“Mi meta es ampliar mi negocio”

“Mi meta es ampliar mi negocio”

Un día, trabajando en un taller de costura, a Verónica Muñoz se le ocurrió confeccionar un bolso para ella misma. Lo quería grande, bonito, pero sobre todo resistente y espacioso. Cuando su cuñada lo vio le pidió que le hiciera uno, luego un compañero de trabajo y así sucesivamente se fue involucrando en esta actividad hasta lograr su propio negocio bajo el nombre de Creaciones Yuli.

Valeria Imhof

Verónica asumió riesgos y compromisos gracias a su espíritu activo y positivo. Nunca se amilanó ante ningún obstáculo, más bien seguía adelante buscando por todos los medios cómo superarse en un escenario que era nuevo para ella.

Hoy, cinco años después, y con el apoyo del Ministerio de la Economía Familiar, Comunitaria, Cooperativa y Asociativa (Mefcca), cuenta con su propio taller de confección de carteras y mochilas de cuero, ubicado en su casa de habitación en la comarca Nejapa, Managua.

“Trabajando en un taller de costura yo comencé a hacer bolsos y un día de tantos ya tenía 70 bolsos vendidos”, relata Verónica, una mujer de 49 años, morena, fuerte, entusiasta, optimista, que ríe constantemente y se emociona al contar cómo se involucró en el trabajo con cuero.

Su hermana, con quien actualmente tiene un taller de costura, fue la que, sin consultarle, la inscribió en un programa del Mefcca para mujeres emprendedoras. Sin embargo, ella se dijo que quería aprender más, por lo que decidió realizar un curso de costura en el Centro Tecnológico Industrial Comandante Hugo Chávez Frías (Cecna). Ahí mismo aprovechó para perfeccionar su técnica en la elaboración de bolsos y carteras.

“Como yo ya tenía conocimientos de costura, hacía rápido lo que la profesora mandaba y el resto de mi tiempo me ponía en la ventana a escuchar a la profesora que impartía el curso de carteras; entonces me fui enriqueciendo en los dos rubros”, expresa.

Con nuevos horizontes

Verónica Muñoz.
Verónica Muñoz.

Luego de asistir a las capacitaciones que le impartía el Mefcca en administración, mercadeo, organización, etiquetado, costos, redes sociales, etc., un supervisor la visitó en su casa en tres ocasiones. Ella aprovechó para presentarle, además de las carteras, otros productos como cartucheras, cosmetiqueras, estuches de celulares y hasta un bolso de maternidad, siempre con su sello personal.

Verónica demostró que tenía ganas de trabajar, emprender y superarse. Presentar productos era la primera condición y ella la cumplió al pie de la letra. Una vez que obtuvo la certificación del Mefcca, le facilitaron dos máquinas de coser, una de ellas apropiada para el trabajo con cuero.

“Yo hago ropa, yo hago bolsos, yo puedo -dije- entonces me tiré de cabeza con ese programa. Me trajeron la máquina y empecé a trabajar sin parar hasta que el Mefcca me invitó a participar en el Parque de Ferias”, narra.

Indudablemente, ese apoyo fue determinante para que comenzara de lleno a dedicarse a la confección de bolsos y carteras. “Empecé a afinar mi mercado creando una marca, porque yo no tenía un mercado construido. Inicialmente llevé 36 piezas y total cuando miré ya tenía 60 piezas con más modelos y más colores”, señala con orgullo.

Para ella, el Gobierno Sandinista, a través del Mefcca, le ha abierto nuevos horizontes y le ha permitido ser autosuficiente económicamente y superarse en capacidades y conocimiento.

Actualmente oferta sus productos en la Avenida de Bolívar a Chávez y a la vez, previo al inicio de clases, visita diferentes centros escolares para ofrecer carteras o mochilas al gusto del cliente. Las ventas –dice- varían de acuerdo a la temporada y a la promoción del producto que realiza, en algunas ocasiones, a nivel personal.

Graduada de socióloga

Además de emprendedora, Verónica es una mujer muy trabajadora que desde joven demostró que con sacrificio y esmero se pueden alcanzar grandes metas. Se graduó de socióloga en la Universidad Centroamericana (UCA) mientras trabajaba de telefonista en lo que fue la Empresa Nicaragüense de Telecomunicaciones (Enitel).

En esta empresa laboró durante 15 años y logró construir su casa y seguir estudiando. A la vez en sus tiempos libres hacía mochilas de manera artesanal y las vendía en su centro de trabajo. Para poder estudiar trabajaba de madrugada.

Siempre tuvo la inquietud y una inclinación casi natural por la costura, ya que de niña veía a su padre confeccionar todo tipo de ropa. La oportunidad se le presentó luego de renunciar a la empresa telefónica para dedicarse al cuidado de su familia y su hijo Tommy, quien actualmente tiene 15 años de edad.

Al separarse de su esposo, decidió que debía salir a trabajar nuevamente y le ofrecieron trabajar en el área de ventas de un taller de costura. Desde ese momento sus ganas de aprender y emprender nunca se interrumpieron.

“Yo sabía de telas, yo sabía de hechuras pero no sabía los procesos exactos de las prendas y ahí aprendí a hacer camisas, pantalones, vestidos y yo iba a las empresa a ofrecerlos”, recuerda Verónica.

Posteriormente decidió probar en otro taller de costura que resultó una escuela para ella, pues aprendió a confeccionar todo tipo de ropa, incluso para grandes empresas, hoteles y restaurantes. Ahora su sueño es seguir creciendo, capacitar a las mujeres de la comarca donde vive para que trabajen en su taller y tengan un ingreso.

“Mi meta es ampliar mi negocio porque ahorita yo trabajo sola en la elaboración de carteras y mochilas, y con mi hermana en el taller de costura. Yo estoy asociada a una cooperativa y la idea que tenemos es implementar cursos de costura para mujeres para que trabajen conmigo, porque el taller da empleo de forma esporádica”, manifiesta.

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