
Josseline Yaleska M. Berroterán (*)
La imagen y pensamiento del comandante Hugo Chávez Frías, se ha universalizado por su atemporalidad y profundidad humana, es una figura que debe ser comprendida desde la sociología histórica. Su relevancia política y social, está vinculada al contexto internacional de transición de la bipolaridad hacia un sistema unipolar. La figura de Chávez aparece con el caracazo en 1989 y rompe con el discurso occidental del “fin de la historia”, para iniciar un proceso dialéctico en la historia latinoamericana, proponiendo un pensamiento alternativo al orden social establecido, una alternativa al neoliberalismo, a la democracia occidental.
El sentir patriota se convierte en uno de los elementos transversales en el pensamiento del comandante Chávez, pues reivindica los principios y valores patrióticos de Simón Bolívar, y los traslada a su realidad para impulsar cambios sociales y políticos de la mano de la Revolución Bolivariana, en donde se propone romper con el paradigma de exclusión política, social y económica que había determinado la historia de los últimos 30 años de Venezuela (1958-1989).
“Uno trata de dar, de desprenderse de casi todo y entregarse de lleno al pueblo. Entonces, ¿cuál es mi bálsamo? Mi bálsamo es el pueblo. Me voy a las calles y se me quita cualquier mal, y me tiro en brazos del pueblo” (Hugo Chávez Frías, marzo 2007).
Desde que el comandante Chávez llega al poder, impulsó iniciativas denominadas “Misiones sociales” de beneficio para las mayorías: alfabetización, mayor acceso a la salud, becas de estudio, empleo, operaciones de la vista, subvenciones a la canasta básica para familias de bajos recursos, programas de vivienda social, reducción de la pobreza, aumento de pensiones de la vejez, fortalecimiento del sector energético, inversión en infraestructura y aumento del gasto social. Es decir, un modelo de desarrollo centrado en el ser humano.
Esa perspectiva de inclusión, de cohesión, de entrega al pueblo, de transformación y evolución de la sociedad, fueron las bases para la maduración de un pensamiento alternativo en el que se creyera en la posibilidad de emancipación, integración y liberación de los pueblos latinoamericanos, en donde se considerara las propias necesidades y realidades para avanzar hacia procesos de desarrollo integral, hacia nuevas dinámicas de cooperación, contribuyendo a la teoría y filosofía del Socialismo del siglo XXI desde la praxis.
El ALBA, huella de solidaridad
En ese sentido, la praxis política y el pensamiento del comandante Hugo Chávez se convirtió en un referente internacional, y en el escenario latinoamericano se constituyó como uno de los estrategas políticos y líderes más influyentes de la región.
La grandeza del líder bolivariano se explica en su capacidad de brindar apoyo y solidaridad, independientemente de las diferencias políticas o ideológicas que pudieran existir con otros gobiernos; esa es la expresión más íntegra de humanidad, unidad y latinoamericanidad.
“No hay amor más grande que el que uno siente aquí en el pecho por una causa, por una patria, por una gente, por un pueblo, por la causa humana” (Hugo Chávez Frías, 2009).
La huella de solidaridad en la región del comandante Hugo Chávez se origina en la creación del proyecto político, económico, social y cultural: Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), fundada el 14 de diciembre del 2004, plataforma de integración latinoamericana y caribeña que recoge los ideales plasmados en la carta de Jamaica de 1815, cuando Simón Bolívar promovía la doctrina de unidad y soberanía de los pueblos recién independizados de la colonia.
Con el ALBA se inicia un proceso dialógico alternativo, que busca la garantía del bienestar social y la transformación de la conciencia, inclinada hacia la preservación de los intereses estratégicos de la región.
Desde el año 2007, la alianza estratégica entre Venezuela y Nicaragua generó cambios materiales en la población. Los principios sobre los que se basa reivindica y renueva los ideales de referentes como Simón Bolívar, Augusto C. Sandino, José Martí, Túpac Amaru, entre otros. Quienes defendían la igualdad social, la justicia, la libertad, la autodeterminación, el antiimperialismo, y la creación de un modelo político y ético capaz de generar una conciencia emancipatoria en la población.
Alianza de hermandad y solidaridad
El legado de solidaridad de la Revolución Bolivariana en Nicaragua, inicia con el Acuerdo de cooperación energética, Petrocaribe, en un momento en el que Nicaragua enfrentaba grandes desafíos energéticos, debido a la falta de inversión pública en infraestructura, sumado a los procesos de privatización durante los gobiernos neoliberales.
Esta alianza permitió establecer nuevas lógicas de cooperación, bajo un esquema de complementariedad e intercambio favorable, con el fin de impulsar el desarrollo sostenible, ayudando a resolver asimetrías impuestas por modelos mercantilistas. Particularmente, permitió abrir espacios para la integración política, social, económica y cultural entre ambas naciones, reconstruyendo la seguridad energética.
Por otro lado, en el marco del ALBA- TCP, el pueblo de Nicaragua logró ser protagonista de diversos programas y proyectos de interés social que contribuyeron a la transformación de sus contextos, a través de más de 60 instrumentos bilaterales suscritos para atender sectores como el comercio, industria, cultura, petróleo, ciencia, tecnología, telecomunicaciones, minería, defensa y seguridad alimentaria.
“La alianza bolivariana (ALBA) no sólo es una urgencia histórica, sino la vía inexorable para hacerle frente a la crisis estructural del capitalismo y, por eso mismo, el instrumento unitario de mayor voluntad política a la hora de actuar en función de la impostergable unidad de Nuestra América” (Hugo Chávez Frías, 2010).
Esta alianza de solidaridad, hermandad y unidad, permitió la creación de programas y políticas públicas emblemáticas, como la construcción de viviendas de interés social, becas, restitución de derechos fundamentales como la recreación de la juventud a través del deporte, acceso a la salud, educación y subsidios al transporte público.
El legado del comandante Hugo Chávez en Nicaragua es innegable, su pensamiento vivo de amor y entrega al pueblo está presente en cada rincón del país, su legado transciende el aspecto material y se convierte en un legado de transformación de la conciencia social, su herencia se refleja en el ejercicio de la democracia revolucionaria, en donde el pueblo es el dueño de su historia, tal y como lo mencionara el Comandante Eterno: “Cada pueblo es soberano y cada pueblo tiene derecho a decidir sus propios rumbos y sus propios caminos” (1999).
(*) Politóloga, Relacionista Internacional y Docente universitaria; especializada en temas de Comunicación y Marketing Político.