Luis Javier Huete Flores, “Wicho”.
De la lucha callejera a la insurrección final

Luis Javier Huete Flores, “Wicho”De la lucha callejera a la insurrección final
  • De niño se involucró en la lucha contra la dictadura de Somoza
  • En el Frente Sur aprendió el arte de la guerra y explosivos
  • Sobrevivió a la emboscada en el “infierno” donde cayó Gaspar García
  • Enrique Schmidt fue el amigo, jefe y padre adoptivo

David Gutiérrez López

Cargando una mochila en la que ocultaba una bomba de contacto de cinco libras, caminaba junto a un compañero por las famosas Siete Esquinas de Masaya, cuando de pronto observaron a dos jeeps de la Guardia Nacional (G.N) que se desplazaban raudos. No la pensaron mucho y decidieron lanzarles el artefacto explosivo.

La poderosa bomba de contacto se estrelló en uno de los jeeps de la Brigada Especial Contra Actos Terroristas (BECAT), volcándose estrepitosamente.

En el otro jeep viajaba el jefe del cuartel G.N. general Fermín Meneses Gallo, quien resultó levemente herido a causa de los charneles esparcidos por el artefacto. Los dos muchachos, en un espectacular escape, huyeron rumbo hacia el arroyo que conduce a la laguna de Masaya, disparando sus armas.

Era agosto de 1978 y así recuerda esta acción temeraria 46 años después Luis Javier Huete Flores, mejor conocido como “Wicho”, un valiente joven alto y flaco que corría a la velocidad de una gacela. Confiesa que la bomba la elaboró como un experimento que al lanzarla resultó ser muy eficaz, aterrorizando con ello a la guardia y conmocionando a la población de la ciudad de Las Flores, su tierra natal.

Trae a su memoria la primera vez que recuperó una pistola, una noche durante un operativo en el que participó junto a otros chavalos, diríase niños, cuyas edades oscilaban entre 13 y 16 años, en la finca propiedad de un reconocido diputado somocista, cercana a Nindirí, donde el grupo de jóvenes se retiró exitosamente, sin sufrir ninguna baja, llevando consigo otras armas que utilizarían en la lucha callejera contra la Guardia Nacional de la dictadura de Somoza.

La finca o quinta pertenecía al diputado Orlando Montenegro Medrano, quien había ocupado la presidencia de la Cámara de Diputados, integrada por los liberales somocistas en su mayoría y los conservadores en minoría, llamadas en esa época las “paralelas históricas”.

“Wicho” junto a más de una docena de muchachos estudiantes de secundaria del Instituto Nacional, “incendiaban Masaya” cuando realizaban protestas, hostigamientos a las patrullas de la guardia, asaltando camiones repartidores de leche y gaseosas entre los años 1976, 77, 78 y 79, sobreviviendo a emboscadas y tiroteos cuando participó en la Ofensiva Final, hasta lograr ver el triunfo de la Revolución Sandinista.

Entre los chavalos que participaban de esa lucha contra el somocismo se encontraban Bosco Monge, Luis Cruz, Mauricio Mercado “el Chavo” y otros que solo recuerda como Cuadrita y Pinocho.

Afirma que en una ocasión sostuvo una fuerte discusión, que terminó en ruptura, con su padre Armando Huete, quien era miembro de la Asociación de Militares Retirados, Obreros y Campesinos Somocistas (AMROC), organización paramilitar de choque, utilizada por Somoza para atacar y desmovilizar concentraciones en su contra a punta de balazos, garrotes, piedras, golpes y patadas, al enterarse del involucramiento de su hijo en acciones contra el dictador.

Aprendió a caletear armas con buhoneros contrabandistas

En el año 1975 “Wicho” comenzó a trabajar con un grupo de comerciantes que traficaban con metales preciosos, oro y plata que eran sacados por los “pasantes” desde Nicaragua hacia Panamá, extendiéndose hasta México y al retorno traían mercadería variada. Viajaban portando sus pasaportes, en buses, camiones y camionetas, algunas veces con valiosa mercancía caleteada.

En uno de esos viajes, estando en un hotel de San Salvador, esperando instrucciones, fue detenido mientras dormía, en una redada en la que cayeron presuntamente algunos miembros del Frente Farabundo Martí (FMLN), donde sacaron a muchos hombres en calzoncillos acusándolos de guerrilleros comunistas.

Durante los interrogatorios los militares salvadoreños le preguntaban por sus vínculos con la organización clandestina guerrillera de la cual “Wicho” no tenía ni idea, ni en lo que pretendían involucrarlo. Al no encontrarle conexión alguna, lo deportaron 9 días después a través de la frontera El Amatillo, entregándolo a la guardia hondureña, quienes se encargaron de traerlo hasta la frontera en el Guasaule, Nicaragua, desde donde logró escapar para luego cruzarse por el río internándose en Nicaragua.

Así aprendió el arte de camuflar mercaderías dentro de los vehículos, experiencia que le serviría años después para introducir y transportar armas en vehículos con doble fondo, para la guerrilla sandinista.

Ulises Tapia Roa lo reclutó para el FSLN

Las acciones de “Wicho” y sus compañeros estudiantes se fueron conociendo a lo interno del FSLN, hasta que en 1976 lo reclutó el guerrillero Ulises Tapia Roa, hermano de Constantino “Tino” Tapia, a través de quien asumiría la responsabilidad de cumplir con el juramento de fidelidad al grito de combate de ¡patria libre o morir!, el mismo que mantiene incólume hasta el día de hoy a sus 65 años, sufriendo de una grave lesión en un brazo y sin gozar de una pensión para cubrir sus gastos.

El dinero de las recuperaciones en los operativos se los entregaban a Ulises. Posteriormente “Wicho” fue enviado por su responsable a trabajar bajo las orientaciones del comandante Hilario Sánchez, conocido como “camión” o “el indio Claudio”, quien se convertiría durante la ofensiva final, en el jefe insurreccional en Masaya, al frente de la Tendencia Insurreccional (TI).

En la insurrección de Monimbó

Monimbó se sublevó en protesta contra la dictadura de Somoza el 19 de febrero de 1978, luego que patrullas de guardias utilizando helicópteros reprimieron una marcha de mujeres, tras oficiarse una misa de mes por el asesinato del periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Fue un levantamiento espontáneo donde predominó el coraje que luego se convirtió en odio y furia contra la guardia y el dictador Somoza.

“Wicho” y el grupo de chavalos ya fogueados pero carentes de armas, se posicionaron tras las barricadas del barrio Monimbó donde no existían cercos en los solares, porque vivían en una comunidad. A los muchachos se les facilitaba escapar y esconderse en las rinconadas cuando entraban las patrullas de soldados, los que eran recibidos con baños de bombas de contacto, similares a una granada de fragmentación, construida artesanalmente con vidrios y virutas de hierro, que se convertían en artefactos mortales.

Uno de esos días de la insurrección en Monimbó, en la calle principal se formó un molote de personas en medio de gritos, lo cual llamó la atención de Luis Javier. Algunos estaban armados con revólveres, fusiles 22 de un tiro y en su mayoría portaban machetes cubiertos de sarro por la falta de uso.

“Wicho” observó que tenían cautivo a un muchacho con una soga al cuello, listo para ser colgado de un poste de energía. Al acercarse vio con asombro que se trataba de Arnoldo Quant Ponce, a quien confundían de “soplón” e infiltrado y al que Huete conocía como sandinista, inmediatamente abogó por él, logrando que lo liberaran.
Quant cayó junto al comandante Camilo Ortega Saavedra y Rito Moisés Rivera, el 26 de febrero de 1978 en la comunidad Los Sabogales, en una vivienda de madera que funcionaba como casa de seguridad, cuando fueron sorprendidos por un convoy de guardias en la denominada operación limpieza de la guardia, que terminó con la insurrección monimboseña al anochecer.

Directo a base 12 en el Frente Sur

Después de la insurrección de septiembre de 1978, “Wicho” ya era blanco fácil de los agentes de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), por su constante participación en diversas acciones armadas. Su responsable “el indio Claudio” le informó que pasaría a la clandestinidad para incorporarse en el Frente Sur, por lo cual tendría que viajar a Costa Rica, donde se contactaría con “Ernesto”, el que posteriormente se enteraría era el comandante Iván Montenegro.

El sueño de Javier era llegar a la montaña y se le cumplió en la base 12, ubicado en el cerro La Chancha, desde donde se observaba la población de Cárdenas, Rivas. En este campamento recibió entrenamiento militar con diversas armas y aprendió los secretos de la elaboración, uso e instalación de explosivos.

En el Frente Sur encontró a su padre adoptivo, el comandante Enrique Schmidt Cuadra, conocido con el seudónimo de “Evenor”, quien lo asumió como un verdadero hijo y de quien él se convirtió en su escolta personal después del triunfo de la Revolución. Aún se emociona y no puede evitar las lágrimas y el torozón en la garganta al recordar a su amigo, jefe y padre caído en combate, enfrentando a la contrarrevolución el 5 de noviembre de 1984.

También se relacionó con los comandantes José Valdivia, “Marvin”; José María “Chema” Alvarado, Álvaro Ferrey Pernudi, “Andrés”, Carlos Duarte “Jerónimo”, Emmet Lang Salmerón, Javier Pichardo, el padre Gaspar García Laviana y Richard Lugo, “Sacco”, de quien recuerda sonriendo cuando lo enviaba a buscar chicha de coyol elaborada por campesinos en zonas alejadas.

Doce sobrevivientes en la emboscada a Gaspar

El 11 de diciembre de 1978 una escuadra guerrillera dirigida por el sacerdote católico Gaspar García Laviana, originario de España, fue emboscada en una zona llamada el infierno, en Cárdenas, Nicaragua. Se trabó un fuerte combate perdiendo la vida el comandante “Martín”, expárroco de la iglesia de Tola, Rivas. Paradójicamente el jefe de la patrulla somocista era el capitán G.N Mario Morales, apodado “el Diablo”.

Entre los 12 sobrevivientes se encontraba “Wicho”, quien pasó tres días perdido en esa zona montañosa donde llueve con frecuencia y el terreno se convierte en fango. Fue el comandante Carlos Duarte, “Jerónimo”, quien lo encontró resguardado en lo alto de un frondoso árbol. Lo rescató y lo condujo al campamento de forma segura.

Estando en territorio costarricense “Wicho” cayó preso 15 veces, el jefe de Migración de ese país lo mantenía en la mira y encontraba cualquier oportunidad para capturarlo, identificando las zonas donde se movilizaba con bastante libertad, entre la frontera de Peñas Blancas y el cantón de La Cruz, provincia de Guanacaste.

El Estado Mayor del Frente Sur Benjamín Zeledón, determinó iniciar la Ofensiva Final insurreccional contra la Guardia comandada por el mayor Pablo Emilio Salazar, llamado “comandante Bravo”, la madrugada del 28 de mayo de 1979 en una guerra de posiciones que sólo finalizó con el desbande de los guardias, tras la salida de Somoza el 17 de julio.

Los guerrilleros al mando del comandante Edén Pastora, “Cero”, en un número de 450 combatientes se posicionaron en El Naranjo, El Ostional y la Colina 155, en esta última, donde se encontraba “Wicho”, recibieron una lluvia de morteros y cañonería de parte de la guardia dejando muertos y heridos. Durante trece días resistieron la embestida.

Ante la falta de agua y para sobrevivir tuvieron que ingerir su propia orina, recuerda con claridad nuestro personaje.
Con emoción evoca a el “sargento” Aburto, el hombre de mayor edad en las filas guerrilleras, quien combatía valientemente junto a sus cuatro hijos. Le gustaba que le llamaran sargento, comenta, al recordar a este guerrillero que encontró la muerte, combatiendo de pie a las tropas de guardias somocistas.

La dirección sandinista determinó una retirada táctica el 11 de junio a fin de reconcentrar fuerzas y reiniciar la ofensiva contra las tropas élites de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI). Posteriormente los guerrilleros volvieron a tomar sus posiciones enfrentándose en fieros combates, causándole numerosas bajas a la guardia, calculadas en unos 700 guardias muertos y otra cantidad de heridos.
La toma del puesto fronterizo Peñas Blancas

El 15 de junio de 1979, desde las primeras horas de la madrugada, escuadras guerrilleras dirigidas por el comandante Carlos Duarte “Jerónimo” atacaron las posiciones de la guardia en Peñas Blancas, logrando eliminar a gran parte de esa guarnición, en tanto otros huyeron despavoridos, lográndose el control de ese puesto fronterizo donde por primera vez se izó la bandera roja y negra del FSLN.

Posteriormente avanzaron hacia Sapoá, donde el jefe de la guardia era el mayor Mario Morales apodado “el Diablo”, responsable directo de la muerte del padre Gaspar García Laviana y de otros sandinistas asesinados. Lo capturaron herido, le perdonaron la vida y los sanitarios del FSLN le brindaron los primeros auxilios, entregándolo después a la Cruz Roja de Costa Rica.

Durante la toma de Sapoá a “Wicho” lo hicieron saltar por los aires perdiendo la conciencia, producto del estallido de un mortero disparado por los guardias a escasos metros de donde se parapetaba. En esta ocasión también lo rescató “Jerónimo”, quien lo envió primero a Liberia y luego a San José donde fue atendido por el médico y guerrillero Jacobo Marcos Frech bajo la supervisión del comandante Enrique Schmidt.

Cuando se hubo recuperado y recobró la visión que había perdido por el efecto de la onda expansiva del mortero, hasta el improvisado hospital llegó el comandante “Javier”, Emmet Lang, para encargarle una misión: Fabricar una poderosa bomba con tres tanques de gas propano y otros elementos químicos para ser lanzada sobre el Bunker de Somoza, desde un avión de la incipiente Fuerza Aérea Sandinista.

El intrépido muchacho de inmediato se dispuso a preparar la misión asignada. Construido aquel artefacto lo trasladaron al aeropuerto Juan Santamaría, donde lo subieron a un avión piloteado por un ex oficial de la G.N conocido como “Popo”. El 20 de junio de 1979 una escuadra de aviones sandinista, llamada Carlos Ulloa, lanzó bombas sobre el búnker de Somoza, la Oficina de Seguridad Nacional (OSN) y el campo de entrenamiento de la EEBI en la conocida Loma de Tiscapa, generando terror e incertidumbre entre los guardias.

En otra ocasión, experimentó fabricar una bomba utilizando napalm (sustancia inflamable a base de gasolina en estado de gel usado en la fabricación de bombas incendiarias y lanzallamas) la que sería utilizada en un nuevo operativo aéreo, no obstante, éste no se realizó, debido a que en la prueba por poco se incendia la casa donde se elaboraba el explosivo.

Amanecer en el aeropuerto de Managua

– ¿Quién es ametralladorista aquí? -preguntó el comandante Emmet Lang. “Wicho” levantó la mano y de inmediato le explicaron que la misión era aterrizar el 18 de julio de 1979 en el aeropuerto de Managua, apenas unas horas antes de conocerse el triunfo de la Revolución Popular Sandinista y cuando Somoza ya se había marchado un día antes, primero a Miami y luego a Paraguay.

Lo armaron con una ametralladora MG- 42, “que era más grande que yo”, recuerda “Wicho”, fabricada en la Alemania Nazi, utilizada en la Segunda Guerra Mundial y con una buena dotación de municiones calibre 7.92 mm. Despegaron de Costa Rica y en la madrugada estaban aterrizando en el actual aeropuerto Sandino en Managua.
El panorama era desolador. Parecía un aeropuerto fantasma, aterrador. Los soldados somocistas que vigilaban la terminal aérea y los de la Fuerza Aérea Nacional (FAN) se habían largado, algunos se llevaron aeronaves huyendo a países vecinos como Honduras y el Salvador, entonces gobernados por militares, otros con menor suerte huyeron hacia sus casas o donde parientes.

El amanecer estaba cerca. Los primeros rayos de sol despejaron muchas dudas, el complejo del aeropuerto estaba libre. Unas horas después aparecieron tropas de hombres armados que “Wicho” y sus acompañantes creyeron eran guardias, trabándose un tiroteo, hasta que alguien se enteró que se trataba de las primeras columnas guerrilleras que entraban provenientes del norte a Managua.

Era el amanecer del glorioso 19 de julio de 1979. Nicaragua estaba liberada.

El personaje

Luis Javier Huete Flores, “Wicho” nació en Masaya el 11 de mayo de 1958, en el barrio San Miguel. Es hijo de Miriam Flores Zúniga y Armando Huete Bermúdez. Es padre de dos lindas hijas y dos nietecitas.

Ingresó al Ministerio del Interior (MINT) a laborar con Enrique Schmidt Cuadra, comenzando de escolta. En 1980 lo enviaron a estudiar a Ucrania, cuando formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, (URSS) en la especialidad de inteligencia y criminalística. A su retorno a Nicaragua trabajó en la recién fundada Dirección de Investigaciones Económicas de la Policía Sandinista.

Formó parte de las Tropas Pablo Úbeda, participando en diversos enfrentamientos con objetivos contrarrevolucionarios que penetraban a territorio nacional. Participó en el Danto 88 en abril de 1988 cuando las tropas ingresaron hasta territorio hondureño desalojando a los últimos remanentes de contras que pretendían formar una cabeza de playa. Después de esa derrota los contras entraron en negociación y depusieron las armas.

Junto a su padre adoptivo Enrique Schmidt conoció al comandante Fidel Castro Ruz, Yaser Arafat, líder de la Organización Para la Liberación de Palestina (OLP) y al general Omar Torrijos, entre otros. Laboró en la Dirección General de Seguridad del Estado (DGSE).

Es bailarín de folclor nicaragüense. A los 10 años de edad lo llevaron al Palacio Nacional donde bailó una pieza ante la presencia del dictador Somoza.

Es retirado del MINT con el grado de capitán. No goza de ninguna pensión económica.

El seis de junio de 1979 en Masaya, al iniciar la insurrección, once jóvenes del grupo de muchachos que se iniciaron en la lucha estudiantil con “Wicho” fueron asesinados por la guardia en una casa en el barrio La Reforma, producto de una delación atribuida al traidor Roger Miranda Bengoechea, recordando a: Ricardo José Solís, César Antonio Navarrete, Rudy Rivas García, Felicito Franco Garay, Carlos Montenegro Larios, Laura Caridad Espinoza, Reynaldo Espinoza, Arnoldo Guerrero López, Francisco Escobar, Eddy Marín Juárez y Silvio Marín Escobar.

3 Comments

  1. wicho es el hermano que sigue dandolo,todo por sus hermanos.
    del frente sur.siempre estaba preocupado por sus cr@s.gracias wicho por salvarme de la emboscada.
    eres patria libre o morir

  2. Un abrazo a Huetillo cariñosamente… es inconcebible que no tenga una pensión económica, no se los detalles del (porqué) pero debería de haber voluntad política para que nuestro hermano tenga como resolver.

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