
La legendaria guerrillera del Frente Sandinista, Gladis de los Angeles Báez pasó a otro plano de vida este 11 marzo, a los 83 años de edad. “Adelita” y “Luisa” fueron sus seudónimos durante la lucha contra la dictadura somocista. Sobreviviente de la Gesta Heroica de Pancasán, fue condecorada con la Orden General José Dolores Estrada en grado “Gran Cruz” en 2024. Actual diputada de la Asamblea Nacional, Gladis fue merecedora del título Doctor Honoris Causa de la UNAN-León en 2019. En la edición No.58 de Visión Sandinista, correspondiente al mes de agosto del 2001 (en una de sus etapas de semanario), publicamos un esbozo de su biografía en la sección de Personaje, que reproducimos a continuación. ”
- Envió a su madre sus largas trenzas
- Evocación de los héroes en marchas larguísimas
Raquel Fernández
Han transcurrido más de 30 años desde la guerrilla de Pancasán, el sueño de unos jóvenes que querían lo mejor para su país, y que se convirtió en una pesadilla para el tercer Somoza de la Dinastía Sangrienta, hasta el punto de que no paró en medios ni esfuerzos para destruirlo. En 1967, cuando la montaña de Pancasán era una selva en verdad impenetrable y virgen, un puñado de valientes, entre los que se encontraba una mujer, intentaron liberar a su pueblo con las armas en la mano.
Esa mujer se llama Gladis Báez y éste es un esbozo de su historia. Porque en cualquier otro país, Gladis hubiera sido objeto de varias biografías, pero en Nicaragua, la juventud ignora su vida y su ejemplo.
Desde Juigalpa con amor
Gladis no llegó a Pancasán por casualidad. Nadie llegó por casualidad a la montaña, sino después de una larga trayectoria que, en su caso, comienza cuando, siendo muy pequeña, vio cómo el segundo Somoza trataba al cadáver de Cornelio Silva, quien había participado en el ajusticiamiento del primer Somoza y a quien había asesinado en la tortura: una vez muerto, llevó el cadáver de pueblo en pueblo, para que la gente lo escupiese y patease. Los Somoza no se conformaban con ser abyectos ellos mismos; querían que el pueblo nicaragüense también se infectase. “Yo creía que no había muerto malo”, recuerda Gladis. “Si ya murió, ya hizo todo lo que podía hacer y eso que vi, me horrorizó”.
Pero, además, el ajusticiamiento del primer Somoza dio con media Nicaragua en la cárcel. Entre los numerosos detenidos estaba el papá de Gladis, liberal honesto de larga trayectoria y, por eso, mal mirado por el dictador, y aunque no se metía en política, en aquel momento, todo el mundo era culpable mientras no se demostrase lo contrario. Por ser una niña, Gladis no era sospechosa y la familia la comisionó para que llevase comida y diferentes ayudas y auxilios a los presos de la familia. De ese modo pudo ver con sus propios ojos cómo los trataban.
“Era tan terrible que, cuando salió el último preso de mi familia, yo seguí yendo a la cárcel para ayudar a los que quedaban, hasta que salió el último”, explica. “Además, las mujeres que íbamos a ver a nuestros presos nos fuimos haciendo amigas y decidimos ir a visitar a la esposa del jefe de la Guardia Nacional en Juigalpa para hablarle de su situación y pedirle que intercediese ante su marido para que no los tratasen tan mal”.
Empieza a ser conocida
Algo consiguieron con la señora. En cualquier caso, su actividad llamó la atención de la Juventud Patriótica y del Partido Socialista. Las reuniones se hacían en la casa de Gladis que, por ser hija única por parte de madre, tenía dificultades para movilizarse. En cualquier caso, era poco lo que la dejaban participar porque “sólo” era una mujer. Para entonces había culminado su Tercer Grado y ya era una costurera reconocida, con independencia económica.
Tuvo un mentor de lujo: el profesor Gregorio Aguilar Barea, fundador del Clan de Intelectuales que la orientaba para que asumiese responsabilidades cada vez más complejas. Y la ayuda fue bien aprovechada porque con motivo de un Primero de Mayo, la designaron para que, en un acto público, explicase el origen de la celebración. Y lo hizo tan bien, gracias a la ayuda de don Goyo, que salió en los periódicos y significó su designación para representar a Nicaragua en un Congreso Mundial de las Mujeres en Moscú.
Empieza a conocer
El viaje a Moscú fue tan accidentado en la ida y en el regreso, como era cualquier salida hacia los países socialistas desde la Nicaragua de los Somoza. Pero para Gladis, fue el punto donde su vida política inició, realmente. Todo lo que había vivido anteriormente, fue preparación para ese viaje; lo que sucedió después, consecuencia.
“En Moscú tuve la oportunidad de conocer la situación de las mujeres en el mundo y supe que las que estaban allá, todas representaban a alguna organización de mujeres. Sólo yo andaba sin una organización a la que representar; también conocí lugares que ni me imaginaba que existían. Fue como una gran biblioteca; y conocí a Oscar Turcios, para quien me habían dado un paquete que ni sabía lo que contenía”.
Como consecuencia de este viaje, Gladis tuvo tres vivencias: fue excomulgada por la Iglesia Católica; conoció a Sandino y su lucha, pues las mujeres participantes al Congreso contaron cosas magníficas sobre él; y fue contactada por el FSLN, por medio de Turcios. Desde su regreso, la Guardia también puso su atención en ella, y era apresada cada vez que algo pasaba en Juigalpa o sus alrededores.
Carlos Fonseca
Paulatinamente se fue comprometiendo más y más con el FSLN. Por fin, vino a vivir a Managua y se sumergió en la vida clandestina. De este modo, con mil dificultades, se iba preparando para las pruebas que debería afrontar. “Yo salía a hacer compras y, por lo que veía que se compraba, sabía que era una acción en la montaña. Me propusieron que yo me integrase y la propuesta era: ‘Hay un 99.99% de posibilidades de morir. ¿Querés o no?’ Pero ya tenía dos hijos que vivían con mi mamá y eso era duro. Además, tenía el deseo de conocer personalmente a Carlos Fonseca”.
Y lo conoció una tarde, en un largo paseo en un carro. Carlos se interesó por su vida familiar, por sus hijos, por la educación que les daba, por cómo se comunicaba con ellos para que fueran buenos revolucionarios. Unos días después de esa entrevista inolvidable, le comunican que se iba para la montaña. Entonces, Gladis madre, solicitó que, antes de irse, le diesen una semana para despedirse y ser la mejor madre del mundo con sus hijos y la mejor hija con su madre. Pero el FSLN le dio todo un mes.
Pancasán
Y, transcurrido ese mes, ingresó a la montaña, convencida de que era para no volver.
Lo más difícil fue cortarse sus largas trenzas, que la habían acompañado durante toda su vida. Se las envió a su madre como recuerdo.
En la fila india de la guerrilla, Gladis caminaba siguiendo los pasos de Francisco Moreno, un jovencito que siempre llevaba algún libro y que cayó en Pancasán, y la seguía Silvio Mayorga. “A veces, cuando estaba muy cansada, Silvio me ayudaba a cargar la mochila”. La vida de la guerrilla en la montaña no era romántica ni divertida: hacía frío; no se podían llamar por sus nombres, sino sólo por seudónimos; la disciplina militar era intransigente, porque de ella dependía la vida de toda la columna; no se podía hablar en voz alta, por el temor a que la Guardia los detectase.
Allí conoció personalmente a varios compañeros, cuyos nombres supo mucho después: Germán Pomares, Tomás Borge, Narciso Zepeda y Carlos Reyna. En una ocasión, Gladis preguntó a Silvio Mayorga qué es la Revolución y éste le contestó: “La Revolución es como un tren en marcha: siempre camina hacia adelante. Hay quienes se suben en una estación, hay quienes se bajan en otra, pero nunca está vacío”.
Un día, los responsables del campamento levantaron a todos los combatientes mucho antes de la hora, a las 4 de la mañana y los pusieron en formación: durante la noche, dos personas habían abandonado el campamento llevándose algún dinero y otras cosas. Después de informar sobre los hechos, los responsables dijeron que, si alguien se quería ir, era el momento, que era mejor marcharse ahora que desertar después. Y dieron un plazo de media hora para pensarlo, pero manteniendo la formación. En ese rato, los hijos, la madre, la vida normal en la casa, todo pasó por la mente de Gladis, pero no se movió. Tampoco sus compañeros. Todos se quedaron.
Cuando pasó la prueba, hubo muchas bromas: los varones aseguraban que habían visto en la única mujer los deseos de irse, pero los responsables aseguraron haber observado cómo todos los varones estaban pendientes de que ella diese el paso para marcharse ellos también.
Salir de la montaña
Unos meses después, los parásitos y las enfermedades habían dañado tanto su salud que Oscar Danilo Rosales llegó a la conclusión de que si no la mataba la Guardia, se moría de todos modos, así que se le ordenó salir… y cayó presa poco después.
Fue otra prueba terrible, la peor de todas. Fue tan salvajemente torturada que, la Guardia la liberó temiendo que si moría en la cárcel se convirtiese en bandera de lucha. Pero pasó dos años totalmente inválida y otros tres recuperándose muy despacio a consecuencia de la tortura. Pero esa es ya otra etapa en la vida de Gladis Báez.
Síntesis Biográfica
Chontaleña de nacimiento, Gladis de los Ángeles Báez, nace el 3 de febrero de 1942 en la ciudad de Juigalpa en una familia de origen campesino. Su madre Cándida Báez Osorio y su padre Rómulo Álvarez. Fue creada solamente por su madre quien desde pequeña le inculcó la religión por lo que llegó a ser Capitana de las Hijas de María con tan solo 10 años.
Organizadora de sindicatos de obreros y campesinos, fundadora en Juigalpa del Sindicato de Oficios varios en 1959. Fue integrante del PSN. Fue delegada al Congreso Mundial de la Mujer en Moscú en el año 1963. Mediante contactos con Oscar Turcios del FSLN en el año 1964 se integra al Frente Sandinista desempeñando distintas tareas de la organización.
En el año 1963 participó en la organización de la Federación de Mujeres Democráticas Nicaragüense. En el año 1964 participa en la Marcha a pie de Juigalpa a Managua para denunciar las barbaridades del somocismo en contra de los campesinos. Participa en la organización de la Alianza Patriótica de Mujeres Nicaragüenses. Primera mujer guerrillera sobreviviente de la gesta de Pancasán en 1967 y el 4 de noviembre de ese año, sobrevive al asalto de una casa de Seguridad en el barrio Monseñor Lezcano, donde fue asesinado Casimiro Sotelo, Hugo Medina, Roberto Amaya y Edmundo Pérez, a manos del coronel de la GN, Alesio Gutiérrez, donde es capturada con armas.
A consecuencia de las torturas sufridas durante los periodos de encarcelamiento estuvo inválida durante varios años. Posteriormente participó en la Insurrección del 78 y 79 en la zona de León. Fue fundadora de los CDS, AMPRONAC y Comité Departamental de León, sucesivamente perteneció a AMNLAE.
En 1979 publica el libro, “Pancasán: Convertir un revés en un triunfo revolucionario”. Gladis Báez ha sido electa en varias ocasiones como diputada departamental por León, desempeñando varios cargos en la directiva de la Asamblea Nacional, Tercera y Segunda Vicepresidenta de la Junta Directiva.
El 12 de marzo del año 2014 la Asamblea Nacional le otorgó a la diputada Gladis Báez, Tercera Vicepresidenta de la Junta Directiva, la Medalla de la Mujer “Herrera- Arellano- Toledo”, máximo distintivo que concede este Poder del Estado para honrar a aquellas mujeres nicaragüenses que se hubiesen destacado por su actuación al servicio de la Patria.
El 3 de abril de 2019 la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, León, la distingue a la diputada Gladis Báez Álvarez, segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional, junto a la comandante Doris Tijerino Haslam, diputada del Parlamento Centroamericano, con el título de Doctor Honoris Causa en reconocimiento a su trayectoria política y social.
Lo más importante de esta verdadera militante sandinista, con valores y principios Marxistas fue su sólida Lealtad, es una mujer legendaria que JAMAS BAJO LA BANDERA ROJA Y NEGRA DE SANDINO, hasta su último momento práctico la humildad y la fraternidad… bajó a la tumba cubierta con la bandera con la que combatió la explotación y la injusticia, toda su vida!!
La bandera Roja y Negra del F.S.L.N. Honor y gloria a la Cra. Gladys Baez!!