
Josseline Yaleska M. Berroterán (*)
En sus más de 60 años de existencia, la USAID ha sido utilizada como un dispositivo de poder, encubierto de cooperación y caridad, convirtiéndose en punta de lanza de la política desestabilizadora estadounidense en naciones que se distancian de sus principios e intereses. Siendo este un vestigio de la guerra fría, o de la diplomacia de contención del comunismo, actualmente atraviesa un proceso de revisión, con que el que se examinará la estrategia geopolítica de intervención estadounidense.
El origen de esta agencia es el siguiente: En 1949, el presidente Harry S. Truman propuso el plan Marshall para la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, constituyéndose en un programa emblemático para la asistencia internacional y la cooperación para el desarrollo. Este programa determinó el inicio de una nueva estrategia de política exterior, orientada a la asistencia técnica y apoyo financiero de parte de Estados Unidos.
Entre 1952 y 1961, Estados Unidos continuó profundizando su estrategia de asistencia al desarrollo, a la vez que generaba dependencia económica en aquellos países a los que financiaba. El 3 de noviembre de 1961, el presidente John F. Kennedy, firmó la Ley de Asistencia Exterior y creó la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, marcando una transformación en la política exterior estadounidense y nuevas formas de influir en otros Estados de manera legítima y sigilosa.
Para Kennedy, este organismo era una manera de demostrar la vocación humanista del pueblo estadounidense, y una obligación que debían asumir como personas ricas, además de ser una obligación política para luchar contra los “adversarios de la libertad”. En ese sentido, la USAID se funda bajo 2 intereses fundamentales: económico y político.
Por otro lado, es importante señalar que la USAID inició sus labores en coordinación con la agencia de Inteligencia de Estados Unidos, CIA, y el Pentágono, colaborando de manera conjunta en diferentes acontecimientos de carácter político en varios países del mundo, sobre todo, en aquellos en donde existieran adversarios a los intereses de Washington.
Descubierta red de operaciones
La justificación y el modo de operar de esta agencia ha sido bajo el discurso de “promoción del desarrollo y fortalecimiento de la democracia”, operando en más de 100 países a nivel global, a través de las embajadas estadounidenses, con presupuesto robusto y generoso que se canaliza a diferentes organizaciones, fundaciones y medios de comunicación “independientes”, que promueven los principios y valores del sistema liberal occidental. En 2024 su presupuesto representó el 1% del gasto federal de EEUU (32,000 millones dólares).
Los señalamientos hacia esta agencia no son una novedad, pues desde inicios del siglo XXI gobiernos latinoamericanos dejaron al descubierto la red de operaciones con actores antigubernamentales que pretendían g ener ar violenc ia y convu lsión sociopolítica en sus naciones. De igual manera lo hicieron gobiernos de Europa del Este, en donde se documentó el financiamiento a ONG’s, para promover las famosas “revoluciones de colores” con el fin de intervenir en asuntos soberanos.
– Venezuela: El Departamento de Estado, de Estados Unidos, desclasificó un documento en el que se explica cómo la USAID y la NED (Fundación Nacional para la Democracia), participaron de manera activa en el golpe de Estado en 2002 contra el presidente legítimo Hugo Chávez. El documento explica que la administración de George W. Bush mantuvo una estrecha relación con los grupos políticos opositores en Venezuela, a través de reuniones frecuentes y capacitaciones para el “fortalecimiento de la organización política e institucional”.
El financiamiento a grupos opositores y ONGs en Venezuela, orientado a derrocar al gobierno, operaba bajo la estrategia de 5 puntos: 1) Fortalecer las instituciones democráticas; 2) Penetrar en la base política de [Hugo] Chávez; 3) Dividir el chavismo; 4) Proteger los negocios vitales de EEUU; y 5) Aislar a Chávez internacionalmente, recibiendo 26 millones de dólares entre 2002 y 2006.
Luego, entre 2014 y 2024, se multiplicó por 26 veces, desembolsando 211,02 millones de dólares a grupos opositores, medios de comunicación y ONGs, para “fortalecimiento de la democracia” y ayuda humanitaria, especialmente en un contexto electoral. Además de destinar más de 30 millones de dólares a medios de comunicación internacional, para difundir una campaña de desprestigio en contra del presidente Nicolás Maduro.
– Bolivia: En el año 2013, tras una serie de investigaciones por parte del gobierno de Evo Morales, se decidió expulsar a la USAID del país, por financiar y apoyar procesos de desestabilización política, así como intentos de fragmentación sociopolítica en el partido MAS, con el interés de derrocar al gobierno legítimo y popular del presidente Morales. Este hecho marcó un antecedente importante en la región latinoamericana, ya que se ponía de relieve la estrategia intervencionista de EEUU a través de la cooperación financiera a organismos antigubernamentales.
– Cuba: La estrategia utilizada en Cuba, tomó un giro más sofisticado a través de las tecnologías de la comunicación, con la creación de la red social Zunzuneo en 2010, que entró a operar en la isla en 2011, con el objetivo de instigar a una disidencia política a que se movilizara en las calles en contra del gobierno, mismo que ha soportado los intentos de Estados Unidos por doblegarlo. Esta red social fue creada bajo un contrato de 15.5 millones de dólares con la empresa Creative Associates, radicada de manera secreta en San José, Costa Rica. El objetivo principal de esta red era reclutar a jóvenes cubanos.
Sin embargo, Zunzuneo solo era una pequeña parte del plan de desestabilización, que incluía establecer una red de operadores internos que coordinaran acciones políticas desde adentro de la isla y que estarían encubiertos como turistas, de ahí que estas acciones coincidan con la decisión de la administración Obama de relajar las relaciones con Cuba y ampliar el flujo de turistas hacia la isla en ese mismo año. No fue hasta el año 2014, cuando la agencia AP reveló toda la historia detrás de la “asistencia al desarrollo” de la USAID y su plan intervencionista.
¿Cuáles serán los nuevos dispositivos de injerencia?
– Ucrania: En 2014, Ucrania experimentó un golpe de Estado financiado desde el exterior, al que se le conoce como el Euromaidán, que terminó con el derrocamiento del presidente Viktor Yanukovych. Los documentos y las investigaciones realizadas, reflejan que la USAID y la NED financiaron a grupos opositores, gestionaron las movilizaciones violentas antigobierno y se habla de haber patrocinado a 6,200 periodistas, más de 700 medios de comunicación y más de 200 ONGs, así como del financiamiento por 5 mil millones de dólares con el fin de instigar una revolución de colores.
Lo ocurrido en Ucrania no se puede desvincular de una lectura geopolítica, en un contexto en el que recién se reincorporaba Crimea a Rusia, lo que desencadenó una ola de tensiones entre el Occidente colectivo y Rusia. Es decir, que el cambio de régimen en Ucrania era esencial a los intereses estadounidenses, necesitando establecer un gobierno afín a sus valores, siendo esta la estrategia con la que llega al poder Zelenski, a pesar de su incipiente base política. Su proceso de legitimización estuvo financiado por Estados Unidos, a través de la agencia, destinando más de 40 mil millones de dólares, que se canalizó a medios de comunicación y celebridades internacionales para que emitieran mensajes a favor de Zelenski.
– Nicaragua: En el año 2018, el país sufrió un intento de golpe de Estado, organizado y dirigido desde agentes externos, siguiendo un manual de acción similar a los ejemplos anteriores. Posteriormente, la red de operaciones y financiamiento fue develada por el gobierno sandinista, constatando el rol activo de la USAID y la NED en el financiamiento (Aproximadamente 76 millones de dolares en diez años) a grupos extremistas opositores al gobierno, ONGs y medios de comunicación que promovían agendas políticas con el fin de ejecutar sucesos violentos e inestabilidad.
– Otros ejemplos de USAID inmersa en procesos de desestabilización política: Georgia 2024, intento de golpe de Estado y se habla de financiamiento a ONGs de 36,59 millones de dólares; de igual manera Bielorrusia en 2020, 171,14 millones de dólares, en donde se pretendía derrocar al gobierno de Alexander Lukashenko (aliado de Rusia).
También en Haití (1991), la USAID participó en el derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide a través del apoyo económico a grupos armados denominados escuadrones de la muerte; Afganistán (entre 2001 y 2021), se informó que la misma agencia funcionaba como frente de operaciones contrainsurgente; y Chile (1973), la USAID actuó como un dispositivo de espionaje que canalizó millones de dólares para grupos opositores al presidente Salvador Allende, que terminaría con su muerte y el ascenso de la dictadura de Augusto Pinochet.
El reciente anuncio de cierre o suspensión de la USAID, por parte de la administración Trump, se debe comprender como parte de la nueva estrategia política de Estados Unidos, que además se encuentra diseñada en clave geopolítica. Con este hecho se termina de aceptar que la agencia funcionaba como un dispositivo de desestabilización política afín a sus intereses y por eso debe ser reestructurada, mientras que, por otra parte, se refleja el viraje político que está asumiendo el gobierno estadounidense hacia metodologías de intervención más sofisticadas, secretas y efectivas en el nuevo contexto internacional.
Escenario que está marcado por la innovación tecnológica y la competitividad de potencias emergentes a través del uso de las tecnologías de la información y el auge acelerado de la Inteligencia Artificial, sector al que se encuentra especialmente interesado el nuevo encargado del Departamento de Eficiencia Gubernamental de la Casa Blanca, Elon Musk. ¿Será que la nueva estrategia esté considerando a la inteligencia artificial y las tecnologías de la información como los nuevos dispositivos de injerencia y desestabilización política global?
(*) Politóloga, Relacionista Internacional y Docente universitaria; especializada en temas de Comunicación y Marketing Político.
En efecto es una nueva estrategia de injerencia más híbrida, no es que se haya cambiado un principio de la política exterior de EE. UU.
Excelente análisis