Fredy Franco (*)
Los cambios revolucionarios y evolucionarios, como los provocados por la Revolución Popular Sandinista, tienen como horizonte una sociedad nueva, diferente al Capitalismo; buscan y realizan la felicidad plena del ser humano, la eterna primavera, para que esté florecido siempre el campo humano material y espiritual “con caudalosos ríos de leche y miel”; para “multiplicar los panes” de manera justa, igualitaria y solidaria, haciendo realidad el sueño de Sandino, del “decoro nacional y la redención de los oprimidos”.
I- La revolución, obra colectiva
Las revoluciones se desarrollan en un largo proceso de luchas y victorias, avanzan alcanzando los logros colectivos expresados en derechos, nuevos valores, bienestar y progreso de toda la sociedad, incluida la dignidad como ser humano, como familia, comunidad y como nación.
Las revoluciones enfrentan grandes obstáculos para avanzar, sobre todo la de los sectores históricamente dominantes, que representan intereses minoritarios, elitistas, de explotación, retardatarios, de opresión y exclusión que, al ser desplazados, usan todas las armas para recuperar el poder y los intereses perdidos; las revoluciones siempre tienen que sortear y trascender las espinas que surgen en el camino, llena de la puya del egoísmo, el individualismo y del desprecio humano.
La lucha para hacer la revolución implicó altos costos humanos (más de 50 mil nicaragüenses asesinados por la dictadura somocista y más de 50 mil en los años 80), y de muchos sacrificios de distintas generaciones que llevó en una intensa, prolongada y colectiva acción de la inmensa mayoría del pueblo que condujo al alba, donde “el amanecer dejo de ser una tentación” el 19 de julio de 1979.
El Frente Sandinista de Liberación Nacional, surgido en 1961 bajo los ideales de Sandino, al frente del pueblo, planteo una lucha revolucionaria para derrocar a la dictadura somocista y el sistema pro-yanqui y pro-oligárquico-burgués que representaba, y durante 18 años en una lucha perseverante, optimista, de mucha mística y decisión, se hizo posible el triunfo de la revolución.
El FSLN convocó, encabezó y protagonizó el derrocamiento de la dictadura somocista junto a la inmensa mayoría del pueblo, incluido sectores no revolucionarios, pero sí anti-somocistas, que se sumaron a la ola popular indetenible que provocó el cambio más masivo y profundo de toda la historia nacional: el triunfo y concreción de la Revolución Popular Sandinista.
Son 40 años que ha avanzado, con victorias y reveses, manteniendo logros fundamentales para la nación y el pueblo, y luchando siempre más allá, con el compromiso del cambio y la evolución en beneficio de las grandes mayorías, con una visón y práctica del desarrollo humano integral.
II- Primera etapa de la revolución
La Revolución ha pasado por tres grandes etapas de luchas y victorias, de reveses y de nuevas victorias:
1979-1990: triunfo, construcción y defensa de la revolución. Se hicieron las transformaciones fundamentales y estructurales que cambió radicalmente la organización y el sentido del poder, la vida económica, social y cultural en beneficio del pueblo, forjando una nueva conciencia social, patriótica, revolucionaria.
Con el triunfo de la revolución, por primera se estableció un gobierno popular en la historia de Nicaragua, se creó un nuevo Estado con compromiso con el pueblo y la nación, un Ejército patriótico, una Policía humanista, unas instituciones al servicio del pueblo. Se hicieron realidad los derechos del pueblo: sociales, económicos, culturales, a participar. En términos humanos, progresó esencialmente la sociedad.
En esta etapa, además de la herencia de atraso, dependencia y pobreza heredada por el somocismo, junto a la destrucción por la guerra y el saqueo de los recursos públicos, el gobierno sandinista trabajó por reconstruir el país, estableciendo un gobierno de unidad nacional llamado de Reconstrucción Nacional, que estuvo vigente hasta el 10 de enero de 1985.
Este gobierno fue sustituido por uno encabezado por el comandante Daniel Ortega, que triunfó en las elecciones del 4 de noviembre de 1984 con el 67% de los votos, en las primeras elecciones libres de nuestra historia (elecciones decididas por los nicaragüenses) y plurales (participación de 7 partidos políticos); por primera vez participan partidos de todas las tendencias político-ideológicas, antes solo las tendencias de derecha participaban.
En medio de los esfuerzos de reconstrucción y de hacer realidad los sueños del pueblo, la revolución tuvo adicionalmente que enfrentar la adversidad de la guerra y el bloqueo desde sus comienzos, fenómenos que afectaron negativamente las mayores posibilidades del desarrollo económico-social. Por eso la revolución buscó en el diálogo interno, en los esfuerzos de paz regional y en el derecho internacional las vías para salir de la guerra y el bloqueo, y lograr la paz para hacer avanzar con mayor celeridad y equidad la sociedad nicaragüense.
La Corte Internacional de La Haya, en junio de 1986, le dio la razón a Nicaragua y encontró culpable al gobierno de los Estados Unidos de la guerra y la destrucción contra el país, y lo mandó a pagar una indemnización por 17 mil millones de dólares. Sin embargo, no acató la sentencia y, al contrario, profundizó el bloqueo y la guerra de agresión, provocando un altísimo costo humano de más de 50 mil nicaragüenses muertos.
Con un liderazgo de Nicaragua se hicieron realidad los Acuerdos de Paz de Esquipulas II (agosto 1987) y luego los acuerdos con la contrarrevolución (Acuerdos de Sapoá 1988). Nicaragua fue la primera en cumplirlos, pero ello no detuvo la guerra y el bloqueo de Estados Unidos que continuó indetenible.
Las elecciones de 1990 fue un test sobre la paz y la guerra. El FSLN, aunque comprometido con la verdadera paz del
pueblo nicaragüense, no tuvo el voto mayoritario favorable después de la destrucción y desgaste provocado por 10 años de guerra y bloqueo. La candidata de los Estados Unidos, Violeta Barrios, que encabezaba la alianza derechista Unión Nacional Opositora (UNO), ganó las elecciones favorecida por un contexto de guerra y dificultades económicas, en el que lo más importante era la paz.
El reconocimiento de los resultados electorales y la entrega pacífica, fue un aporte fundamental a la construcción de la democracia y la estabilidad de Nicaragua por parte del FSLN, porque por primera vez en nuestra historia el cambio de un gobierno de tendencias ideológicas distintas se hacía de manera pacífica.
La pérdida del gobierno no fue la pérdida de la revolución, fue un revés electoral; la revolución continuaba con las conquistas alcanzada, con los estratégicos objetivos sandinistas de patriotismo, justicia, igualdad social y solidaridad; con la conciencia sandinista de un significativo 40% de la población; con los espacios de poder municipal y parlamentario alcanzados, con un FSLN bien organizado y con presencia nacional, y con un amplio movimiento social favorable a la revolución.
Período neoliberal, a gobernar desde abajo 1990-2006
La derrota electoral del FSLN coincidió con una crisis del campo socialista en Europa del Este y, por tanto, con la propagación de la ida del “fin de la historia” que pretendía justificar, a partir en un contexto coyuntural complejo de revés de la izquierda, que después del capitalismo no se podía construir un sistema diferente.
Y esa idea falsa y anti-histórica incidió en un sector de la izquierda en el mundo y en Nicaragua, llevando a ciertos grupos a abandonar el carro de la revolución, como sucedió con los traidores al FSLN, los del MRS, a mediados de los años 90, cuando le hicieron el juego, se aliaron o “se pasaron con todo y cartuchera” al campo de la derecha y de la extrema derecha, como lo siguen estando en la actualidad.
Pero el liderazgo del FSLN, con la conducción del comandante Daniel Ortega, el mismo día del reconocimiento de la
derrota electoral planteó que la revolución continuaba, que había que gobernar desde abajo, resistiendo las políticas de la derecha que se avecinaban, y defender las conquistas de la revolución; y que después de un acumulado de luchas llegaría el momento en que de nuevo íbamos a gobernar desde arriba, cuestión que sucedió 16 años después.
Junto al revanchismo contra los sandinistas con que asumieron el poder los neoliberales, que implicó despedidos de miles de sandinistas de las instituciones del Gobierno y el Estado, las campañas de desprestigio y descalificación, se vino toda una serie de acciones de privatización de las empresas y los bienes públicos, pretendiendo revertir los derechos conquistados por los trabajadores.
Prácticamente se privatizaron los sectores estratégicos de la economía: la banca, las telecomunicaciones, las empresas estatales que fueron privatizadas, robadas o vendidas a precio de guate mojado. Se privatizaron los sectores sociales fundamentales (salud, educación). Se planteó una contrarreforma para detener la democratización alcanzada por los trabajadores del campo y los pobladores de la ciudad con la entrega de tierras para el campesinado y con la entrega de viviendas y acceso a lotes.
Las propiedades comenzaron a ser arrebatadas y entregadas a los antiguos dueños, aun cuando a éstos se les había
pagado o indemnizado; pretendieron privatizar la educación superior no asegurando el 6% e imponiendo modelos de privatización.
Resistencia social activa
Lo anterior provocó que el FSLN, junto a los movimientos sociales y el movimiento sindical que se aglutinó en el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), planteara la resistencia en todos los sectores en defensa de los derechos conquistados por la revolución, incluidos de manera fundamental los derechos de los trabajadores.
Esa resistencia activa evitó una derechización mayor y, en el caso de la propiedad, se logró que una parte de ésta quedará en manos de los trabajadores, como área propiedad de los trabajadores, aunque luego fueron afectados debido a la privatización de la banca y a la falta de voluntad del gobierno de no impulsar políticas económicas en beneficio de la economía popular.
Asimismo, como fuerza política el FSLN desarrolló una oposición constructiva, criticando u oponiéndose a lo que no estaba de acuerdo, pero nunca afectando la estabilidad política y mucho menos pretendiendo derrocar a los gobiernos neoliberales por la fuerza, por la violencia.
Como producto de esas políticas neoliberales se ensanchó la pobreza a casi el 50% de los nicaragüenses, el país se hizo más vulnerable y retrocedió económicamente; se perdió la fortaleza del mercado interno (una buena parte de los productos, sobre todo los de alimentación, se importaban), se desprotegió la economía nacional en beneficio de las transnacionales; y se abandonó a los campesinos, a los micro y pequeños productores del campo y la ciudad.
Se multiplicó el desempleo y se hizo masiva la migración de los nicaragüenses buscando oportunidades económicas en otras partes del mundo (Costa Rica, Estados Unidos, España, etc.) con todas las consecuencias humanas negativas y de división de la familia que ello implica. Creció la inseguridad producto de la vulnerabilidad social y la violencia generada por la criminalidad, sobre todo el crimen organizado y el narcotráfico.
En medio de esas realidades, el FSLN mantuvo su resistencia política en defensa de la revolución y los derechos del pueblo, y fue alcanzando un creciente apoyo con la conquista de los gobiernos municipales y luego con la victoria de noviembre del año 2006, para regresar al gobierno el 10 de enero de 2007.
III- Segunda etapa de la revolución: restitución de derechos, unidad nacional y reconciliación
El regreso al Gobierno Nacional del FSLN el 10 de enero de 2007 implicó hacer realidad lo que planteó Daniel el 26 de febrero del 1990: que llegaría el momento que gobernaríamos desde arriba para el pueblo, con el pueblo y por el pueblo.
Llegar al gobierno implicaba muchos retos: restituir los derechos arrebatados o vulnerados, combatir la pobreza, lograr un desarrollo económico positivo y ascendente, asegurar un desarrollo del mercado interno y de exportaciones, eliminar los apagones de 8 o 12 horas diarios, y mejorar de manera sustantiva la infraestructura económica y social del país.
Para lograrlo, el FSLN planteó una política de unidad nacional, de reconciliación, de diálogo, alianzas y consenso, que logró sumar y unir a los sectores fundamentales de la vida económica y social (trabajadores, productores, empresarios y gobierno). Todos ellos funcionando bajo una práctica permanente de gabinete económico y social donde se consensuaban las políticas de crecimiento económico y desarrollo social.
Esta política permitió un crecimiento sostenido por 10 años, con un promedio del 4.8%; se redujo el desempleo y la pobreza general del 48 al 24% en un período de 12 años, al que contribuyó de manera decisiva el impulso de diversos programas productivos, de financiamiento, capacitación y asistencia junto a miles de títulos de propiedad (138,737).
Los títulos de propiedad dieron y dan seguridad jurídica, estabilidad social y desarrollo de la economía popular, impulsada y desarrollada por las mujeres (55%) beneficiadas,
que las empoderan económica y socialmente, lo que suma a la igualdad entre hombres y mujeres, a la equidad social y política; por ejemplo, el protagonismo de las mujeres en los cargos de elección popular y en los cargos públicos (50-50) generado por la revolución.
Ello contribuyó a fortalecer las políticas sociales, derribando la privatización en salud y educación, asegurando
el 6% para las universidades, sosteniendo el subsidio del transporte, ampliando la seguridad social y fortaleciendo los beneficios en salud tanto en el seguro social como en los establecimientos públicos de salud; ampliando la infraestructura social (de escuelas, hospitales y centros de salud con tecnología de primera línea).
Además, la infraestructura productiva (caminos, carreteras, puertos; etc.). Nicaragua se ubica en los primeros lugares del ranking de las carreteras de calidad y seguridad de todo el continente. También de más seguridad en cuanto a la inversión extranjera, que no es afectada por el narcotráfico y el crimen organizado. Nicaragua es el país más seguro de Centroamérica y uno de los más seguros de América Latina y el Caribe, y es muro de contención de la criminalidad organizada en la región.
En 12 años se logró pasar del 54 por ciento del acceso eléctrico al 97% en la actualidad. Se democratizó el acceso a la tecnología, a la cultura, a la diversión y la recreación sana. Se ha logrado un mayor desarrollo político de la Costa Caribe (a través de su régimen de autonomía regional), con una dinamización económica y avance social, sobre todo con la entrega de 23 títulos comunitarios: 19 en la Región Autónoma del Caribe Norte y 4 en la Región Autónoma del Caribe Sur, beneficiando a 304 comunidades indígenas y afro descendientes constituidas por 39,531 familias 227,185 comunitarios.
En estos 12 años se ha hecho patria, se ha construido nación, se ha fortalecido el Estado en función del desarrollo integral del país y en beneficio del pueblo. Se ha fortalecido la institucionalidad, la legalidad y la constitucionalidad del país. La Constitución Política vigente, con la reforma de 2014, fortaleció el carácter de derechos y garantías. Igualmente, fortaleció el protagonismo del soberano (el pueblo) en las decisiones del país.
IV- Episodio perverso, el intento golpista
La estabilidad, la paz alcanzada, la felicidad, el avance en derechos, el progreso del país después de salir del infierno neoliberal, pretendió ser interrumpido o aniquilado con el intento golpista de abril a julio de 2018, lo cual constituye un episodio perverso, diabólico, trágico y triste.
Fueron tres meses de pesadilla y de dolor, en que sumando guerra psicológica (mentiras, manipulaciones, odio, venganza y revancha) y terrorismo criminal, violento y destructivo, no solo se pretendió derrocar un gobierno democráticamente electo con el 72% de los votos, sino acabar con los sandinistas, con la revolución, propósitos contrarrevolucionarios y fascistas que salen de las concepciones y las mentes de los sectores más fundamentalistas del sistema de poder de Estados Unidos.
El país del norte articuló a la extrema derecha nicaragüense (refugiada en ONG´s, en grupos políticos derechistas, en el Cosep, en la jerarquía católica y en medios de comunicación) para tomar el poder a cualquier costo, sin importarle la constitucionalidad, institucionalidad y legalidad del país, ni la vida de los nicaragüenses, provocando 198 muertos, una gran afectación a la economía, a los bienes públicos y privados, y sobre todo afectando la paz y la dinámica de progreso del país.
La vocación de paz y progreso del pueblo, junto a la sabia, madura y responsable manejo de la grave crisis provocada por los golpistas por parte del gobierno con el liderazgo del Presidente de la Repuública, permitió derrotar ese intento perverso, restablecer la paz y poco a poco el rumbo de desarrollo económico para seguir reduciendo la pobreza y asegurar el progreso social en beneficio del pueblo.
En este momento la prioridad de Nicaragua, de la revolución es consolidar la paz, la reconciliación, atender y superar
todas las afectaciones humanas y psicosociales, provocadas por el terrorismo, el odio y la revancha; seguir haciendo progresar a Nicaragua con sentido de unidad nacional y compromiso colectivo para que nunca más seamos víctimas colectivas de formatos de guerra de quinta generación que pretenden dividir, aniquilar a las fuerzas revolucionarias y evitar que los pueblos progresen de manera soberana, justa, con progreso humano integral.
V- Balance de la revolución
A 40 años, la Revolución Popular Sandinista sigue más viva que nunca, dinámica, activa en su defensa y construcción, y en evolución, sabiendo que nos enfrentamos a enemigos poderosos: al imperio y las fuerzas oligárquicas del país. En Nicarauga, la revolución logró instalar y desarrollar no solo la democracia electoral, sino social, económica y cultural; porque, pese a los reveses y descensos, se ha conquistado, restituido y defendido los derechos fundamentales del pueblo, que ha permitido reducir la pobreza y la desigualdad.
La revolución logró instalar todas las libertades, todos los derechos, pero también los deberes y responsabilidades del pueblo. Se ha logrado mantener y ampliar un marco constitucional y legal que hace protagonista al pueblo y está a su servicio. Se ha mantenido un Ejército patriótico y una Policía que sirve al pueblo, a la comunidad. Se ha asegurado el protagonismo del pueblo en todos los órdenes: desde la participación popular hasta la articulación con las instituciones para trabajar por su desarrollo y progreso.
Se han fortalecido las relaciones internacionales en función de las causas justas de la humanidad y en beneficio del pueblo nicaragüense. Se ha defendido la dignidad y soberanía del país, pese al injerencismo y distintas formas de agresión del imperio.
El FSLN ha demostrado que en paz hace progresar más integralmente a Nicaragua y asegura los derechos fundamentales de las mayorías populares.
En este 40 aniversario recordamos a todas las víctimas del imperio, de la contrarrevolución, de los golpistas; más de cien mil nicaragüenses en 84 años, desde Sandino hasta la actualidad. Rendimos homenaje a los héroes y mártires de la revolución, de la nación, de la paz, que con su sangre abonaron para hacer posible la liberación de Nicaragua y con su ejemplo siguen guiando e iluminado las nuevas batallas de la Revolución Popular Sandinista.
(*) Cientista Social e Historiador. Profesor Titular UNAN Mangua.
Me encanta. Muy buena sinopsis de nuestra revolución. Ni un paso atrás.
Lindo esfuerzo investigativo. Felicidades maestro Franco.