de estudio al aire libre o planificaban algún operativo de hostigamiento a las patrullas de la Guardia Nacional (G.N) del dictador Anastasio Somoza Debayle, mientras a su rededor otros chavalos correteaban y jugaban trompo, pateaban una pelota o apostaban en el hándbol.
Recuerda especialmente haber visto un libro del comandante Ernesto “Che” Guevara, que los muchachos mayores discutían y analizaban. Era el año 1978 (hace 41 años) cuando un día Moisés Hernández “el Burro”, los organizó en una escuadra a 7 chavalitos, la que llevó el mismo nombre del guerrillero heroico, de la revolución cubana.
Mauricio relata con orgullo haberse formado en la generación de los 80 y recibido la experiencia, hermandad y solidaridad de los combatientes de los 70, formados en la dureza de la lucha, la clandestinidad y la conspiración en contra de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina.
Aprendieron que la guardia somocista asesinaba
Cursaba el primer año en el colegio Miguel de Cervantes, cuando aprendió que la guardia no solo reprimía, también asesinaba. Fue testigo cuando una patrulla de la Brigada Especial Contra Actos Terroristas (BECAT), (que la gente llamaba los “cara volteados” porque uno o dos guardias viajaban sentados con fusil en ristre en la parte trasera viendo hacia los vehículos que venían tras de ellos), capturó a su amigo Jorge Abarca “el conejo”, lo encapucharon con su propia camisa y luego apareció muerto. También recuerda la muerte de Luis Salgado y de Mario Montenegro.
La formación de la JS
La juventud Sandinista 19 de julio surgió de la unión de los movimientos estudiantiles de secundaria y universitarios que se habían organizado en el país para defenderse de las agresiones del sistema impuesto por el somocismo. (fundada oficialmente el 23 de agosto de 1979).
Fue inmediatamente después del triunfo de la revolución que la dirigencia del FSLN comenzó a estructurar y organizar una deuda de varios siglos con el pueblo: Sacarlo del oscurantismo enseñándoles a leer y escribir, alfabetizándolos.
Esa fue la primera tarea de los nuevos militantes de la Juventud Sandinista, convertidos en guerrilleros de la alfabetización en el más grande y hermoso Ejército Popular de Alfabetización (EPA). En los meses previos al inicio de la alfabetización estos chavalos recibieron entrenamiento en campos, realizando ejercicios físicos, caminatas, natación y algunos en defensa personal, porque tendrían que cruzar ríos, realizar largas caminatas por senderos montañosos, cargar mochilas y acostumbrarse a convivir con campesinos; muchos de ellos vivían en extrema pobreza, a veces comiendo pozol con sal, tortillas, o solo frijoles cocidos, porque no conocían el aceite, ni el azúcar.
Durmiendo en el mejor cartón
Al principio le daba vergüenza decir que había alfabetizado en la comarca Los Rugama, cerca de Villa El Carmen, a menos de 50 kilómetros de Managua, porque sus amigos habían estado enseñando a leer y escribir en remotas zonas del norte del país, entre ellas Wiwilí, donde las condiciones eran más difíciles para los alfabetizadores.
El día que llegó a la comarca le correspondió alojarse en la casa de doña Pastora, una madre soltera con una familia de diez chavalos, en extrema pobreza. El almuerzo fue una sopa de repollo sin ningún otro condimento que sal y por la noche todos dormían en el suelo de piso de tierra. A Mauricio por ser el huésped le ofrecieron el mejor cartón con que contaba la casa.
Días después lo trasladaron a casa de la familia Ubeda, donde solo habitaban la señora y dos chavalos, Bayardo y Christian. Aquí mejoraron las condiciones porque dormía en hamaca. La jornada comenzaba a las tres de la mañana, primero acarreaban agua que extraían de un viejo pozo, luego salían a una huerta a sembrar frijoles y maíz. Afirma que le encantaba aporrear frijoles con una vara.
Un señor fornido alto de unos 70 años le causó mucha impresión al joven alfabetizador, por su elevado interés en aprender a leer y escribir. Todos los días, al caer la tarde, don Ismael y su esposa estaban sentados frente a la pizarra esperando al pequeño profesor. Lo lamentable es que el adulto mayor no lograba asimilar por una deficiencia visual grave que le impedía ver las letras.
En esta comarca tuvo bajo su responsabilidad a ocho personas, seis jóvenes y dos adultos. Uno de los jóvenes resultó “renegado”, no aprendió por mucho empeño que le pusieron y creció sin alfabetizarse.
En las milicias
Concluida la Campaña Nacional de Alfabetización (CNA), los alfabetizadores retornaron a sus casas y centros de estudios. Fue en ese momento que se reestructuró la Juventud Sandinista 19 de Julio, desde los diversos movimientos estudiantiles que se habían organizado en los años de lucha contra la dinastía de Somoza.
Pertenecer a la JS hace 40 años significaba una gran responsabilidad. Además de buenos estudiantes, ejemplos en disciplina, debían ser los primeros en salir al frente ante cualquier situación que se presentase y estuviese a su alcance resolver.
En 1982 se formó el primer batallón de las milicias con muchachos de la JS. A Mauricio le correspondió pertenecer al batallón de antitanques. En diciembre de ese año cuando se iniciaban a organizar bandas de contrarrevolucionarios armados que asesinaban, robaban, destruían e incendiaban escuelas, casas y cultivos de productores, se constituyó la quinta compañía.
Durante una persecución a las expresiones contrarrevolucionarias en una caminata de tres días, a Mauricio se le encarnó la bota de cuero en la piel de sus pies. Cuero y pies eran una sola masa sanguinolenta.
Salían a operar por el monte, él era ametralladorista y cargaba una 60 que no tenía un sostén. Un campesino le regaló un pedazo de cuero crudo de res que le sirvió para cargar la ametralladora y aminorar el peso.
El sentimiento de arrechura, odio y deseos de venganza
Los momentos más duros de la guerra son los muertos, ver caer a esos compañeros con los que has convivido, hablado y compartido alegrías, tristezas, temores y otras vivencias. Recuerda que cuando mataron a Mauricio Meza “el paquidermo”, fue a su entonces novia Waleska que le correspondió dolorosamente llevarlo a entregar a su familia, el papá del fallecido no soportó el dolor y se desmayó.
Ese sentimiento de arrechura, odio y venganza se trasladaba a los amigos y combatientes que juraban no darle tregua a los contras, a los que cada vez perseguían con mayor ahínco y decisión de eliminarlos.
Durante la persecución a las bandas, algunas de ellas integradas por ex guardias que habían huido al triunfo de la revolución, le correspondió trasladarse a Rio San Juan, donde conoció y operó junto al destacado militante de la JS Marlon Zelaya, quién cayó en combate el 24 de mayo de 1983. Después de ese operativo, por su arrojo Mauricio se ganó el reconocimiento de Reservista Vanguardia, cuya escarapela la pegó orgulloso con hilo y aguja en el brazo izquierdo de su uniforme verde olivo.
En otra ocasión, relata que mientras caminaban en fila india en un sitio de la montaña, sostuvieron un combate con una agrupación a la que hicieron retroceder, pero que no le dieron persecución; un campesino les informaría después que se habían salvado de caer en una mortal emboscada que tenían preparada más de 200 asesinos.
Voluntario del Servicio Militar Patriótico (SMP)
En 1983, cuando la contrarrevolución se fortaleció y la agresión a la revolución se incrementó en número de hombres y armas financiado y promovido por el gobierno de los Estados Unidos, bajo la administración del presidente Ronald Reagan, fue que el gobierno sandinista estableció el Servicio Militar Patriótico (SMP).
Los militantes de la Juventud Sandinista, como ejemplos de vanguardia, acudieron al llamado presentándose como voluntarios dispuestos a defender la patria bajo la consigna de: “Sin una juventud dispuesta al sacrificio, no hay revolución”.
“El imperialismo nos sometió a la máxima violencia, nos impuso una guerra que no queríamos, porque nosotros siempre hemos anhelado vivir en paz, ver crecer a nuestros hijos, nietos y nos obligaron a matarnos entre hermanos”, señala a manera de reproche Mauricio, a quien le conocen como el chele.
Después de 30 años de participar en la defensa de la revolución en los frentes de guerra, Mauricio valora que a pesar del dolor que vivió y los peligros que enfrentó también ahí conoció el sentido de la hermandad, solidaridad, responsabilidad, donde los chavalos casi niños se graduaron de hombres.
Recuerda con tristeza este militante los horrores de la guerra, a su generación de combatientes, que cuando les tocó enfrentarse con la contra y les causaban bajas, llegaron a sentir esos sentimientos encontrados de odio y alegría. En una ocasión, mientras portaban un lanzacohetes RPG 7, localizó a un grupo de enemigos que les disparaban detrás de una roca, entonces soltó el disparo y vio los cuerpos volar en pedazos en medio de una gran nube de tierra, polvo, piedras, sangre y trozos de carne y hueso.
De Mulukukú al BLI coronel Santos López
Luego de tres intensos meses de entrenamiento en Mulukukú, en el Caribe Norte, donde no les daban tregua, pero que fueron vitales para la sobrevivencia en la guerra de agresión, a Mauricio y otros muchachos les correspondió integrar el Batallón de Lucha Irregular (BLI) coronel Santos López, de 12 que se conformaron. Cada BLI lo constituían seis batallones de 120 hombres cada uno.
En esta estructura militar le correspondió operar en Nueva Segovia, Jalapa, San Fernando, Teotecacinte y en Ocotal, donde en junio de 1984 combatieron frente a una fuerza de tarea de la contra que entró a la ciudad, en un intento por destrozar la infraestructura estatal. En otras misiones se movilizó a Plan de Grama, Ayapal, San Andrés de Bocay donde al otro lado del río fronterizo con Honduras sacaron a punta de plomo de sus campamentos a los contras, causándole numerosas bajas entre muertos y heridos.
En San Andrés de Bocay, mientras esperaban refuerzos después de haberse quedado prácticamente sin municiones y alimentos (raciones frías) y rodeados por la contra, Mauricio repasaba cartas de su esposa que guardaba junto
a fotos de su tierno hijo, en el libro La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, escrito por Omar Cabezas, cuando apareció un helicóptero MI 17 sobrevolando y levantando un viento fuerte que parecía un huracán, arrebatándole aquel preciado tesoro que había cargado y protegido de las balas, la lluvia y el calor.
Lanzó improperios y maldiciones a los contras jurando combatir con mayor fuerza y coraje, pues los responsabilizaba por la pérdida de sus cartas y fotos.
Durante la guerra vivieron en permanente zozobra, el combatiente y los familiares. Cierto día, una de esas tardes calurosas, mientras su esposa se encontraba en Managua sentada en la acera de la casa con su tierno hijo en brazos, vio desplazarse un camión que transportaba un féretro.
El pesado camión militar frenó y alguien preguntó: “Aquí vive la familia de Mauricio, traemos su cuerpo”. Fue como una tremenda bofetada, un golpe contundente a la recién alumbrada mujer. El hombre volvió a preguntar de nuevo, pero esta vez mencionando el apellido de otro Mauricio, que correspondía al hijo de una vecina que echaba tortillas. La amenaza de la muerte estaba latente.
A vencer la pobreza
Mauricio Chávez se ganó la militancia del FSLN en el fragor de los combates, tras su desmovilización junto a un numeroso grupo de ex combatientes constituyeron la Asociación de Cumplidores de la Paz, comprometiéndose a que las nuevas generaciones de sus hijos y nietos no tengan que empuñar nunca más un fusil para asistir a un escenario de guerra entre hermanos.
Tras el recién fallido y derrotado intento de golpe de Estado de fuerzas de la derecha y un sector de la cúpula católica, financiado y alentado por el imperialismo norteamericano, mediante el cual frenaron el acelerado avance que marcaba el país en lo económico y social, provocado únicamente por el odio desenfrenado y estimulado desde púlpitos y aceras, reconoce y valora que fue gracias a la paciencia, sabiduría y tolerancia del presidente Daniel Ortega, que no se desencadenó en una tragedia mayor.
Cuarenta años después, aquel niño que desde una acera tomó conciencia de luchar por transformar una sociedad oprobiosa, por la que expuso su vida con el amor a su patria y sus ideas, está convencido que ahora la lucha es contra la pobreza, a la que hay que combatir y vencer.
El personaje
Mauricio Chávez Mejía, nació el 27 de noviembre de 1967, en Managua, en el barrio Monseñor Lezcano, pero con el terremoto de 1972 que destruyó su hogar, emigraron hacia el barrio San Judas, cuando todavía eran fincas y terrenos vacíos.
Padres: Salomón Chávez López y María Mejía
Es el quinto de 10 hermanos Casado con Waleska Saballos, su chela y eterna novia con quien llevan 38 años de feliz y eterno enamoramiento.
Padre de dos hijos: Jorge Mauricio y Salomón Alejandro. Ya es abuelo de cuatro nietecitos. Es graduado en Administración de Empresas, y actualmente es jefe de mercadeo de INISER.
Yo fui miembro de ese combativo Bli coronel Santos lopez desde 1985 hasta 1987 gran sufrimiento lindas experiencias y exelente aprendizaje . Yo era rastreador (informativo )del batallón después comon
Yo estuve en BLI Santos Lopez 1989. y Ando en Busca de Joaquin. de Corinto. Fue alguien que me recibió muy bien y me pude adaptar al batallon. victorcpina@hotmail.com es mi mail