El cantautor guerrillero: Soltó la guitarra y empuñó el fusil sandinista

El cantautor guerrillero: Soltó la guitarra y empuñó el fusil sandinista
  • En la insurrección de septiembre del 78 fue herido gravemente en su pierna
  • Torturado estuvo a punto de que le dieran “agua”
  • En Alemania lo ovacionaron y sintió haber triunfado
  • Es el ganador del primer Festival de la canción Rafael Gastón Pérez
  • Con el Gallo Ennavajado recorrió el país en campaña electoral con Daniel

David Gutiérrez López

Un día soltó la guitarra y empuñó el fusil para combatir a la Guardia Nacional (G.N), fuerza armada de la dictadura de Anastasio Somoza. Fue herido gravemente en la pierna izquierda, capturado, torturado y a punto de ser asesinado, pero sobrevivió para renacer y cantar a la revolución sandinista.

Diego Aguirre Marín, joven músico y cantautor llegó temprano a la cita a una casa de seguridad el 9 de septiembre de 1978. Se prepararon las armas y cocteles molotov (bombas incendiarias artesanales). El grupo lo conformarían 30 muchachos, pero, previo al ataque solo once se dispusieron a participar, entre ellos él.

El Frente Sandinista de Liberación Nacional, (FSLN) había ordenado el ataque sincronizado a las secciones de policía disgregadas por la capital llamadas en el lenguaje cifrado de la G.N como “sierras” las que respondían a “Nido Grande” la central de policía. El ataque comenzó a las seis de la tarde, cuando en una emisora local tocaban el ángelus. Esa era la señal del ataque marcando la insurrección de septiembre, donde diversos cuarteles de la G.N fueron atacados y algunos quemados.

Tres semanas antes, el 22 de agosto de 1978, el FSLN había asestado el más contundente y espectacular golpe al somocismo con el asalto al Palacio Nacional, en la “operación Chanchera” que consistió en tomarse el congreso nacional con todos los diputados liberales y conservadores, los que fueron canjeados por prisioneros políticos sandinistas, una significativa suma de dinero en dólares y la publicación de documentos de denuncia en contra de la dictadura.

El comandante cero Edén Pastora, al frente de 25 combatientes, todos con uniformes verde olivo y boinas negras sorprendieron ese mediodía a la guardia y al congreso, en su último día de sesiones previo a las vacaciones que los diputados se recetaban cada año.

El objetivo del grupo donde participaba Diego, era atacar la décima sección de policía, (sierra diez) ubicada en la entrada sur del camino hacia el antiguo auto cinema, en una esquina a orillas de la carretera a Masaya, casi frente al Camino de Oriente. Se parapetaron sigilosamente sobre un cerro montoso. Había un silencio fúnebre que en medio de la obscuridad vaticinaba la hora de la muerte.

Herido simuló estar muerto

Era tanto el silencio esperando el momento para atacar, que Diego llegó a pensar que lo habían dejado solo. De pronto, varios disparos rompieron el silencio y se trabó un combate en el preciso momento que varios soldados de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), (fuerza élite de la guardia) bajaban de un camión en labor de refuerzo. Fue un combate rápido, quizás no más de 20 minutos de tiroteo y confusión.

El músico relata que disparó una escopeta calibre 12 de repetición sobre la humanidad de tres soldados que estaban de pie, a los que impactó. Al último que le disparó fue el que le acertó el disparo en la pierna izquierda. El grupo de soldados de la EEBI corrieron sobre la carretera buscando el sector de residencial Las Colinas, en tanto, el grupo de combatientes sandinistas se dispersaron y él quedó inmovilizado por la herida.

Cerca de las diez de la noche, cuando la calma aparentemente había retornado, Aguirre recuerda que comenzó a quejarse del dolor en la pierna que la tenía extremadamente inflamada. Arrecostado en una parte montosa observó a un guardia fusil en mano que se movía temeroso en medio de la obscuridad a quién le apuntó, pero la escopeta estaba sin cartuchos.

“Aquí hay alguien herido”, dijo el guardia, mientras se asomaba y al ver el cuerpo lo pateó, precisamente en la pierna herida.

“Yo me hice el muerto y en eso el guardia me disparó una ráfaga de galil” (fusil de fabricación israelí) que quizás por el nerviosismo no le acertó ni una sola bala, para suerte del músico. El dolor era tan fuerte que luego comenzó a quejarse y el jefe de la estación, un sargento lo escuchó, se acercó al herido y lo arrastró hacia la estación de policía, donde informó por radio a su superior que tenía un hombre capturado vivo.

La respuesta al otro lado de la radio fue una orden contundente: “Denle agua a ese hijo de puta”, que en lenguaje de los asesinos de la dictadura significaba darle muerte.

Mientras estaba en la estación de policía comenzó la tortura. Le golpeaban con saña la pierna herida cuyo hueso estaba astillado lo que le provocaba un dolor que lo expresaba en unos extendidos alaridos, como de “mona mal parida”, recuerda ese episodio Diego, 42 años después en el que narra que a pesar de su condición tormentosa y en manos del enemigo somocista, “yo estaba sereno”, esperando que lo asesinaran.

“Te vamos a llevar a la cuesta del Plomo”, le dijo el sargento. Estaban por montarlo a un jeep militar cuando sonó el teléfono insistentemente, al levantar el auricular una voz emitió una nueva orden: “No lo maten todavía, es el único capturado que tenemos y le podemos sacar información”.

Entonces lo condujeron al Hospital Militar, en la Loma de Tiscapa donde le aplicaron un tratamiento inicial, no obstante, a pesar de su situación varios soldados, entre ellos uno con rango de capitán se ensañaban con el prisionero herido, al que llamaban “el mata guardias”. El capitán se le paraba en la pierna e introducía el tacón de la bota militar en un hueco que tenía en la rodilla.

Un médico llegó y se lo logró quitar a los torturadores, para iniciar las primeras curaciones.

Posteriormente lo condujeron a una sala junto a otros prisioneros. Uno de los presos era Adolfo Everts, (q.e.p.d) del Partido Socialista, quién al salir, dio aviso a la familia Aguirre que Diego estaba preso en el Hospital Militar de la G.N. Dos meses habían pasado y la familia no conocía de su paradero. En el hospital, un día entró un guardia armado de un fusil garand amenazando

a Diego con matarlo. El joven guerrillero herido le espetó: “Mátame hijo de puta, a ver si sos hombre”. El guardia volteó a verlo y le dijo: “No jodás, lo que querés es que te mate para dejar de sufrir, seguí sufriendo” y se marchó.

Fue su mamá quien se movilizó con la Comisión de Derechos Humanos y al fin lograron verlo y llevarle comida. “Parecía un niño de Biafra, totalmente desnutrido, porque no comía, debido a que el guardia encargado de repartir los alimentos lo amenazó con envenenarlo, acusándole de haber matado a un pariente.

Era deplorable su estado físico durante esos dos meses de reclusión en el Hospital Militar de la G.N, la piel parecía pegada a sus huesos. Solo de la mano de su mamá doña Luisa Amanda, fue que logró probar los primeros alimentos del largo ayuno forzado.

Pidió a la Virgen María y se produjo el milagro

En medio de la tribulación su mamá le dijo: “Hijo pedí a la Virgen María para que pronto te liberen” efectivamente Diego lo solicitó con fe y devoción y el milagro surgió. El 7 de diciembre día de la popular gritería de la Purísima Concepción de María, en medio de la alegría del pueblo, Somoza decretó una amnistía, presionado por los Estados Unidos y la administración del entonces presidente Jimmy Carter.

A finales de diciembre de ese año con la colaboración de la Cruz Roja Internacional se logró que Diego viajara en compañía de su mamá hacia Costa Rica en un vuelo de Copa, sometido a una fuerte tensión, porque podría ser capturado en el aeropuerto. En el vecino país le atendieron en varios hospitales y finalmente pasó a uno clandestino del FSLN, a donde por razones de seguridad lo condujeron vendado. El hospitalito estaba al frente del doctor Jacobo Marcos Frech, quien lo recibió con un abrazo y un beso en las mejillas, recuerda Aguirre.

Una vena artística generacional

Diego Aguirre lleva en sus venas la herencia artística materna y paterna. A los 13 años comenzó a rascar la guitarra y a entonar algunas canciones. Nació entre el sonido de las guitarras, las mandolinas y el canto de su abuela y madre.

Su abuelo materno Arturo Marín, no solo tocaba la guitarra y la mandolina, también las fabricaba, salía a buscar trozos (tucas de madera) en la montaña y a punta de cincel y otras herramientas les daba forma y creación a los instrumentos musicales. Su abuela materna Narcisa Lugo Talavera, originaria de Nandaime, cantaba exquisitamente en las veladas de la Purisima y el Corazón de Jesús.

De su papá, heredaría el dominio de los instrumentos de cuerda. Era un excelente solista con la guitarra.

Todo comenzó en Solentiname

Fue en el archipiélago de Solentiname donde Diego comenzó su vinculación con la lucha antisomocista. Los Aguirre Marín provienen de una familia numerosa nacidos en San Carlos, Río San Juan, allí crecieron nadando y pescando en el majestuoso río, de donde extraían deliciosos guapotes y riquísimas mojarras a las que les sacan magistralmente el espinazo dejándolas prácticamente sin espinas, para degustarlas asadas, ahumadas a orillas del fogón, fritas o en una buena sopa.

Nos cuenta que él prefiere usar el anzuelo para pescar. En cierta ocasión pescó un roncador de medio metro de largo, una enorme criatura acuática que emite un sonido como cuando una persona ronca al dormir. Esa fue una hazaña inolvidable en su vida, ser pescador de nuestro Río San Juan.

Fue en 1968 cuando la familia Aguirre Marín deciden emigrar hacia la capital, Managua, en busca de mejores oportunidades. Llegaron a vivir al barrio Monseñor Lezcano. Cuatro años después el terremoto del 23 de diciembre de 1972 los obligaría a retornar a San Carlos, su tierra natal.

Diego es el octavo de 13 hermanos, uno de ellos, Arturo, comenzó a frecuentar Solentiname cuando el poeta y sacerdote trapense Ernesto Cardenal oficiaba las misas a la comunidad cuyos integrantes comenzaron a organizarse en talleres de poesía, música, pintura y también a luchar contra la dictadura de Somoza.

Fue su hermano quién un día le dijo: “Aquí va haber una revolución”, explicándole luego que había un movimiento que estaba organizando el FSLN en la comunidad. En ese momento afirma Diego, fue que él tomó conciencia de la necesidad de luchar hasta con las armas en contra de la sangrienta dictadura de los Somozas.

En 1975, la familia regresó a Managua a continuar la búsqueda de una mejor vida con sus numerosos hijos. Fue en esos años cuando el joven músico se comenzó a relacionar con emergentes figuras del canto testimonial, entre ellos el cantautor Mario Montenegro, Frank Alvarado, Oscar Corea, Luis Manuel Blandón, quién cayó combatiendo en León, en la toma del Fortín de Acosaco, en junio de 1979 durante la Ofensiva Final.

Afirma que alcanzó a tener una relación muy breve con el Grupo Gradas que coordinaba la compañera Rosario Murillo, cuando estaban en la campaña por sacar del aislamiento carcelario a Marcio Jaen y el comandante Tomás Borge, en 1976.

En Alemania fue ovacionado y se sintió triunfador

El triunfo de la Revolución Popular Sandinista, le brindó a Diego en 1980, la oportunidad de viajar a la República Democrática de Alemania (RDA), a recibir tratamiento médico para restablecerle su maltratada pierna.

Mientras recibía atención médica, también ejecutaba la guitarra. De pronto se vio participando en el X Festival de la Canción Política (Festival des politischen Liedes, en alemán,) donde participaron figuras del mundo musical de la talla del griego Mikis Theodorakis, quien en esa época interpretó la composición orquestada basada en el poemario del Canto General, del chileno Pablo Neruda. También estaban los grupos Quilampayú e Inti illimani, de Chile, solistas como el cubano Silvio Rodríguez, Gabino Palomares, de México y la argentina Mercedes Sosa, entre otros destacados artistas.

Ahí también estaba Diego Aguirre Marín, armado de su guitarra en medio de 86 grupos musicales y solistas provenientes de 29 países, él representaba en ese momento los colores azul, blanco y azul de nuestra bandera, donde fue escuchado y aplaudido por más de 60 mil personas que asistían a ese gran festival de música de protesta contra la injusticia social del capitalismo.

Otra vez, otra vez, y los aplausos seguían

No puede olvidarlo, todavía parecen retumbar en su masa encefálica y oídos aquellos rítmicos y estruendosos aplausos que pedían una y otra vez que saliera al escenario durante su presentación al X Festival. Apenas cifraba los 22 años de edad. ¡Otra vez, otra vez! coreaba la multitud cada vez que el nicaragüense desaparecía detrás del telón buscando el camerino. Su popularidad fue creciendo como solista en esa parte del mundo, la entonces Alemania dividida por un muro en Democrática y Federal.

Estando en el camerino, escuchó frenéticos gritos en alemán, le preguntó a la traductora la causa y ella le explicó que una cantidad de chavalas pedían que les brindara un autógrafo. Con cortesía accedió a firmarlos y más de una rubia y hermosa jovencita le pidió cariñosa y coquetamente le estampara su firma en su piel, arribita de sus pechos.

Días después aparecieron afiches con su fotografía anunciando algunos conciertos en teatros de Berlín y la gente al reconocerlo en los trenes, se le acercaban con sonrisa y amabilidad solicitando un autógrafo que lo estampaba sobre el afiche.

“Yo sentí que triunfé en Alemania”, me dice Diego con nostalgia, al repasar esa bonita parte de su vida ahora cuando ya ha cumplido 62 años de existencia, transitando en el duro oficio de músico y compositor, donde hay altos y bajos momentos.

Comenzaron a llover las entrevistas en televisión, en revistas, donde en varias ocasiones le dedicaron la portada, el músico del Río San Juan estaba siendo valorado altamente fuera de su patria.

Ganó el primer Gastón

Tras dos años de permanencia en Alemania, retornó a Nicaragua a participar y ganar el primer lugar en el Primer Festival de la Canción Romántica nicaragüense Rafael Gastón Pérez, realizado en noviembre de 1982. Eran doce intérpretes, entre ellos la joven Deyanira Toruño, quien interpretó la canción, “Te canto porque te quiero,” escrita por Diego Aguirre, la que ganó el derecho de participar ese año en el Festival OTI realizado en Lima, Perú.

Durante el resto de los años cuando la Revolución fue objeto de los ataques armados de los contras, Aguirre recorrió el país en brigadas artísticas, llevando el canto a los combatientes en conciertos que realizaban al aire libre en diversas zonas de Nicaragua, convertidos en escenarios de la guerra impuesta por los Estados Unidos de Norteamérica.

El gallo sigue ennavajado

Una canción pegajosa y emblemática que caló en la mente del pueblo nicaragüense fue “El Gallo Ennavajado, ”escrita por Mario Montenegro e interpretada por Diego Aguirre, quién de nuevo saltó a los escenarios acompañando al comandante Daniel Ortega en un recorrido por toda Nicaragua en su campaña electoral de 1990, cuando el Frente Sandinista se enfrentó a la Unión Nacional Opositora.

Las plazas a reventar de gente vibraban con la canción que comienza con el canto de un gallo y en cuya letra dice: Ese es Daniel, Daniel Ortega es el gallo ennavajado que ya tiene preparado el pueblo trabajador, el que confía la gente para que sea presidente de este pueblo luchador.

Tras la pérdida de las elecciones de ese año, cuando asumió la señora Violeta Barrios de Chamorro, un día indeterminado mientras Diego Aguirre caminaba por una calle de Managua, un desconocido le preguntó: “¿Hey, vos sos el que cantabas el Gallo Ennavajado?

-Tu madre, yo sigo cantando el Gallo Ennavajado. Respondió con orgullo el cantautor, quién camina apoyado de un par de muletas listo a subir a los entarimados para ver ganar a Daniel junto a su pueblo sandinista.“

El personaje

Diego Martín Aguirre Marín, nació el 26 de noviembre de 1958, en San Carlos, Río San Juan.

Es el octavo hijo de trece, procreados por el matrimonio formado por el guitarrista Antonio Aguirre Paizano y la señora Luisa Amanda Marín Lugo.

Está casado con Marisol Duarte, es padre de dos hijos, Jazahei y Osman.

Fue Declarado personaje notable del siglo en su natal Río San Juan.

Recibió un reconocimiento de la OTI por su participación en ese festival con la canción “Te canto porque te quiero.”

De la Alcaldía de Managua ha recibido reconocimiento por su labor artística.

Actualmente es concejal por el Frente Sandinista en la Alcaldía de Mateare.

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