
Fredy Franco (*)
Darío y Sandino son fundamentos de la Nicaragua soberana y digna que construimos, defensores de nuestra identidad política y cultural, forjadores de nuestros ideales y de los valores humanistas y revolucionarios que hoy se hacen realidad en nuestro país. Ambos lograron interpretar, denunciar y enfrentar el fenómeno imperialista yanqui en expansión en el momento histórico que les tocó vivir, y sus enseñanzas siguen vivas y nos guían en la lucha antimperialista actual contra el yanqui enemigo de la humanidad.
Darío -nuestro universal poeta- fue denunciador del deshumanizante capitalismo y del cruel imperialismo; con su voz y su valiente pluma logró denunciar el peligro de la expansión de Calibán, “de los búfalos con dientes de plata”, y oponerse en términos políticos e intelectuales a los aborrecedores de nuestra raza y nuestra sangre.
Sandino -gran patriota, revolucionario y universal- desde muy joven conoció la brutalidad de la intervención yanqui en Nicaragua y en América Latina y, por su experiencia como trabajador de las compañías norteamericanas en el Caribe centroamericano y en México, forjó su conciencia clasista, libertaria y antimperialista, que luego lo llevará a organizar una resistencia heroica y digna nacional y continental contra el águila imperial.
1- Darío combatiendo a Calibán
Darío era un conocedor de la sociedad estadounidense de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, leyó a sus principales poetas e intelectuales y vivió en varios momentos en EEUU. Por eso, con propiedad la caracteriza como una sociedad materialista, brutal, con mentalidad de superioridad y de búsqueda de la expansión en nuestro continente bajo la lógica monroista (“América para los americanos” –que, como dice, Darío: no reza para nosotros), a la que denomino Calibán (monstruo salvaje).
Esa caracterización del imperialismo yanqui, Calibán, está expuesto en el escrito del poeta publicado, en mayo de 1898 en Buenos Aires, como “El triunfo de Calibán”, y en octubre de ese mismo año se publicó en Caracas bajo el titulo “Rubén Darío Combatiente”, porque se deja claro en el escrito el peligro que representa para la raza latina en el continente el conquistador Calibán, en plena expansión y donde Darío llama a oponerse y enfrentarlo.
Darío advierte el peligro de Calibán, que el peligro viene del Norte, donde anida el águila hostil. Precisamente lo escribe como premonición de lo que luego vino sobre Cuba en 1898, previsión que se hizo realidad, ya que la independencia y libertad de la Isla no se hizo realidad a favor del pueblo cubano, sino que pasó a manos del imperialismo yanqui.
Dice Darío: “El ideal de esos calibanes está circunscrito a la bolsa y a la fábrica… Enemigos de toda idealidad, son en su progreso apoplético, perpetuos espejos de aumento…; su Whitman con sus versículos a hacha, es un profeta demócrata, al uso del Tío Sam”. Y cierra: “No, no puedo estar de parte de ellos, no puedo estar por el triunfo de Calibán”. Y por eso llama a enfrentarlos de manera unida.
En ese sentido plantea: “y vimos palpable la urgencia de trabajar y luchar porque la Unión latina no siga siendo una fatamorgana (ilusión) del reino de Utopía, pues los pueblos, sobre las políticas y los intereses de otra especie, sienten, llegado el instante preciso, la oleada de la sangre y la oleada del común espíritu”.
Reafirma la necesidad de esa unidad: “De tal manera la raza nuestra debiera unirse, como se une en alma y corazón, en instantes atribulados; somos la raza sentimental, pero hemos sido también dueños de la fuerza. El sol no nos ha abandonado y el renacimiento es propio de nuestro árbol secular”.
Llama a esta lucha por nuestros intereses y cultura como pueblos, a partir de nuestras raíces, e incorporar todo aquello que nos engrandezca vitalmente en oposición al brutal capitalismo e imperialismo del Norte: “Desde Méjico hasta la Tierra del Fuego hay un inmenso continente en donde la antigua semilla se fecunda, y prepara en la savia vital, la futura grandeza de nuestra raza; de Europa, del universo, nos llega un vasto soplo cosmopolita que ayudará a vigorizar la selva propia”.
Expone cómo las acciones expansionistas de Calibán avanzan y los peligros para nuestras naciones. Hace referencia específica de Nicaragua: “ya no será con el bucanero Walker con quien tendrán que luchar, sino con los canalizadores yankees de Nicaragua”, a propósito del interés norteamericano por el canal interoceánico por nuestro país. Por otro lado, denuncia el contubernio estadounidense e inglés (ahí no invocaron su doctrina Monroe): “los yankees permitieron que los soldados de la reina Victoria (Inglaterra) ocupasen el puerto nicaragüense de Corinto”.
“Y cuando a la vista está la gula del Norte, no queda sino preparar la defensa. Y su fuerza, y su supuesta superioridad no nos detendrán, y nos defenderemos”. Recurre a una figura literaria de la obra Tempestad de Shakespeare: “Miranda preferirá siempre a Ariel (persona noble de espíritu, el que se opone a Calibán); Miranda es la gracia del espíritu; y todas las montañas de piedras, de hierros, de oros y de tocinos, no bastarán para que mi alma latina se prostituya a Calibán”.
2- Denuncia al salvaje y riflero imperialista Roosevelt
A inicios del siglo XX, los Estados Unidos habían dado dos grandes zarpazos en el continente: el robo de más del 50% del territorio a México en 1848 y el control neocolonial de Cuba a partir de 1898. Y luego fue por el tercer gran zarpazo: la dominación de Panamá, separándola de Colombia y quedándose bajo su control a partir de 1904. Eso le facilitó la construcción del Canal interoceánico por Panamá.
Por eso es que ese mismo año (1904) Darío escribió el poema “A Roosevelt”, referenciando al brutal presidente Teodoro Roosevelt que inauguró la política del Big Stick (Gran Garrote) como corolario de la Doctrina Monroe, que ponía en primer plano, como política imperialista, la intervención militar directa de sus marines. Y quien años después reconoció en el Congreso norteamericano “I took Panamá” (Yo tomé Panamá).
Rubén Darío profetiza la invasión y dominación estadounidense sobre el continente, proceso que se terminó de consolidar a mitad del siglo XX: “Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español”.
Desenmascara la falsa concepción imperialista sustentada en el llamado Destino Manifiesto, que dice que están supuestamente destinados por la providencia a llevar la civilización y el progreso para sus intereses al continente. “Crees que la vida es incendio, que el progreso es erupción; en donde pones la bala el porvenir pones. No”.
Y le advierte que se enfrentará a toda una cultura y a una decisión vital de nuestros pueblos de resistir, la de los cachorros sueltos del León Español, que son los patriotas y antimperialistas que luego surgieron por todo el continente: “esa América que tiembla de huracanes y que vive de Amor.., vive. Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol. Tened cuidado. ¡Vive la América española! Hay mil cachorros sueltos del León Español”.
Por último, además de la resistencia de los pueblos, le advierte que él no es Dios, y que a él no puede vencer: “Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo, el Riflero terrible y el fuerte Cazador, para poder tenernos en vuestras férreas garras. Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!”
Junto a su denuncia política e intelectual contra el imperialismo, Darío trabajó en el exterior desde la trinchera diplomática a favor de su apoyo al gobierno liberal nacionalista de Zelaya, que fue derrocado, por su proyecto soberano del canal interoceánico por Nicaragua, por el imperio yanqui.
Luego siguió denunciando la política de intervención en Nicaragua, oponiéndose a las mentiras y pretextos usados por EEUU para derrocar al presidente Zelaya, a fin de quedarse con el control de la nación. Se destaca el escrito hecho por Darío, en ese contexto, “Refutaciones al Presidente Taft” de Estados Unidos.
Aquí también se dará la resistencia patriótica de Benjamín Zeledón contra los interventores yanquis y los vendepatrias en 1912, cuando prefirió caer resistiendo y no rendirse. Sandino vio cómo arrastraban el cuerpo de Zeledón cerca de Niquonohomo, y eso lo marcó para su futura lucha antimperialista contra Calibán.
3 -Sandino contra el Águila Imperial
Sandino fue tomando conciencia de la necesidad de enfrentar al imperialismo yanqui que dominaba a nuestros pueblos y saqueaban sus recursos. Conocedor de eso, en el México revolucionario y luchador contra el imperialismo, decidió venir a dar la resistencia antimperialista a su tierra natal en 1926, formando la Columna Segoviana bajo la bandera rojinegra. Con ella se alió a los liberales para enfrentar en la Guerra Constitucionalista al gobierno conservador pro-yanqui de Adolfo Díaz.
Los sectores nacionalistas avanzaban y al acercarse a la capital, Henry L. Stimpson se reúne como el jefe militar liberal José María Moncada, frustrando la posible victoria y se rinde ante el delegado yanqui, deponiendo las armas y aceptando las condiciones del interventor. Sandino se opone a la traición y al entreguismo de los liberales el 4 de mayo de 1927, que llama Día de la Dignidad Nacional, y da continuidad a la lucha antimperialista.
De mayo a septiembre de 1927 Sandino, en condiciones muy adversas, logra reunir a combatientes patrióticos y se prepara para la nueva etapa de la lucha. Los interventores militares yanquis lo llaman a rendición en julio de 1927. Le responde al capitán yanqui Hatfield: “Recibí su comunicación ayer y estoy entendido de ella. Aquí los espero. No les tengo miedo. Cuento con el ardor del patriotismo de los que me acompañan. Yo quiero Patria Libre o Morir”.
En ese marco también da a conocer el Manifiesto de San Albino en julio de 1927, su gran manifiesto político en el que expresa las razones estratégicas de su lucha por la liberación nacional y social de Nicaragua. Sandino define que el propósito principal de su lucha es liberar a Nicaragua de los interventores yanquis, que él llama Águila Imperial:
“Hoy esa bandera (la azul y blanco) ondea perezosa y humillada por la ingratitud e indiferencia de sus hijos que no hacen un esfuerzo sobrehumano para libertarla de las garras de la monstruosa águila de pico encorvado que se alimenta con la sangre de este pueblo, mientras en el Campo Marte de Managua flota la bandera que representa el asesinato de pueblos débiles y enemiga de nuestra raza e idioma”.
Plantea su valiente decisión de lucha contra los interventores y por los intereses patrióticos de Nicaragua: “Acepto la invitación a la lucha y yo mismo la provoco, y al reto del invasor cobarde y de los traidores de mi Patria, contesto con mi grito de combate, y mi pecho y el de mis soldados formarán murallas donde se lleguen a estrellar legiones de los enemigos de Nicaragua”.
Denuncia a los interventores como una banda de criminales que son mandados por la Casa Blanca, principal antro donde se dirige la agresión y el asesinato de nuestros pueblos: “Venid, gleba de morfinómanos; venid a asesinarnos en nuestra propia tierra, que yo os espero a pie firme al frente de mis patriotas soldados, sin importarme el número de vosotros; pero tened presente que cuando esto suceda, la destrucción de vuestra grandeza trepidará en el Capitolio de Washington, enrojeciendo con vuestra sangre la esfera blanca que corona vuestra famosa White House, antro donde maquináis vuestros crímenes”.
Al final, deja claro los propósitos principales de su lucha: “Juro ante la Patria y ante la historia que mi espada defenderá el decoro nacional y que será redención para los oprimidos”.
El 2 de septiembre de 1927 organiza el Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional Nicaragua (EDSN), integrada por campesinos y trabajadores, constituido por principio patrióticos, de respeto al pueblo y de lucha valiente y decidida contra los invasores yanquis. Con una estrategia de resistencia y de lucha irregular que, junto a una importante base social de apoyo, logra derrotar a los marines yanquis a inicios de 1933.
Sandino comprende esencialmente el fenómeno imperialista y la necesidad de los Estados latinoamericanos para enfrentarlo uniéndose en una Alianza de Estados, expuestos en el Plan de Realización del Supremo Sueño de Bolívar en 1929: “Hondamente convencidos como estamos de que el capitalismo norteamericano ha llegado a la última etapa de su desarrollo, transformándose como consecuencia en imperialismo, y que ya no atiende a teorías de derecho y de justicia …consideramos indispensable, más aún inaplazable, la alianza de nuestros Estados Latinoamericanos para mantener incólume esa independencia frente a las pretensiones del imperialismo de los Estados Unidos de Norte América”.
4- Darío y Sandino, luchadores por la paz
Tanto por la comprensión de nuestra historia nacional y por la existencia del fenómeno imperialista en el continente y en Europa, Darío y Sandino, junto a la lucha por nuestra identidad y los intereses de nuestros pueblos, lucharon por la paz.
Desde muy joven, Darío le escribió a la paz y unidad de Nicaragua y Centroamérica, por ser conocedor de las experiencias negativas de las guerras, que tuvo como una de sus expresiones mayores la intervención de los filibusteros yanquis que dejaron mucho dolor y destrucción. El poema Luz y Paz, dice: “La hidra feroz de la guerra no mora ya en Nicaragua. Solo pido paz y amor. Amor para todos”.
Estando Darío en Europa se desata la I Guerra Mundial en 1914, por las contradicciones entre las potencias imperialistas buscando un nuevo reparto territorial y político del mundo. Darío dedicó los dos últimos años de su vida intensamente a la lucha por la paz en Europa, y para que no llegara la guerra a América; se convirtió en un Peregrino de la Paz.
En febrero de 1915, un año antes de su tránsito a la inmortalidad, Rubén escribe el poema Paz: “Se grita: ¡Guerra Santa! Acercando el puñal a la garganta o sacando la espada de la vaina: y en el nombre de Dios, casas de Dios de Reims y de Lovaina, !las derrumba el obús 42!…
!No, Reyes!… Que la guerra es infernal, es cierto. Cierto que duerme un lobo en el alma fatal de la danida; más también Jesucristo no está muerto.
¡Y contra el homicidio, el odio, el robo, Él es la Luz, el Camino y la Vida! ¡Oh, pueblos nuestros! ¡Oh pueblos nuestros! Juntaos en la esperanza y en el trabajo y la paz. No busquéis las tinieblas, no persigáis el caos, y no reguéis con sangre nuestra tierra feraz”.
Luego de que Sandino formó un nuevo movimiento político y protagonizó una heroica resistencia antimperialista, que condujo a la derrota de los marines, se crearon las condiciones para dar pasos hacia la paz.
En ese sentido, Sandino y el presidente Juan Bautista Sacasa firmaron los Acuerdos de Paz en febrero de 1933, que implicó la desmovilización del EDSN y la inserción de los combatientes a la vida económico social. Sin embargo, Estados Unidos previamente había creado a la Guardia Nacional bajo su mando e intereses, y puso como director a Anastasio Somoza García, quien ejecutó la orden de asesinar al gran héroe patriótico.
En el último viaje a Managua para reunirse con el presidente Sacasa con el fin de hablar sobre el cumplimiento de los acuerdos, el 21 de febrero de 1934, después de una cena en casa presidencial, por orden de Somoza son capturados Sandino y sus acompañantes (los Generales Estrada y Umanzor) por integrantes de la GN, para ser asesinados a traición poco tiempo después
Inmediatamente se desarrolló una brutal represión contra el movimiento sandinista, que continuó con la imposición por Estados Unidos de la dictadura somocista durante 45 años en que no volvimos a tener paz en Nicaragua, hasta el triunfo de la revolución sandinista.
Darío y Sandino nos guían en la actualidad en la lucha antimperialista y por la paz en Nicaragua el y mundo, donde la humanidad sigue enfrentándose a Calibán y al águila imperial. A seguir luchando con optimismo, con dignidad y firmeza, con la celeste esperanza y con el Siempre Más Allá, para hacer realidad la vida justa, digna y plena por las que se luchó y se sigue luchando bajo su ejemplo inmortal.
(*) Cientista Social e Historiador. Profesor Titular UNAN Managua.
Excelente felicidades, calidad me encantó es una realidad.