No sólo enseñó a leer y escribir, sino que llevó cultura al campesinado.
El aporte invaluable de la mujer en la CNA

El aporte invaluable de la mujer en la CNA

Oscar Robelo

Al triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979, la mujer nicaragüense protagonizó una gran etapa de nuestra historia, participando en todas las áreas, tareas y esfuerzos que el momento demandaba como en la alfabetización, en las milicias populares, en las jornadas de salud, de cortes de café, algodón, caña de azúcar, en las
brigadas que llevaron la cultura a todos los rincones del país y también a los alfabetizadores.

Este mes y año, cuando se conmemora el 45 aniversario de la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA) “Héroes y Mártires por la Liberación de Nicaragua” y se celebra el Día Internacional de la Mujer, es menester recordar el aporte invaluable que hicieron las mujeres, jóvenes y adultas, con las brigadas culturales que se formaron para acompañar a los alfabetizadores a las montañas nicaragüenses.

Evelyn Vanegas Sánchez, responsable de educación popular en la Costa Caribe, es del criterio que las mujeres, desde la CNA hasta en la actualidad, han sido pioneras de la alfabetización de las campesinas, y en las brigadas culturales jugaron un papel muy importante porque llegaban a la montaña, guitarra o cualquier otro instrumento musical en mano, a levantar el ánimo a los alfabetizadores y a las comunidades.

Fueron pioneras porque no era fácil convencer a la mujer campesina y rural que dedicara un poco de tiempo y espacio para aprender a leer y escribir. “Argumentaba que no tenía tiempo porque se levanta a las 4 de la mañana y se acuesta a las diez de la noche haciendo todos los quehaceres, pero las muchachas brigadistas se dieron a la tarea de convencerlas para que se alfabetizaran”, asegura.

“Pegar la ciudad con el campo”

Realmente que participar en la CNA no sólo consistía en movilizarse para enseñar a leer y escribir, sino cumplir otros roles u objetivos; uno de ellos fue el relacionado con la cultura. “Fue como pegar la ciudad con el campo por primera vez. Las mujeres en las brigadas culturales hacían sociodramas, llevaron guitarras, tambores, flautas para alegrar a los brigadistas y a las familias campesinas”, recuerda Evelyn.

Y cuando no tenían o se les dañaban los instrumentos musicales, los hacían o los reparaban con la ayuda de los campesinos. También se encargaban de organizar grupos de niños y jóvenes para enseñarles a bailar folklore, dibujar, pintar, entre otras actividades artísticas. Las brigadas culturales se trasladaban de Managua al campo “para amenizar, enseñarles la cultura y darles alegría, vida a brigadistas y campesinos”, reitera.

“Las alfabetizadoras, además de transmitir habilidades básicas de lectura y escritura, paralelamente pusieron en práctica lecciones de vida, una práctica de retroalimentación cultural. Es decir, que no sólo fueron a transmitir el pan del saber, sino que también aprendieron cómo transcurría la vida de las familias del campo”, comenta la maestra de educación popular.

Por otro lado, tampoco fue fácil que los hombres permitieran que sus mujeres se alfabetizaran, según Evelyn. “Se tuvo que luchar contra el machismo”, asegura, para indicar que las muchachas brigadistas prácticamente hacían labor de convencimiento al cabeza de familia, explicándole la importancia de que él, su compañera, hijos y demás parientes se alfabetizaran.

Contó como un caso emblemático el que se dio en Ramaki, donde estaba el mayor porcentaje de analfabetismo en la Costa Caribe. Sucedió durante la alfabetización con el método “Yo sí puedo”. Los pescadores se rehusaban a que sus mujeres se alfabetizaran, no las dejaban a que acudieran a los lugares donde se enseñaba a leer y escribir.

Impacto positivo en las mujeres

“Si quieren enseñar van a venir aquí, decían, entonces llevamos televisores allí pero no podíamos mandar brigadistas varones, se mandaban muchachas que además de ir a enseñar el método “Yo sí puedo” tenían la labor de hacer el trabajo ideológico con los varones, además de acompañar a las campesinas en sus tareas diarias”, precisa.

Para Evelyn, la alfabetización ha demostrado el impacto positivo que han tenido en su vida las mujeres y las comunidades. A su juicio, muchas de ellas han encontrado en la alfabetización una herramienta para romper con los estereotipos de género y promover la participación de las mujeres en la sociedad.

En la actualidad, muchas de las alfabetizadas se han convertido en líderes comunitarias y han visto la oportunidad en sus habilidades para promover la educación en sus comunidades; incluso, han creado programas de alfabetización para otras mujeres.

En su opinión, la participación de las mujeres en la Cruzada Nacional de Alfabetización fue esencial para su éxito. Su dedicación y compromiso marcó una huella imborrable en la historia de Nicaragua y demostraron el poder transformador de la educación, logrando reducir la brecha de analfabetismo a nivel nacional significativamente.

“La participación de las mujeres en la Campaña Nacional de Alfabetización ha significado un proceso clave para promover la igualdad de género y el empoderamiento, tal como en la actualidad lo hace el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional”, concluye.

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