
- Cuando leyó la denuncia se sintió reclutado
- Somoza cuidaba Corinto como la niña de sus ojos
- Un sacerdote alemán fue de vital apoyo para el FSLN
David Gutiérrez López

Un testimonio terrorífico, denunciando las crueles y tormentosas torturas, golpes, patadas y una brutal violación, narrado valientemente por una joven guerrillera sandinista, cuando mostró sus moreteadas piernas, le provocó llenarse de coraje y desde ese momento se sintió “reclutado” y comprometido de conciencia para integrarse a la lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en contra de la dictadura somocista.
La declaración completa se publicó en un semanario de la década de los años 60, en el que se relataba los terribles sufrimientos vividos por una hermosa joven identificada como Doris Tijerino Haslam, en las cárceles de la temida Oficina de Seguridad Nacional, conocida por sus siglas OSN, mediante la cual se desenmascaró y denunció la brutalidad y crueldad de la dictadura militar.
La joven Doris, quien interrumpió sus estudios universitarios en la prestigiosa Universidad Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba de Moscú, antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), para integrarse a la lucha del FSLN, fue capturada en una casa de seguridad el 15 de julio de 1969, cuando intentaba escapar de los guardias que iban en busca de los guerrilleros, los que chocaron contra las balas disparadas por Julio Buitrago Urroz.
Buitrago, miembro de la Dirección Nacional histórica del FSLN y jefe de la resistencia urbana, se enfrentó íngrimo, armado de una ametralladora M-3 calibre 45, a un contingente de más de 200 soldados que disparaban indiscriminadamente a la casa de dos pisos ubicada en las cercanías a las Delicias del Volga, donde también fueron capturadas Gloría Campos Traña, su hija Martha Lorente y Mirna Mendoza.
El combate fue transmitido esa tarde, casi al anochecer, por la televisión local, llevando las imágenes del heroico militante enfrentado solo con su ametralladora a los guardias respaldados por tanquetas y hasta una avioneta. La sociedad entera admiró la valentía de que un solo hombre se enfrentara a un batallón; esa acción quedó grabada en la mente y conciencia del pueblo.
Julio se convirtió en símbolo y desde entonces es reconocido como el comandante Padre de la Resistencia Urbana. Por la noche de ese mismo día, la guardia somocista detectó otra casa de seguridad de dos pisos en el barrio Santo Domingo, de Managua, donde cayeron combatiendo los sandinistas Marco Antonio Rivera, Aníbal Castrillo y Alesio Blandón.
Así recuerda 55 años después de haber leído ese testimonio que lo hizo tomar conciencia y cambiar radicalmente su vida, Francisco Alonso Arce, conocido con el seudónimo de “Bayardo”, cuando apenas comenzaba a dar su paso a la adolescencia. A partir de allí, comenzó a participar e involucrarse en manifestaciones estudiantiles de protesta contra el régimen dictatorial de Somoza. Posteriormente fue reclutado por Aníbal Ramiro Espinales Martínez.
Las protestas en el Puerto de Corinto
Francisco nació en la ciudad de León, pero creció en el Puerto de Corinto, principal e importante centro de embarque y desembarque de Nicaragua, el mismo por el que salieron las tropas de soldados yanquis el primero de enero de 1933, cuando fueron derrotados por el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN) al frente del General Augusto C. Sandino.
La familia Alonso se trasladó a Corinto cuando a su padre Abraham Alonso, lo designaron como chequeador del telégrafo. Ahí conoció a Blanca Segovia Sandino, hija del General Sandino, quien laboraba de telegrafista, transmitiendo mensajes en la clave internacional Morse. Ante un posible atentado o encarcelamiento por parte de la Guardia Nacional (G.N), Blanquita y su familia desaparecieron de Corinto un día de 1961. Salieron por senderos rumbo a Honduras y luego a la Habana, Cuba. Los rumores de la época corrían de boca en boca, indicando que un submarino ruso los había llegado a traer hasta esas costas.
En sus años infantiles, Alonso estudió en el colegio General José Santos Zelaya y la secundaria en el colegio Azarías H. Pallais, en Corinto. Como una gráfica clavada en su cerebro, recuerda todavía al Batallón Blindado de la G.N. que llevaba el nombre del general Anastasio Somoza García, fundador de la dictadura dinástica. La presencia de aquel contingente de soldados élites obedecía al hecho de querer sofocar una huelga general de trabajadores portuarios.
El Puerto de Corinto representaba para el somocismo un punto estratégico y de mucha importancia para la economía nicaragüense, considerando que era el centro por donde entraban y salían mercaderías y el flujo de pasajeros; por lo tanto, no podían permitirse correr el riesgo de la paralización total de sus instalaciones. Para restablecer el orden y parar la protesta, aumentaron los salarios de los trabajadores e impusieron el poder militar.
De la UNAN de León a Managua
En 1974 Alonso ingresó a estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León). No obstante, al siguiente año se matriculó en Managua, con la aspiración de estudiar arquitectura. Fue así que en la capital formó parte de la Asociación Nacional de Estudiantes de Ingeniería y Carreras Afines (ANEICA), donde lo recibió el entonces dirigente del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) Antenor “el capi” Rosales e inmediatamente se contactó con Ronald Streber, a quien recuerda como la persona que le enseñó a elaborar mantas y carteles de propaganda. También fue compañero de Marvin Ayerdis, “el Trosko”, y Felipe Escobar, entre otros muchachos de la época.

La lucha revolucionaria se encontraba en franco ascenso. Era el año 1976. El FSLN había roto el silencio con el espectacular asalto a la Casa de “Chema Castillo” ejecutado por el comando Juan José Quezada, en diciembre de 1974, logrando la liberación de prisioneros sandinistas, entre ellos los miembros de la Dirección Nacional del FSLN Daniel Ortega y José Benito Escobar; además de Jacinto Suárez, Lenin Cerna, Carlos Guadamuz, Manuel Rivas Vallecillo, Oscar Benavidez, Julián Roque Cuadra, Daniel Núñez Rodríguez y sus hermanos Alfonso y Alberto, entre otros.
Fue en ese año 1976 que Francisco Alonso recibió el llamado de retornar a Corinto para trabajar en la estructuración de una red de colaboradores, reclutar cuadros aptos para la lucha armada y fortalecer la organización clandestina con jóvenes que operaban en la legalidad, guardando las medidas de seguridad recomendadas. El trabajo lo coordinó Quxabel Cárdenas, conocida como comandante “Carolina”, en las filas de la tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP), María Lourdes Jirón Cucalón, “la chinita” de León, y Walter Penzke.
Las primeras tareas que desarrolló Francisco, junto a David García, fue conseguir casas de seguridad para alojar a los compas clandestinos y realizar acciones de propaganda. Además, les orientaron conformar la Asociación de Estudiantes del Instituto Azarías H. Pallais (AEINAHP), que sirvió de “semillero” para la siembra y cosecha de cuadros políticos y militares que fortalecían las estructuras de la organización guerrillera.
Una marcha en Corinto resguardada por una pistolita
A mediados de 1978, se orientó la ocupación con los estudiantes del colegio Azarías H. Pallais, seguido de una movilización. Se tomaron las medidas de seguridad y por si acaso la guardia aparecía a reprimirlos, en la retaguardia se movilizaba el compañero Francisco Medina, “Tito”, armado de una “pistolita y un saco de bombas de contacto”, describe Alonso, recordando esos momentos vividos donde la tensión prevalecía al desafiar a la dictadura somocista.
Comenzaron a trabajar con activistas y dirigentes del movimiento sindical de los trabajadores de la portuaria, entre ellos las familias Garache y Moncada. También reclutaron al sacerdote católico de origen alemán José Schendel Berfeld, “quien se ponía rojito como un camarón” cuando el sol abrazaba su cuerpo, recuerda Alonso.
A finales de 1977 e inicios de 1978 se fortalecieron los colaboradores, entre ellos Jorge Tijerino, Cairo Medina, los hermanos Salgado, conocidos como los castorcitos, Melba Mongalo, Porfirio Martínez y Mauricio Matamoros, entre otros, que fueron vitales para el trabajo organizativo del FSLN. También se nutrieron con miembros del Movimiento Cristiano, integrándose el doctor Francisco Tapia y Hugo Matamoros.
Las reuniones con “Federico” en la habitación de Schendel

El padre José Schendel, nacido el 6 de enero de 1933 en Rheine, Alemania, ordenado sacerdote en Ríonegro, pequeña ciudad de los Andes colombianos el 15 de agosto de 1963, llegó a Corinto en barco el 23 de mayo de 1964. Lo ubicaron en la ciudad de León y cierto día requerían de un cura que celebrara una boda en Corinto, lo enviaron a él y se quedó por más de 40 años -ganándose el cariño y simpatías de los corinteños-, durante los cuales realizó diversas obras de progreso, incluso con sus propios recursos recibidos de una herencia paterna.
Alonso confiesa que sirvió de monaguillo del sacerdote alemán junto a su amigo Danilo Lugo Dávila (fallecido), en tanto su papá, don Abraham, se encargó de reparar el campanario eléctrico que volvió a recobrar el sonido que anunciaban los oficios religiosos.
Alonso se dedicaba a la tarea de reproducir los comunicados del Frente Sandinista, calcándolos en un esténcil en una antigua máquina de escribir Remington y luego los imprimía en un mimeógrafo de la iglesia. Seleccionaba los documentos y caminaba a orillas de los rieles del desaparecido Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua (FCPN), en busca de contactar a otros compañeros que se encargaban de distribuirlos para que la información llegase a la mayoría de la población.

En ocasiones, mientras se celebraba una misa, un bautizo o un responso, en la habitación del padre Schendel se reunía Pedro Arauz Palacios, comandante “Federico”, miembro de la Dirección Nacional del FSLN, con el grupo de compañeros que coordinaban la estructura del trabajo organizativo y conspirativo en Corinto, Chinandega y Chichigalpa.
El sacerdote realizaba labores de evangelización y de ayuda humanitaria entre los pobladores de Aserraderos y otras comarcas, y siempre se hacía acompañar de un valioso militante sandinista llamado Terencio Munguía Maradiaga, hombre hábil con múltiples oficios, quien habitaba en la comarca Mapachín e integrado a las filas del FSLN desde 1970, era conocido en la guerrilla como “Juan”.
Las muchachas de los burdeles apoyaron la lucha
Terencio era sastre, carpintero, albañil, músico porque ejecutaba el acordeón y animaba cualquier reunión. Fue un apoyo importante en el reclutamiento de colaboradores. La guardia lo capturó el 29 de junio de 1979, en el municipio de El Realejo, frente a la caseta de control en el puente de Paso Caballo.
Lo torturaron de forma despiadada, le arrancaron las uñas de las manos y los pies y, al no lograr que hablara, lo asesinaron cuando faltaban pocos días del triunfo de la Revolución Popular Sandinista (RPS) en 1979. La Comarca Mapachín lleva actualmente su nombre. Su cuerpo fue recuperado un día después del triunfo que no alcanzó a disfrutar.
Los burdeles en Corinto eran famosos, p orqu e alojaban a t rabajadoras sexuales que prestaban servicios principalmente a marinos de diversas pa rtes del mundo que to cab an tierra y permanecían algún tiempo descargando y cargando mercancías. Durante el tiempo de ocio, los marineros buscaban compañía y placer con las chicas nicaragüenses.
Muchas de ellas fueron vitales para conseguir información sobre el movimiento y planes de la GN; en otros casos refugiaron a sandinistas clandestinos y resguardaron documentos, armas y bombas de contacto que ocultaban hasta debajo de las camas.
Bodegas saqueadas y en todas las casas hubo carne
La insurrección de septiembre de 1978 orientada por el FSLN, golpeó a la dictadura militar somocista. En Corinto la población se lanzó a saquear las bodegas donde se almacenaba carne de exportación y productos importados como leche en polvo, arroz, pastas, harinas. Alonso considera que en casi todas las casas del puerto había una caja de carne, la que tuvieron que salar y asolear para evitar su descomposición ante la falta de refrigeración.
Durante algunos días, los corinteños comieron carne de calidad. En tanto, la estructura del FSLN logró embuzonar otros alimentos como leche en polvo, arroz y azúcar que sirvió para alimentar a los combatientes durante el transcurso de la lucha.
Conservar el Puerto de Corinto para el régimen era de vital importancia, al igual que su tránsito por Chinandega, por ello recurrieron al Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA), una alianza militar de los ejércitos del área, cuya misión era exterminar cualquier intento de surgimiento de movimientos armados de liberación.
Todos los gobiernos en esos años dirigidos por militares, obedecían ciegamente las orientaciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica y de sus agencias de inteligencia, destacándose la CIA. Somoza reforzó la zona con efectivos militares de El Salvador, Honduras y Guatemala.
Al exilio a prepararse militarmente
La presencia injerencista de militares extranjeros, el constante asedio y la pérdida de comunicación con la estructura de mando en Chinandega, obligó a Francisco Alonso y a su amigo y compañero de lucha Danilo Lugo a solicitar asilo en la embajada de México en Managua, porque de ser capturados sus vidas corrían peligro.
En septiembre de 1978, la embajada del país azteca se encontraba atestada de sandinistas que buscaban resguardarse de la desmedida represión de la guardia de Somoza y sus aliados. Entre los asilados se encontraba la comandante Ana Isabel Morales, con quien acordaron constituir una escuadra para salir a realizar acciones en casos que así lo necesitara la organización.
En octubre les otorgaron un salvoconducto que les permitió viajar al Distrito Federal de ciudad México por la vía aérea. Allí fueron alojados por un comité de la GPP. En noviembre les notificaron que participarían en una escuela político- militar en la laguna de Zempoala, una zona boscosa donde la temperatura oscila entre los 0 a los 16 grados centígrados.
Los instructores eran el comandante guerrillero y ex jefe de la Dirección de Seguridad del Estado (DGSE) en los años 80, Lenin Cerna Juárez y el chileno Francisco Bustos, “Rolando”, entonces miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Fue un entrenamiento intenso que recibieron al menos tres escuadras formadas por más de 20 sandinistas.
Para entrar y salir de la zona de entrenamiento y no levantar sospechas viajaban en un camión de volquete agazapados, conducido por el mexicano Enrique Tovar. Toda la familia Tovar se entregó a la colaboración de la preparación de ese grupo de combatientes, muchos de los cuales se reintegraron a la lucha en los frentes de guerra para derrocar a la dictadura somocista.
Entre quienes participaron en esa preparación militar recuerda a Marcos Medina, José Ramón Barberena, Carlos Alberto Espinoza, Roberto Luna “el canoso”, Adolfo Zepeda, Adela Tapia Roa, Erasmo Vanegas, Fernando Pérez, Robín Toledo.
Un grupo de combatientes viajó a Cuba a participar de un entrenamiento en artillería, y fueron de vital importancia en el Frente Sur en la lucha final, donde se concentró los más fieros combates en una guerra de posiciones. A esa escuela de artillería, en una ocasión llegó personalmente a supervisar los entrenamientos de la tropa sandinista el comandante en jefe de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz, quien se mostró satisfecho de las destrezas y capacidades adquiridas por los guerrilleros.
Una vida trabajando en Migración
El triunfo de la Revolución Popular Sandinista (RPS) sorprendió a Francisco Alonso en México, donde sus responsables lo habían dejado trabajando en la retaguardia exterior garantizando conseguir colaboradores que facilitaran casas de seguridad, movilización y recursos económicos para sostener la lucha.
A su retorno a la Nicaragua liberada, lleno de emoción y alegría por la victoria, pero de tristeza por los compañeros de lucha caídos en las batallas, fue designado a la recién nacida Dirección de Seguridad del Estado (DGSE). A las pocas semanas fue trasladado a la Dirección de Migración y Extranjería, ambas dependencias del Ministerio del Interior (MINT).
En esa dependencia laboró por 27 años y nueve meses, correspondiéndole rotar en todas las especialidades. Durante los gobiernos neoliberales fue despedido de Migración, desde el 2001 hasta el 2007, espacio que dedicó al trabajo administrativo y docente en dos universidades privadas de Nicaragua. Después de la victoria sandinista del 2007 fue reintegrado y se retiró en agosto del 2012 con el grado de comandante.
El personaje

Francisco Manuel Alonso Arce nació en León, el 18 de diciembre de 1956. Es hijo del matrimonio formado por don Abraham Alonso Martínez y María Auxiliadora Arce Cano. Es el mayor de cuatro hermanos: Leandro Benito, María de la Cruz Alonso Arce y Concepción Castro Alonso.
Está casado, padre de dos hijos y abuelo de cinco nietos.
Es graduado en Administración de Empresas con especialidad en Mercadotecnia.
Graduado en Altos Estudios Militares, (ALEMI) por el Ejército de Nicaragua en la séptima promoción.
Es portador de la Orden X Aniversario de la Revolución Popular Sandinista (RPS) otorgada por la Dirección Nacional del FSLN.
Fue condecorado con las medallas V aniversario, comandante Marcos Somarriba, clase 1 y 2 de la Dirección de Migración y Extranjería.
Actualmente en la vida civil, está integrado a las tareas partidarias en el Distrito 4 con la responsabilidad de vicecoordinador de capacitación de la militancia del FSLN, partido en el que se formó, creció, luchó y continúa dando la batalla en defensa de la paz.
He tenido ido el placer de trabajar en capacitación con el en el 4.3.1. una gran compañero, excelente persona ,un firme militantes de la causa sandinistas.