Práctica inherente para mantener su hegemonía mundial.
La OTAN y la guerra perpetua de Occidente

La OTAN y la guerra perpetua de Occidente

Jonathan Flores M (*)

El siglo XXI se inauguró como una era de guerras de larga duración marcadas por el juego geopolítico de las potencias occidentales. Sin embargo, la forma de hacer la guerra difiere de las guerras del siglo pasado. Las guerras del siglo XX, en particular la Primera Guerra Mundial inauguró la era de la guerra mecanizada moderna, donde el ser humano empleó el progreso tecnológico y el uso masivo de armamento; por su parte, la Segunda Guerra Mundial fue el reflejo del poder devastador del hombre tras el uso, por primera vez en la historia, de la bomba nuclear contra población civil en Hiroshima y Nagasaki en 1945.

Las guerras del siglo XXI particularmente han tenido su foco en África y Asia, consideradas zonas geoestratégicamente relevantes para los intereses de los países occidentales, iniciada con la invasión a Afganistán en el 2001 por parte de Estados Unidos y la guerra en Irak en el 2003. El epicentro de las guerras de este siglo ha sido en zonas ricas en recursos naturales como el petróleo, gas natural, agua dulce, minerales críticos codiciados por los países altamente desarrollados.

A pesar de que las guerras han sido una constante en la historia humana, en la actualidad su naturaleza entraña sus connotaciones geopolíticas y forma parte de la economía moderna o economía de guerra. Las guerras perpetuadas por Occidente son uno de los negocios más lucrativos y agente dinamizador de la economía de estos países.

El neocolonialismo como forma encubierta de guerra

Los procesos neocoloniales impusieron una forma de guerra encubierta que rompe con el modo tradicional en que los Estados se enfrentaban en el terreno como bandos contrapuestos. En el neocolonialismo, Occidente recurre a diversos métodos para emplear la guerra en distintos puntos del planeta. La imposición hegemónica de la cultura occidental ha estado marcada por el uso de la violencia y el sometimiento de los pueblos por mecanismos cada vez más sofisticados.

En el siglo XXI, el occidente colectivo ha diseñado un espectro diverso de guerras aplicadas según la zona geográfica, la cultura y la disposición de recursos vitales, entre ellos se pueden exponer los siguientes:

– Las guerras de disciplinamiento

Este tipo de guerras se fundamentan en la imposición de la visión cultural y política de las potencias occidentales basadas en una supremacía racial, económica e ideológica. En este sentido, las llamadas “ primaveras árabes” que propiciaron unos procesos de desestabilización en cadena altamente mediatizados, iniciando en Túnez en el 2010, pasando por Egipto, Libia, Siria, Yemen, Argelia y más, son las expresiones de este tipo de guerra encubierta que luego termina justificando los procesos de intervención extranjera.

Estos procesos de levantamiento social fueron auspiciados por las potencias occidentales, principalmente por Estados Unidos que lo justificaba como el inicio de un proceso de liberación de estos países catalogados como “la región menos libre del mundo.”

El patrocinio mediático junto a la propaganda occidental propició que las sociedades propugnaron por cambios políticos radicales a lo internos de sus países, teniendo de referencia los valores políticos occidentales bajo el dogmatismo de la democracia liberal. La reconfiguración política conllevó a una espiral de violencia frenética colectiva, fragmentación social, debilitamiento y destrucción del entramado institucional (pulverización del Estado) que propició la intervención de la OTAN, como fue el dramático caso de Libia en 2011, un país destruido desde adentro y desde afuera.

Las guerras de disciplinamiento perpetradas por Occidente están orientadas a posicionar los valores y visión occidental como la única forma de organización humana para la realización colectiva e individual despreciando otras formas de vida, cultura e identidades que se contrapongan a su forma de ver el mundo.

– Las guerras de baja intensidad

En la doctrina militar estadounidense se emplea como una estrategia para uso limitado de la fuerza con el fin de someter a sus enemigos, es una estrategia diseñada principalmente para lo que ellos denominan como países del “tercer mundo”. Este tipo de operaciones se basa en el uso de diversas estrategias tales como la guerra mediática y psicológica, las acciones paramilitares, el auspicio de golpes de estado militares, golpes blandos, intervenciones militares relámpagos.

Esta nueva forma de hacer la guerra se comenzó a aplicar tras la derrota de Estados Unidos en la guerra contra Vietnam (1955-1975), lo que posteriormente también se dio paso al triunfo de diversos procesos revolucionarios como Nicaragua, Camboya, Angola, Mozambique, entre otros.

El surgimiento de movimientos revolucionarios en el sur global impuso el mayor desafío ideológico, militar y geopolítico de Estados Unidos desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad. Estos acontecimientos fueron tan determinantes que cambió la doctrina militar estadounidense, caracterizada por el enfrentamiento militar directo, hacia nuevas formas para alcanzar sus objetivos globales, sin cometer los mismos errores de la guerra de desgaste en su contra.

Despliegue de tropas y armamentos de la OTAN en una de sus tantas guerras provocadas contra los países que se oponen a su hegemonía yunilateralismo mundial.
Despliegue de tropas y armamentos de la OTAN en una de sus tantas guerras provocadas contra los países que se oponen a su hegemonía y unilateralismo mundial.

Este tipo de guerra sigue vigente contra Nicaragua, Cuba, Venezuela, Irán, conocidas como guerras contrarrevolucionarias o contrainsurgente, bajo el lema “No más Vietnams”.

La guerra psicológica es uno de los aspectos más actuales de este tipo de guerra de baja intensidad que se ha hecho más efectiva, mediante el uso masivo del internet y las redes sociales como armas de guerra no convencional. La guerra psicológica es unos de los tipos de guerras más complejos y efectivos que los países occidentales han utilizados recurriendo al uso de la paranoia colectiva, el lavado de cerebros y la manipulación empleados para cambiar patrones de conducta en una población.

Se pensaba que la guerra psicológica se utilizaba únicamente para desmoralizar a los soldados del bando contrario; sin embargo, este tipo de estrategia se hace más efectiva cuando se implementa en la población civil, aprovechando las ventajas psicológicas. Es por ello que la CIA, durante décadas, ha invertido muchos recursos en el estudio científico para comprender la mentalidad y el imaginario latinoamericano, que son necesarios para determinar su política exterior.

– Las guerras por el petróleo o el petróleo de conflictos

Como toda guerra, todas tienen un factor geopolítico intrínseco, las guerras por el petróleo es la forma de agresión especializada y exclusiva de las potencias occidentales para asegurarse la apropiación, control, explotación y suministro del petróleo alojado principalmente en Medio Oriente. Este tipo de guerra se opone al control soberanista de ese recurso considerado el “oro negro”.

Solo Estados Unidos consume aproximadamente 19 millones de barriles de petróleo por día, su consumo anual representa el 22% del consumo mundial y su demanda sigue en aumento. El acceso al petróleo constituye una prioridad para la seguridad nacional de EEUU y demás países miembros de la OTAN no solo para mantener en funcionamiento su economía, sino para mantener activa su maquinaria de guerra.

La gestión del petróleo global, desde su explotación y comercio, ha sido empleada por Estados Unidos como una forma de mantener su supremacía económica y favorecer las fluctuaciones de los precios, recurriendo a la implantación de focos de guerras de larga duración en regiones estratégicas como lo es Medio Oriente.

Las guerras por el petróleo son una especie de guerras corporativas impulsadas por sus máximos beneficiarios como son las grandes corporaciones petrolíferas, entre ellas Exxon/Mobil, Chevron/Texaco, Shell, British Petroleum y demás filiales. Estas guerras corporativas se basan en una estrategia global para el aseguramiento de la explotación del petróleo de manera rentable; de modo que si esto implica invadir y ocupar un país, derrocar su presidente, imponer una guerra civil o simplemente financiar grupos terroristas, esto es solo parte del negocio.

El claro ejemplo de estos países que han sufrido la guerra por el petróleo son Irak, Siria, por citar ejemplos dramáticos de la destrucción que pueden causar este nuevo tipo de guerras. Los países que poseen reservas estratégicas de petróleo, combinadas con políticas soberanista y nacionalistas de este recurso, están propensos a sufrir una guerra de baja intensidad con el fin de revertir esta postura, lo que posteriormente se traduce en la instalación de bases militares que se encargan de asegurar la logística de la explotación y contrabando del petróleo. La OTAN es la experta en este tipo de operaciones.

El petróleo es el combustible de la guerra y el botín de guerra de las potencias occidentales, imbuyendo a los países en una escena de desolación y futuro incierto, condenándolos a la desafortunada paradoja de la abundancia o maldición de los recursos, que refleja que los países ricos en este tipo de recursos tienden a sufrir la miseria más severamente que aquellos no los tienen.

La OTAN y las guerras interminables

El artífice fundamental de este tipo de guerras descubiertas y encubiertas, guerras silenciadas e invisibles (como las del África Occidental y Central) es la OTAN y sus aliados que, más allá de ofrecerse como una “alianza para cooperar en el campo de seguridad y fomentar la paz y la estabilidad”, es en sí la maquinaria principal de la industria y el negocio de la guerra.

La OTAN es el brazo armado pro imperialista y neocolonialista que busca mantener la hegemonía global de Occidente, utilizando la estrategia de guerra perpetua editada en diferentes partes del mundo. El historial bélico de esta organización es evidente desde Kosovo, Afganistán, Libia hasta Ucrania.

El papel de la OTAN, desde la guerra fría hasta la actualidad, es el de servir como instrumento militar que busca asegurar los intereses geopolíticos del occidente colectivo sobre el resto del mundo. Sin la guerra ésta no tendría razón de ser, es por ello que la fabricación de enemigos y la revitalización de la propaganda de la guerra ha sido siempre una estrategia que justifica su existencia.

Reflexiones finales

La estrategia de la guerra perpetua ha sido una práctica inherente para el mantenimiento de la hegemonía occidental, sin la guerra sus intereses existenciales estarían en peligro. Es por ello que la multipolaridad, el surgimiento de potencias emergente no alineadas a Occidente, la conformación y consolidación de bloques económicos como el BRICS+, así como el protagonismo cada vez más evidente del sur global, representan una clara amenaza a la geopolítica tradicional basada en el colonialismo, la supremacía, el racismo y la explotación de los pueblos y sus recursos.

Las formas de guerras siguen siendo diversas, se actualizan y se adaptan de acuerdo al contexto, al progreso tecnológico y cultural, así como los intereses geopolíticos prevalecientes. Faltó incluso hablar de las guerras contra el terrorismo, las guerras híbridas, las guerras humanitarias, las guerras de la Inteligencia Artificial, guerras víricas biológicas y cibernéticas, la guerra económica y comercial ilustrada literalmente entre Estados Unidos y China.

Entre otras formas de guerras que en los últimos años han venido tomando mayor definición como son las guerras climáticas, guerras árticas y espacial. Y la más compleja de todas, la guerra cognitiva que va más allá de la superioridad militar convencional de un país. Este nuevo tipo de guerra se sustenta en combinación de la información, la ingeniería social y la tecnología, cuyo campo de batalla es la mente de las personas, no sus pensamientos. Una especie de guerra nuclear, pero intra subjetiva.

(*) Docente-investigador y analista geopolítico de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN- Managua.

2 Comments

  1. Maestro extraordinaria reflexión, las guerras son y serán interminables por parte de occidente que establece la guerra fría para ver los toros de largo y en esta estrategia se involucran involucrando a los otros, contratan a mercenarios como lo hizo roma con la barbarización de su ejercito que perdió su lealtad a Roma y al César por la paga, igualmente la OTAN recurre a esta estrategia, no significa que no estén en el terreno, están utilizando a las fuerzas que ellos llaman los paladines, los EE UU siempre han dicho el enemigo de mi enemigo es mi amigo y el terrorista de ayer condenado y buscado por sus fuerzas e inteligencia es ahora su amigo, el mismo diablo putrefacto de azufre lo consideran el mejor olor, son y serán los enemigos de los pueblos pero sepamos que siempre habrán pueblos enteros que los rechazará, el fin de la Historia de F. Fukuyama ha sido un fracaso aunque haya dicho que nunca lo dijo, los pueblos están alineados hacia el multipolar ismo y como decía C.Marx hay una etapa oscura que es la que marca el fin, eso le pasa a occidente ha perdido y está perdiendo por ello nos quieren llevar al limbo. Abrazos.

  2. Que puedo decir yo que las guerras son crueles y los,autores intelectuales que las crean se les escapan de las manos, nos volvemos insensibles, deshumanizados galopantes.

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