Manuel Salvador Espinoza Jarquín
Tras la derrota y expulsión de los marines yanquis por el ejército del General Augusto C, Sandino en 1934, los Estados Unidos de Norteamérica modificaron su estrategia de dominio y control hacia nuestro país con la instalación de una dictadura militar represiva en manos de la dinastía de los Somoza. Es esta trayectoria de lucha y triunfos políticos del sandinismo por la defensa de la soberanía nacional que nunca se debe olvidar.
Durante 45 años (1934-1979), la política exterior estadounidense hacia Nicaragua se caracterizó por apoyar y mantener a la dictadura corrupta, oportunista y sangrienta de la familia Somoza. Sin embargo, esta estrategia resultó en un rotundo fracaso, tanto en términos de desarrollo democrático en Nicaragua. Las razones fundamentales detrás de este fracaso, estan intrínsecamente vinculadas en la falta de legitimidad del régimen somocista, la brutal represión del régimen y en las consecuencias negativas a largo plazo para la estabilidad nacional y la imagen de Estados Unidos en la región.
La dictadura de la familia Somoza se caracterizó por la represión, la corrupción, el nepotismo, la conducción mafiosa anticomunista (léase anti- popular) y la violación de los derechos humanos, la impunidad y elecciones amañadas, que lo mantuvieron en el poder por más de cuatro décadas. El apoyo incondicional de Estados Unidos a un gobierno antidemocrático y abusivo generó un profundo resentimiento entre la población nicaragüense, lo que alimentó la resistencia y el deseo de derrocar esa dictadura a cualquier costo y profundizar un cambio total, que lograra superar la desigualdad y la exclusión social.
La dictadura somociana se fomentó un sistema económico injusto y excluyente a lo interno del pais con el 64% de analfabetismo. Bajo el régimen somocista, Nicaragua experimentó altos niveles de desigualdad, pobreza y falta de oportunidades para la mayoría de la población. Esta situación de injusticia social contribuyó a la radicalización de diversos sectores y a la búsqueda de alternativas políticas que desafiaban el statu quo.
La resistencia popular y movimientos revolucionarios fue producto de la represión y los abusos del régimen somocista, que llevaron a la formación de diversos grupos opositores, incluido el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que buscaban derrocar la dictadura y promover un cambio social y político en Nicaragua. El apoyo estadounidense al régimen somocista solo exacerbó la determinación y la unidad de los opositores. Sobre todo, porque los EE. UU seguían interviniendo en los asuntos nicaragüenses como lo habian hecho en dos intervenciones militares anteriores a principio del siglo XX.
El prolongado apoyo de Estados Unidos a la dictadura somocista generó una pérdida significativa de influencia regional para el país. Mientras Estados Unidos defendía un régimen impopular, sangriento y antidemocrático, otros países de América Latina y del mundo se distanciaban y cuestionaban la legitimidad de su política exterior hacia Nicaragua. Esto resultó en un aislamiento internacional que debilitó la posición de Estados Unidos en la región y socavó su capacidad para promover sus intereses.
Todo lo anterior generó un impacto negativo en la imagen de Estados Unidos a nivel global. El respaldo a un régimen represivo y corrupto minó la credibilidad de Estados Unidos como defensor de los derechos humanos y la democracia. Esta imagen negativa persistió incluso después del derrocamiento de la dictadura, lo que dificultó los esfuerzos de Estados Unidos para reconstruir relaciones y recuperar su influencia en Nicaragua.
Fracaso de Reagan hacia la revolución sandinista.
Con la llegada de Reagan a la Casa Blanca en 1981, su política exterior hacia Nicaragua se caracterizó por una serie de estrategias y acciones llevadas a cabo por la CIA a través de su proyecto Contra. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados, esta política exterior fracasó en su objetivo de derrocar al gobierno sandinista en su lucha anticomunista global.
Es importante contextualizar la situación en Nicaragua durante ese período. Tras el derrocamiento de la dictadura Somocista el 19 de julio de 1979, los sandinistas llegaron al poder y establecieron un gobierno popular con estrechas relaciones con la Republica Socialista de Cuba. Esta situación preocupó a Estados Unidos, que veía en el sandinismo una amenaza a sus intereses en la región y una potencial influencia soviética en América Central.
Bajo esta excusa geopolitica, y en este contexto, la CIA desempeño un papel central en la política exterior de la administración Reagan hacia Nicaragua. El proyecto Contra, fue una estrategia encubierta diseñada para financiar, entrenar y armar a grupos paramilitares remanentes de la guardia de Somoza, asesinar al pueblo nicaraguense en plena guerra contra el gobierno sandinista. Sin embargo, esta estrategia presentó una serie de fallos que contribuyeron a un nuevo fracaso de la política exterior de Reagan.
Uno de los principales obstáculos que enfrentó la política exterior de la administración Reagan fue el apoyo popular que gozaba el gobierno sandinista. A pesar de las críticas y limitaciones que la guerra contra la dictadura somocista heredó y las primeras medidas de agresión económica del gobierno USA, los sandinistas lograron establecer programas sociales que beneficiaron a amplios sectores de la población. La Cruzada Nacional de Alfabetización, los programas de salud, reforma agraria y la participación ciudadana en la solución local de sus problemas generó un respaldo interno sólido que dificultó la desestabilización de la joven revolución.
El proyecto Contra, se vio envuelto en numerosas violaciones a los derechos humanos. Los grupos paramilitares Contras, compuestos por los ex guardias de la dictadura sangrienta somocista, fueron inicialmente entrenados por oficiales criminales argentinos de la liga anticomunista, con vasta experiencia por su participación en la criminal OPERACIÖN CONDOR en América del Sur y posteriormente por comandos de la CIA, que juntos llevaron a cabo acciones criminalmente violentas contra la población civil, incluyendo asesinatos, secuestros y torturas.
Medidas diplomáticas y presión internacional
Durante toda la década de los 80, la administración Reagan no logró obtener el apoyo necesario en la comunidad internacional para justificar su política exterior hacia Nicaragua. Varios países latinoamericanos y europeos se opusieron a la intervención de Estados Unidos y abogaron por una solución diplomática al conflicto. La falta de respaldo internacional debilitó aún más la posición de la administración Reagan y limitó sus opciones para lograr sus objetivos de destrucción de la revolución.
El caso más relevante que demostró la nefasta política yanqui hacia la joven revolución sandinista, fue “Nicaragua vs. Estados Unidos” ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en la Haya (1984 hasta 1986). El caso “Nicaragua vs. Estados Unidos”. Este se basó en la demanda presentada por Nicaragua, acusando a los Estados Unidos de violar el derecho internacional en su política hacia Nicaragua durante el conflicto armado en la región
La CIJ emitió su fallo el 27 de junio de 1986, y demandó el pago de 17 mil millones de dolares en indemnización por los ataques terroristas a la infraestructura del pais. La condena representó una victoria del pueblo nicaragüense. Ademas determinó que Estados Unidos había violado el derecho internacional al interferir en los asuntos internos de Nicaragua, al utilizar la fuerza militar y al apoyar a los Contras. En particular, la CIJ encontró que Estados Unidos había realizado operaciones de minado en los puertos nicaragüenses, proporcionado apoyo financiero y logístico a los Contras, y realizados ataques aéreos contra instalaciones militares y civiles nicaragüenses. Estas acciones fueron consideradas violaciones de la Carta de las Naciones Unidas, el derecho consuetudinario internacional y el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre ambos países. El fallo de la CIJ se puede afirmar categóricamente que evidenció un fracaso total de su política hacia la revolución sandinista.
Tras la derrota electoral del gobierno sandinista en 1990 y el inicio de una nueva etapa política en el país, la política exterior de Estados Unidos hacia Nicaragua experimentó un período de desatención. Durante el lapso comprendido entre 1990 y 2007, la atención y el compromiso de Estados Unidos hacia Nicaragua disminuyeron significativamente, que tuvo sus consecuencias en el desarrollo político y socioeconómico de Nicaragua.
1. Los cambios en la situación coyuntural en la agenda internacional de la política exterior USA evidenció una de las razones supuestas de la desatención hacia Nicaragua. El haber dejado a Nicaragua en un segundo y último plano en términos de prioridades diplomáticas y políticas no es más que la muestra tangible de su conducta permanente histórica hacia nuestro pais.
2. Los cambios en la situación interna de Nicaragua; la transición política en el país en 1990, con la llegada al poder de Violeta Barrios de Chamorro y la victoria electoral de la Alianza Unión Nacional Opositora (UNO), creó una percepción “falsa” de estabilidad política y democracia en el país. Aprovechándose de esta imagen los Estados Unidos anunciaron con bombos y platillos, que consideraban que Nicaragua había iniciado un proceso democrático y que no era necesario mantener una atención especial hacia el país como en la guerra de los 80. Esta falacia y retórica de politica exterior les facilitó la política de desatención y a la reducción de los recursos y esfuerzos que estaban obligados a destinar a Nicaragua tras haberla llevado a la edad de piedra como Reagan se lo pidió al jefe de la CIA, William Casey en su proyecto Contra.
3. Las repercusiones para la estabilidad regional no se dejaron de sentir producto de la política de desatención hacia Nicaragua que se reflejó en la estabilidad regional en Centroamérica. La falta de apoyo y compromiso de Estados Unidos permitió que algunos problemas persistentes como la pobreza, la corrupción y la violencia, se mantuvieran sin una solución efectiva. Esto afectó la estabilidad y la seguridad en la región, lo que a su vez tuvo implicaciones para los intereses de Estados Unidos hasta hoy afectados en términos de migración, narcotráfico y seguridad nacional.
Durante el período comprendido entre 2007 y 2018, Estados Unidos implementó una serie de planes y estrategias en su política exterior con el objetivo de promover un cambio de régimen en Nicaragua. Estos planes se centraron en el apoyo a la sociedad civil, las ONG y el financiamiento de agencias del gobierno para la supuesta “promoción de la democracia” y derrocar al gobierno sandinista. Sin embargo, esta estrategia mostró ser insuficiente y no logró generar un movimiento de oposición lo suficientemente fuerte como para derrocar al gobierno legítimo sandinista.
Ante esto, el gobierno sandinista en Nicaragua respondió a los planes de cambio de régimen de Estados Unidos y adoptó medidas para contrarrestarlos. Se implementaron leyes restrictivas y se limitó la actividad de las ONG, lo que dificultó su capacidad para operar y promover el cambio político desde dentro del país. Esta resistencia por parte del gobierno sandinista junto al pueblo obstaculizó los esfuerzos de Estados Unidos y contribuyó nuevamente al fracaso de sus planes. Este rechazo generó un sentimiento nacionalista y fortaleció la legitimidad del gobierno sandinista, dificultando aún más los planes de cambio de régimen de Estados Unidos a través de las mal llamadas “Revoluciones de Color” o “Golpes Suaves”.
Durante este período, el panorama político regional en América Latina también experimentó cambios significativos. Varios países de la región, como Venezuela, Ecuador y Bolivia, adoptaron políticas de izquierda y establecieron alianzas con el gobierno sandinista. Estos cambios en el panorama político regional dificultaron los esfuerzos de Estados Unidos para generar apoyo y alianzas estratégicas en la región en su objetivo de derrocar al gobierno del Cmte. Daniel Ortega.
La política exterior USA hacia Nicaragua entre 2019 y 2023 se ha caracterizado por medidas de sanciones económicas, desprestigio y aislamiento internacional impuestas al gobierno nicaragüense. Estas acciones tenían como objetivo presionar al gobierno y promover el cambio político en el país a voluntad de Washington y no del pueblo nicaraguense. Por eso las diversas sanciones económicas impuestas al gobierno nicaragüense tuvieron limitaciones significativas en su impacto, generando consecuencias negativas para la población y la economía del país.
El desprestigio y la polarización causados por la política exterior contra el gobierno nicaragüense generaron un efecto contrario al esperado.
Si bien se buscó aislar internacionalmente al gobierno nicaragüense, esto no se tradujo en un aislamiento generalizado.
Algunos países de la región y más allá mantienen relaciones diplomáticas y económicas con Nicaragua, lo que limita la efectividad de las medidas de aislamiento y sanciones económicas.
Aun con todo nuestro pueblo bajo la conducción del FSLN, sigue resistiendo en victorias. Cada ciclo operacional de la politica exterior yanqui a lo largo de la historia ha sufrido y seguirá sufriendo serios reveses en su afán de destruir al sandinismo y sus sueños soberanos de revolución popular. A 44 años del triunfo la revolución sandinista continua. ¡Viva el FSLN!, Vivan nuestros héroes y mártires caídos en la lucha sandinista!
*Director del Centro Regional de Estudios Internacionales (CREI)