Jasmina del Rosario Obando Gutiérrez, “Nena”:
La solidaridad militante es vital entre sandinistas

Jasmina del Rosario Obando Gutiérrez, "Nena"La solidaridad militante es vital entre sandinistas
  • Sobrevivió a un combate con la guardia, herida en la cabeza y una pierna
  • De la cárcel salió fortalecida para continuar en la lucha libertaria
  • Un colorido encuentro con “Chombito” en una calle de Managua.

David Gutiérrez López

La solidaridad militante debe ser fundamental entre los sandinistas. Esta no es una simple frase banal. Así lo expresa desde lo más profundo de su ser, al exhortar a todos los revolucionarios sandinistas como ella, a retomar la solidaridad con los compañeros de lucha que por diversas circunstancias sobreviven en situaciones difíciles, aquejados por dolores e insuficiencias a causa de enfermedades crónicas y falta de recursos económicos, muchas veces limitados para poder comer tres veces al día.

Es febrero, mes del Amor y la Amistad, cuando abundan los ramilletes de flores y esencias perfumadas acompañadas de renovadas promesas de fidelidad de los enamorados. Amistades, pocas, las verdaderas se intercambian saludos, felicitaciones y obsequios, salen a disfrutar de un almuerzo, una cena, un café caliente, pero la mayoría se olvida de estos compañeros, del calor humano, de llamar al enfermo, al desvalido que en alguna o muchas veces expusieron su vida en la lucha sandinista.

De esa manera lo analiza y reflexiona Jasmina Obando Gutiérrez, combatiente urbana en la lucha insurreccional y luchadora social, actual concejal propietaria de la Alcaldía Municipal de Managua, por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), respecto a que debe prevalecer el ejemplo y la fraternidad que vivieron y enseñaron los héroes y mártires que iniciaron en condiciones adversas la lucha por la liberación nacional de la dominación dictatorial somocista, sustentada por el imperio norteamericano.

“Somos servidores y constructores, y debemos ser solidarios, apoyar a los enfermos, visitarlos, brindarles una sonrisa y compartir con ellos, aunque sea una tortilla con frijoles, con acciones tangibles y reconfortantes como un abrazo, y juntos recordar los momentos de zozobra que vivieron cuando la guardia del dictador los perseguía para asesinarlos y los acusaban de Sandino-comunistas”, razona esta mujer que cifra los 60 años.

Combate con la guardia después del Día de las Madres

En el barrio Acahualinca, en la insurrección final,junio-julio 1979. Jasmina aparece junto al coronel en retiro del Ejército Nacional Onofre Guevara.
En el barrio Acahualinca, en la insurrección final, junio-julio 1979. Jasmina aparece junto al coronel en retiro del Ejército Nacional Onofre Guevara.

El 31 de mayo de 1979, cerca de las nueve de la noche, varios muchachos y muchachas miembros de la Unidad Táctica de Combate (UTC) Juan José Quezada del FSLN Tendencia Insurreccional (TI), con trajes verde olivo, se desplazaban en tres camionetas de tina con la misión de recuperar un lote de armas de un almacén ubicado en el Centro Comercial El Zumen, de Managua, actual Distrito III.

El negocio de armas pertenecía a un grupo de socios conformado por altos oficiales de la guardia con rangos de coroneles y tenientes coroneles. La mayoría de las armas en venta lo constituían escopetas, fusiles de cacería, pistolas y revólveres. La recuperación del armamento serviría para fortalecer a los combatientes en la jornada insurreccional que inició en junio del año 1979, en la ofensiva final contra la dictadura de Somoza.

Para esta acción de recuperación del armamento, los muchachos portaban armas de diversos calibres. Lo que nunca previeron ni se imaginaron fue que un convoy de soldados de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI) y agentes de la seguridad somocista se encontraban apostados en una zona ubicada de los Raspados Loli 5 cuadras al sur, en el barrio San Judas, donde se produjo el combate.

Horas antes, cuando apenas faltaba una semana para el estallido insurreccional, integrantes de comandos sandinistas de la Tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP) y la Tendencia Proletaria (TP) del FSLN, habían realizado en la zona acciones de propaganda armada, animando a los pobladores a participar en la ofensiva final que se avecinaba. Informados de la presencia de los sandinistas, la guardia se movilizó al lugar en busca de los “subversivos Sandino-comunistas”, como solían calificarles en comunicados oficiales a los combatientes del FSLN.

En el combate con las tropas de la Guardia Nacional (GN) cayó Sergio Guevara, “Ernesto”, el jefe de la Unidad Táctica de Combate (UTC) Juan José Quezada, quien viajaba al frente en la primera camioneta, también cayeron Norman D´Trinidad y Mario Montenegro, “Raúl”. Del resto de combatientes, varios resultaron heridos, entre ellos Jasmina, conocida como “la Nena” por ser la pequeña del grupo de combatientes.

“La Nena” recibió un charnel (viruta metálica restos de bala) que se alojó en su cabeza, el mismo que conserva desde hace 45 años; los médicos valoraron en ese momento no realizar ninguna cirugía porque podría poner en peligro la vida de la paciente, era preferible dejarlo alojado a pesar de las consecuencias que se tradujeron en traumáticas jaquecas que todavía persisten. También recibió una bala en su pierna izquierda que de suerte no le destrozó ningún hueso, pero la dejó por mucho tiempo inmovilizada, sin poder caminar.

El compañero que la evacuó del sitio a través de unas alambradas, para ponerla a salvo de la lluvia de balas, fue Mario Montenegro, quien cayó en el combate. Quince días antes del operativo, los combatientes decidieron preparar una sencilla celebración confiados que la acción de recuperación de las armas resultaría todo un éxito.

Para ello, se reunieron y brindaron con gaseosas y reposterías. Esta actividad quedó plasmada para la historia en una fotografía. La gráfica registra a Sara Rodríguez, “Norita”, Guillermo Solórzano, “el Moreno”, Onofre Guevara, Lorena Montiel, “Lupe”, Mario Montenegro y Jasmina Obando, “Nena”.

Solidaridad militante de colaboradores

Esa misma noche, Jasmina y otros heridos encontraron refugio en la casa de Eugenia Fonseca (fallecida). Posteriormente, por razones de seguridad, la evacuaron hacia el barrio Altagracia a la casa de Aleyda Obando, en las cercanías de la actual estación de gasolina conocida como de Nemesio Porras, donde fue atendida por el eminente médico humanista doctor Milton Mairena, conocido con el seudónimo de “Pablo”, quien les llevaba medicinas, alivio y esperanzas de vivir.

Las estrictas medidas de seguridad del Frente Interno estimaron que los heridos no podían permanecer mucho tiempo en un sitio fijo. Por ello, los enviaron a una pequeña propiedad ubicada por la carretera vieja a León.

Un tiempo después Jasmina fue trasladada al barrio Acahualinca a un taller de grúas de los hermanos King Sing, donde pasó tiempo recuperándose de las heridas. Confiesa que todavía no podía caminar bien por efectos de la bala que le cruzó la pierna, cuando la insurrección en Managua y en todo el país había estallado.

Por ser destacada alumna del tercer año de secundaria en el Instituto Nacional Miguel Ramírez Goyena, entonces ubicado cerca del Zumen, Jasmina era la presidenta de su aula por la Asociación de Estudiantes de Secundaria (AES), organización con la cual inició su actividad de lucha al involucrarse en una jornada por la libertad del entonces miembro de la Dirección Nacional del FSLN, Tomás Borge y Marcio Jaen, prisioneros de Somoza.

“A Marcio y a Tomás, no los aíslen más”, recuerda la consigna con mucha claridad cuando la repetían en marchas y actos de protesta dentro y fuera del colegio, hasta donde llegaban las patrullas de la GN a disolverlas y en algunas ocasiones el propio jefe de Policía de Managua, el temible coronel Alesio Gutiérrez, a bordo de un auto Mercedes Benz y una “tajona” en mano para darle azotes a los chavalos que corrían como en las olimpíadas para no ser atrapados.

A finales de 1977 fue capturada en su propia casa de habitación en el barrio San Judas, personalmente por Alesio Gutiérrez, jefe de la Central de Policía de Managua, llamada en los cifrados de las comunicaciones de la GN como “nido grande”, en tanto a las secciones de policía les llamaban “sierras”.

“Aquí nido grande a sierra dos”, se escuchaba en las emisiones captadas en los aparatos receptores conocidos como escáner en esos años. La guardia llamaba “muñecos” a los sandinistas y a los chavalos estudiantes “revoltosos”.

Seis meses de prisión le recetaron a la joven adolescente para -según la GN- alejarla de las actividades estudiantiles. Los meses de cárcel en vez de doblegarla la hicieron rebelarse y resistir contra el sistema de opresión somocista. Desde que logró su libertad, su primera misión fue participar en un traslado de armas, eran los primeros meses del año 1978 en pleno ascenso de la lucha revolucionaria contra la tiranía somocista.

La abuela que se perdió en la masacre del domingo sangriento

“La Nena” proviene de una familia con historia de lucha contra la dinastía somocista. Su abuela Dominga Gutiérrez, era miembro del Partido Conservador de Nicaragua (PCN), uno de los dos legales junto al Partido Liberal Nacionalista (PLN) somocista, llamados “las paralelas históricas”, las que se rompieron con el triunfo del Frente Sandinista, en julio de 1979.

En el contexto de la Revolución Popular Sandinista (RPS), se convocó a las primeras elecciones libres el 4 de noviembre de 1984, con la participación de siete partidos políticos, resultando el FSLN ganador con el 66.97 % al frente del comandante Daniel Ortega Saavedra. Así se rompieron los partidos conocidos como “paralelas históricas” e inició la apertura democrática.

La abuela Dominga asistió a la manifestación del 22 de enero de 1967 en la entonces Plaza de la República, actual Plaza de la Revolución, y al caer la tarde marchó junto a miles de manifestantes sobre la avenida Roosevelt acompañando al líder conservador, el oftalmólogo Fernando Agüero Rocha, con la intención de posesionarse de la Casa Presidencial, ubicada en la cima de la loma de Tiscapa y darle el golpe de Estado al general Anastasio Somoza Debayle.

Ese día, Somoza estaba cerrando campaña por el PLN en la ciudad de León. Los manifestantes fueron retenidos a la altura de la actual Asamblea Nacional por un pelotón de soldados, cuando de pronto una bala mató al teniente GN Sixto Pineda, que desató una balacera que pareció interminable, muriendo sobre el pavimento centenares de personas. Nunca se conoció la cifra de asesinados por las balas somocistas.

La abuela Dominga desapareció, no llegó a dormir a su casa y la dieron por muerta. Después de 22 días apareció sana y salva, nunca se conoció cómo escapó del lugar aquel fatídico domingo sangriento, cuyos cadáveres fueron recogidos con palas mecánicas y enterrados en fosas comunes, algunos en el Cementerio General de la capital. Con grandes chorros de agua lavaron la avenida Roosevelt teñida de sangre.

Jasmina también es sobrina de la valiente enfermera Bertha Calderón Roque, quien curaba guerrilleros heridos en su casa en el barrio Altagracia, sitio de donde fue sacada el 18 de junio de 1979 en horas de la madrugada, por patrullas de la guardia, junto a varios heridos, sus cuerpos nunca aparecieron, únicamente apareció asesinado Ramón Agustín Saavedra, un colaborador del FSLN.

Un encuentro de colores con “Chombito”

Jasmina Obando Gutiérrez, la primera de laizquierda participando en el primer desfile de tropas del Ejército Popular Sandinista, 1979.
Jasmina Obando Gutiérrez, la primera de la izquierda participando en el primer desfile de tropas del Ejército Popular Sandinista, 1979.

Fue Jorge Corea quien la reclutó en el Instituto Nacional Ramírez Goyena, para integrarse al FSLN, de la tendencia llamada tercerista por ser la tercera agrupación sandinista en surgir con diferentes métodos de lucha.

Se integró a una célula con Jorge Guevara, a quien ella conoció como “Chucho”. En cierta ocasión le asignaron una misión de mucha importancia. Para cumplirla, tenía que llevar anudada en su brazo izquierdo una pañoleta y su contraparte debía lucirla de igual manera, al encontrarse en una calle cercana al Centro Comercial Zumen.

Tiempo después se enteró que el muchacho a quien le entregó el correo, después de una contraseña muy original, era el comandante guerrillero Walter Ferrety Fonseca, conocido en la insurrección final en el Frente Interno como “Chombo”, jefe de la Unidad Móvil Oscar Perezcassar, también conocida como “liebres” y “cazas perros”.

En el encuentro Chombito expresó: “Los colores”. “Son los colores que te gustan”, respondió ella, quien todavía guarda en su memoria ese encuentro con el muchacho de color blanco que vestía de camiseta negra y una gorrita azul, que acostumbraba a movilizarse en una motocicleta.

Entrenamiento en la casa de los Núñez

Una vez organizados, de manera sigilosa Jasmina y otros muchachos fueron a la casa de los Núñez Arteaga en San Isidro de Bolas, donde establecieron una escuela militar en la que se entrenaron todos los miembros de la Unidad Táctica de Combate (UTC) Juan José Quezada. Entre los instructores se encontraba Francisco Solórzano, “El Moreno”, quien les trasmitió los secretos del uso de armas de diverso calibre, arrastre, posición de tiro y las técnicas de seguridad.

La casa estaba bajo la cobertura de Yolanda Núñez Arteaga, hija de don Guillermo Núñez y Carmen Arteaga, antiguos colaboradores y protectores del comandante Carlos Fonseca. En esa misma vivienda en 1967, bajo la luz de candiles, se reunieron al menos treinta personas, algunos clandestinos y otros legales para planificar los preparativos de la jornada guerrillera de Pancasán, que tuvo el revés militar en agosto de ese año, cuando una columna de guerrilleros cayó en una emboscada de cerca de 400 guardias, asesinando a trece compañeros sandinistas.

Ya entrenados, los miembros de la UTC se dedicaron a realizar diversas misiones, entre otras, garantizar el traslado de armas y conseguir las casas de seguridad, vitales para resguardar a los clandestinos.

Recuerda “Nena” el traslado de armas que se realizó desde el barrio de Monseñor Lezcano, donde había una casa de seguridad ubicada del Hospital Dermatológico media cuadra al norte hacia el barrio Sierra Maestra, a casa de Ignacio “Nacho” Meneses, en el año 1978.

En su memoria prevalecen todas las reuniones efectuadas en casas de seguridad, donde eran orientados para las tareas a cumplir. En cierta ocasión les hicieron llenar una extraña ficha con sus nombres legales y seudónimos, las que fueron recogidas por Rafael “Payo” Solís, “el paranoico”, le decían, quien finalizó siendo un “traidor”.

La compartimentación necesaria para sobrevivir

En el populoso barrio San Judas todos se conocían, principalmente los estudiantes. Algunos sabían quiénes participaban en acciones militares clandestinas, pero se abstenían de comentar o compartir con otros por la enseñanza de la “compartimentación”; un principio básico que establece que si muy pocas personas conocen detalles de cierta asignación o misión, la probabilidad de que la información pueda caer en manos del enemigo se reduce sustancialmente.

En el transcurso de la lucha “Nena” conoció a José Ángel Nicaragua del Movimiento Pueblo Unido (MPU), originario de Catarina, Masaya. Ella asegura que entre los compañeros prevaleció el respeto, la amabilidad, el compañerismo y si sabía de chavalos que participaban en diversas escuadras, “mejor cerraban el pico para no caer en infidencias y perjudicar a otros”.

También recuerda a Sarita Rodríguez “Norita”, Martha Ocampo y Melba Sánchez “la China”, quien fue herida en un glúteo y falleció cuando iban en retirada hacia la Hacienda El Vapor sobre la carretera sur, cuando al pasar por unas fincas cafetaleras se trabó el combate con una tropa de guardias.

El rol de un revolucionario sandinista es persuadir a otros para hacer valer y respetar los derechos del pueblo, a fin de que no ocurra la explotación entre trabajadores, reflexiona Jasmina, desde su puesto de Concejal por el Distrito 3.2.

Refiere que en una ocasión enfrentó a un taxista de los que se estacionan a esperar pasajeros a la salida del Hospital Bertha Calderón. Resulta que una humilde mujer que recién recibía el alta después de permanecer un tiempo hospitalizada, solicitó el servicio de transporte selectivo, el trabajador del volante le dijo que la carrera costaba 150 córdobas, al escucharlo Jasmina le recriminó por el excesivo cobro a una enferma. “Ella no viene de una fiesta, está saliendo de un hospital y necesita que le cobre lo justo”, le dijo con firmeza.

De Catarina al Bunker

Luego de la insurrección en Managua que empantanó a la GN y del espectacular Repliegue de los guerrilleros hacia Masaya junto a unas seis mil personas habitantes de los barrios orientales de la capital, a Jasmina y otros compañeros les correspondió ubicarse en Catarina, Masaya, ciudad que se encontraba liberada de tropas de soldados somocistas.

Las fuerzas del FSLN mantenían control sobre la carretera sur, cortándole el suministro a las tropas somocistas establecidas en Rivas y Cibalsa, en el Frente Sur, donde se escenificaban los más fieros combates con armamento pesado y liviano.

El 19 de julio de 1979 se anunció la derrota de la dictadura somocista y la Guardia Nacional. De inmediato los rebeldes subieron a unos camiones y marcharon sobre la capital, directo al Bunker de Somoza (fortificación) en la loma de Tiscapa. Fue una alegría inmensa, contagiante, risas, lágrimas, abrazos, la ansiada victoria había llegado, comenzaba la tarea más difícil… reconstruir el país.

El personaje

Jasmina Obando Gutiérrez.
Jasmina Obando Gutiérrez.

Jasmina del Socorro Obando Gutiérrez, nació en Managua el 11 de abril de 1964. Es la mayor de siete hermanos del matrimonio compuesto por don Gerardo Boniche García y doña Nubia Obando Gutiérrez. Madre de cuatro hijos.

Inmediatamente después de la victoria sandinista, pasó a formar parte del naciente Ejército Popular Sandinista, en la Escuela Carlos Agüero (ECA). En su primera misión participó en el traslado de ex guardias somocistas hacia la Cárcel Modelo de Tipitapa, donde conoció a la lideresa somocista y jefa de las fuerzas de choques Nicolasa Sevilla.

Mientras se organizaba el Estado revolucionario, fue enviada al Ministerio del Interior a formar parte de la Dirección General de Seguridad del Estado (DGSE). En Cuba se especializó en grafología, ciencia que estudia la personalidad de los seres humanos a través de la escritura.

Formó parte de varias técnicas, entre ellas en la lucha contra bandas contrarrevolucionarias, donde su jefa fue Maira Reyes Sandoval, (q.e.p.d.), a quien recuerda con mucho cariño por su calidad humana y el buen trato a sus subordinados en las filas de la DGSE.

Retirada del MINT con el grado de teniente primero.

Ha recibido reconocimientos de la Federación de Veteranos de Guerra, Augusto C. Sandino y la Medalla Héroe de Guerra por la Paz, otorgada por la Federación de Combatientes comandante Germán Pomares Ordóñez, en ocasión del 45 aniversario del triunfo de la Revolución Sandinista.

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