- La niña insurrecta de Chinandega
- Fanática del béisbol nacional y mundial
- Vio horrorizada arder en llamas a prisioneros sandinistas
David Gutiérrez López
Vivió el horror y la represión de la guardia somocista en su caliente y natal Chinandega. De su mente no puede borrar aquellas imágenes de prisioneros ardiendo como teas humanas, corriendo desesperados entre alaridos, intentando huir de las llamas infernales que los abrazaban como antesala de la muerte.
Era el 18 de julio de 1979, 41 años atrás cuando la Guardia Nacional (G.N) acantonada en el comando militar de Chinandega –a 137.6 kilómetros de Managua- prendió fuego a las instalaciones del cuartel con los prisioneros dentro del local, al conocerse la huida del dictador Anastasio Somoza Debayle, éstos perecieron calcinados ante la crueldad de los guardias asesinos somocistas que de inmediato huyeron buscando refugio en El Salvador y Honduras.
El general de división Anastasio Somoza, presidente y jefe de la G.N había renunciado y huido fuera del país el 17 de julio de ese año presionado por el empuje de las fuerzas guerrilleras sandinistas que ya controlaban gran parte del país y ante la presión del gobierno norteamericano del entonces presidente Jimmy Carter.
Tirsa, combatiente del Frente Sandinista recuerda haber visto a los guardias salir huyendo en sus jeeps, por el camino que bordea al cementerio de la ciudad buscando la costa del océano pacifico, donde robaron pequeñas embarcaciones para salir en desbandada atemorizados ante la cercanía de la justicia popular. En la desesperada corrida tiraban los cascos, los uniformes y solo se dejaban las armas para seguir asesinando.
Chinandega y el Puerto de Corinto, al occidente del país, representaban por su posición geográfica, la principal entrada y salida de todo el volumen de carga de mercancías transportadas vía naviera, un objetivo estratégico para el somocismo que había constituido la zona en un bastión militar, fortalecida con soldados y armamento pesado incluyendo tanques y tanquetas de las que los Estados Unidos usó durante la Segunda Guerra Mundial.
Los combates entre las fuerzas guerrilleras sandinistas y soldados de la G.N se desarrollaron durante las insurrecciones de septiembre de 1978, en la ofensiva final en la ciudad y poblado de El Viejo, a 4 kilómetros de Chinandega, zona donde la represión era constante mediante cateos de viviendas, capturas y persecución, principalmente de jóvenes.
Su niñez en el barrio El Calvario
De niña, jugaba al béisbol con bola de calcetín en las calles del barrio El Calvario, con sus tres hermanos y amiguitos del vecindario. De muñecas afirma que fue muy poco lo que jugó, porque en su casa no recuerda que alguna vez le hayan comprado una, ni mucho menos celebrado un cumpleaños con un queque (pastel) y piñata, pero considera vivió una niñez normal y muy feliz.
Cuando alcanzó llegar al primer año de secundaria, su mamá doña Milena Sáenz (q.e.p.d) la matriculó en el colegió público Mercantil, para que aprendiera secretariado, pero afirma que nunca se le despertó el interés por ese oficio donde tendría que aprender taquigrafía (técnica de escritura en la que se utilizan signos y abreviaturas especiales para transcribir lo que dice alguien a la misma velocidad del que habla, cuando no existían grabadoras). Además, por ser “zurda”, para ella representaba alguna dificultad que no le cuadraba. Esa situación obligó a su mamá a retirarla y perder el año.
Posteriormente fue matriculada en el Instituto de Chinandega, actual Instituto Miguel Ángel Ortez, donde continuó sus estudios hasta el tercer año.
Reclutada a los 14 años de edad
En 1977 cuando cursaba el tercer año de secundaria y cifraba los 14 años de edad, aún siendo una niña, Tirsa fue reclutada por la combatiente sandinista y revolucionaria hondureña Quxabel Cárdenas, conocida en la guerrilla en Chinandega como comandante “Carolina”, a quién la G.N dio por muerta a través de un comunicado oficial, en el que informaban que el 2 de junio de 1979 había perecido junto a “53 terroristas” en la entrada a la ciudad, cuando intentaban posesionarse del barrio La Cruz.
Quxabel, sobreviviente de esa lucha, es hija de un conocido docente universitario de Honduras, Dionisio Cárdenas, estudioso del Marxismo- Leninismo, fallecido en 1972. Su vinculación con el FSLN inició en su país colaborando con La Gaceta Sandinista, luego se integró a la lucha sandinista ingresando a Nicaragua por orientaciones del comandante Pedro Arauz Palacios a finales de 1975.
En 1976 Tirsa es trasladada a Chinandega a trabajar en la estructura organizativa con obreros de fábricas de aceites y procesadoras de algodón, abriendo redes de apoyo y colaboradores en comarcas cercanas a la comunidad La Grecia. Estructuró unidades de combate de la tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP), iniciando ofensivas que consistían en ataques armados sorpresas sobre unidades móviles de la G.N en Chinandega y Corinto, convirtiéndose así en la responsable político-militar hasta la victoria final.
A Tirsa le asignaron tareas de correo y vinculación organizativa con la Asociación de Estudiantes de Secundaria (AES). Finalizado el tercer año de secundaria, cuando se disponía a matricularse en el cuarto año, el director del centro, un connotado somocista, le negó la matrícula y sus calificaciones, diciéndole: “Andá, pedilas en el comando, ahí te las van a dar”, con lo que le confirmaba que la tenían fichada.
Para no perder el año, la matricularon en un colegio privado a donde llegaban todos los chavalos expulsados de otros colegios.
En la insurrección de septiembre y el cumpleaños más sonoro
El 9 de septiembre de 1978, el FSLN desplegó una ofensiva insurreccional en todo el país, atacando por sorpresa las estaciones de policía, comandos sandinistas acompañado de levantamientos populares en las calles, abrieron zanjas y colocaron barricadas para obstaculizar el paso de los vehículos de la Guardia Nacional somocista.
Ese 9 de septiembre Tirsa arribaba a sus 15 años de edad, a manera de broma, le digo que fue el cumpleaños más sonoro, ya que estuvo acompañado de bombazos, morterazos y nutridos disparos de armas de diversos calibres. En esta insurrección, ella portaba una pistola y dos tacos de dinamita que hasta tiempo después, tomó conciencia del gran riesgo que corrió, ya que lo que cargaba podía haber estallado haciéndola volar en mil pedazos.
Ocho días después, el 16 de septiembre la G.N había logrado controlar la plaza obligando a los guerrilleros a replegarse en diversas direcciones. Ese mismo día, le anunciaron que pasaba a la vida clandestina.
De inmediato pasó a refugiarse a un campamento de obreros colaboradores del Ingenio San Antonio en Chichigalpa, distante a 15 kilómetros de Chinandega, donde permaneció bajo resguardo durante unos días. Posteriormente la enviaron a trabajar al puerto de Corinto, alojándose en una casa de seguridad.
De Corinto recuerda que existía una importante red de colaboradores, pero también había muchos “orejas” (soplones) del somocismo entre ellos, dueños y asiduos visitantes de prostíbulos, como el famoso San Diego, donde los marinos extranjeros que atracaban en el puerto asistían en busca de comprar caricias, ahogar sus penas o celebrar sus alegrías con botellas de ron y cervezas en noches desenfrenadas de placer.
Tiempo después se trasladó al trabajo organizativo a la población de El Viejo, donde había un fuerte núcleo de sandinistas, trabajo clandestino que se remontaba desde la época, del comandante Germán Pomares Ordóñez “El Danto” y de otros muchos que se ubicaron en la zona, que significaba un punto cercano para el cruce desde y hacia territorio hondureño.
En la ofensiva final
En El Viejo, la joven guerrillera cuyo seudónimo mayormente usado fue Karla, es nombrada responsable del equipo de trabajo junto a los guerrilleros Mauricio Abdalah (médico) y Gerardo Lindo, estos dos últimos caídos en una emboscada el 29 de junio de 1979, víctimas de la delación de un traidor que informó de los movimientos de los muchachos cuando se disponían a trasladar unas armas.
La guardia somocista, ante la ofensiva final de la guerrilla sandinista, recurrió secretamente a convocar a sus socios del Consejo Centroamericano de Defensa (CONDECA), fundado en 1964 por disposición de los Estados Unidos de Norteamérica con el fin de aniquilar con sus ejércitos cualquier intento de formación de movimientos armados revolucionarios en la región.
En la zona de Chinandega, predominaron tropas salvadoreñas y hondureñas que disponían de la vida o muerte de los nicaragüenses, principalmente jóvenes, con solo tener sospechas de su participación en la insurrección. Para mantenerse activos usaban drogas, situación que los convertía en máquinas asesinas de guerra.
La represión militar se incrementó con el férreo control en puentes, carreteras y cruces, además de la violencia en la ciudad donde con frecuencia cateaban las casas en búsqueda de personas sospechosas a las que asesinaban para evitar llevarlos prisioneros.
En medio de esa tensión de terror militarizado, se encontraba Tirsa Sáenz, de la GPP acompañada de Carmen Moreno (fallecida), de la tendencia Proletaria, quienes juntas, pasaron una terrible noche dentro de una alcantarilla repleta de aguas putrefactas en el barrio San Agustín, para salvarse de una muerte segura.
“Yo pensé que no viviría, que me matarían”, confiesa Tirsa al recordar esos difíciles momentos de la lucha por la liberación de Nicaragua que emprendió el FSLN, cuando en 1969 publicó el Programa Histórico de la organización político-militar que retó a los políticos tradicionales a que presentasen una propuesta mejor que la de ellos, en el que se incluía educación gratuita, salud, vivienda y nacionalismo, tierra para los campesinos, construcción de un ejército popular y una política exterior independiente entre los principales temas.
Se fue caminando a su casa para abrazar a su mamá el 19 de julio
Al triunfo de la Revolución Popular Sandinista el 19 de julio, luego de participar en un acto político donde desde una tarima se presentaron a los principales responsables y dirigentes de la lucha insurreccional en Chinandega, en medio de aquella explosión de alegría en todo el país y de los preparativos de la entrada a Managua de los miembros de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, ella bajó de la tarima, caminó hacia su casa pensando en su mamá a quién tenía tiempo de no verla ni de abrazarla.
Tras abrazarla y colmarla de besos, se acostó a dormir como no lo hacía en muchos años.
El Personaje
Tirsa Sáenz, a secas, sin más apellidos que el de su mamá Milena, porque dice que solo a ella le costó.
Es madre de tres hijas. Actualmente está soltera.
Militante de la segunda promoción del FSLN. Ha recibido la medalla X aniversario y la Asamblea Nacional la distinguió con la Orden Rigoberto Cabezas, en ocasión del primero de marzo día del periodista nicaragüense en 2020.
Tras el triunfo sandinista, fue miembro del Comité Nacional de la Juventud Sandinista. Permaneció en Chinandega hasta 1982.
Posteriormente trabajó en Managua y en 1985 se trasladó al Comité Municipal del FSLN en Matagalpa. En 1987 continuó estudiando y finalizó el bachillerato en el Instituto Eliseo Picado.
En 1991 por influencia de la combatiente y periodista sandinista Aura Ortiz, que estuvo clandestina en Chinandega (caída en Carazo el 7 de junio de 1979), Tirsa estudió periodismo en la Universidad Centroamericana (UCA), graduándose en 1995. Le hubiese gustado estudiar biología marina.
Laboró en Radio 580 con el comandante William Ramírez, de quién aprendió el arte de la entrevista. En la misma emisora trabajó con el periodista José Esteban Quezada Gamero, con quién aprendió a tener paciencia, cariño y respeto mutuo.
A Radio La Primerísima llegó en el año 2007 como jefa de prensa, conduciendo también el programa deportivo Círculo de Espera. Se autodefine como dedicada al trabajo, leal, con honradez profesional.
Como defecto señala ser muy exigente, dura, sin importar sea hombre o mujer.
Es fanática del equipo de León y de los Yankees de Nueva York. Un deseo que le apasiona es ver antes de morir una aurora boreal, para ello debe viajar a Finlandia. Confiesa costarle expresar cariño, porque no es de abrazos ni de besitos, pero dice haber amado y ser amada.
Felicidades Tirsa, la pencona, la tigresa, te recuerdo arengando a los jóvenes para la cruzada nacional de alfabetización desde la Juventud Sandinista