- Nunca tuvo una muñeca para jugar, pero la vida le llenó de nietos, sus muñecos
- Mujer que resguardó y enmascaró los objetivos de la Revolución
- El periodismo actual que algunos comunicadores ejercen es falso y mentiroso
David Gutiérrez López
Nadie se lo puede quitar. Afirma con orgullo y dignidad de mujer, Mercedita Solís Delgadillo al definirse como educadora, periodista, católica y luchadora sandinista. Fue tildada de comunista en el somocismo por ser la esposa del periodista y primer secretario general del Partido Comunista de Nicaragua, Francisco Hernández Segura.
Nacida en León, en el barrio San Juan, hace 81 años, fue la primogénita del matrimonio formado por don Jesús y doña Amanda, que procrearon nueve hijos, de los cuales seis perecieron por la pobreza y las enfermedades que los atacaban. Creció “chineando” y cuidando a sus hermanitos menores, mientras su mamá se entregaba a diversas labores en la búsqueda para darles de comer.
Nunca tuvo una muñeca para jugar, pese a escribirle cartas al Niño Dios. La pobreza lo impedía. “Pero Dios me llenó de hijos, nietos y bisnietos, muñecos de carne y hueso”, expresa con una amplia sonrisa de satisfacción esta mujer que encontró en el periodismo verdadera pasión y expresión para luchar contra la dictadura sangrienta de los Somoza.
Estudiar Derecho para defender a los inocentes
Fue en el Colegio Divina Pastora, regentado por religiosas, que logró bachillerarse y un año después se graduó de maestra de primaria. Con el título de educadora se le abrió una oportunidad de trabajar impartiendo clases, cuando el salario estaba estipulado en setecientos córdobas, equivalentes a cien dólares, en la década de los 60 y 70.
Mercedita confiesa que inicialmente soñaba con ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, (Unan) a estudiar Derecho, porque tenía marcada entre ceja y ceja que, de jurista, defendería la causa de los acusados injustamente y acusaría a los que cometían delitos.
Logró ingresar y cursar los primeros dos años de Derecho, pero tuvo que abandonarlo por las dificultades económicas que pasaba con su familia. Esa situación la obligó a trasladarse a Managua donde reinició sus labores magisteriales. Trabajó en el Colegio Cristo Rey, cuando no existía calle, porque lo atravesaba un cauce. Luego pasó a otro colegio llamado Renovación.
Un buen día pensó que no podía ni debía quedarse toda la vida de maestra de primaria. Había algo en ella que le inquietaba y la motivaba a ingresar a la universidad y convertirse en profesional. En esos años, a mediados de la década de los 60, habitaba con su familia en el barrio Buenos Aires, (actualmente 19 de julio).
El magisterio le permitió costearse sus estudios en la Unan-Managua, donde un día ingresó a estudiar a la Escuela de Periodismo, carrera que la cautivó entregándose con toda su pasión al estudio, y logrando un alto rendimiento y reconocimiento.
Periodismo una voz por la libertad
Mercedita encontró en el periodismo una apertura para alzar la voz en la lucha por la libertad. Cuando se graduó con el título de licenciada en periodismo, todavía laboraba como maestra devengando un salario de novecientos córdobas. La invitaron a trabajar en el radioperiódico Extra, que dirigía Manuel Espinoza Enríquez, con un pago de cuatrocientos córdobas. Ella no la pensó dos veces, renunció a la docencia y se fue a laborar a lo que sería la pasión de su vida.
Todavía guarda en su memoria aquel día de 1968 que llegó al antiguo palacio del Distrito Nacional (alcaldía), cuyo ministro (alcalde) era Arturo Cruz Porras, a realizar su primera entrevista. Recuerda que le temblaban las manos y no encontraba las palabras adecuadas para preguntarle. Ese día le acompañó el periodista Arilo Mejía (fallecido) y le indicó las preguntas que debía realizar al entonces alcalde de la capital, cuya población en esos años no superaba los 500 mil habitantes.
En otra ocasión se encontraba preso el periodista leonés ya fallecido Wilfredo López Balladares, junto a dos sindicalistas y corría el rumor que habían sido desaparecidos o asesinados. Mercedita, venciendo el temor, logró llegar hasta las oficinas del entonces jefe de la temible Oficina de Seguridad Nacional (OSN), coronel Samuel Genie Amaya, y le solicitó ver a los prisioneros.
El jefe de la seguridad accedió no de buena gana, tras advertirle a la periodista que no los podía entrevistar. Ordenó que los sacaran de una de las celdas subterráneas ubicadas en la Loma de Tiscapa. Al verlos demacrados, barbados, sucios y malolientes, Mercedita se emocionó e intentó darle un abrazo a su amigo y colega Wilfredo, cuando de pronto el militar con voz de mando ordenó retirarlos.
La misión estaba cumplida. Se aclaró el rumor de que los prisioneros estaban desaparecidos y ella pudo dar testimonio a través de la radio que los había visto con vida en las cárceles de la OSN.
El 6 de diciembre de 1969, durante la inauguración del Teatro Nacional Rubén Darío, Mercedita asistió junto a otros periodistas invitados, cuya apertura estuvo a cargo del dictador general Anastasio Somoza Debayle, acompañado de su esposa Hope Portocarrero. Se encontró con el coronel Genie y le dijo, extendiéndole su mano: “Hola coronel cómo está”, saludo que el militar respondió con un: “Yo no le doy la mano a comunistas”.
En El Momento, La Verdad y Mi Preferida
La fama de buena reportera de Mercedita fue creciendo en el medio periodístico, por su audacia y habilidad para conseguir la noticia que la población y los radioescuchas demandaban conocer con veracidad. Esa situación le valió para que directores de radionoticieros de amplio prestigio y audiencia, valoraran su capacidad ofreciéndole mejores condiciones salariales.
Fue así como cierto día se fue a trabajar al radioperiódico El Momento, de Joaquín Absalón Pastora y posteriormente pasó a laborar en La Verdad, del fallecido Francisco Carranza Chamorro, en Radio Mundial, ubicada en el barrio San Sebastián.
Conociendo bien el medio radioperiodístico, decidió cierto día incursionar como directora de medio de comunicación y fundó Combate, en Radio Libertad en Managua. Posteriormente fundó Mensajes, en un espacio en Radio Corporación, pero el 7 de diciembre de 1970 le fue cancelado tras advertirle el propietario que bajara el tono en contra de la dictadura somocista.
El terremoto de 1972 dejó el país desinformado
El terremoto de la madrugada del 23 de diciembre de 1972, que destruyó gran parte de Managua por un sismo de 6.2, en la escala Richter, causando 19 mil 300 muertos y más de 20 mil heridos, favoreció a Somoza, porque dejaron de funcionar las emisoras y periódicos.
Además, se decretó el Estado de Ley Marcial que suspendía todas las garantías constitucionales, incluyendo la libertad de prensa. La estatal Radio Nicaragua era la única emisora que transmitía boletines y disposiciones del gobierno. El país estaba totalmente desinformado.
Mercedita y su familia, al igual que miles de nicaragüenses, estaban en el desempleo y sin vivienda. Pero esa desgracia no la amilanó, pronto instaló en Ciudad Jardín un hostal contando entre sus huéspedes a periodistas como William Ramírez, José Esteban Quezada y Teatino Santana. También se hospedó el Curro Dosman, entrenador del boxeador Alexis Argüello.
Con el pasar del tiempo fundó el noticiero “3 a las 5”, integrado por tres mujeres y se transmitía a las 5 de la tarde con las periodistas Mercedita Solís, Angelita Saballos y Clementina Rivas, en el año 1975.
El experimentado hombre de radio Manuel Jirón había fundado Radio Mi Preferida, en la famosa Colinita, contiguo al Camino de Oriente. Con buen suceso también fundó el noticiero Aquí Nicaragua, transmitido en varias ediciones y cuya línea editorial fue confrontar al somocismo, ganando una amplia audiencia.
Jirón, al conocer la capacidad de Mercedita en el desempeño periodístico, le ofreció un jugoso salario de ocho mil córdobas para que se fuera a trabajar a su noticiero.
En el Periodismo de Catacumbas en 1978
En la jornada llamada Periodismo de Catacumbas, que inició el 31 de enero y finalizó la noche del 11 de febrero de 1978, Mercedita se sumó junto a unos 40 colegas que participamos en esa lucha, para llevar información al pueblo que se reunía en los templos católicos, a escuchar de viva voz de los periodistas las noticias sin censura que la guardia de Somoza impedía publicar. El Periodismo de Catacumbas, único en la historia de luchas de los pueblos de América Latina, coincidió con un paro nacional decretado por los sectores productivos y comerciales del país.
Meses antes en 1977, el famoso coronel G.N Alberto Luna, jefe de la Oficina de Radio y T.V, aplicaba con mano militar el llamado “Código Negro”, un manual de censura que imponía altas multas económicas, seguido del cierre del espacio noticioso a quienes consideraba enemigos del régimen. Las multas eran tan altas que para los periodistas se hacía imposible pagarlas, pero el pueblo respondía en las calles contribuyendo con los periodistas en un gesto de simpatía y solidaridad.
Fue el conocido locutor Eduardo López Meza quien bautizó esa jornada como Periodismo de Catacumbas, al hacer una referencia bíblica y compararla entre los cristianos perseguidos en tiempos de Jesús de Nazaret y los comunicadores, que en 1978 llegábamos a los templos a leer noticias y compartir con el pueblo. A Mercedita le correspondió acudir a la parroquia de las Américas Uno, donde el sacerdote a cargo era Bismarck Carballo.
El encuentro con Rosario Murillo
Luego que la guardia de Somoza quemara Mi Preferida, el 9 de septiembre de 1978, su esposo buscó protección en la embajada de México, mientras ella con sus hijos viajaron a Costa Rica en busca de un contacto que la haría llegar hasta la capital mexicana.
La situación era desesperante, estaba posando en una casa y una mañana salió a buscar trabajo de mesera en algún bar o restaurante cuando de pronto se encontró en una calle del centro de San José a la compañera Rosario Murillo, con quien se saludaron por su nombre.
Rápidamente le contó su situación y Rosario, en ese momento con el seudónimo de “Amparo”, le dijo que llegara a una librería que atendía David Macfield, donde en la parte trasera de la misma existía una sala de redacción que editaba la revista Sandino. El primer seudónimo que usó Mercedita fue “Rosa María”.
Recuerda la colega que le dieron 40 colones de ayuda que resultaron una bendición, con ellos le daba de comer a sus hijos. “En Costa Rica no había solidaridad, nadie te presta un baño ni te dan un vaso con agua”, refiere.
En una ocasión tuvo que orinar en la calle mientras sus pequeños hijos la cubrían, porque nadie en ese sitio le facilitó la entrada a un retrete. Fue el profesor Edelberto Torres quien le ayudó a Mercedita a salir hacia Panamá, donde se debería reencontrar con su esposo para continuar la lucha desde otra trinchera.
A Radio Sandino en la clandestinidad
Estando en Panamá les informaron que los necesitaban en Costa Rica, donde estaba funcionando Radio Sandino en la clandestinidad. Era 1979 y desde ese sitio por las tardes Mercedita llamaba al autor de esta entrevista a la redacción del izquierdista Diario El Pueblo donde trabajaba de redactor (fundado el primero de marzo de 1979 y clausurado el 23 de enero de 1980) para recibir noticias de primera mano sobre la situación que ocurría en el país. La comunicación se interrumpió en junio, cuando inició la insurrección y ofensiva final del Frente Sandinista en contra del somocismo.
Jamás había fumado, pero fue tanta la emoción y la alegría que Mercedita se fumó un cigarro a grandes sorbos cuando recibió la noticia que Somoza había abandonado el país y las tropas guerrilleras marchaban hacia Managua.
Casi de inmediato se empacaron los transmisores de Radio Sandino que salía de la clandestinidad a la libertad. A ella le correspondió quedarse sola con la cocinera en las instalaciones donde funcionó la emisora insurrecta. En ese tiempo, el seudónimo que utilizaba era “Clarita” y regresó a finales de agosto a la Nicaragua liberada.
En Nicaragua libre fue divulgadora del Sistema Penitenciario, del Ministerio de Finanzas, luego pasó a la Casa de Gobierno a la oficina de prensa donde cubría temas económicos.
que había sido designada para viajar a Cuba junto a un grupo de 40 compañeros a estudiar Defensa Civil a la Habana. Al retornar recibió los grados de Subteniente del Ejército Popular Sandinista (EPS) y llegó a ser jefa del Estado Mayor de Defensa Civil en Managua y sus municipios.
Su responsabilidad era “enmascarar” y resguardar objetivos económicos, y de interés ante ataques armados y sabotajes del enemigo durante la guerra de agresión en los años 80, financiada y dirigida por los Estados Unidos de Norteamérica. También fue bombera, de las apaga fuego.
El Personaje
Mercedes Solís Delgadillo nació el 5 de agosto de 1937 en León. Fue esposa de Francisco Hernández Segura, él ateo y ella creyente y ferviente católica. Procreó tres hijos: Alejandro, ingeniero, Vladimir, psicólogo y Mara, enfermera, todos graduados en Cuba.
Le guarda especial cariño a la enfermera Thelma Hernández, fundadora de Fetsalud, hija del primer matrimonio de cinco que tuvo su esposo. Ella la apoyó y cuidó en Estelí durante varios años después de salir del Ejército con el grado de Teniente Primero. Volvió a ejercer la docencia.
Sobre el periodismo ejercido por algunos jóvenes actualmente confiesa sentir tristeza y decepción, porque no se apegan a la verdad y a la realidad. “Nosotros nunca inventamos, siempre dijimos y luchamos por la verdad”.